Portada del libro de Jennifer Sweeton |
Recientemente he descubierto esta joya: “Tratar el trauma. 165 técnicas y consejos para avanzar en la recuperación” Pensé que era un libro más de orientaciones y técnicas para aplicar con los pacientes. De esos libros que los profesionales buscamos porque pensamos que las técnicas son lo fundamental. Sin embargo, cuando vamos adquiriendo experiencia y carrera profesional, nos damos cuenta de que las técnicas, sin dejar de ser necesarias, no son lo más importante. La conceptualización y comprensión de lo que al paciente le ocurre y los factores pasados y presentes que pudieron originar y que actualmente mantienen, dificultan o amplifican sus problemas, es mucho más relevante. Y aún lo es más el establecimiento de una relación de colaboración, donde la persona se sienta en seguridad, pues es lo que irá entretejiendo el vínculo terapéutico. La capacidad de sintonizar, de empatizar y de que el paciente se sienta validado y apoyado por su terapeuta son claves. Y esto es más crucial que comenzar por aplicar técnicas para aplacar su ansiedad o mejorar el estado de ánimo. Porque el paciente no se dejará hacer (activa o pasivamente) si no siente (neurocepción, de la que hemos hablado muchas veces) que puede dejarse caer en los brazos fuertes, comprensivos y seguros de su terapeuta. Si un paciente se muestra revelador las primeras sesiones y nos confía y comparte su mundo interno, es que se ha sentido en confianza y seguridad. Es un regalo para el terapeuta.
¿En qué se diferencia este libro y por que lo divulgo, si las técnicas, aún siendo importantes, no las considero fundamentales? Es cierto que el mencionado libro no dedica ninguna línea a subrayar la importancia de la relación terapéutica (creo que lo da por supuesto), pero sí conceptualiza muy bien las técnicas y ofrece un marco comprensivo donde ubicarlas, entenderlas, ordenarlas y saber exactamente para qué deben ser utilizadas. Les da su lugar. Y aquí radica su principal virtud, a mi juicio: las técnicas propuestas para tratar el trauma tienen un fundamento neurobiológico y sabemos en qué zona del cerebro actúan y producen un beneficio.
Su autora es la doctora Jennifer Sweeton, psicóloga clínica y reconocida experta en el tratamiento de la ansiedad y el trauma, los trastornos específicos de la mujer y las bases neurológicas de la salud mental. Realizó su formación doctoral en la Facultad de Medicina de la Universidad de Standford, la Escuela de Psicología del Pacífico y el Centro Nacional para el Trastorno por Estrés Postraumático.
Dra. Sweeton |
Es un libro de técnicas, clasificadas con criterio y sentido, sobre todo dirigidas a personas que sufren de trauma complejo y presentan una gran desregulación emocional. “Es el primero que presenta un enfoque eminentemente neurológico y describe las prácticas y técnicas cuya capacidad para producir cambios específicos en el cerebro ha quedado demostrada”. Como sabemos, el cerebro es el órgano que más sufre en los procesos traumáticos, crónicos y acumulativos, en forma de eventos que sobrepasan la capacidad de aquel para hacerles frente; y/o porque dichos procesos conllevan ser víctima de malos tratos, negligencia y/o abuso sexual, sobre todo a edades tempranas, donde existe una mayor vulnerabilidad.
“Es una caja de herramientas que pretende ser un puente entre los descubrimientos de la neurociencia y su aplicación práctica, para lo cual ofrece a los profesionales clínicos la información más reciente y relevante sobre las cinco áreas cerebrales que resultan principalmente afectadas por el trauma. Y lo que es más importante, muestra cómo ayudar a sanar eficazmente el cerebro de los clientes traumatizados utilizando técnicas sencillas y fáciles de practicar”.
Estructura del libro
El libro está estructurado de la siguiente manera: una primera parte donde podemos aprender de una manera clara y sencilla los fundamentos cerebrales para sanar el trauma, es decir, "¿qué es lo que sucede realmente en el cerebro cuando alguien sufre un trauma?" Conoceremos las cinco áreas principalmente implicadas en el trauma; están totalmente interconectadas, y recuperarse significa aumentar la interconectividad y crear un cerebro más integrado: 1. Centro del miedo (amígdala); 2. Centro de la interopcepción (ínsula); 3. Centro de la memoria (hipocampo); 4. Centro del pensamiento (corteza prefrontal); 5. Centro de autorregulación (corteza cingulada). La conectividad entre estas áreas cerebrales puede influir positivamente en los síntomas y funcionamiento general del individuo. Nociones importantes a este nivel son:
- Conectividad cortical/subcortical: las conexiones de las áreas cerebrales de autorregulación y pensamiento (corteza prefrontal y corteza cingulada) con el centro cerebral del miedo (amígdala) permiten regular esta y aminorar su actividad, lo cual reduce las reacciones de miedo y las emociones negativas. Es, por así decirlo, como apagar o silenciar el detector de humos cerebral.
