lunes, 29 de enero de 2024

"Esculpiendo palabras en la arena", entrevista a Cristina Cortés, psicóloga, con motivo de la publicación de su nuevo libro

 

Esculpiendo palabras en la arena

Nuevo libro de Cristina Cortés





Cristina Cortés


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Cristina Cortés. Es Psicóloga especializada en infanto juvenil. Dirige el Centro de psicología de la Salud Vitaliza, de Pamplona. Colabora como psicóloga externa con fundaciones de Servicios Sociales que trabajan con niños, adolescentes y familias con dificultades. Imparte formación a diferentes profesionales.

Es entrenadora acreditada de terapia EMDR en niños y adolescentes, profesora externa invitada en el máster de Psicoterapia con EMDR de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y en el curso universitario de Avances en salud mental reproductiva y perinatal de la Universidad de Zaragoza. En su infancia estuvo rodeada de contadoras de historias que deleitaron su niñez, de ahí su vocación de ayudar a poner palabras y reescribir las historias de trauma emocional.

Es autora de "Mírame, siénteme" (Desclée De Brouwer, 2017), "¿Cómo puedo salir de aquí?" (Desclée De Brouwer, 2018), "Cuéntame cuando sí anidé en una tripa y sí nací" (Desclée De Brouwer, 2020), y "El Invernadero Semillero" (Desclée De Brouwer, 2022)

Presentación

Este mes de enero como veis Buenos tratos lo dedica a presentaciones de libros, con las novedades de importantes autoras en el ámbito del apego, el trauma y la resiliencia. Hoy le corresponde un espacio en el blog, y lo merece, la última obra de Cristina Cortés, psicóloga especialista en apego, desarrollo y trauma, trainer en EMDR y una referencia en el uso respetuoso de este abordaje terapéutico, porque su mirada es integradora. Como veis, se llama "Esculpiendo palabras en la arena", en co-autoria con Zuzene Seminario, quien (una vez más) se ha hecho cargo de ilustrar (magníficamente, como siempre) el libro. Leer a Cristina  es una experiencia gratificante, no solo por su saber y competencia en el área, y sus años de experiencia, sino por la exquisita sensibilidad que destilan todas sus palabras, la bondad amorosa que tiene hacia todos los niños/as y sus familias, y la visión sistémica y respetuosa con ellos y sus recursos de supervivencia. Para que nos hable sobre su nuevo libro, he pensado que lo mejor era acercarme a Cristina y hacerle una entrevista, con la que a continuación os dejo. Ella nos cuenta qué podemos encontrarnos al abrir "Esculpiendo palabras en la arena". ¡Muchas felicidades! 

José Luis: ¿Como surgió la idea de escribir este libro, Cristina? ¿Qué quieres transmitir a las personas que lo lean?

Cristina: Este libro surge en un proceso formativo con profesionales que trabajan en acogimiento familiar y comparten las dificultades para facilitar la conexión emocional. A partir de ahí comienzo a elaborar la idea de crear ilustraciones que posibiliten la organización del mundo emocional implícito, que es tan complejo y confuso cuando se han vivido experiencias de abandono y soledad. Y de esa de forma va surgiendo el texto entrelazado con la creación artística de Zuzene, que ha realizado unas ilustraciones que evocan y ayudan a dar forma a esas emociones que no han tenido oportunidad de ser elaboradas.

José Luis: Leyéndolo tengo la opinión de que se pueden beneficiar de su lectura tanto las familias como los profesionales. Hay capítulos con contenidos más técnicos y otros que son perfectamente accesibles para familias. ¿Es así?

Cristina: El libro recoge cómo se forman los vínculos en la etapa temprana y cómo estos constituyen la interrelación entre el bebé, el niño en desarrollo y los cuidados y la atención que recibe, y cómo los padres facilitan el desarrollo. La comunicación, la capacidad de los padres de poner palabras y de elaborar los estados de sus hijos es fundamental para encarnar su cuerpo y reconocer las emociones. Desde ahí que sea un libro que aborda y da recursos sobre la crianza segura tanto a padres como a profesionales.

