"Deb Dana es una trabajadora social clínica que ha transformado con brillantez una teoría basada en la neurobiología en una práctica clínica haciendo que la teoría polivagal cobre vida" (Stephen Porges)
En este vídeo traslada sus conocimientos aplicados sobre la teoría polivagal al público en general y nos enseña cómo hacernos amigos de nuestro sistema nervioso durante la cuarentena.
Como está en inglés, Belén Giner se ha tomado el trabajo de traducirlo al español y transcribirlo, por lo que le estoy muy agradecido, así como a mi colega psicóloga y traumaterapeuta Lourdes Ganzarain, por compartir esta información. La traducción la tenéis a continuación del vídeo.
Cómo hacernos amigos de
nuestro sistema nervioso
durante la cuarentena
Deb Dana, cómo hacernos amigos de nuestro sistema nervioso duante la cuarentena, ante sentimientos de soledad, aislamiento y falta de conexión social.
¿Cómo navegar la distancia social y sentirnos conectados de manera segura?
Todos tenemos nuestra propia manera de atravesar esto, porque aunque nuestros sistemas nerviosos están construidos de la misma forma y es nuestro denominador común como humanos, todos estamos moldeados de forma diferente. Así que no hay una sola manera de hacerlo.
Aunque estamos neurológicamente diseñados para la conexión, y sabemos que nuestro sistema nervioso es un imperativo biológico, también necesitamos la soledad.
A menudo en el mundo ordinario la soledad es un ingrediente ausente.
Y las investigaciones sobre la soledad nos dicen que ésta puede calmar nuestro sistema nervioso simpático, puede aumentar el ventral vagal (movilización, emoción y comunicación = involucración social), aumenta la creatividad, y de hecho también puede aumentar la intimidad y la sensación de conexión (aunque parezca extraño). La soledad también tiene incorporados momentos de conexión secular y espiritual.
Así que va a ser más difícil para algunos, porque estamos diseñados para necesitar la conexión social más a menudo, con más intensidad.. mientras que otros somos más proclives a la soledad.
Para algunas personas es muy cómodo estar en soledad y hasta un alivio para el sistema nervioso no tener que estar siempre interactuando, mientras que para otras es algo muy difícil porque su sistema nervioso realmente anhela más conexión con los demás.
Te invito a crear un continuum para tu sistema nervioso. En un extremo está la conexión social, después viene la soledad y luego el aislamiento. Dibuja una raya en diagonal en un trozo de papel y en un extremo describe cual sería tu palabra para la conexión social (para la conexión social abundante que tu sistema a veces anhela). En el otro extremo del papel, justo antes del final de la raya, describe la palabra con la que definirías tu experiencia de soledad. Y luego, más allá de la línea de la soledad, describe con una palabra tu sentimiento de aislamiento (Las palabras que ella usa son social, solitude, loneliness).
social - together (social -juntos)
solitude - solitude (soledad -soledad)
loneliness -isolation (solitario - aislamiento)
La Editorial Eleftheria ha traducido
los libros de Deb Dana.
Luego queremos ver qué hay entre lo social y la soledad. (Sus palabras van de de juntos a comunidad, a sentirse acompañada, a estar con, a solo, a sentirse separada, a sentirse protegida, y luego soledad)
Esa es la forma en que su sistema nervioso se mueve entre esos extremos, y todos estamos en ese continuum (de contacto y retirada) todo el tiempo. El siguiente paso, una vez ha descrito su continuum, es ser capaz de darse cuenta de dónde se encuentra dentro de ese continuum. Si se encuentra en el extremo de la soledad.. darse cuenta: ¿estoy anhelando un poquito del otro extremo, del estar juntos? O si estoy en este sentimiento de estar juntos, ¿deseo moverme un poquito más hacia la soledad?. Solo para sentir un poquito esta hermosa fluctuación que sucede todo el tiempo, y conseguir marcar esos diferentes puntos y moverme entre ellos.
Luego necesito saber cuándo me estoy yendo de la soledad hacia el aislamiento. Y esto es realmente importante. De nuevo, regresando al tema de conocer nuestro sistema nervioso.
¿Cómo me dice mi sistema nervioso que estoy en soledad pero estoy oscilando y en breve voy a pasarme y llegar al aislamiento?
Porque saber dónde nos encontramos nos ayuda a saber que necesitamos hacer.
