La ciencia psicológica ha dedicado los últimos cuarenta años al estudio del comportamiento de ayuda y el altruismo. A su vez, se ha investigado sobre los efectos del trauma y la victimización, fundamentalmente en lo referido a las consecuencias negativas de la experiencia de adversidad y el trauma (Staub y Vollhardt, 2008). Así, una vertiente de investigación y literatura ha dedicado sus esfuerzos al estudio de la resiliencia y al crecimiento postraumático, indicando que algunas personas víctimas de trauma y diferentes formas de violencia, actúan de forma altruista, lejos de desarrollar comportamientos violentos, inadaptados y/o tendentes al aislamiento o que evolucionan hacia un gran número de problemas clínicos como la depresión, el trastorno por estrés postraumático y el trauma complejo, entre otros (Herman, 1992., McCann y Pearlman, 1990., Widom, 1989).
Si un gran parte de las personas que padecen daño y/o violencia persistente a lo largo de su vida, desarrollara este tipo de comportamientos destructivos, el futuro de la humanidad seria desolador, dada la elevada tasa de prevalencia de personas víctimas, de ahí, que el estudio del Altruismo Nacido del Sufrimiento (ANS) pueda ser entendido como una forma de reducir y prevenir la violencia. En un estudio de entrevistas con sobrevivientes masculinos resilientes de abuso sexual infantil, se identificó como una estrategia de afrontamiento frecuente “dar sentido a través del altruismo” (Grossman, Sorsoli, & Kia-Keating, 2006), esto implicó ayudar particularmente a otros que eran desvalidos o vulnerables de alguna manera, incluso varios participantes de este estudio habían hecho de ayudar a su profesión, con mayor frecuencia en las profesiones de salud mental.
Diversos estudios avalan que los procesos psicológicos que conlleva el desarrollo de conductas altruistas, son inhibitorios o hacen menos probable la aparición de la agresión. Es por esto que, ampliar el conocimiento sobre sobre las raíces del altruismo nacido del sufrimiento, como especifica Bloom (1998), es un activo personal y comunitario, que brinda la oportunidad de considerar cómo las experiencias individuales y grupales con el trauma, pueden fomentar el cambio social. Esta misma autora, proporciona ejemplos de muchos eventos históricos, demostrando cómo el trauma puede transformarse a nivel social a través de la educación, la ayuda mutua, el rescate, el testimonio, la acción política, el humor y el arte.
Delimitación conceptual
Siguiendo a Staub y Vollhardt (2008) se ha de especificar y diferenciar conceptualmente el concepto de ANS, principalmente discriminando aspectos relativos a la resiliencia y al crecimiento postraumático.
ANS vs Resiliencia
Son de sobra conocidos los efectos devastadores del trauma (sobre todo si aquel es producido por otros seres humanos). Estos efectos, correlacionan con visiones negativas, desesperanzadoras y desconfiadas del mundo y de los demás, de tal forma que se llegue a percibir a los otros y como peligrosos y/o amenazantes (Dodge, 1990; Martens 2005), lo que, a su vez, suele conllevar posicionamientos temerosos y defensivos (MacCann y Pearlman, 1990) así como trastornos comportamentales severos (Gibbs, 2022). Sin embargo, existen personas que, ante exposiciones adversas y traumáticas, desarrollan una adopción positiva, lo que se ha venido denominando como resiliencia.
Luthar, Cicchetti y Becker (2000) especifican tres conjuntos de factores protectores implicados en el desarrollo de la resiliencia: 1. Características individuales, como la autoestima, locus de control interno autoeficacia, expresividad social, temperamento tranquilo, optimismo, sentido del humor, buen funcionamiento intelectual, capacidad para la resolución de problemas y habilidades para el aprendizaje (Werner, 2000). 2. Características familiares, como la acrianza positiva, cálida, inductiva para el aprendizaje, supervisada y con vinculaciones seguras con almenos un cuidador competente, así como, entornos familiares que favorezcan la toma de perspectiva y la empatía (Christiansen y Evans, 2005; Eisemberg; Rutter, 1990; Serbin y Karp, 2004). 3. Entorno social, vínculos adultos sanos, conexiones con organizaciones prosociales y cohesiones con vecindario (Christiansen y Evans, 2005; Masten y Coatsworth, 1998).