José Luis: Conforme avanzamos a lo largo de los capítulos, nos vamos adentrando en el mundo del trauma temprano y se desarrollan conceptos e intervenciones sobre trauma de apego y relacional y de nuevo los conceptos desarrollados aportan a familias que acompañan a niños con un desarrollo traumático y a profesionales que trabajan en el campo del trauma infantil. Hablas en tu libro de que el primer lenguaje de todo ser humano, en esa etapa bebé preverbal, es implícito, emocional y afectivo, por lo que dar forma mediante símbolos a ese lenguaje es una de las tareas terapéuticas…

Cristina: El primer lenguaje es corporal, es un lenguaje a través de las sensaciones en ese tocar, contener, alzar, mirar y modular la voz. Ese mundo de sensaciones implícitas se van volviendo emociones que pueden ser reconocidas y contenidas en la medida que los padres o los cuidadores lo pueden hacer. Cuando los padres no han sido traductores del mundo emocional y no han digerido esas experiencias en ellos mismos, el niño no puede acceder a esa vivencia que ha sido percibida y no sentida y queda pendiente de elaboración y organización. Las palabras han faltado y no resulta fácil encontrarlas, hallarlas. Es como si hubiera que esculpirlas, darles forma, a través de símbolos e imágenes para que se levanten y puedan ser verbalizadas. 

José Luis: Los padres y las madres, o quienes cuiden bebés, tienen un importantísimo rol en esto, muchas veces no son conscientes de que el bebé tiene necesidades emocionales, y que la función reflexiva de estos tratando de recoger lo que el infante puede sentir, esa actitud intencional, y traducirlo en palabras que ayuden a que este vaya dando forma a esas primeras impresiones y sensaciones es fundamental porque sienta las bases de la regulación emocional…

Cristina: Así es, de alguna manera el bebé tiene un cerebro incompleto, que es completado con la acción reflexiva y sensible de sus padres. Que estos dediquen tiempo y elaboración a las vivencias de su bebé y del niño, incluso del adolescente, es imprescindible para que esos futuros adultos puedan tener un conocimiento de su mundo, de su mente y de las mentes de los demás.

"La figura de cuidado debe de captar en ella la mente del bebé"
(Cristina Cortés)


Jose Luis: ¿Es complicado interpretar adecuadamente las señales que emite un bebé?

Cristina: Interpretar las señales de los bebés se produce desde la resonancia del hemisferio derecho con el hemisferio derecho como diría Alan Shore. Desde un estado de disponibilidad emocional, donde se infiere el estado o se plantea una serie de opciones hasta que se da con esa resonancia del estado infantil. Cuando esto no ocurre, ese niño se desarrollará sin saber interpretar nombrar o identificar adecuadamente lo que vive o interpretándolo de forma inadecuada, según haya sido inferido por sus padres. Los problemas surgen cuando las figuras de cuidado son muy poco sensibles y poco reflexivas y no captan en ellas las mentes del bebé o del niño. 

José Luis: Dotar al niño de símbolos (como imágenes e ilustraciones) en este proceso de conocimiento es muy importante y por ello el libro aporta unos preciosos dibujos de Zuzene que reflejan las principales emociones humanas. 

Cristina: En realidad, si desde el inicio se captan esos estados esa construcción e identificación emocional se produce por sí sola y no van a hacer falta mediadores que faciliten la organización, es un proceso natural del propio desarrollo. Sin embargo, cuando no se han tenido figuras que digieren por uno, que interpretan y traducen lo que el bebé experimenta, el niño no sabe ni identificar y mucho menos nombrar. No se puede dar el salto directamente al mundo explícito del lenguaje y se requiere realizar procesos intermedios que generen puentes, a través de los símbolos, juego, escenificación, cuentos, ilustraciones..., hasta que esa maraña emocional va tomando forma y finalmente se le puede poner palabras. El pensamiento se expresa a través del lenguaje, pero antes del pensamiento hay sensaciones y luego emociones. 

José Luis: Pones ejemplos en el libro de cómo utilizar las ilustraciones de emociones, sensaciones y creencias a lo largo de la descripción de diferentes vivencias, junto con casos o historias basadas en tu experiencia clínica...

Sí. Me ha parecido que la mejor forma de ver la dificultad para llegar a este estadio madurativo donde puedo identificar lo que vivo era a través de casos que son una compilación de historias reales clínicas. Por eso partimos de cuatro niños que acuden por el mismo motivo a consulta: un accidente de automóvil. Podemos ver cómo la sintomatología, los recursos para manejar el estes postraumático difiere entre ellos, sobre todo por los estilos de apego y las experiencias adversas que han tenido inicialmente. En la medida que el sistema familiar ha dispuesto de menos recursos, la necesidad de usar materiales que facilitan ese puente emocional con el significado es mayor; y ahí es donde los materiales gráficos nos ayudan enormemente. Las ilustraciones se convierten en un recurso para familias y profesionales sanitarios o educadores que se pueden descargar con la compra del libro. 

José Luis: Dichas ilustraciones son preciosas y las caras emocionales vienen con una amplia descripción de cómo se expresa esa emoción con la cara y el cuerpo. Gran trabajo de Zuzene...