Una clave para escuchar a nuestro sistema nervioso y conocer la conversación que él está manteniendo contigo, porque eso es lo que creo que ocurre: tu sistema nervioso siempre se está comunicando contigo y haciéndote saber cuando ya has tenido bastante de algo, o no suficiente, cuando necesitas moverte hacia o alejarte, retirarte. Así que primero de todo hemos de conocer esos 3 estados de nuestro sistema nervioso:
1) El estado de regulación ventral, el estado de movilización simpática, y el estado del dorsal vagal (inmovilización). Y hemos de tener algunos puntos de referencia para saber cuándo estamos en cada uno de esos estados. Porque hasta que no sepamos dónde estamos y en qué estado estamos, no entendemos realmente el lenguaje del sistema nervioso.
Así que la clave para la regulación ventral es sentir: en este momento (y no es una sensación de: todo es maravilloso y todo está saliendo genial, sino más bien una sensación de: ¿estoy bien? y ¿puedo gestionar los próximos 5 minutos o este día? Y está bien si no sé adonde voy. Todavía puedo sentirme suficientemente segura para seguir moviéndome por esta situación.
Esa es probablemente la experiencia del ventral, aunque puede que tengamos momentos o micro momentos de profundidad ventral, de anhelo o de cubrir ese anhelo de sentirme conectado. Esos momentos ocurren, pero simplemente estamos siendo bombardeados continuamente por señales de peligro por parte de la sociedad, y por tanto es muy difícil anclarnos en el ventral con todas estas señales entrando continuamente.
Así que simplemente sentimos esos momentos en que nos sentimos: ok, puedo gestionar esto. Eso es un momento ventral.
2) Una señal de movilización simpática es cuando sentimos un torrente de energía que te hace querer moverte y hacer algo, y ese tener que hacerlo desde este lugar de impulso que es el sistema simpático.
3) Por último, la inmovilización dorsal es esta falta de energía, esta especie de desesperación o desesperanza y sentimiento de rendirnos, que nos atraviesa.
Estas son las 3 maneras básicas de saber en qué estado estamos, y de empezar a escuchar más atentamente a nuestro sistema nervioso
Me está atrapando el libro de Na´ama Yehuda“Comunicar el trauma. Criterios clínicos e intervenciones con niños traumatizados”, editado por Desclée de Brouwer. Esta autora, experta en habla y lenguaje, y también en trauma, pone el foco en el análisis del lenguaje del niño para desde ahí ampliarnos la visión y ofrecernos un rico y completo libro sobre las relaciones que existen entre lenguaje, desarrollo cognitivo, apego y experiencias tempranas, especialmente cuando estas han sido adversas o traumáticas.
Hay mucho que destacar de este libro, me lo estoy terminando, pero lo he leído con fruición, pues, aunque en algunos temas me ha resultado conocido, en otros muchos relacionados con el lenguaje, el aprendizaje y el desarrollo cognitivo (atención, memoria…) no había leído tanto. Me ha resultado particularmente interesante y atractivo el que la autora trabaje con niños muy traumatizados, incluyendo la población de personas menores de edad que residen en centros de acogida o familias acogedoras, población que para algunos autores de trauma no está tan representada en su práctica clínica. Na´ama Yehuda además habla de los niños y adolescentes desde un punto de vista científico, como cabe esperar de una obra así; pero también destila en sus páginas un compromiso y un afecto hacia estos chicos/as, tan olvidados y abandonados por el sistema en general. Cuando se habla de los niños y jóvenes a nivel de medios de comunicación, casi todo el mundo piensa en la clásica familia. Pero hay muchos tipos de familia. Y, además, hay muchos tipos de hogares, como los de acogida, que se esfuerzan en que estos niños no pierdan ese sentimiento familiarizante, donde los vínculos entre ellos se estrechan, así como con los educadores (cuando esto se aborda y se trabaja como un objetivo). En ocasiones, las personas menores de edad de los centros pueden tener relación o contacto con sus familias de origen; pero en otras muchas, por diversas causas, no es posible y crear un sentimiento de hogar y familia en estos chicos y chicas en su centro es muy importante (por no decir lo más importante) Pues bien, Na´ama Yehuda también incluye entre sus viñetas y descripciones clínicas a los niños y jóvenes de los centros y familias de acogida.
Uno de los temas que ella aborda y del que os quiero hablar hoy, es el que he escrito en el título del post: el de las mentiras. Es una de las cuestiones que junto con cualquier otra conducta que para los padres o referentes de la persona menor de edad posea una connotación moral y que pueda afectar a las relaciones interpersonales del chico o chica, más se consulta en terapia, o lo incluyen en el listado de comportamientos que se les hace más difícil de manejar. Las mentiras, junto con robar y la desobediencia en general y el no acatamiento de reglas y normas (a veces, acompañadas de una ausencia de reconocimiento por parte del niño o joven, es decir, una negación de la conducta testificada), suelen ser de lo que más preocupa a los padres o referentes. Lógicamente, puede generar, si no se supera, importantes problemas de inadaptación social a largo plazo.