Westaphal y Bonano (2007) concluyen que, los factores descritos serán promotores de transformación del significado y de la orientación psicológica negativa hacia uno mismo y hacia los demás, que a menudo surge de la vivencia de experiencias de adversidad.
Stub y Vollhardt (2008) sin embargo, consideran que, la definición de resiliencia puede llegar a ser minimalista, dado que se centra en el funcionamiento normal y la ausencia de problemas en poblaciones de riesgo. La literatura, especifican, hacen referencia al comportamiento prosocial como una característica que puede ser definitoria de resiliencia, pero no sería necesaria.
Sin embargo, el objeto de la ANS es el cuidado ayuda desinteresada que procuran las personas que han sido víctima de un sufrimiento considerable, generalmente a través de la victimización. El altruismo implica acciones más allá del yo. Las experiencias que aluden al ANS, que estos autores proponen, se superponen, pero también se extienden más allá de aquellas relacionadas con lo que entendemos por resiliencia. Ginbson (2013) ejemplifica de la siguiente manera: una persona resiliente expondría como a pesar de la experiencia de adversidad, afrontó sus obligaciones laborales y mantuvo sus relaciones sociales, sin embargo, la persona que puede encarnar el ANS, podría explicar cómo su experiencia traumática, inspiró un comportamiento más amable y generoso.
ANS vs Crecimiento Postraumático
El Crecimiento Postraumático (CPT) se ha venido definiendo como:
“La experiencia de cambio positivo que ocurre como resultado de la lucha con crisis vitales altamente desafiantes. Se manifiesta en una variedad de formas, incluyendo una mayor apreciación por la vida en las relaciones interpersonales generales y más significativas, un mayor sentido de fuerza”
(Tedeschi y Calhoun, 2004, pp1).
Estos mismos autores, aluden a la importancia de dedicar esfuerzos al estudio de fenómenos psicológicos implicados en procesos de crecimiento postraumático, sobre los que sabemos muy poco y, de esta manera poder proporcionar información importante para aquellos que intentan brindar asistencia a quienes se enfrentan a grandes desafíos en la vida (Tedeschi y Calhoun, 2004).
El crecimiento postraumático es referido al cambio producido en las personas, que excede a la capacidad para resistir y no ser dañado por circunstancia de alta carga de contenido estresante, yendo más allá de niveles de adaptación ya existentes previamente a la aparición del trauma (Tedeschi y Calhoun, 2004). En la línea de la reconstrucción de esquemas interrumpidos por vivencia traumática y como objetivo principal para la sanación, los estudios sobre CPT han centrado su atención fundamentalmente en los cambios cognitivos, especialmente en tres dominios: percepción de uno mismo, relación con los otros y filosofía de vida (Tedeschi y Calhoun 1996).
Stub y Vollhardt (2008) especifican que el CPT no depende tanto de la naturaleza de los eventos, sino de la interpretación y evaluación que hacen sobre ellos las personas. El tipo de evaluación que realizan las personas y que es causa del crecimiento, se ha atribuido a características personales, de similar propiedad a las mencionadas en lo relativo a la resiliencia, como son, la confianza en uno mismo, el locus de control y el optimismo (Calhoun y Tedeschi, 1999). A su vez, autores como Woodward y Joseph, (2003) añaden el papel central que adquiere el recibir y proporcionar apoyo social. Estos autores en su estudio, concluyen que, sentirse nutridos, liberados o validados mediante figuras de referencia como un maestro, o el realizar trabajos con niños en relación de ayuda o establecer otro tipo de conexiones en esta línea, fueron considerados por los participantes en dicho estudio como fuentes de crecimiento.