Cristina: Cuando la desconexión emocional ha sido la norma, primero hay que realizar enlaces, puentes entre la expresión del cuerpo que resulta desconocida y no se sabe interpretar. Ese lenguaje no verbal necesita de un intérprete, y jugar a representar y amplificar la emoción puede ser una vía para comenzar o facilitar esa conexión entre el cuerpo y el pensamiento expresado en palabras.

Zuzene Seminario, autora de las ilustraciones


José Luis: Cada capítulo aborda un tema relevante en relación al mundo emocional y relacional: conocimiento de las emociones, resiliencia familiar, el miedo, la seguridad, la intuición, las creencias nucleares…. Propones ejercicios y también compartes los protocolos EMDR que pueden usarse terapéuticamente para trabajar estos aspectos… 

Cristina: El libro, sobre todo, quiere hacer hincapié en la necesidad de preparar adecuadamente al niño antes de procesar memorias traumáticas, y para ello tenemos que trabajar con todo el sistema familiar, todo el sistema forma parte y está implicado en las dificultades que presenta un niño. No porque sean responsables directos sino porque son los cerebros auxiliares que tienen que ayudar a manejar las dificultades y las emociones perturbadoras de los menores. Los recursos y dinámicas van salpicando el libro a lo largo de los diferentes capítulos. 

José Luis: Algo más que quieras añadir… Por nuestra parte felicitarte por este magnífico libro que va a ser todo un éxito y darte las gracias por atender la llamada de Buenos tratos.

Agradecerte a ti, José Luis por tú atención y dedicarle un espacio en Buenos tratos. 

Simplemente añadir que el libro es el resultado también de la delicadeza de la Ilustradora, Zuzene y de su capacidad para captar lo que quería transmitir. Sus ilustraciones están cargadas de detalles para ir descifrando y dedicarles tiempo en las dinámicas propuestas. 

lunes, 15 de enero de 2024

"Tratamiento del trauma y la disociación en la infancia. En busca de la seguridad perdida", por Sandra Baita, psicóloga, nos presenta su nuevo libro

 


Nuevo libro de Sandra Baita
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Sandra Baita es psicóloga clínica graduada en la Universidad Nacional de Buenos Aires, Argentina, donde completó estudios de Postgrado en Clínica de Niños. Complementó su formación realizando una Especialización en Trauma Psicológico e Intervención en Catástrofes, dictada por la Sociedad Argentina de Psicotrauma, y el Entrenamiento Básico en EMDR y EMDR en Niños, siendo hoy Terapeuta Certificada y Supervisora aprobada certificada, y dictando cursos de educación avanzada para profesionales EMDR en las temáticas de trauma complejo y disociación en la infancia, adolescencia y edad adulta.

Tenemos el honor de que Sandra Baita haya escrito, expresamente para nosotros, un texto para presentar su nuevo libro. Sandra es experta en trauma y disociación y nos ha aportado una nueva manera de mirar a los niños/as para aprender a comprender los síntomas desde el lenguaje disociativo infantil relacionado con el trauma, que tiene una manera muy concreta de expresarse. A menudo este lenguaje refleja la existencia de un sufrimiento en los niños/as y unas historias en las que la seguridad de base ha estado ausente en sus vidas, porque desde temprana edad han padecido, a veces de manera continuada, malos tratos, negligencia y/o abuso sexual. 

En este nuevo libro Sandra Baita nos plantea una cuestión que es fundamental y sin la cual no puede haber psicoterapia. Es algo que desde la RED APEGA Maryorie Dantagnan viene preconizando desde sus comienzos: la seguridad y la protección del niño/a. Los recursos terapéuticos son importantes pero sin duda lo son aun más las relaciones que entretejamos en torno al niño/a: "El viaje en el que nos adentramos no está exento de turbulencias y la primera pregunta que el terapeuta deberá responderse es: ¿está mi paciente en un contexto de seguridad real, en el que no siga siendo maltratado? Si esa seguridad real existe, entonces pasamos al siguiente nivel: ¿pueden sus cuidadores proveerle una experiencia relacional segura, estable, reparadora? Y si no es así ¿qué necesitan para poder hacerlo? Pero el terapeuta es parte de la ecuación, entonces deberá responderse, además, esta otra pregunta: ¿qué debo hacer (y cómo puedo hacer) para ofrecerle a mi paciente una experiencia de seguridad en la relación terapéutica? Y ¿qué puedo hacer para ayudar a los cuidadores a ser los verdaderos sostenes de la vida y el desarrollo de estos niños y niñas?" (Sandra Baita).