Na´ama Yehuda.
Foto: Desclée de Brouwer
Suele ser una conducta que presentan con alta frecuencia los niños y jóvenes (aunque no es exclusivo de ellos, ni mucho menos) que tienen una historia de trauma complejo, especialmente el trauma que implica una relación interpersonal en el cual la misma persona que te daña física o psicológicamente, o te abusa sexualmente, es la misma de la que dependes. Incluso esta persona te hace sentir que lo que estás viviendo no lo has vivido. Sabemos que las personas que viven el estrés continuado de los malos tratos tienen altas probabilidades de desarrollar un trauma complejo, donde sufres el peor de los daños: quien dice que te quiere, te daña. O como se decía en mis tiempos infantiles, una frase que yo detestaba (y que aún muchos adultos mantienen versiones actualizadas de la misma, pero igual de tóxicas para los niños): “quien bien te quiere te hará llorar” Normalmente, muchos de los malos tratos que viven los niños les sitúan en un escenario interpersonal donde no pueden luchar ni huir, ni de las agresiones físicas ni de las psicológicas. Recuerdo hace muchos años a un niño que me dijo, como un gran acto de triunfo, que logró empujar a su padre y que este se cayera contra una cristalera evitando así que agrediera a su madre y a él. Este triste relato de un doloroso suceso que no debería haber ocurrido en la vida de este niño (que tenga que agredir a su propio padre para salvarse y salvar a su madre del ataque físico de este) sucede pocas veces. La mayor parte de ellas, a los niños no les queda otra opción que alterar su conciencia, colapsar psicológicamente y disociarse. Cuando te disocias, no estás realmente en ese lugar, es como si los acontecimientos no pasaran y el tiempo se detuviera.
Na´ama Yehuda explica en el libro cómo cuando un niño sufre disociación no almacena la información ni la organiza en la memoria de una manera coherente y ordenada. Se almacena por fragmentos, y además el normal flujo de la conciencia que da sentido y coherencia al sentido del sí mismo a lo largo del tiempo, se altera severamente. Por ello, no es extraño que las personas con problemas o trastornos disociativos tengan dificultades de diferente magnitud en cuanto a situarse y situar los acontecimientos en el tiempo, con la memoria (para recordar -pueden sufrir amnesia-, organizar la información almacenada y recuperar dicha información) y con la atención. Esta disociación, si ha sido mantenida en el tiempo, va a influir decisivamente en el modo en el que los chicos y chicas percibirán en el futuro los sucesos y los hechos de la realidad.
Para entender la mentira (así le llamamos, pero yo creo que para describirla en los niños traumatizados deberíamos de inventar otra palabra, quizá ausencia, no lo sé, pero la palabra mentira no les hace justicia) en los niños que han sido víctimas de los traumas provocados por los malos tratos, el abuso, la negligencia (a menudo, estos tres, por desgracia, van unidos), que en su caso es una mentira cuyo origen hay que buscarlo en otro sitio (el niño no traumatizado miente para no asumir su responsabilidad y evitar las consecuencias; el niño traumatizado y con afectación disociativa, que complica las cosas aún más, no tiene claro si pasó en realidad, si ocurrió, si es mentira o no. Sé que suena difícil de creer, pero quienes lo hemos vivido trabajando con estos niños podemos dar fe de ello), nos ayudará hacer un repaso de lo que estos niños y jóvenes viven:
Como dice Na´ama, un papá le pega una torta fuerte a un niño, éste llora y dice con furia: “¡no me pegues!” El padre le responde: “¡No mientas, no te he pegado!” Cuando todavía le duele la cara, ¿se ha imaginado el niño que le ha pegado? ¿ha sido fingido, no iba de verdad? ¿Qué significa negar que algo ha sucedido? ¿Miente el niño? ¿Hace que no haya ocurrido?
Otro ejemplo: cuando el padre pegaba a la madre, el niño se iba con su mente a otro lugar (se disociaba). ¿Consiguió el niño que no pasara realmente?
