lunes, 23 de septiembre de 2024

Maternidad en contextos de explotación sexual, por Patricia Hermosilla, psicóloga y traumaterapeuta sistémica.



Maternidad en contextos de explotación sexual

Patricia Hermosilla, psicóloga


Cuando conocí a Patricia Hermosilla y supe el ámbito laboral al que se dedica dentro del ámbito de la psicología sanitaria, mi primer pensamiento, después de admirarla por el trabajo que hace, fue proponerme dar a conocer el terrible mundo de las mujeres explotadas sexualmente, que no prostitución, porque no es ningún trabajo. Es un maltrato a la mujer consentido socialmente. El sufrimiento que ellas padecen es inenarrable y profesionales de la talla humana de Patricia se dedican a apoyarlas psicológicamente. También se me pasó por la cabeza como sería la maternidad de estas mujeres, y la vida de estos niños y niñas, truncada por el maltrato que ellos y ellas padecen por parte de los puteros y los proxenetas. Invité a Patricia Hermosilla a las VI Conversaciones sobre apego y resiliencia de San Sebastián para que nos hablara de la maternidad en contextos de explotación sexual. Este fue el primer compromiso. El segundo ha sido poner a disposición de Patricia Hermosilla este blog para contar la dolorosa realidad de estas mujeres y contribuir a la abolición de la prostitución, dando a conocer el impacto traumático que padecen. Llamar a estas mujeres "trabajadoras del sexo" es un insulto. Es como si llamamos trabajo a ser el esclavo de una persona. 

Es un honor para este blog contar con Patricia Hermosilla, psicóloga y traumaterapeuta, perteneciente a nuestra Red apega. Ella es Máster en psicología general sanitaria, diplomada en traumaterapia infanto-juvenil sistémica, postgrado en terapia familiar sistémica, postgrado en intervención con víctimas de violencia sexual y de género en la infancia y la adolescencia, con formación en prostitución y trata con fines de explotación sexual en infancia, adolescencia y edad adulta, IFS y EMDR. Me he especializado en trauma, violencia sexual y violencia de género. Tengo experiencia profesional en protección de menores, donde empecé formarme y a intervenir en explotación sexual en niños y niñas, y también con mujeres en situación de prostitución y víctimas de trata. Actualmente trabajo a nivel privado con mujeres que han sufrido cualquier tipo de violencia machista, habiéndome especializado en violencia sexual. Trabajo desde una perspectiva feminista y abolicionista, entendiendo la prostitución en todas sus formas como una de las más graves formas de violencia contra las mujeres.

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Título del artículo: Maternidad en contextos de explotación sexual
Por Patricia Hermosilla, psicóloga y traumaterapeuta sistémica
(Nota: se hablará en femenino genérico)
 
Advertencia: el siguiente artículo contiene material sensible 
que puede ser un gatillador para supervivientes de violencia sexual.

Para poder trasladar este tema con la seriedad y profundidad que corresponde, necesito que se comprenda de qué hablo cuando hablo de explotación sexual. Las palabras importan, pero es aún más importante entender con claridad qué hay detrás de ellas. Hablo de explotación sexual y no de prostitución porque no quiero distinguir entre prostitución, trata, pornografía, Only fans o el mal llamado Sugar Dating, como si algunas de ellas fueran mejores que otras. Las secuelas que tiene la explotación sexual en las mujeres son las mismas para todas ellas.

No es más fácil a través de una webcam, ni cuando tu explotación sexual está siendo filmada para que otros puedan masturbarse cómodamente desde sus casas con la conciencia tranquila. Suele decirse que “Sin prostitución no habría trata”. Yo prefiero la expresión “Sin hombres no habría explotación sexual”. Los hombres son en un 99,7% los consumidores de cuerpos de mujeres y niñas. 

En España, 4 de cada 10 hombres admiten haber consumido prostitución al menos una vez en su vida. Las cifras son muchísimo más altas cuando hablamos de pornografía. Y la pornografía no es otra cosa que prostitución filmada. Aunque el daño a esa mujer se esté produciendo a miles de kilómetros de la pantalla de tu ordenador.

