Despedimos la 15ª temporada de nuestro blog Buenos tratos hasta septiembre de 2023. Me tomo un descanso por vacaciones, porque en el hemisferio norte, como sabéis, junio, julio y agosto son los meses de verano. Tradicionalmente, paramos el blog durante la época estival para regresar con nuevos artículos al comienzo del curso escolar.
Para clausurar esta temporada, no encuentro mejor invitado que compartiros una conferencia que mi amigo y colega Rafael Benito, psiquiatra, traumaterapeuta y miembro del equipo docente del postgrado de traumaterapia de Barudy y Dantagnan pronunció el pasado mes de abril dentro de las Jornadas de Adopción, Acogimiento y Escuela, tituladas: Construyendo aulas sensibles al trauma, organizadas por la Facultad de Educación de Cuenca. La conferencia de Rafael Benito trata sobre una escuela sensible al daño traumático.
Creo que es muy importante dar a conocer y difundir entre los profesionales escolares este concepto de escuela sensible al trauma que ya promovimos desde el blog. Los niños/as víctimas de malos tratos, como podemos aprender en esta conferencia pronunciada por Rafael, presentan un daño que va más allá de ser un mero concepto especulativo. Todo lo contrario. Sufren de alteraciones en el funcionamiento cerebral que muchas veces no se contemplan por los profesionales escolares ni los técnicos de educación y que afectan, a veces de manera severa, a su aprendizaje, relaciones, regulación emocional y bienestar personal.
Rafael Benito, como siempre brillante, utilizando un lenguaje claro y directo, pero a la vez basando su conferencia en las más punteras investigaciones en neurobiología y en su amplia experiencia clínica, expone cómo el trauma en el desarrollo altera la integración cerebral. El mensaje es realista pero esperanzador: las relaciones tempranas, cuando son maltratantes, dañan el cerebro de los niños y niñas; pero, a la vez, las relaciones de buen trato, con paciencia y perseverancia, tienen el potencial de crear resiliencia cerebral. Y para ello jugamos un papel crucial todos los adultos que trabajamos con el niño/a: familias y profesionales, y entre estos, los maestros, orientadores y técnicos de educación.
Gracias, Rafael Benito, una vez más, por compartir generosamente tus conocimientos. Gracias también a la Facultad de Educación por grabar el evento y difundirlo por YouTube.
Vídeo de la conferencia pronunciada por Rafael Benito
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Quiero ofreceros también, como regalo de fin de curso, esta breve historia que me inspiró una clase de literatura del taller de la excelente escritora María Alcantarilla. Es una modesta aportación, sigo lejos de escribir bien, pero seguiré trabajando para mejorar cada día.
Espero que os sirva porque es un modo de hablar del dolor desde otra forma de conocimiento diferente a la ciencia pero no por ello menos válido. Es un complemento ideal a la conferencia ofrecida por Rafael Benito, pues al final ambos nos estamos refiriendo a lo mismo pero desde dos marcos conceptuales distintos.
La maleta
Una breve historia de Jose Luis Gonzalo
Nadie sabía quién había dejado una maleta en mitad del pasillo de aquel colegio, perdido en un monte en el que estudiaba Zuzene. El sonido del timbre trae consigo el griterío y la alegre actividad de los niños que se preparan, con cierta agitación, para salir y sentir al fin la libertad de corretear y jugar.
La fila de niños sale ágilmente de clase mientras la maleta sigue allí. Algunos la miran y reconocen esos colores y el formato de la maleta, pero la ignoran. Otros ni siquiera la ven e incluso la pisan, porque van tan deseosos de alcanzar la salida que resulta invisible a sus ojos, a pesar de que la maleta emite un sordo sonido al ser pisada, como si fuera un lamento. La huella de los zapatos infantiles polvorientos la deja sucia. Ropa, libros, cuentos, dedicatorias, fotos, álbum de vida… recuerdos de vida que yacen en su interior.
Zuzene es la última en salir y ella sí que ve su maleta, esos colores no pasan desapercibidos, el pensamiento viene rápido a su mente: “¡¿Mi maleta aquí!?” Su rostro súbitamente se ahoga en lágrimas al ver el desastre que sus compañeros han causado en su impetuosa salida. De rodillas saca sus pertenencias sin entender nada, va a hacer un movimiento para pedir explicaciones y ayuda a alguien… Pero no ve a nadie, allí no hay nadie. Un pasillo solitario y ahora silencioso “¿Quién trajo su maleta de casa con sus cosas?” Su corazón se estremece una vez más y late a un ritmo amargo que ella ya ha vivido otras veces, de sensaciones de vacío y soledad, tan desastrado como su maleta.
Foto: blocdejavier |
Zuzene, minutos después, está sentada en el banco, con su osito preferido en la mano, un tanto plano por el vapuleo. No recuerda que la directora, aún con el móvil en la oreja y hablando ansiosamente, la llevó a la puerta de entrada de la escuela, en ese banco donde los niños esperan a los padres que se retrasan. Pero la llegada de un coche que ella conoce bien provocará una marea negra en su interior. Mirará la maleta y al coche, y una vez más, sabrá que no habrá mañana para ella, que al mundo poco le importa una maleta más o menos, ni los sentimientos que en su interior un día anidaron la esperanza de la pertenencia.
Este cuento me ha removido fuerte en el plano emocional. Y también ma asalto un temor desconocido,- pues desconocida me es esa experiencia y ,aunque solo la leí ( curioso! me pareció escuchada , que belleza de empatía reciproca!,)
ResponderEliminarLa maleta no solo quedó ab
ab
maltrataandonada si no que fue, más aún,