Lo peor de todo esto es que el mecanismo disociativo claramente protector para el niño se cobra un precio importante. Así Na´ama Yehuda dice acertadamente: “La disociación (y su prima hermana, la amnesia) complica más la realidad incluso. […] La mentira ante evidencias flagrantes es la más indicativa de disociación”. Curiosamente, he de decir que los niños de los centros de menores, que clásicamente cargan con el sanbenito de mentir y robar, no lo suelen hacer tanto dentro y en lo que es para ellos. Fuera es posible “que se busquen la vida” Porque no quieren perjudicar lo que es para el bienestar de todos/as. Los que yo he conocido que han robado o mentido, presentaban disociación severa, que les hacía negar la evidencia como Pedro negó a Cristo. Esto suele alterar sobremanera a los adultos, que se sienten estafados y que encima les están tomando el pelo, lo cual les enfurece más. También los padres adoptivos y acogedores, si tienen hijos traumatizados y con disociación, suelen quedarse atónitos y no saben qué hacer. Porque estos niños y jóvenes desconciertan con sus reacciones. Algunos lo niegan con frialdad, otros en cambio, lo hacen enfurecidos y enfadados ellos de que se les acuse, aunque la evidencia sea clara, clara. Otro criterio que ayuda a verificar que puede ser disociativo es que el niño o joven suele presentarse con lo que roba delante de la persona, como si tal cosa: lo saca, lo comparte, o incluso se pone la ropa robada. Después, lo niega y a los ojos de los adultos, miente. Pero ese chico está bajo los efectos de una disociación traumática que nos deja perplejos, incluso a él mismo, pues a veces puede dudar.
La mentira y el robo pueden ser síntomas disociativos
Continúa Na´ama: “Hay que tener en cuenta la posibilidad de la amnesia en el caso de los niños que experimentan estrés crónico o tienen antecedentes traumáticos, porque las emociones abrumadoras, combinadas con la impotencia, a menudo abocan a la disociación. Escapar al interior de su mente o fuera de su cuerpo puede ser la única salida de que dispone el niño. Sin embargo, hace que los eventos estén menos accesibles para ser recuperados o que parezcan menos reales e incluso como si nunca hubiesen ocurrido. Es posible que los niños no recuerden haber hecho aquello de lo que se les acusa, pareciendo que mienten cuando no es así".
"Pero esto ya pasó, ahora estamos aquí y sí sabe lo que hace, sí lo recuerda, lo que pasa es que es un jetas"- dicen los padres o referentes
No lo tengamos tan claro. No. Na´ama Yehuda explica muy bien en su libro que cuando un niño ha padecido traumas y presenta una disociación defensiva (su conciencia está escindida) la manera en la que se procesan, como ya hemos explicado, los eventos sobrecargantes para la mente es fragmentadamente, como si se grabara en su mente una película de los hechos (la memoria declarativa) y la implícita (sensaciones y emociones) de manera partida, como una película a trozos. Pues bien. Esto no pasa y ya está, luego el niño puede procesar bien la nueva información. La información nueva entrante se organiza y estructura comparando y organizándola en relación a la información previa en la memoria. Cuando se recupera la información de la memoria, si esta está afectada por la disociación, se recupera de un modo fragmentado también, con lo cual el procesamiento de lo que ocurre ahora será selectivo y partido. El niño, además, suele estar cuando miente o emite una conducta disociativa, bajo los efectos de la hiperactivación o la hipoactivación de su sistema nervioso, con lo cual el aprendizaje de la experiencia (lo que le dicen los adultos: "no mientas por esto y por esto") no es procesado -el niño no está dentro de la ventana de tolerancia a las emociones dentro de la cual el nivel de activación es óptimo y por lo tanto, compatible con el uso del pensamiento- y no se produce un nuevo aprendizaje: el chico/a opera con el viejo y dañado programa. Además, al estar bajo los efectos del gatillador de la mentira, la noción del tiempo y qué información selecciona el niño suelen estar sesgadas, con lo cual este puede estar perfectamente sintiendo que se le acusa de algo que para él no ha ocurrido.
Además, para más agravamiento y para su desgracia, los niños sufren una serie de afectaciones, como consecuencia del trauma, en cómo procesan a nivel lingüístico y cognitivo. Así Na´ma Yehuda nos dice que “ciertas áreas del vocabulario de los niños traumatizados se ven especialmente afectadas”. También nos dice que la secuencialidad y la causa-efecto son afectadas por el trauma:“suele ser difícil para los niños traumatizados, ya que incluye la identificación del modo en que una cosa lleva a la otra, así como la explicación de la cadena -que el trauma a menudo interrumpe- de eventos-aspectos de la realidad. Los niños traumatizados experimentan dificultades para predecir el final de una historia o las consecuencias de sus acciones o las de otras personas. Puede ofrecer explicaciones muy particulares e inesperadas de los acontecimientos o predicciones de lo que sucederá a continuación”. Finalmente, los niños traumatizados, como ya hemos dicho, tienen problemas con el tiempo. Dice Na´ama:“Si el niño se pierde partes de los eventos porque está fuera de control o se muestra hipervigilante, es difícil que entienda el orden de las cosas. No sólo porque la disociación interrumpe la percepción del “durante” y el “después” sino que los propios recordatorios del trauma hacen que parezca que el trauma se repite”. […] El tiempo del trauma no se mueve en una sola dirección […] las cosas de antes se superponen a las de ahora, haciendo que la temporalidad sea confusa.”