Si bien el concepto de CPT admite la empatía y el altruismo como posibles fuentes de crecimiento, es resultado del crecimiento postraumático, no implica necesariamente una propiedad inherente al Altruismo nacido del Sufrimiento como es el compromiso profundo que adquieren las víctimas de la violencia para poder prevenir el sufrimiento futuro, siendo que el PTG tiene un componente más individual. Así, la teoría y la investigación del CPT, aunque destaca la importancia del apoyo social, se ha centrado en las características personales que conducen a interpretaciones que provocan cambios cognitivos positivos después de eventos traumáticos (Stub y Vollhardt, 2008).
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Voluntarias europeas arropan en la isla de Lesbos a niños refugiados ateridos de frío, tras travesía migratoria marítima desde Turquía. Fotografía cedida por Javier Bauluz, 2015. |
Altruismo Nacido del Sufrimiento
El ANS se ha venido describiendo como el fenómeno cuya ocurrencia se da en:
"Muchas personas que han sido abandonados, abusados física o sexualmente, sobrevivieron a la persecución, la tortura o el genocidio contra su grupo y que en lugar de volverse hostiles o vengativos contra el mundo, se dedican de manera significativa a ayudar a los demás” (Staub, 2003, p. 540).
Este proceso dependerá de experiencias adicionales que sean transformadoras del sufrimiento pasado y que promuevan el cambio psicológico, promoviendo que las personas, lejos de movilizarse en contra de los demás tras el sufrimiento, se vuelvan hacia el cuidado de los otros, fomentando el comportamiento prosocial (Staub y Vollhardt, 2008).
Explicamos brevemente el modelo desarrollado por Vollhardt (2009), con el objetivo de facilitar la comprensión del fenómeno objeto de este artículo, lo que puede promover acciones dirigidas a la promoción dela salud mental y social tras el sufrimiento y el trauma. Si bien previamente, me detendré en la breve descripción de aspectos relativos a las teorías del comportamiento prosocial, el altruismo, la empatía y la compasión como aspectos claves para el desarrollo del ANS.
En la literatura sobre el desarrollo, la socialización positiva se ha configurado como elemento clave para el desarrollo del altruismo y el comportamiento prosocial (Staub, 2005). Esto incluye estilos de crianza positivos, capacidad de respuesta, cuidado empático y apego seguro (Eisenberg, 1992; Mikulincer y Shaver, 2005; Staub, 2004). En lo referente al apego seguro, la investigación sugiere que la seguridad del apego proporciona una base para la compasión y el cuidado, mientras que dos formas principales de inseguridad del apego interfieren con el cuidado compasivo (Mikulincer y Shaver, 2005).
La fuente afectiva de altruismo más ampliamente estudiada ha sido la empatía (Batson, 2018; Eisenberg, 2000). A este respecto, es de interés señalar, que la respuesta empática al sufrimiento puede dar lugar a dos tipos de reacciones: la angustia empática y la compasión, también conocida como preocupación empática o simpatía. Aquí se diferencian diferentes familias de emociones, mientras que la empatía se refiere a nuestra capacidad general de resonar con los estados emocionales de los demás, sea su valencia positiva o negativa, la angustia empática se refiere a un respuesta aversiva al sufrimiento de los demás acompañada de deseo de retirada, como factor protector de la existencia de sentimientos negativos no tolerables La compasión, sin embargo, se concibe como el sentimiento de preocupación por el sufrimiento de otro, al que acompaña la motivación por ayudar, fuertemente asociado con la motivación prosocial (Singer y Klimecki, 2014).
Dimensiones del modelo (Volldhart, 2009)
El primer paso del modelo proporciona una clasificación del sufrimiento experimentado por el potencial proveedor de ayuda (dimensiones de la variable predictora), así como características de la conducta de ayuda realizada (variable de resultado). En pocas palabras, esta parte del modelo analiza a quién se ayuda y en qué contexto.