En la explotación sexual en pisos las mujeres son obligadas a estar disponibles durante 24h al día. No pueden dormir más de 8h seguidas en ningún momento, porque la demanda es constante. En los clubes, ejercen durante la noche y duermen durante el día, hacinadas en literas propias de campos de concentración. En la calle, están expuestas a la violencia más extrema. En internet, las mujeres son vejadas, humilladas y dañadas mientras los hombres eyaculan delante y detrás de la pantalla. La explotación sexual no tiene que ver con el sexo, sino con la violencia. Lo que se le hace a estas mujeres no es tener sexo con ellas, es torturarlas.

Y no, no existe la libertad de elección, sean cuales sean las circunstancias de la mujer. En quienes si existe esa libertad de elección es en los agresores sexuales y proxenetas, que casualmente, nunca suelen formar parte del debate.

En la explotación sexual se entrelazan las tres grandes opresiones: por razón de sexo, de raza y de clase. Además, los estudios hablan de un 90% de mujeres prostituidas siendo víctimas de violencia física y sexual en su infancia. En mi experiencia profesional, todas ellas provienen de infancias traumáticas. Son mujeres y niñas especialmente vulnerables, que muchas veces llegan a la violencia sexual más extrema huyendo de otras violencias machistas.

“Vengo aquí porque si desaparezco, quiero que quede 
constancia de que alguna vez he existido”

Para que podamos acercarnos a comprender como puede ser maternar en el horror que supone la explotación sexual, querría empezar con una frase, una de las que más me impactó cuando comencé a trabajar como psicóloga de mujeres víctimas del sistema prostitucional. “Vengo aquí porque si desaparezco, quiero que quede constancia de que alguna vez he existido”. La soledad tan profunda que escondían esas palabras es una de las peores consecuencias que sufren las mujeres y niñas explotadas sexualmente.

Imaginad como debe ser partir desde ahí en la crianza de una hija.

Es necesario entender que no se puede aislar a las niñas de la explotación sexual de sus madres. En la imagen a continuación se ve a una mujer de 19 años, a la que exhiben (vejándola ya desde el propio anuncio) como embarazada, estudiante, con grandes tetas y “zorra que la chupa”. Todos los hombres que tengan 35 euros van a violarla durante 4 horas seguidas para la grabación de una (mal llamada) película pornográfica. Para que, posteriormente, todos los hombres que puedan pagar acceso a internet se masturben con la violación grupal de una niña embarazada.



¿Cómo imagináis que una mujer puede ser madre en estas condiciones?

Para empezar, muchas no pueden decidir sobre su maternidad. Algunas son obligadas a abortar, otras, al contrario, a ser madres contra su voluntad. Los hombres demandan a mujeres embarazadas, y además, una hija puede ser utilizada para el control sobre la madre en la explotación. Estas menores pueden moverse con sus madres o quedar al cuidado de los proxenetas mientras ellas se mueven. En cualquiera de los casos, su protección se ve muy dificultada debido a la alta movilidad.

"La solución a esta problemática la tengo clara: la abolición. 
No existe el trabajo sexual, no existe la voluntariedad de decidir"

A las mujeres, a pesar de ser sometidas a una constante violación de sus derechos humanos, se les exige socialmente que cumplan a la perfección su papel de madres. Si piden ayuda, en muchas ocasiones corren el riesgo de la retirada de las menores a su cargo. Mientras tanto, en la academia, la mayoría de los artículos que hablan sobre este tema no mencionan la violencia que sufren, únicamente hablan de estigma.

Proponen legalizar la explotación sexual para que no exista el estigma, de forma que mágicamente desaparezca la problemática de estas mujeres y de sus criaturas, añadiendo a todas estas violencias también la violencia social e institucional. A continuación, comparto el fragmento de un testimonio de una mujer que fue madre dentro del sistema prostitucional.