Por todo ello, para los padres que tienen niños que mienten, es muy importante que se pregunten si esto puede ser síntoma de disociación. Porque la manera de entender esto y el cambio de mirada sobre la persona menor de edad, es muy importante. De igual modo, la posición en la que los padres se van a situar es otra: de la rabia que sienten y de ahí a cargar contra el chico, recriminarle, ponerle consecuencias y cuando ya nada funcione, ignorarle y dejarle por imposible, a comprender que no es una cuestión de conducta ni de índole moral sino un síntoma, la punta de un iceberg de un problema psicológico de origen traumático donde se asoma también, la disociación. Un síntoma que refleja el sufrimiento de un menor y que pone encima de la mesa el daño que sufrió por parte de otros adultos que supuestamente, debían de quererle y protegerle. Un síntoma que nos cuesta mucho más (no sólo a los padres, también a los profesionales que desconozcan esto, como me pasó a mi al principio, que tratamos de abordar con técnicas de modificación de conducta clásicas, que no funcionaban) aceptar y por eso no le brindamos al chico o chica la ayuda que necesita. Cuando el síntoma refleja ansiedad, depresión… nos ponemos más fácilmente al lado del niño o joven. Pero cuando conlleva este tipo de conductas como mentir, nos resulta muy difícil ponernos en actitud de apoyo porque lo sentimos como una agresión o una falta de límites en relación a la convivencia en el mutuo respeto por parte de la persona menor de edad.
Por lo tanto, un chico o chica con esta sintomatología, con mentiras recurrentes -que vendrán acompañadas de otros síntomas- debe de recibir ayuda profesional cuanto antes, y si ha vivido acontecimientos como malos tratos, abandono, negligencia, desarraigo u otro tipo de sucesos que han podido generar un trauma complejo con disociación, debe valorarse esta posibilidad. La ayuda debe ser especializada y proporcionada para el menor de edad y los padres o referentes de este. La actitud de los padres debe ser empática, comprensiva (ayudar al niño a comprender lo que le ocurre) firme y segura (pero sin descontrol emocional), con consecuencias y a la vez de aceptación de su persona. Esto es muy complicado porque las alteraciones de los niños con trauma complejo y disociación no tienen una solución rápida, sino que requieren de un proceso terapéutico largo, por lo que los padres para no perder la actitud terapéutica, quemarse y desesperarse, han de estar -y merecen- ser apoyados y orientados en espacio propio de terapia. Por su parte, el niño o joven trabajará la disociación (y otros problemas) con un terapeuta experto en este ámbito, sabiendo que es una defensa (tiene su por qué) que hay que abordar con cautela y que precisa de un programa de trabajo desde un modelo integral, sistémico, como el que enseñamos en la Traumaterapia de Barudy y Dantagnan, donde evaluamos y tratamos al niño comprensivamente desde los dominios de apego – trauma (disociación) – desarrollo – mentalización.
Sobre el alivio del desconfinamiento en población adolescente con antecedentes de adversidad temprana: los/as grandes olvidados/as.
Por Rafael Benito Moraga. Psiquiatra. Docente del Postgrado de Traumaterapia.
RED APEGA de profesionales.
Rafael Benito Moraga impartiendo docencia.
La situación actual ha generado una lógica preocupación por las condiciones anómalas a las que se está exponiendo a niños y niñas. Con toda razón se argumenta que la infancia es un periodo de la vida en el que las condiciones ambientales pueden ejercer una influencia decisiva en el desarrollo de la personalidad; una influencia mayor de la que tiene para los adultos, a quienes se les supone dotados de recursos psíquicos y físicos suficientes para afrontar la situación de confinamiento que priva a los niños y las niñas del estilo de vida más favorable para su desarrollo psicofísico.
