Experiencias adversas en la infancia en la era de internet,
inteligencia artificial y macrodatos
Iciar García Varona
Doctora en psicología
Traumaterapeuta
Adicciones conductuales: internet
Hace solo unos días, varios medios de comunicación informaban sobre el encausamiento de varios niños y adolescentes en un caso de vulneración de la intimidad y la propia imagen de un grupo de niñas de entre 11 y 17 años. Mediante el uso de herramientas de Inteligencia Artificial (El País, 2023) crearon presuntamente falsos desnudos con el rostro de las chicas, convertidas en víctimas de una violencia articulada sobre las posibilidades (y los riesgos) de las nuevas tecnologías.
Y no es el único episodio. Han llegado recientes informaciones sobre el riesgo elevado de uso compulsivo de redes en menores entre 12 y 16 años (El Periódico, 2023).
Estas y otras noticias nos alertan sobre la necesaria mirada y atención hacia las nuevas formas de adicción, victimización y exposición temprana a la adversidad que los distintos agentes (padres, iguales, profesores y toda la sociedad en general) hemos de explorar con una finalidad protectora. A su vez, lo abrupto de la entrada en las sociedades actuales de estas nuevas plataformas, susceptibles de ser mal utilizadas con el fin de vulnerar los derechos de las personas y especialmente de la infancia (tenemos conferido un deber de protección), nos ha de inducir a la búsqueda de caminos que, en estos novedosos y en ocasiones desconocidos contextos de posible vulnerabilidad, faciliten y promueva el buen trato y la cultura de no violencia. Por estas razones, vamos a dedicar dos entradas en este blog para profundizar en la experiencia temprana de adversidad y el mundo de las nuevas tecnologías. En estos dos análisis, pretendemos advertir de posibles riesgos que la experiencia temprana de adversidad puede conllevar en torno al uso de Internet.
La primera de ellas, versará sobre la asociación entre las Experiencias Adversas en la Infancia (EAI) y las denominadas adicciones conductuales relacionadas con el uso de Internet, el juego y las compras online. La siguiente entrada (en el mes de noviembre) girará en torno al uso de redes como nuevas formas de victimización y agresión y su relación con las EAI. Aludirán ambos textos tanto a formas de comunicación electrónica (redes sociales, sitios web…etc.) como a todo lo relativo a las nuevas tecnologías (incluida la Inteligencia Artificial)
El primer bloque engloba canales donde se generan comunidades en línea en la que se comparte tanto informacióncomo imágenes vídeos y otros contenidos, siendo así escenarios de relación en las que desplegar herramientas sociales (Kircaburun et al., 2019) que, como sabemos, no siempre están disponibles por distintas circunstancias en niños, niñas y adolescentes o que se desconoce cómo han de ser utilizadas, lo que puede configurarse como un potentefactor de riesgo psicosocial.
Lo cierto es que las experiencias traumáticas están significativamente asociadas con la psicopatología en cada etapade la vida (Frewen y Lanius, 2006) y esto también se aplica al uso problemático de Internet (Dalbudak et al., 2014, Rafla et al., 2014, Schimmenti and Caretti, 2010, Schimmenti et al. otros, 2012).
Cabe en este punto hacer un inciso que pueda servir de recordatorio con respecto a la experiencia temprana de adversidad, que como vamos a ver se conforma como un potente predictor de uso adictivo deredes sociales o como un potencial elemento pronóstico para el uso violento o abusivo de estas. Es importante incidiren la terminología que alude a Experiencias Adversas en la Infancia (EAI) es indicativo de formas de exposición que apuntan a situaciones no únicamente referidas a los malos tratos infantiles, sino que también apunta a experiencias potencialmente traumáticas como la pérdida de un hermano, la violencia de género, el encarcelamiento de uno de los progenitores etc. (p. ej., Atzl et al., 2019; Felitti et al., 1998., Narayan et al., 2017., Negriff, 2020). A su vez, la literatura destinada al estudio de la experiencia temprana de adversidad más reciente, coincide en señalar la inclusión de exposición a la factores estresantes dentro de la comunidad (violencia, factores económicos y sociales desfavorecidos,racismo, xenofobia, etc.) a las categorías tradicionales de EAIs (Cronholm et al., 2015, Finkelhor et al., 2015), lo que se sumaría al conocimiento existente sobre la relación entre los factores contextuales y el abuso, maltrato y traumainfantil (Wolff et al., 2018) y alerta sobre distintas formas de exposición no contempladas con anterioridad y quealuden a contextos desfavorecidos o desnutridos de oportunidades y de dinamismo social y económico.