“Cuando ejerces la prostitución y eres madre... El sentimiento de culpa, el sentimiento de fracaso, el sentimiento de asco hacia ti misma, es muy grande. Yo me he llegado a enjuagar la boca con lejía antes de darle un beso a mi hijo porque me sentía sucia. O sea, para mí era impensable darle un beso a mi hijo habiendo tenido que hacerle una felación a un señor. Y que ese señor haya eyaculado en mi boca y yo morirme del asco. Entonces, es una situación muy compleja, donde tienes muchísimos sentimientos encontrados. […] Porque yo no sé cómo enfrentar con mi hijo que algún día se entere de todo esto, porque a mí lo que más culpa me hace sentir es que yo le estuviera defraudando. Cuando vas a prostituirte te das cuenta de que te tratan como si fueras un objeto, y realmente nunca sabes hasta qué punto eso va a ser peligroso. Por las cosas que te piden. O las cosas que tienes que hacer. No es simplemente lo que mucha gente se piensa, que tú vas allí, te abres de piernas y te echan un polvo y te vas a tu casa. A mí me han llegado a pedir, por ejemplo, que me metiera mi propio tanga en la boca. Cosas un poco asquerosas que realmente cuando estás allí lo que estás pensando es en un plan de huida. Cómo salir de ahí si pasa cualquier cosa. Y nadie en su trabajo piensa, mientras lo está haciendo, en un plan de huida. No, no, no. Tú cuando entras a un sitio a trabajar no te fijas en las puertas, en las ventanas, en si la llave está puesta, si hay llaves en la entrada...No te fijas en esas cosas. No entras a tu trabajo... agachando la cabeza para que nadie te reconozca. Entonces por todas estas razones es doloroso que haya gente que considere que esto está bien, ¿no?. […] Una de las consecuencias que ha tenido esto y que más a menudo sufro son los flashbacks, los cuales no puedo evitar y de todas las consecuencias que ha habido es lo que más me gustaría evitar. Porque literalmente odio estar con mis hijos o estar tumbada en la cama con mi hijo para dormir o estar hablando con ellos o jugando con ellos y que me venga a la mente, ni siquiera sé por qué me viene, pero de repente me vienen a la mente muchos episodios de cuando yo me estaba prostituyendo o de cosas que he pasado mientras me prostituía o de cosas que me han pasado en mi vida. Es algo que para mí es lo peor de todo, las consecuencias de ese hecho traumático.”

Que las madres sean explotadas sexualmente expone a las menores a múltiples violencias, sufridas además en los primeros años de vida, dónde son más vulnerables. Daños por omisión, como la negligencia afectiva, los malos tratos y el abandono. También, malos tratos por parte de la madre, del padre, de los proxenetas o de los hombres que pagan por acceder al cuerpo de su madre. Están más expuestas a situaciones de violencia sexual y sufren además, agresiones socioeconómicas y culturales.

Portada del libro de Amelia Tiganus


Son tantas las consecuencias que esto puede tener para la salud de las menores, que me cuesta muchísimo resumirlas en este espacio. Daño neonatal, sobretodo si la madre se ve obligada a ejercer estando embarazada. Daños físicos, ya sea por violencia directa o por negligencias en el cuidado. Trastornos del apego, alteraciones del desarrollo, trastorno de estrés postraumático complejo, sexualización traumática y trastornos conductuales y psicosomáticos son algunas de las muchas secuelas con las que nos encontramos en el espacio terapéutico. Para mi, la peor de ellas, la misma que sufren sus madres, la de la soledad. No olvidemos que “Hija de puta”, es uno de los peores insultos que existen a día de hoy en nuestro idioma.

