Un año más -ya son catorce- me encuentro delante del ordenador para escribir un artículo especial por Navidad. Desde el primer año de publicación del blog, 2007, he comparecido en este espacio bien para desearos Feliz Navidad, bien para trasladaros alguna reflexión que pudiera seros de utilidad. Este año no va a ser menos, por eso aquí estoy para compartir con vosotros/as mis inquietudes. En los últimos años dicho artículo se ha convertido en algo tradicional por Navidad. Lo publico, como veis, el día de Nochebuena, que para mí tiene entrañables resonancias, contenidos en la memoria implícita que me llenan de nostalgia y buenas sensaciones corporales.
Un año más, como es también costumbre, no me venía ningún tema a la mente sobre el que escribir. Dándole vueltas al asunto, decidí dejar ir mi mente y no pensar más en ello. Cuanto más se piensa sobre algo, es peor. Puedes entrar en uno de los dos lados del río, como dice Dan Siegel (2011) cuando compara la mente con esta corriente de agua, donde el líquido elemento se atasca o arremolina y ya no fluye. Entonces, las ideas ya no transcurren con agilidad por la mente, sino que el pensamiento se vuelve repetitivo, como en bucle.
Y un año más la inspiración me llegó. ¡Menos mal! Como por desgracia bien sabéis, seguimos con la pandemia por COVID 19, con una nueva sexta ola, con el aumento del número diario de personas que se contagian y una presión nuevamente potente sobre las UCIs, con un personal sanitario ejemplar y al borde del agotamiento, si es que ya no lo está. Las consecuencias económicas y sobre la salud mental, especialmente sobre la salud infanto-juvenil, están siendo graves. El pasado 20 de diciembre de este año, Save The Children alertó de que se han triplicado los trastornos mentales y de conducta entre niños y niñas, en un año con una significativa reducción de diagnósticos y con los servicios de salud mental infantiles y juveniles saturados. Los psicólogos y las psicólogas clínicas tampoco damos abasto en nuestras consultas, con un aumento del número de peticiones de terapia, con muchos jóvenes con ataques de ansiedad, cuadros depresivos, ideas de autolisis, trastornos del comportamiento, de alimentación… Esto es un indicador de sufrimiento y de que las condiciones pandémicas están haciendo mella en esta población, vulnerable, y especialmente en los que presentan condiciones sociofamiliares de riesgo. Y hablamos de que existe un grupo social que puede permitirse la ayuda psicológica; porque los estratos sociales más desfavorecidos no tienen esa posibilidad, con lo cual la incidencia de la enfermedad mental y su devastación es aún mayor.
En este contexto pandémico, que ya se extiende demasiado, largo se nos hace, esta pasada semana, haciendo repaso de lo que había sido el año, conecté con un viaje a Burgos que hice en agosto 2021 invitado por mi querida amiga y colega Iciar García Varona, junto con otros dos queridos amigos: Jorge León y Marina Mas. Lo pasamos en grande en esas tierras, visitando la maravillosa capital que es Burgos y su majestuosa y recién restaurada catedral. Una joya. Pero si algo me dejó huella de esta ciudad fue visitar el Museo de la Evolución Humana, parada obligada para todo el mundo.
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La Catedral de Burgos es mágica desde el Mirador de El Castillo, una noche de agosto de 2021. ¡A 8º de temperatura, pusimos la calefacción en el coche! |
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La Catedral de Burgos en Navidad 2021 |
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Museo de La Evolución Humana de Burgos |
En este Museo, un edificio contemporáneo amplio, luminoso y funcional, ideal para albergar un espacio destinado a esta actividad cultural, han recogido, clasificado y expuesto todos los hallazgos (restos humanos de los primitivos pobladores) encontrados en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Además, el sitio es una magnífica oportunidad para repasar la historia de la humanidad. Los creadores del museo utilizan para ello un diseño expositivo donde la tecnología se pone al servicio de la didáctica museística, resultando entretenido y atractivo, con paneles, vídeos, recreaciones de escenarios y por supuesto los restos encontrados en la Sierra de Atapuerca. "Esta Sierra es una ventana desde la que contemplar la Prehistoria y la Historia, las Ciencias de la Tierra y de la Vida, donde se encuentran los fascinantes fósiles que han permitido conocer un poco más sobre los primeros pobladores de Europa". (Guía gráfica de Atapuerca).