- Conectividad insular: cuando hay una fuerte conexión entre la amígdala y la ínsula en ambas direcciones, se producen reacciones de miedo exageradas. Eso se debe a que la ínsula detecta sensaciones corporales aversivas y se lo comunica a la amígdala (el centro del miedo), que magnifica estas sensaciones.
Foto: psicología y mente |
Una segunda parte donde la autora nos presenta un listado de técnicas clasificadas por sus efectos de intervención a nivel de abajo a arriba, es decir, tratando de aminorar y regular la actividad subcortical (cingulado, amígdala, ínsula…). Son técnicas en las que participan el cuerpo, la respiración y el movimiento.
La tercera parte describe las técnicas clasificadas ahora de arriba abajo, es decir, tratando de potenciar la actividad reflexiva del cerebro. Pretenden fundamentalmente que la corteza cerebral se interconecte con las áreas subcorticales y mediante técnicas basadas en la meditación y la reevaluación cognitiva, producir cambios beneficiosos en esas estructuras cerebrales.
El orden en el que los capítulos están escritos tiene su razón de ser y en eso estriba la gran aportación del libro: que las técnicas tengan un sentido y un fundamento neurobiológico y sepamos en todo momento por qué y para qué las elegimos; no obstante, puede abrirse por cualquier página y utilizar de inmediato la herramienta que se propone.
Cada técnica descrita incluye: una breve lista de los síntomas postraumáticos para los que está indicada, hallazgos destacados de investigaciones relevantes, una descripción de la técnica en sí, y algunos consejos sobre la mejor manera de utilizarla.
Las técnicas para influir positivamente en el cerebro a nivel de abajo arriba se agrupan en:
- Técnicas de conciencia sensorial
- Entrenamiento autógeno
- Técnicas de respiración
- Posturas
- Algunas meditaciones
- Técnicas basadas en el movimiento
Las técnicas para influir positivamente en el cerebro a nivel de arriba abajo se agrupan en:
- Meditaciones de consciencia expandida
- Meditaciones de concentración
- Técnicas de reestructuración cognitiva
- Técnicas cognitivas que trabajan con los recuerdos
Además, antes de entrar en las hojas de trabajo para trabajar estas técnicas con los pacientes, ofrece una hoja de ruta, con un organigrama muy claro y útil, que nos ayuda a decidir por dónde empezar a tratar a los clientes traumatizados dependiendo de cuáles sean sus capacidades y su grado de conciencia de sí mismos al principio del tratamiento.
También ofrece conceptos muy necesarios antes de comenzar con las técnicas, para que los pacientes no se desborden a nivel emocional, para que puedan conectar con el sentir y regular la experiencia interna. Son los conceptos de pendulación y dosificación. La pendulación es un tipo de entrenamiento cerebral en el que el profesional provoca en el cliente una ligera activación de la amígdala, mediante un ejercicio de inducción de emociones, y luego le enseña a desactivar esa área cerebral utilizando las técnicas de abajo arriba o de arriba abajo. La dosificación consiste, como podemos imaginar, en la activación lenta y progresiva de la amígdala y de la respuesta de estrés, con el propósito de que el paciente aprenda a reducir y regular esa actividad según sea necesario.
Finalmente, aprenderemos los conceptos de punto de ebullición y punto de congelación, importantísimos al trabajar con pacientes altamente desregulados por las experiencias traumáticas: el punto de ebullición es el nivel en el que el cliente comienza a sentirse fuera de control y abrumado por la angustia. El punto de congelación es el punto en el que la relajación resulta tan incómoda que se vuelve estresante. Tomarse la temperatura, es decir, que el paciente se autoobserve y valore en una escala de 0 a 100 el punto de ebullición y de congelación serán fundamentales, pues la zona entre ambos puntos será la que la autora del libro define como Grados de libertad, donde se puede trabajar sin desbordamiento.
En definitiva, damos la bienvenida a este libro, diferente, que nos aporta excelentes herramientas para tratar a los pacientes cuyo cerebro y cuerpo han sido afectados por el trauma complejo. Gracias a su fundamentación, sabremos qué estamos haciendo y con qué finalidad, pues se apoya en el paradigma neurobiológico, dando orden y sentido a nuestra práctica; y también a nuestros pacientes, que tienen un marco comprensivo científico de sus problemas, lejos de etiquetas y apriorismos caracteriales.
1 comentario:
Superar un trauma requiere tiempo y apoyo. Terapias profesionales, el amor de seres queridos y técnicas como la meditación pueden aliviar el dolor psicológico, ayudando a sanar y encontrar fortaleza interior.
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