El motivo de que debamos cuidar tanto las circunstancias en las que están viviendo los niños y las niñas es que en ellos y ellas, el sistema nervioso está en desarrollo; y el cerebro, como cualquier otro órgano, es especialmente sensible a las influencias externas durante los años en los que su crecimiento es más activo (Andersen & Pine, 2014). Así que debemos celebrar la decisión de aligerar la situación de confinamiento para los niños y niñas menores de 14 años ya que, el daño producido durante el neurodesarrollo puede afectar a la salud mental y física de por vida (Lewis & Rudolph, 2014)
El problema es que se puede pensar erróneamente que sólo el cerebro de los niños y niñas menores de 14 años está en un estado sensible, de crecimiento, desarrollo y modelado máximamente influenciable; cuando en realidad, el cerebro no deja de crecer y desarrollarse hasta bien pasados los 20 años. Si tuviéramos que señalar los dos periodos más importantes en el desarrollo del sistema nervioso, estos serían los tres primeros años de vida y la adolescencia; y en el caso de esta última, el periodo que va de los 14 a los 18 años. El desarrollo de las redes neuronales sigue procesos de proliferación, durante los que estas redes aumentan sus ramificaciones y conexiones, y procesos de poda, en los que estas interconexiones se van refinando, haciéndose máximamente eficientes. La proliferación se produce de modo espontáneo, siguiendo un programa genético; pero la poda depende de las circunstancias ambientales, y es importante que se produzca en las condiciones más favorables porque, si no se realiza adecuadamente, resulta difícil revertir los cambios más adelante. El primer periodo de proliferación y poda tiene lugar durante los primeros años de vida; de modo que durante los años previos a la pubertad, el neurodesarrollo no está tan activo; pero hacia los 10-12 años, con los cambios hormonales de la pubertad se inicia una segunda proliferación, a la que seguirá una segunda poda durante la adolescencia.
Los estudios de neuroimagen que permiten ver los cambios experimentados por el sistema nervioso a lo largo de la vida indican que la adolescencia, y sobre todo el periodo que va de los 14 a los 18 años, es crucial en el neurodesarrollo (Galván, 2017); un momento en el que las circunstancias van a moldear patrones de actividad cerebral que dirigirán el comportamiento y la regulación emocional de los y las adolescentes durante su vida adulta. Desde el punto de vista neurobiológico, la adolescencia es un periodo de gran vulnerabilidad; por tanto, es muy importante prestar atención también a la influencia que la situación actual de confinamiento tiene en el desarrollo psicológico de los y las adolescentes.
Y en este sentido, no todos/as los/las adolescentes tienen los mismos problemas y las mismas necesidades. Cuando la pubertad da inicio a esa segunda proliferación, esta se realiza sobre los resultados de la proliferación y poda de la primera infancia. Si durante esos primeros años de vida las circunstancias fueron favorables, el cerebro adolescente tendrá más probabilidades de experimentar una proliferación y poda saludables; por el contrario, si las circunstancias fueron desfavorables, bien por adversidades socioeconómicas, bien por maltrato o abandono, la proliferación y poda se producirán en un sistema nervioso dañado (Lanius, Vermetten, & Pain, 2010). Esto explica que quienes han sufrido maltrato, abandono o abuso durante sus primeros años de vida, sufran con frecuencia un empeoramiento de su comportamiento y de su regulación emocional durante la adolescencia; por lo que debemos interpretar sus conductas disruptivas y sus problemas emocionales como la consecuencia de una reactivación de los procesos de proliferación y poda neuronal sobre un terreno que fue dañado por la adversidad y el trauma.
Por todo ello debemos considerar que, desde el punto de vista neurobiológico, y por tanto psíquico, los y las adolescentes no son todavía adultos ni se les puede pedir que se comporten como tales; porque todavía están desarrollando las capacidades cerebrales que les permitirán mantener un funcionamiento adaptado cuando sean mayores. Así pues, ellos y ellas también necesitan que les ayudemos, entendiendo su vulnerabilidad a la situación actual y proporcionándoles el mismo alivio de la situación de confinamiento que se ha previsto para los niños y niñas.
Y entre todos los y las adolescentes, quienes necesitan más apoyo para superar las consecuencias del confinamiento son los chicos y chicas que han sufrido un daño en su neurodesarrollo por circunstancias adversas durante la infancia. Para ellos es especialmente difícil desplegar la actividad cerebral que les permitiría regular adecuadamente sus emociones; por lo que les resultará más complicado mantener la situación de confinamiento. Además, el estado de su desarrollo cerebral demanda también que se les proporcione, como se ha hecho con niños y niñas, la posibilidad de salir ocasionalmente bajo supervisión de un adulto y con las medidas de protección que se consideren necesarias, con el fin de que su evolución psíquica y física no sufra menoscabo.
