En Berlín existe un lugar, en la Puerta de Brandeburgo, donde se puede entrar y estar en silencio. Es una habitación creada para tal fin. La idea es que este lugar “sea una constante exhortación a la hermandad y la tolerancia entre los hombres y una constante advertencia contra la violencia y la xenofobia”
Personalmente, me he acordado de todos los niños y niñas (personas menores de edad) que son víctimas a diario de los malos tratos, de la negligencia y del abuso sexual. Personas, vulnerables y vulneradas en sus derechos, con pocas posibilidades de defenderse, hacia quienes se ejercen diferentes tipos de violencia. Algunos y algunas son víctimas de estilos de crianza autoritarios, invalidados como seres sintientes, y solamente instruidos para obedecer y cumplir con sus deberes, de una manera acrítica.
Por eso, en estas vacaciones, para algunos de Semana Santa, para otros de primavera, y siempre una oportunidad para encontrarnos con nosotros/as mismos, me ha parecido que este sería un excelente lugar al que entrar para honrar a los niños y niñas, y a través del silencio, tenerles presentes.
Cada persona puede entrar en esta sala y tener un propósito, pues es un lugar símbolo de la paz, de la concordia por encima de todas las diferencias entre las personas.
Para mí, simbólicamente, es el lugar de los niños y niñas que sufren en el mundo a causa de los malos tratos que a menudo les inflige el mundo adulto.
El Lugar del Silencio es un lugar para experimentar. Resulta muy difícil describir con palabras lo que se siente allí. Es inefable. El alma se apacigua, el silencio suena, la mente se abre a los estados internos y se respira paz, y se transmite paz.
Voy a contaros, transcrito de un folleto que allí entregan, cómo es este sitio, su surgimiento y su filosofía. Sirva este texto para honrar a todos y todas los niños y las niñas del mundo, en especial por todos/as los que sufren.
La idea de crear, en el Centro de Berlín, un Lugar de Silencio -abierto para todos e independiente de toda religión- se originó a finales de 1988 en la parte este de la entonces todavía dividida ciudad. Después de la reunificación, en 1990, esta idea fascinó igualmente a personas en la parte oeste de la ciudad y al poco tiempo se formó un pequeño grupo iniciador de berlineses. El grupo tuvo la intención de crear en el centro de Berlín dicho lugar, en un edificio apropiado y situado lo más cerca posible de la antigua frontera entre los bloques ideológicos enemigos. Sirvió de ejemplo la sala de meditación instalada en 1954 por el secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, para sus colaboradores, en el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York.
Puerta de entrada al Lugar Foto: José Luis Gonzalo |
En 1993, el grupo iniciador se constituyó como “Grupo patrocinador del Lugar del Silencio en Berlín, asociación registrada”, bajo el patrocinio de la entonces presidenta de la Cámara de Diputados de Berlín, Dra. Hanna-Renate Laurien. El día 27 de octubre de 1994, el grupo patrocinador apoyado por el Senado de Berlín inauguró el Lugar del Silencio en la Puerta de Brandeburgo.
Según la idea de los miembros del grupo patrocinador, el Lugar del Silencio tiene dos objetivos: Por un lado -este lugar debe ofrecer la ocasión a cada ser humano, independientemente de su origen, color de piel, ideología, religión y constitución física- para entrar y tomar asiento en silencio con el fin de relajarse y olvidarse del estrés de la gran ciudad y de recobrar fuerzas nuevas para la vida diaria. Este lugar histórico también es adecuado para pensar en tiempos dolorosos del pasado, así como en tiempos más alentadores, para meditar o rezar y para dar las gracias por todo lo regalado en los últimos años. Por otro lado -visto que todos están invitados a una permanencia silenciosa y pacífica- los miembros del grupo patrocinador le atribuyen a este lugar un significado simbólico: un paso pequeño hacia la paz, tal como lo expresa la oración de las Naciones Unidas.
Os invito a leáis esta oración:
Señor, nuestro planeta Tierra es sólo un astro en el gran universo. Está en nosotros hacer que en él sus habitantes no sean más atormentados por guerras, no les torture el hambre y el miedo, no sean separados insensatamente por su raza, color de piel o ideología, Danos valor y energía para empezar ya desde ahora con este trabajo para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos lleven algún día con orgullo el nombre de ´ser humano´”
El Lugar del Silencio no está dedicado a ninguna ideología o religión -cada uno puede entrar sin la preocupación de ser acaparado por algún interés especial, por algún programa o una institución-. Con eso no se está contraindicando que los miembros del grupo patrocinador, así como todos aquellos que cuidan desinteresadamente el lugar provengan de distintas religiones, sea de las iglesias cristianas, sea del judaísmo, del hinduismo, del behaísmo o de la religión Sij. Todos ellos -independientemente de su origen ideológico- concuerdan en la idea de que el centro de Berlín debe haber un encuentro en silencio por encima de todas las diferencias de los hombres y mujeres.
La palabra en alemán "stille" nos recuerda que es un Lugar para guardar silencio. Foto: José Luis Gonzalo |
Renunciando a cualquier símbolo religioso, ideológico o político, el arreglo neutral y sencillo del Lugar del Silencio corresponde a su carácter independiente de toda confesión. La única decoración es un tapiz, confeccionado por la Sra Ritta Hager de Budapest, en el cual es diseñado simbólicamente la luz penetrando la oscuridad. En el vestíbulo hay una pared azul con la palabra “Silencio”, creado por Paul Corazolla de Berlín, mientras en el pasillo, antes de entrar en el Lugar de Silencio, un relieve de Franz Prentke de Berlín hace juego. El propósito de la promoción de la paz se expresa de manera muy especial en un cartel de paz, así como en un collage dedicado al tema de la tolerancia, lo último realizado por escolares berlineses.
El Lugar del Silencio como sitio de meditación, de hermandad, y de amor por la paz redunda -así lo esperamos- en honor y prosperidad de la ciudad y de su monumento característico.
Y para nosotros ojalá redunde en una cultura de buenos tratos a la infancia.
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