Sandra Baita

"Tratamiento del trauma y la disociación en la infancia. 
En busca de la seguridad perdida"

Un texto de Sandra Baita


Llevaba casi un año de trabajo con Paloma (su nombre es ficticio) y nuestra relación parecía ir viento en popa. Desde el principio habíamos logrado establecer un vínculo fluido. Ya me había convertido en custodia de sus recuerdos más dolorosos, y poníamos estrellas de premio a los guardianes que tenían por trabajo, evitar que los recuerdos salieran del cofre donde los habíamos guardado. Un día, creyendo yo ilusoriamente que ya podíamos avanzar algún paso, e ir reconociendo al menos los bordes de ese universo de memorias, Paloma me dijo con mucha tranquilidad que para eso yo debería atravesar un túnel, y que en el túnel me estarían esperando monstruos cuya tarea era asesinarme para que no me acercara al cofre de sus recuerdos. Me explicó que ella podía entrar porque la conocían, pero nadie más podía hacerlo. El mensaje implícito era claro: “Me caes muy bien Sandra, pero eso no es suficiente para que yo te abra mi mundo interno...”

Y tenía todo el sentido del mundo. Porque esos recuerdos guardaban historias en las que, su derecho indiscutible a sentirse segura en el seno de los vínculos con las personas que hubieran debido cuidarla, había sido herido de muerte. Para Paloma, la seguridad era una promesa difusa en la que no podía confiar. 

Para quienes trabajamos atendiendo a personas de todas las edades que han sufrido situaciones de trauma interpersonal temprano, el Santo Grial de nuestro trabajo es el procesamiento de las memorias del trauma. Estamos ávidos de conocer los avances de nuestra disciplina a la hora de llegar a la profundidad de ese dolor, porque sabemos que cuando lo logramos, el pasado queda verdaderamente donde debe estar, y deja de ser un fantasma que agobia el presente y amenaza al futuro.

El punto es que justamente, la matriz de todas las heridas provocadas por el maltrato y la negligencia, radica en la seguridad. Allí donde debieran haberme protegido del peligro, lo generaron. Donde debieran haberme cuidado, me descuidaron. Donde debieran haberme llenado de elogios y palabras bonitas de amor, me derramaron reproches e insultos. El lugar de la seguridad, lo ocuparon la amenaza, el alerta y el miedo. Desde entonces, acercarme a cualquier ser humano es la posible antesala de más daño. No me puedo relajar. No puedo confiar. 

Muchos niños y niñas como Paloma me enseñaron que la falta de seguridad que ellos sienten, se esconde en mil huecos y se manifiesta de mil formas. Que no alcanza con crear recursos una vez y esperar que funcionen siempre. Y tampoco alcanza conque les digan que los quieren y que jamás los van a dañar ni a abandonar.

Donde la seguridad que debieran haber sentido no estuvo o fue precaria, se impone tejerla despacio y con paciencia, hilándola en un telar de múltiples relaciones, en el que los cuidadores aportan la estructura y los hilos, y los terapeutas su habilidad de tejedores. 

Ese fue mi propósito al escribir “En busca de la seguridad perdida”. Transmitir a mis colegas la sabiduría aprendida de tantas Palomas que pasaron y siguen pasando por mi consulta, ayudarles a reconocer las sutiles formas en que la falta de seguridad se manifiesta, y a detectar las desconexiones -las de nuestros pequeños pacientes, la de sus padres, pero también las nuestras- para tratar de transformarlas en re-conexiones. 

Reconocernos como parte de ese entramado, es una invitación a observarnos en la relación con estos pequeños sobrevivientes: porque, así como ellos pueden oscilar entre sentir demasiado o no sentir en absoluto, nosotros también podemos oscilar entre hacer por demás y no hacer lo que es más necesario. 

Ayudar a los cuidadores a convertirse en redes de sostén capaces de tolerar las tempestades más complejas -de las que suele haber varias en la crianza de estos niños y niñas- es todo un desafío, porque estos adultos, a su vez, también pueden tener sus propias heridas no curadas de cuando eran pequeños, o quizá hayan sido parte -por acción o por omisión- del dolor y el daño sufrido por nuestro pacientito.

El desarrollo y el fomento de la seguridad relacional duran todo el tratamiento, y probablemente (ojalá), cuando este haya finalizado, seguirá creciendo y floreciendo sin que nosotros lo sepamos. Habremos sido testigos durante un tiempo de un acontecimiento importante: sentar las bases para que la conexión sea el legado futuro de estos pequeños invitados a la mesa de nuestra labor diaria.