¿Por qué relaciono El Museo de la Evolución Humana de Burgos con la Navidad y la Pandemia? Parece un cadáver exquisito, es decir, como algo hecho con trozos que se van agregando de aquí y de allí y que no parecen tener mucho sentido y relación cuando los unes. Sin embargo, le he encontrado un mensaje que quiero compartir con vosotros/as esta Navidad y, por supuesto, todo el año. Creatividad al poder...
Pero para asociar estos elementos, hace falta que os cuente algo más: de todo lo que vi y aprendí en este Museo, lo que más me impactó y me emocionó enormemente fue la historia de Benjamina. ¿Quién era Benjamina? En Atapuerca vivieron varias especies de homínidos, entre ellos el Homo Heildebergensis hace unos 530.000 años aproximadamente. Dice El Diario El País (31/03/2009): «En la llamada Sima de los Huesos de la Sierra, hallaron las piezas sueltas de un cráneo que perteneció a probablemente una niña. Tendría unos 10 años, murió en esta Sierra y era diferente -diversidad funcional-, tanto que su grupo, su familia, le tuvo que haber prestado cuidados especiales. De lo contrario, no habría sobrevivido. Su cráneo asimétrico y, probablemente, su cara irregular no engañó a nadie, porque, además, cabe pensar que tuvo capacidades psicomotoras deficientes. Hoy los científicos saben que esa homínido preadolescente, tenía craneosinostosis, una enfermedad rara que afecta a menos de seis personas por 200.000 habitantes en la población actual.
La cuestión que se plantearon Ana Gracia, Juan Luis Arsuaga y el resto del equipo fue si un individuo así se valdría por sí mismo en un grupo de cazadores recolectores, si habría sobrevivido varios años sin la ayuda de otros individuos de esta familia.
La craneosinostosis es una patología que se caracteriza porque los huesos del cráneo se fusionan prematuramente. "Hoy en día, cuando se presenta en un niño, se le opera normalmente en sus primeros meses de vida para evitar tanto la deformación estética como las posibles alteraciones en el encéfalo", comenta Gracia. "En cuanto a nuestra niña, no sabemos exactamente qué deficiencias psicomotoras tendría, pero hemos descubierto indicios de que podría tener presión intracraneal elevada".
La fusión prematura de los huesos craneales se debe, en algunos casos, a mutaciones cromosómicas. Pero también puede tener un origen traumático o metabólico del feto. En el caso de Benjamina, los científicos se inclinan por el origen traumático. "La madre se dio un golpe, o el feto estaba mal colocado... Descartamos que el problema fuera en el parto", dice Gracia.
Existen en el registro fósil algunos homínidos con alguna carencia que sugiere que serían dependientes de sus congéneres para sobrevivir, pero son indicios controvertidos. Sin embargo, lo de Benjamina parece claro. "El cráneo 14 es el caso documentado más antiguo de craneosinostosis con deformidades neurocraneales, cerebrales y, muy posiblemente, asimetrías en el esqueleto facial", concluyen los científicos de Atapuerca. "A pesar de estas desventajas, el individuo sobrevivió más de cinco años, lo que sugiere que su condición patológica no fue un impedimento para recibir la misma atención que cualquier otro niño del género Homo del Pleistoceno Medio"».
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Craneo de Benjamina reconstruido Foto: Diario El País |
¡Qué historia tan entrañable, me inspira un profundo afecto hacia estos nuestros antepasados! Los legos en la materia nos los imaginamos primitivos, rudos, luchando por el territorio y sobreviviendo sólo los mejor dotados porque si no serían un estorbo para el grupo. Y nos encontramos con que estos homínidos habían evolucionado más de lo que nos pensábamos y ya practicaban la ecología social de los buenos tratos preconizaba por Jorge Barudy (2005). Creo que las cuidadoras de Benjamina -a buen seguro serían hembras- son el primer arquetipo conocido (arquetipo: primer grabador) de la cultura de los cuidados y la solidaridad social. Esto me reconcilia con el ser humano porque en el origen de nuestra especie está el prodigarnos buenos tratos y cuidarnos, sin ninguna duda.