En el segundo paso del modelo, se especifican las motivaciones subyacentes que conducen al altruismo nacido del sufrimiento y difieren de las motivaciones que predicen y explican la conducta prosocial general. Estas motivaciones específicas se conceptualizan como procesos mediadores y son la pieza central de las explicaciones teóricas del altruismo nacido del sufrimiento en el modelo propuesto.
El tercer y último paso es necesario investigar bajo qué circunstancias estas motivaciones tienen más (o menos) probabilidad de conducir a una conducta prosocial real. Estos factores moderadores se incorporan en un marco teórico basado en el modelo de acción-control de Kuhl (1987), que distingue los factores motivacionales de los volitivos que fortalecen (o dificultan) las motivaciones a medida que se traducen en acción.
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Figura 1. Esquema del modelo Altruismo Nacido del Sufrimiento |
Dimension 1. Sufrimiento del potencial proveedor de ayuda.
Las distinciones importantes para el sufrimiento son (a) si se experimentó de forma individual o colectiva y (b) si el daño se infligió intencionalmente, o sin intención o incluso sin intervención humana. Estas dos dimensiones determinan conjuntamente los impactos psicológicos y sociales potenciales del daño experimentado y el alcance de sus efectos. Si bien el número de personas que soportan un evento dañino, determina su impacto social (visible), la intencionalidad del daño, aumenta la probabilidad de ciclos de venganza.
Dimensión 2. Procesos motivacionales como mediadores del altruismo nacido del sufrimiento.
En otras palabras, una pregunta central a abordar en este modelo es cuáles son los procesos cognitivos y afectivos específicos que pueden surgir de la experiencia del sufrimiento y, además, fortalecer la motivación para ayudar a otros en necesidad. Estas variables pueden derivarse de trabajos relevantes en psicología clínica y social e integrarse en un marco teórico que se basa en un modelo motivacional general.
La perspectiva clínica: ayudar como afrontamiento y crecimiento postraumático
Dado que el origen de los hechos que dan lugar al altruismo nacido del sufrimiento es lo referido a la adversidad y el trauma, no es de extrañar que las únicas explicaciones teóricas que existen hasta ahora para este fenómeno se encuentren dentro del campo de la psicología clínica. Estas perspectivas incluyen la ayuda como mecanismo de afrontamiento, la reconstrucción del significado después del trauma y el crecimiento postraumático.
Midlarsky (1991) ha argumentado que la ayuda es un mecanismo de afrontamiento eficaz para las víctimas o las personas que se encuentran bajo mucho estrés, y proporcionó cinco categorías de explicaciones teóricas para este efecto. En primer lugar, ayudar a los demás puede distraer la atención de los problemas propios y de las reacciones emocionales negativas autodirigidas debido a la otra orientación que es inherente al altruismo y al comportamiento prosocial. En segundo lugar, el tono del estado de ánimo generalmente mejora al ayudar y puede incrementar de manera efectiva el bienestar de las personas que han sufrido y están bajo una angustia continua. En tercer lugar, además de este proceso afectivo, ayudar a otros podría afectar el afrontamiento a través de procesos cognitivos, como el aumento de las percepciones de competencia y autoeficacia de las víctimas, que se asocian con el comportamiento prosocial. Cuarto, en algunos casos ayudar puede promover la integración social. Esto ocurre debido a actitudes positivas hacia las personas que brindan ayuda, como normas de reciprocidad y apoyo social mutuo, todos los cuales contribuyen positivamente al afrontamiento y al bienestar después de la adversidad. Finalmente, también enfatiza que el altruismo y el comportamiento prosocial pueden crear o mejorar el sentido de la vida.
Sin embargo, la búsqueda de sentido a través del altruismo es una respuesta muy madura a los eventos traumáticos, y parece poco probable que muchos la desarrollen. Para obtener una comprensión más compleja de los posibles procesos subyacentes, así como de las diferentes formas de altruismo que nacen del sufrimiento, se deben considerar procesos cognitivos y afectivos adicionales. Estos pueden derivarse de las teorías generales de la psicología social.