Para terminar, me gustaría compartir parte del testimonio de una hija cuya madre fue víctima del sistema prostitucional:

“Cuando se iba a ''trabajar en limpieza'', y desaparecía durante dos días enteros; hasta que luego la devolvía a casa algún viejo explotador, destrozada, y con excusas intentando ocultar la realidad, de la cual era perfectamente consciente desde los 5 años. Y eso no hubiese sido un problema con cualquier otro trabajo, saber de lo que trabaja tu madre es de lo más normal, pero la prostitución no es un trabajo, son hombres que se aprovechan de las mujeres más vulnerables y rotas para explotarlas sexualmente; y no digo lo de rota como un caso perdido, porque de haberse llevado todo socialmente de otra forma, a lo mejor sería ella la que estaría escribiendo esto y no yo, su hija. Obviamente mi madre no tardó en ser adicta a todo, y si, seguramente sufría bipolaridad y de todo, porque con todo lo que era su vida, lo lógico es no poder mantenerse cuerda. Y menos sola, porque el único apoyo que tenía era yo; una niña, una menor con la que no paraban de amenazarle con quitársela. Porque si, hubieron palizas, la dejaban sangrando en el suelo, y cuando yo llamaba a la policía para que nos ayudaran, la amenazaban a ella con quitarle a la hija; en vez de ayudarnos a las dos a tener una vida, y cargar contra los que deberían haber ido, que es a por esos hombres. Acabé viviendo con muchos de ellos con solo 6 años, acabé siendo abusada por varios, y jamás se emprendieron acciones legales ni por mi ni por mi madre; la única acción que se llevo a cabo como digo fue separarnos. Yo estaba sola, y enfadada; primero caí en casa de mis abuelos. Pero claro, ellos estaban traumados con la experiencia de su hija, y siempre me decían que me parecía a ella como algo negativo, por el miedo de que ''acabase igual’’. Un día, mi abuelo estaba enfadado con mi madre, así que me cogió a mi por banda cuando era aun bastante pequeña, y me dijo que mi madre era ''un puton berbenero'' y que cualquier día aparecería muerta. Aquello me enfado mucho, y me enfadó mucho más el día que recibimos la llamada; como si el tuviese alguna culpa de predecir lo que le ocurrió, y también por la forma en la que lo dijo. Mi madre había sido asesinada justo a la vuelta de ''el club'' donde estaba trabajando hacía la okupa donde vivía con el que era su actual pareja, el cual la prostituía para drogarse el también. Apareció en su cama, con posición defensiva, y el estaba en el salón, drogándose con un amigo.. En el juicio quedo libre. A la que pude me metí en contextos de drogas, desarrollé TCA, me sexualicé muy pronto, tuve muchas relaciones de abuso desde el mito de la ''libre elección'', con hombres que podrían haber sido mis padres. Y no tardé en acabar en esas mismas dinámicas de explotación sexual, hasta que llegue a ella directamente, e incluso romantice dinámicas de violencia sexual, donde yo perdía el conocimiento y ''permitía'' que hiciesen conmigo lo que quisieran. Ya que al no haber sido tratado ese trauma, ni en mi madre ni en mi, esa fue la forma que encontró de salir. Haciéndome sentir más cerca de ella, de hecho recuerdo mirarme al espejo cuando estaba más destruida, encontrándola en mi mirada. Gracias al feminismo, a leer sobre mujeres que han sobrevivido analizando la situación con las gafas violetas, ha sido como he logrado sentir acercarme más a ella, y abrazarla, entendiendo todo lo que nos había pasado y lo que sigue pasando a tantísimas mujeres. Así que la legalización de la prostitución como un trabajo, solo es una forma más de abandono social hacia todas nosotras”.

Como dijo Andrea Dworkin, “ser mujer en este país significa que, desde el día en que naces, estás siendo preparada para ser víctima de la violencia sexual”. Esta frase puede ser aplicable a cualquier país del mundo. Las mujeres no seremos libres de decidir hasta que no vivamos una vida libre de violencia. Mientras tanto, lo mejor que podemos hacer es reconocer a las mujeres explotadas sexualmente como víctimas de violencia de género. Ofrecerles recursos habitacionales a ellas y a sus hijas. 

Recursos económicos, formativos y terapéuticos. Y reconocer la explotación sexual como una forma de violencia extrema contra las mujeres, y a los hombres que la hacen posible, como agresores sexuales.

Referencias bibliográficas

Artículos de Melissa Farley, Ingeborg Kraus.
La revuelta de las putas, Amelia Tiganus.
Política sexual de la pornografía, Mónica Alario.


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