[Excursus: Querida amiga Iciar: la primera prueba incontrovertible de que hace miles de años existían los cuidados a los más desfavorecidos se encontró en tu tierra, precisamente. ¡No podía ser de otro modo! Hace 530.000 años... ¿No es prodigioso que sucediera esto? Te estoy agradecido, Iciar, porque si tú no me hubieras cursado tu amable invitación no me habría enterado de esta historia y este post no estaría delante de vuestras pantallas, queridos lectores. Nos cuidaste muy bien en tu ciudad natal, por cierto].
Esta foto de familia tomada de la Guía Gráfica de Atapuerca nos dice que "mujeres, hombres y niños/as tenían conciencia de grupo. Se alimentaban de vegetales y de las trampas que ponían a los herbívoros. Es una tribu que cuidaba a los enfermos y que los acumulaba en algún lugar al morir".
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Foto de familia, hace 530.000 años Foto: tomada de la Guía gráfica de Atapuerca |
En aquellos tiempos, de hace ¡¡530.000 años!! la vida sería muy dura, la esperanza de vida muy corta y la lucha por la supervivencia ardua. De tal modo que sólo serían capaces de salir adelante si formaban un clan; por eso se cohesionaron y colaboraron entre sí (sistema de colaboración social, descrito por Porges, 2011), porque sólo de esta manera tendrían posibilidades de sobrevivir. El apego al grupo era un imperativo biológico. Esto incluía tener un cerebro diseñado para la empatía, creo yo, capaz de dar una respuesta sensible al débil y vulnerable, como Benjamina, que sin estos cuidados y apoyos específicos jamás hubiese sobrevivido.
¿Y hoy en día? No estamos como nuestros antepasados de Atapuerca, tenemos mil veces más medios que ellos, pero tanto en aquella época como ahora lo que no cambia es que nos vemos abocados a apoyarnos los unos en los otros, máxime si queremos sobrevivir a esta pandemia. Necesitamos que los más desfavorecidos, los benjamines y benjaminas de hoy en día sean especialmente cuidados por nosotros/as. Yo tengo un recuerdo cariñoso estos días para las mujeres (también hombres) que cuidan a muchos niños y niñas, que como Benjamina de Atapuerca no sobrevivirían si no es por la responsabilidad, entrega, solidaridad y dedicación, como dice mi querido amigo Jorge Barudy, de la "manada de hombres y mujeres buenos y buenas", sobre todo de estas últimas. Como decía mi otro gran amigo Juanito Aranzabal, gracias a la "labor callada de mucha gente buena que sostiene el mundo".
¿Y cuál es el mensaje de la Navidad? La esperanza de un mundo mejor. La tradición cristiana espera que nazca un Salvador que rescate al pueblo y lo libere, el Mesías. Viene anunciado por una estrella, una Luz. La Luz de la esperanza. Para nosotros y nosotras, creyentes o no creyentes, pero solidarios y comprometidos con el sufrimiento humano, simbolizado/a este en todos y todas las benjaminas del mundo, el mensaje puede ser el de la esperanza (esta ayuda a seguir adelante a pesar de los momentos de incertidumbre) de que seamos capaces de cuidarnos los unos a los otros, con mención especial a los niños/as, de cohesionarnos y darnos puntos de apoyo y solidaridad. Sólo así podremos tener más probabilidades de que todos y todas podamos atravesar resilientemente este periodo tan complicado de la humanidad que vivimos con la pandemia de la COVID 19, que como a los Homo Heilderbergensis de Burgos nos obliga a unirnos y apoyarnos para salvarnos.
Así pues, Navidad, Pandemia y Museo de la Evolución Humana de Burgos (con la historia de Benjamina, ¡tan bonita!) quedan íntimamente relacionados en este artículo que con todo mi afecto os regalo esta Navidad, con esa esperanza de que todos y todas extendamos los buenos tratos allá con quien estemos y nos relacionemos.
¡Feliz Navidad, un abrazo muy cariñoso para todos y todas!
REFERENCIAS
Barudy J., Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa.
Díez Fernández-Lomana, J.C., Navazo Ruiz, M., Alonso Alcaide, R., Pérez-Moral, M.A. (Equipo Investigador de Atapuerca) (2014). Guía gráfica de Atapuerca. Burgos: Editorial Diario de los Yacimientos de la Sierra de Atapuerca.
Porges, S.W. (2011). The polyvagal theory: neurophysiological foundations of emotions, attachment, communication and self-regulation. New York: W.W. Norton & Company.
Siegel, D. (2011). Mindsight: La nueva ciencia de la transformación personal. Barcelona: Paidós Ibérica.