La Adicción a Internet es un trastorno del control de impulsos que se refiere a un comportamiento desadaptativo y persistente que genera angustia y provoca un deterioro funcional significativo (Young, 1998). La creciente prevalencia de adicción a Internet se ha relacionado con escasa capacidad de autorregulación y estabilidad emocional en muestras de adolescentes estudiados (Sasmaz et al., 2014 y Dong et al., 2021). Uno de los modelos que han influido en la adicción a Internet es el denominado modelo de Interacción-Persona-Afecto-Cognición (I-PACE), que indica que factores biopsicológicos como las EAI contribuyen a adicción a Internet (Brand et al., 2016 y 2019) que afectarían al desarrollo cerebral y, por lo tanto, al control inhibitorio de conductas asociadas a la adicción a Internet.
Figura 1. I-PACE Model
Existe una estrecha relación entre las EAI y la desregulación afectiva (Burns et al., 2010, Poole et al., 2017). La ciencia psicológica ha ido estableciendo relaciones entre la desregulación afectiva y distintos modos de adicción conductual como puede ser el juego y el uso de redes. La literatura en este sentido advierte de cómo las experienciasinfantiles adversas aumentan el riesgo de adicciones a sustancias y comportamientos (Konkolÿ Thege et al., 2017), incluidos los juegos en línea (Bussone et al., 2020). Las personas con antecedentes de EAI podrían intentar lidiar conlos problemas psicológicos, físicos, emocionales y sociales mediante el uso excesivo de redes y adicción al juego en línea, lo que se explicaría por una asociación con la desregulación del sistema de recompensa de dopamina (Kuss et al., 2018), una mayor impulsividad (Şalvarlı y Griffiths, 2019) y mayores síntomas de psicopatología, como ansiedad y depresión (Bargeron y Hormes, 2017). Es relevante observar cómo el uso de Internet podría servir como una estrategia de afrontamiento desadaptativa para personas con dificultades en la regulación de las emociones, de manera que Internet sea concebido como un distractor de emociones de corte negativo y de escape de una realidad hostil o como un mediador que amortigüe sentimientos de soledad, depresión o sentimientos ansiógenos (Spada y Marino, 2017; Moet al., 2018).
Como ya sabemos, las habilidades en la regulación de las emociones se han relacionado en gran medida con las experiencias con los cuidadores durante la infancia y los estilos de apego (Musetti et al., 2018; Schimmenti, 2016). Así, podemos ver como en algunos estudios revisados se describía la capacidad de regulación de las emociones como un mediador significativo en la relación entre la calidad de la relación entre padres y adolescentes y el uso problemático de Internet, siendo que una buena relación entre padres y adolescentes se asocia positivamente con la capacidad de regulación de las emociones de los adolescentes y, al mismo tiempo, se asociaba negativamente con el uso problemático de Internet (Wang et al., 2018 ). Lo mismo ocurre en lo que respecta a la calidad de la relación entre padres y adultos jóvenes y el uso problemático de las redes sociales (Liu y Ma, 2019; Yu et al., 2013), siendo que elevados niveles de percepción en calidad en las relaciones paterno – filiales se asocia a una mejor capacidad regulatoria a nivel emocional en los chicos y las chicas y, por lo tanto, a un uso adecuado de redes sociales e Internet. En este mismo sentido, un apego deficiente predice el uso problemático de Internet en los adolescentes (Estévez etal., 2017; Karaer y Akdemir, 2019). De nuevo la regulación emocional es un importante elemento mediador en este tipo de asociaciones. En estos estudios al apego ansioso se configura como un importante predictor del uso adictivo de Internet como medio de regulación, siendo menos probable que las personas evasivas utilicen estrategias de regulaciónen línea desadaptativas (Ceyhan et al., 2019).