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Refugiados Sirios son recibidos por una voluntaria en la frontera austriaca. Fotografía cedida por Javier Bauluz, 2015.
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Aplicación de las teorías de la psicología social al altruismo nacido del sufrimiento
La perspectiva psicológica social aportará teorías que expliquen la interacción de factores personales y situacionales que puedan dar lugar al altruismo nacido del sufrimiento. Esto incluye las motivaciones para ayudar a corto plazo en la situación de sufrimiento, así como las diferencias con respecto al receptor de la ayuda (miembro del grupo interno o externo, destino similar o diferente) y el nivel de conducta de ayuda (ayuda interpersonal o colectiva).
Normas Requeridas de Utilidad y Reciprocidad
El sufrimiento puede estar implicado en procesos en los que exista necesidad de ayuda a otras víctimas. Lo que se ha venido denominando como “ayuda requerida” (Southwick et al., 2005) lo que puede aumentar con la reciprocidad y las normas sociales de ayuda, solicitudes expresas de ayuda de otros o por la capacidad percibida de ayudar. Las personas que experimentan daño de forma colectiva o en su propio entorno familiar, se configuran testigos de necesidad de ayuda, lo que puede traducirse e mayor oportunidad para ayudar, y a su vez, más oportunidad de prestar ayuda, lo que favorece lo que Staub (1979) expresa como “aprender haciendo”, que puede ser generalizado más allá de la conducta inmediata. Midlarsky (1991) alude al incremento de autoeficacia y de competencia adquirida en estos procesos. En los momentos de procurar ayuda el proveedor de ayuda sabe cómo manejarse dada su propia experiencia de sufrimiento.
Alivio del estado negativo, empatía y toma de perspectiva
La hipótesis del estado de alivio negativo argumenta que los individuos generalmente experimentan angustia cuando son testigos del sufrimiento de los demás, lo que puede aliviarse al participar en un comportamiento de ayuda (Cialdini et al., 1987 ). Esta angustia personal puede aumentar entre aquellos que han sufrido en el pasado. En particular, cuando el sufrimiento observado se parece a las propias experiencias, es probable que se activen los recuerdos de estas experiencias, dando lugar a más angustia y a mayor conducta prosocial posterior que entre las personas que no han sufrido.
La similitud con la víctima también es relevante para la hipótesis de la empatía-altruismo del comportamiento de ayuda, que ha recibido una cantidad considerable de apoyo empírico (Batson & Oleson, 1991 ). La compasión es un motivador clave para el comportamiento altruista (Weng et al., 2013) y puede haber evolucionado en humanos para fomentar el altruismo, lo que, a su vez, puede llevar a un incremento de la supervivencia (Goetz et al., 2010).
La toma de perspectiva, como aspecto cognitivo precursor de la empatía, al igual que la simpatía y la compasión, aumentarán el comportamiento de ayuda. La activación de estos estados, tendrá que ver con las características percibidas en la víctima, incluida la similitud, y el atractivo de aquella (Vollhardt, 2009). Es por esta similitud y atractivo por lo que la experiencia de adversidad experimentada puede favorecer la identificación del sufrimiento del otro, haciéndose este más comprensible a través de la propia experiencia previa (Volldhardt, 2011). En otras palabras, las propias experiencias de sufrimiento pueden hacer que las experiencias de otras víctimas sean más comprensibles y aumentar la probabilidad de ayudar a través de una mayor empatía y toma de perspectiva. Cuanto más similares sean las experiencias del proveedor y el receptor, más fuertes serán estos procesos.
