miércoles, 25 de mayo de 2022

Amor y buenos tratos. Poesía y resiliencia, por Jorge León Gustá

Presentación

[De mi (José Luis Gonzalo) cuaderno de notas de las V Conversaciones: maravilloso regalo de homenaje que Jorge León Gustá, poeta, escritor y profesor de lengua y literatura española le hace a Félix López, catedrático emérito de psicología de la Universidad de Salamanca, autor de numerosos libros donde ha abordado la temática del amor romántico, el apego y la sexualidad. Félix es un amante de la literatura, y mencionó en las pasadas V Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil, a Fray Luis de León, unos minutos antes de comenzar su ponencia sobre estilos amorosos y crisis del sistema de cuidados. 

Le pido en el momento a Jorge León compartir esta disertación y él me la envía por correo electrónico para deleite de todos y todas. Os dejo esta síntesis entre literatura y psicología tan estimulante y preciosa. Muchas gracias a Jorge León Gustá].

Amor y buenos tratos. 
Poesía y resiliencia
(Homenaje a Félix López)

Félix López recibió el II Premio Jorge Barudy a los Buenos tratos
en San Sebastián, durante la edición de las V Conversaciones sobre 
apego y resiliencia infantil.


Por Jorge León Gustá

Félix: hoy has hablado del Cantar de los cantares y de la maravillosa traducción que hizo Fray Luis de León en 1561. Y has dicho que hay que leerla. Y que hay que leer. Tienes toda la razón: hay que leer y hay que leer a los clásicos, por dos razones. La lectura es un modo de pasar el rato, de cubrir nuestro ocio, como como se ha vuelto a ver en estos tiempos de confinamiento. Pero, sobre todo hay que leer a los clásicos porque todo aquello que nos preocupa (y mucho de lo que aquí nos ocupa) ya lo trataron ellos. 

No sé si sobre la resiliencia o los buenos tratos (podemos encontrar ejemplos, de los que hablé en mi artículo sobre la novela picaresca). Pero sí sobre el amor, por supuesto.

Los sumerios, además de inventar la escritura, fueron los primeros en cantar el amor. O quizá, por eso, ha llegado hasta nosotros. Curiosamente, es un amor gozoso: 


Novio de mi corazón, amado mío, 

tu encanto es dulce, dulce como la miel. 

Tú me has cautivado, libremente iré hasta ti; 

novio mío, quiero escapar contigo a la cama...


Suena prometedor. Y, sobre todo, esperanzador: no es un amor atormentado, sino un amor correspondido y voluntario. Pero, por desgracia, no solo los tiempos han cambiado: también muchas relaciones amorosas, que a menudo se han vuelto tan tormentosas como atormentadas. Se ha convertido en un tópico que domina en nuestra sociedad. Todos conocemos una obra que muestra los amores trágicos: desde los desgraciados de Romeo y Julieta (por no hablar de los de Calixto y Melibea) hasta los celos retorcidos de Otelo, de alma tan oscura como su piel. 

Pero esto no siempre ha sido así. Muchos poetas nos han presentado una visión muy diferente del amor, mucho más positiva. En Bécquer, el poeta de las golondrinas y del amor nostálgico encontramos también muestras del amor como armonía y correspondencia de la naturaleza, con el beso como eje central. Es la Rima IX. 



Besa el aura que gime blandamente 

las leves ondas que jugando riza; 

el sol besa a la nube en Occidente 

y de púrpura y oro la matiza; 

la llama en derredor del tronco ardiente 

por besar a otra llama se desliza, 

y hasta el sauce inclinándose a su peso, 

al río que le besa, vuelve un beso.



Sobre ella, me he permitido dedicarte un poema con el que superar el amor atormentado y convertirlo en este afán de armonía y correspondencias: 



al río que le besa, vuelve un beso.

G. A Bécquer



No la mirada oscura y torcida

donde la hiedra se anuda a la sospecha 

y rompe con sus grietas oscuras las caricias 

para que crezcan las borrascas del alma. 

Mira el espejo del agua azul

reflejo del cielo azul 

donde se miran

los árboles que apuntan hacia las altas

nubes blancas de pureza que el viento

deshace como el tiempo que fluye

sobre el paso de los días que brilla

en el agua que se desliza sobre

las rocas como lo hacen los sueños

sobre nuestros anhelos. 

15/IV/2022


Entonces, ¿qué es el amor? ¿Es fuente de armonía o de tormento? Sin lugar a dudas, es una fuerza contradictoria que posee al que lo siente y lo empuja a vivir en una ansiedad sumida en una paradoja. Así lo definió el gran Lope de Vega, en un bien conocido soneto: 


Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor süave,

olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño;

esto es amor, quien lo probó lo sabe.


Pero hemos de huir del amor atormentado (que el cielo no quepa en un infierno) para mostrar que el amor puede, que ha de ser una experiencia positiva, y no fuente de tormento: vivirlo como encuentro y como entrega, una forma de llegar, desde la caricia más física, a la unión más espiritual: 

Esto es amor, quien lo probó, lo sabe

L. de V. 


Encontrar el misterio de la caricia

cuando nos roza la punta rosada de sus dedos, 

el secreto de un abrazo

(como la música del crepitar de la hoguera), 

buscar el camino de la perfección

y hallar el puente que lleva de mi

a ti; 

entrar en la cueva oscura del deseo

donde se enlazan los labios

(y las miradas, las esperanzas y el mañana), 

beber de la frágil fuente

donde brota el cristal sin fisuras

y saciarse de su sabiduría, 

y de la entrega, 

esto sí es amor, quien lo probó, lo sabe. 


Caricia física. Y más allá: el sexo. El gran tabú. Pero los clásicos no se amedrentaron ante nada, y supieron cantar, con elegancia, y de forma explícita, el sexo. (Con ironía: También lo hicieron sin elegancia, pero lo dejaremos para otro día.) El capitán Francisco de Aldana (que fue, además, gran poeta) no entendió el acto físico del amor solo como forma de placer, sino como la manera de llegar, precisamente, a la perfecta unión espiritual de los amantes. En el siguiente soneto, dos amantes, Filis y Damón, se preguntan el porqué de sus jadeos, de sus apasionados besos...


«¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando

en la lucha de amor juntos trabados

con lenguas, brazos, pies y encadenados 

cual vid que entre el jazmín se va enredando

»y que el vital aliento ambos tomando

en nuestros labios, de chupar cansados,

en medio a tanto bien somos forzados

llorar y suspirar de cuando en cuando?»

«Amor, mi Filis bella, que allá dentro

nuestras almas juntó, quiere en su fragua

los cuerpos ajuntar también tan fuerte

»que no pudiendo, como esponja el agua,

pasar del alma al dulce amado centro,

llora el velo mortal su avara suerte».


Por eso no solo hemos de desmontar los prejuicios que hay alrededor del sexo, sino mostrar que solo a través de él podrá producirse la deseada unión con el ser amado y que entones, solo entonces, el mundo, la vida, cobrará pleno sentido:

¿Cuál es la causa, mi Damón...?

F. de Aldana



No es solo la caricia que roza tu piel,

y tus manos, y tu espalda, 

el anhelo por vivir tus sueños, 

de poseer el misterio que cantan

tus piernas, 

de abrazar el secreto oscuro 

de tu cintura. 

Es entrar en el altar íntimo 

de tus sombras, 

témenos de silencio y de reposo, 

serenidad donde anida tu alma

sobre columnas de amor, 

universo centro que da sentido

al placer, al mundo y a mi vida.



Tordera, 15/IV/2022 (Viernes Santo)

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