Lanius, R. A., Vermetten, E., & Pain, C. (2010). The impact of Early Life Trauma on Health and Disease (R. A. Lanius, E. Vermetten, & C. Pain, eds.). Cambridge: Cambridge University Press, Cambridge, UK.
Lewis, M., & Rudolph, K. D. (2014). Handbook of Developmental Psychopathology: Third Edition. In Handbook of Developmental Psychopathology: Third Edition. https://doi.org/10.1007/978-1-4614-9608-3
Este vídeo es una entrevista realizada en directo en Facebook (24-4-2020) a cargo de Yolanda Pastor, del Centro Grafo´s Gestalt Vitoria a José Luis Gonzalo Marrodán, psicólogo, con motivo de la celebración en su centro de un taller sobre la caja de arena (nivel 1) los próximos 4 y 5 de octubre de 2020. Para contactar: contacta@grafosgestaltvitoria.com
Gracias a Yolanda Pastor por haberme entrevistado.
Es un bonito resumen sobre la técnica, sus orígenes, los objetivos del nivel 1, su adecuación para niños y personas que por cualquier causa no tienen disponibles las palabras, cómo conducir una sesión, la relación terapeuta paciente y la importancia de los procesos no verbales en terapia.
Si quieres saber qué tratamos y abordamos en el nivel 1, puedes ver este vídeo.
Aviso sobre fechas de los próximos talleres de la caja de arena
En el nivel 1 trabajamos sobre este
libro desde la práctica y la vivencia.
Los talleres niveles 1 y 2 que estaban previstos celebrarse en el Centro UmayQuipa, Madrid, 20 y 21 de junio de 2020, quedan aplazados a fecha por determinar. Pueden ponerse en contacto con los organizadores en el mail para apuntarse a la lista: umayquipae@gmail.com o llamar al teléfono: 91 549 3878
En el nivel 2 trabajamos sobre
este libro desde la práctica y
la vivencia.
Los talleres niveles 1 y 2 que estaban previstos celebrarse en el Centro Grafo´s Gestalt Vitoria, en Vitoria, 27 y 28 de junio quedan aplazados al 3 y 4 de octubre. Para apuntarse: contacta@grafosvitoria.com o llamar al teléfono: 649 806 006.
El canal de Youtube que dirige la psicóloga Violeta Alcocer, titulado "Quédate en casa con salud", me ha pedido colaborar con vídeos que ayuden a las familias y a los/as niños/as durante el confinamiento por el coronavirus.
En este canal participan también otros colegas que trabajan con niños/as y sus familias con orientaciones que ayudan en otras áreas diferentes a las que yo abordo: dificultades de aprendizaje, claves para lograr buen clima en casa...
Además, este canal ofrece otros vídeos dirigidos a adultos sobre otros temas importantes durante el confinamiento: manejar las preocupaciones, sobre la tristeza, las relaciones sexuales, alimentación saludable...
Todos los vídeos han sido grabados por psicólogos/as sanitarios o clínicos colegiados en su respectivo Colegio Oficial de La Psicología.
Así, los/as que no podéis acceder a la lectura de los textos, podéis verlos y/o escucharlos y acceder a la información y las orientaciones. Felicito a Violeta por esta iniciativa solidaria.
Antes de ofreceros los apuntes que tomé de la videoconferencia, os recuerdo que compartáis y difundáis el videocuento creado por el niño Iván Delgado y la ilustradora Chus Santos, titulado: "El Dr. Chin-Chate contra el virus" Este niño ha tenido la ingeniosa idea de hacer hablar al coronavirus, enfatizar el trabajo de los sanitarios y de los científicos para apoyar la campaña "Quédate en casa" Es una ocasión privilegiada para poner en valor a la infancia y recordar los derechos recogidos en la Convención de los Derechos del Niño.
También podéis descargaros AQUÍ el cuento en archivo pdf para que podáis leerlo e incluso colorearlo a vuestro gusto.
Ahora sí, a continuación, los apuntes.
Apuntes de la Introducción de Glenda
En primer lugar, intervino Glenda para darnos unas pinceladas sobre la terapia con niños por videoconferencia, especialmente sobre cómo crear el espacio terapéutico, tener en cuenta las dificultades que pueden surgir con la conexión por fallos en las redes de comunicación, estructura de la sesión y algunas otras cuestiones que hacen de la terapia on line una modalidad diferente que también puede tener ventajas.