Categorización Social/Identidad y Constructo Cognitivo
La teoría de la categorización social (Turner, 1987 ) expone que la pertenencia a un grupo compartido dará lugar al altruismo y al comportamiento prosocial. Lo que vendrá determinado según Campell (1958) por la percepción como grupo en base a la similitud y el destino común. El término “destino común” se refiere a la misma experiencia compartida (o anticipación) del daño. Del mismo modo, las percepciones de similitud con las víctimas de eventos que difieren de las propias experiencias probablemente no ocurrirán tan fácilmente y pueden depender de la representación o construcción cognitiva del sufrimiento propio y de la otra víctima. En lugar de centrarse en los detalles específicos de los eventos, que es característico de las interpretaciones de bajo nivel (Trope y Liberman, 2003 ), el posible proveedor de ayuda puede centrarse en la esencia del sufrimiento (interpretación de alto nivel) que se comparte con las víctimas de otro tipo de eventos. Esta interpretación más amplia del sufrimiento puede incluso servir como base para incluir miembros del exogrupo con diferentes experiencias en un endogrupo (Gaertner y Dovidio, 2000 ), lo que podría explicar más específicamente cómo se produce el altruismo nacido del sufrimiento hacia los miembros del exogrupo.
Dimensión 3. Factores volitivos moderadores
Kühl (1987) describe varias estrategias que pueden ayudar a mantener y proteger una motivación activada, y pueden aplicarse al altruismo nacido del sufrimiento de la siguiente manera: (1) atención selectiva, es decir, un enfoque en la información que respalda la motivación para ayudar, (2) control de codificación , que es el reconocimiento de las características de la situación que son relevantes para la motivación para ayudar a otras víctimas, (3) el control de la emoción, que es la regulación del afecto negativo que de otro modo socavaría la intención de ayudar, (4) el control de la motivación, que implica una reafirmación de la motivación para ayudar, a la luz de intenciones y objetivos contrapuestos (como la propia recuperación del individuo), y (5) control ambiental, es decir, la búsqueda de entornos que apoyen la intención de ayudar a otras víctimas.
Un pescador griego colabora en el rescate de refugiados
que llegan a la isla de Lesbos. Fotografía cedida por Javier Bauluz, 2015.
Líneas de intervención y experiencias que promuevan el ANS: hacia una sociedad lejos de la violencia
Siguiendo la propuesta de Staub y Vollhard (2008) entendemos que los cambios resultantes de las experiencias que pasamos a resaltar, incluyen un cambio en la vulnerabilidad, la desconfianza, la percepción de los demás como seres peligrosos y a suvez, estas experiencias promueven un sentido más fuerte de uno mismo, una visión más positiva del mundo y de los demás.
Curación o recuperación psicológica tras un sufrimiento intenso
La curación del trauma es de crucial importancia para el desarrollo del ANS. Estas experiencias de promoción del ANS tienen a su vez propiedad curativa en procesos terapéuticos, nos referimos a terapia propiamente dicha, escritura creativa sobre experiencias de adversidad, búsqueda de apoyo social y acciones psicoeducativas sobre causas y consecuencias de la violencia.
A medida que las personas interactúan con sus experiencias, entre otros beneficios esta el de llegar a creer el que ellos mismos no debieron ser victimizados, al igual que otros seres humanos no debieran serlo, lo que puede adquirir significado en la ayuda.
La curación del trauma satisface las necesidades psicológicas que se han visto alteradas durante los periodos de sufrimiento, lo que proporcionará sentimiento de seguridad y aumentará la creencia de su capacidad de influir en los otros, así como contribuirá a elaborar un mejor concepto de sí mismo, todo esto contribuirá al establecimiento de conexión con los otros, elevará el sentido de autonomía y potenciará y una visión más benevolente del mundo y de su propio lugar en él.
Staub (2003) expone que a medida que se satisfacen necesidades básicas, la necesidad de enfocarse más allá de uno mismo (trascendencia) puede surgir. Prestar ayuda a los otros, puede convertirse en una forma de satisfacción de esta necesidad.
Posibles intervenciones terapéuticas
- Lectura o escritura de material doloroso en grupos; de manera gradual, desde aquello menos emocionalmente intenso (de otras personas), hasta aquello que conlleve más implicación emocional (la propia experiencia).