La falta de apoyo social como parte de la cognición social que subraya el modelo I- PACE puede predisponer a unuso excesivo de Internet (Brand et al., 2016), lo que puede convertirse en adicción a Internet, como han determinado varios estudios de menores víctimas de adversidad temprana por maltrato, cuya percepción de apoyo social es claramente negativa ante la indisponibilidad de sus cuidadores (Negriff et al., 2019). En sentido contrario, la percepción positiva de apoyo social de los adolescentes se asoció con un menor nivel de desregulación emocional, que a su vez se asoció con un menor nivel de uso problemático de Internet (Mo et al; 2018). Un buen apoyo social desempeñará un importante papel mediador en los efectos adversos del estrés tóxico en los primeros años de vida, lo que aportará factores psicológicos positivos y reducirá el riesgo de adicción a Internet (Negriff et al., 2019). Por el contrario, si no hay conexiones sociales estimulantes en el mundo real, será más fácil que niños, niñas y adolescentes establezcan relaciones más estrechas en el mundo virtual de Internet donde adquieren sentido de pertenencia, disfrutan del placer lúdico que no alcanzan en espacios naturales y donde liberan emociones que en otros escenarios no consiguen aliviar, lo que aumentará el riesgo de adicción a Internet (Jia et al., 2018).
Otro de los elementos asociados al afrontamiento traumático de la experiencia temprana de adversidad y en estrecha relación con la regulación emocional alude a la disociación como una fórmula “neuromental”, que contribuye automáticamente a la sobremodulación de los estados emocionales a través de reacciones de evitación de la realidad interna y externa (Cavicchioli et al., 2021). La disociación puede interferir con las conexiones entre los afectos, las cogniciones y el control voluntario de la conducta al influir en el desarrollo de la alexitimia y dar como resultado la disociación de los componentes fisiológicos, cognitivos y afectivos de las emociones. Tanto la disociación como la alexitimia se han considerado alteraciones de la percepción emocional que ayudan a los sobrevivientes de un trauma a gestionar estados afectivos abrumadores o difíciles (Craparo et al., 2014). Estudios recientes revelan que una combinación de alexitimia, experiencias disociativas, baja autoestima y desregulación de los impulsos pueden ser un factor de riesgo de adicción al uso de Internet (De Berardis et al., 2021); además de indicar que la realidad virtual induce o favorece la disociación, estableciendo así un doble vínculo causa-efecto.
Todo este cuerpo teórico invita a concluir en tres líneas fundamentales:
-Como adultos y por lo tanto agentes de protección del mundo y del bienestar infantil, hemos de estar atentos las conductas de reclusión y evitación que pueden estar relacionadas con la adicción conductual al uso de Internet, tratando de buscar las causas que subyacen a este tipo de situaciones, con el fin de prevenir y procurar la necesaria atención a la experiencia temprana de adversidad.
-A nivel terapéutico, resaltar la visión de que el niño o la niña emiten “respuestas” a la amenaza percibida, en un contexto de supervivencia y adaptación al entorno y a sus relaciones. Las experiencias definidas como «síntomas» se entienden mejor como reacciones a la amenaza o «estrategias de supervivencia»” (Johnstone y Boyle, 2018, p.21). Con estas premisas se hace necesario que antes de desproveer de estas estrategias (en el caso que nos ocupa, la adicción a Internet), el profesional sea respetuoso con el tiempo y el avance del niño en la co-construcción de nuevos recursos más adaptativos y menos perjudiciales, sin obviar que únicamente dentro de un entorno protegido y seguro el niño o la niña podrá ponerlos en práctica. Dentro del marco de intervención de la Traumaterapia de Barudy y Dantagnan, el trabajo por bloques, indicará cuando el niño o la niña está los suficientemente estabilizados para iniciar esta translación recursiva.
-Por último, indicar que son necesarias relaciones de calidad con los cuidadores principales y con el grupo social como maquinaria preventiva en el ámbito del uso excesivo y/o patológico de Internet y otros tipos de tecnologías, donde los niños, las niñas y adolescentes vean satisfechas sus necesidades afectivas y de relación y, en general, dedesarrollo. Se hace necesario ofrecer contextos en los que el desarrollo emocional infantil sea reconocido, compartido y satisfecho a través de un/unos otro/s disponibles, accesibles, sostenedores y reparadores. Estas relaciones se han de procurar dentro de contextos ricos, dinámicos y estimulantes donde exista un flujo óptimo de comunicación afectiva y empática.
Bibliografía
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