- Verdad justicia y asunción de responsabilidad; la verdad es esencial para la justicia, lo que se configura como central para las personas victimizadas. Ayudar desde la figura del terapeuta a mostrar que lo que les ocurrió no es aceptado por el mundo. La justicia restaurativa, mediante la asunción de responsabilidad de los perpetradores pueden ser sanadores en la medida en la que se reconozca el sufrimiento de la víctima, lo que puede contribuir a la exoneración de los perpetradores (no teniendo que ser contingente ni necesario el perdón de aquellos).
- Entendimiento de las raíces del propio sufrimiento; comprender lo que llevó a los perpetradores a sus acciones, puede dotar de significado, lo que puede crear empoderamiento y sentimiento de humanidad. Cambiar de visión sobre los perpetradores simplemente como malvados, enfermos, afectados…etc., los diferencia del resto de la humanidad, lo que fomenta una visión más positiva del mundo y de los seres humanos.
- Entrenamiento en compasión (Weng et al., 2013); Los estudios indican que el entrenamiento de la compasión puede mejorar el bienestar personal, incluidas las respuestas inmunitarias relacionadas con el estrés ( Pace et al., 2009 ), el afecto positivo ( Hutcherson, Seppala y Gross, 2008 ), y salud psicológica y física ( Fredrickson et al., 2008). El entrenamiento de la compasión también mejora las respuestas hacia otras personas. Los aumentos en las respuestas altruistas se correlacionaron con cambios relacionados con el entrenamiento en la respuesta neuronal al sufrimiento, lo que proporciona evidencia de neuroplasticidad funcional en el circuito subyacente a la compasión y el altruismo. A su vez, el patrón de cambios neuronales en el entrenamiento de la compasión sugiere que se logra un mayor comportamiento altruista al mejorar los mecanismos neuronales que respaldan la comprensión de los estados de los demás, un mayor control ejecutivo frontoparietal, así como, una regulación positiva de los sistemas de emociones positivas.
- Es de interés, observar si la participación en actividades compasivas, puede aliviar la inseguridad del apego, reforzando el sentido de ser amado y necesitado de una persona, y, por lo tanto, reforzando los modelos de funcionamiento prosocial del yo.
- Se puede pensar en que varias de las experiencias y técnicas, incluida la psicoterapia, la terapia familiar, la meditación especializada y la participación en organizaciones religiosas o de caridad, pueden mejorar la sensación de seguridad de una persona, lo que podría fomentar la compasión y el altruismo (Mikulincer y Shaver, 2005).
Apoyo y guía de otros
- Conexiones amorosas y apoyo social antes o después de la victimización; la experimentación previa de apoyo social ocupa un relevante papel protector para los efectos negativos del trauma, a su vez, experimentar funciones cuidado de otros después del sufrimiento también pueden favorecer aparición de conductas prosociales en las víctimas, como lo manifiestan estudios de sobrevivientes del holocausto (Kleinman, 1989).
- Modelos o guías altruistas; La recepción de ayuda en el momento del sufrimiento y posteriormente, facilitará modelos prosociales, que aumentará la probabilidad de puesta en práctica del ANS.
Acciones propias de los individuos
- Actuar en favor propio o ajeno el momento del sufrimiento y la ayuda como vía del cambio personal y/o social; proporcionará experiencia de autoeficacia, así como proporcionará ayuda para la restauración de suposiciones rotas sobre el mundo y sobre uno mismo, satisfaciendo tanto la necesidad de eficacia como de conexión social positiva.
Existe todo un campo de investigación por descubrir en torno a lo referido en este artículo, sin embargo, la pretensión de lo aquí expuesto, se reduce a dotar a profesionales en atención a seres humanos que han padecido adversidad y sufrimiento, de una nueva ventana a la que asomarse, visualizando un horizonte en el que se vislumbre la esperanza y la posibilidad de entornos libres de violencia, basados en el buentrato y la cooperación mutua. Introducir en nuestras dinámicas profesionales y personales la búsqueda del bien común y la justicia social, puede conducir a una sociedad en la que los lazos colaborativos promuevan la equidad y el equilibrio de derechos y oportunidades para todos los seres humanos.
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