Cuando hacemos terapia on line (videoconferencia, teléfono…)
-Es posible que se congele la imagen o haya problemas con el sonido. Podemos perder la conexión tecnológicamente, pero podemos explicar al niño que no por eso perdemos la conexión emocional, estamos ahí presentes. Glenda animó, durante la videoconferencia, a que jugáramos a que nos congelamos, e incluso cortó deliberadamente el sonido (dejando un intervalo de breve silencio para volver a restaurar la comunicación verbal) para que lo experimentáramos y a nuestra vez jugáramos nosotros con el niño a lo mismo, cuando hagamos terapia por videoconferencia.
-Representar el espacio terapéutico: Es necesario animar al niño a elegir una sala, donde pueda hablar con comodidad y privacidad. Personalizar el espacio, hacerlo propio, creando un área limitada, a veces con cosas sencillas como una mantita que se trae y se usa para la creación del espacio y luego al terminar se guarda para cada sesión.
-Es muy importante la privacidad del niño, así como el consentimiento informado de los padres para la realización de la terapia con este, como procedemos también en la terapia en consulta física, respetando y cumpliendo lo que contemple el Código Deontológico de la profesión, así como la Ley de Protección de Datos.
-Es necesario prever rituales de inicio y fin de sesión, ayudan a la predecir y dan seguridad al niño.
-La mochila terapéutica, un kit que tanto Glenda como Ana María animan a los niños a que puedan disponer del mismo. Son los materiales con los que podemos contar para una sesión y le pedimos al niño que recopile: manta, pinturas, papel, muñequitos. La aplicación de videoconferencia Zoom cuenta con una pizarra.
Glenda a continuación abordó otros aspectos que son esenciales en las sesiones de terapia on line:
-El juego es vital para los niños. Nos ayuda a regularnos. Puede actuar subiendo o bajando los niveles de activación psicofisiológica. Glenda habló de juegos que podemos hacer con los niños, adaptados al formato de videoconferencia, que impliquen distintos niveles de movimiento, siempre que podamos. Indicó uno al alcance de todos los terapeutas, muy divertido, al que denominó “entregar y recibir”: el terapeuta golpea la mesa y el niño responde. El niño dice una palabra o un soniquete, el terapeuta le contesta. Esto ayuda a jugar y crea conexión entre el terapeuta y el menor de edad.
-Normalizar la terapia on line: Para ello necesitamos hablar con el niño sobre cuánto tiempo nos vamos a ver por este medio, así podemos hacer de esta modalidad algo habitual durante este periodo de tiempo en la vida del niño.
-Nuestro paciente: Tener en cuenta si es un niño al que ya veíamos y tratábamos con anterioridad o es un niño al que atendemos por primera vez y le conocemos a él y a sus padres o cuidadores por videoconferencia. Esto es relevante porque hemos de valorar cuánto tiempo de estabilización emocional y sintomática necesita antes de pasar a la fase de procesamiento y tratamiento de los contenidos traumáticos.
-El apego es un marco teórico con el que siempre trabajamos en trauma, pues los niños están apegados a sus padres y la función de este es encontrar la seguridad y la conexión emocional en estos. En tiempos de amenaza como lo son los del COVID-19, el sistema de apego de los niños se activa y cuando más necesitamos a las figuras de apego es precisamente en periodos de estrés, como los que estamos viviendo.
-A continuación, Glenda quiso remarcar que hemos de centrarnos en el estado emocional de los padres o cuidadores. ¿Cómo están los padres o cuidadores? Sobre todo, en aspectos que podemos dar por hecho están cubiertos -puede que no sea así- y que son fundamentales para poder hacer una terapia con seguridad: ¿Tienen cubierta la alimentación? ¿Tienen acceso a necesidades básicas como la higiene, la luz, el agua…?
-La terapia no puede centrarse -porque el formato de videoconferencia en principio no sería el más idóneo para trabajar a un nivel profundo- en acceder a las memorias del trauma de cada niño que se asocien con el COVId-19, sino en disparadores del presente relacionados con el virus. Pero tanto Glenda -como después Ana María Gómez- insistieron en que como todo hay que estudiar cada caso y ser flexibles.
-Finalmente, entre las recomendaciones de Glenda para entregar a todas las personas es que hagamos ejercicio físico cada hora, unos tres minutos.
Apuntes de la Conferencia de Ana María Gómez: “La terapia EMDR con niños como un arte en tiempos de crisis”
Ana Gómez comenzó su conferencia enfatizando que hacer terapia no es utilizar técnicas, según le convenga al terapeuta. Tampoco es protocolizarlo todo, usar sólo los protocolos que existen en terapia EMDR.
Para Ana Gómez el niño es como un instrumento. Puso una fotografía de diversos instrumentos y comentó que no sabemos qué instrumento elegirá el niño ni qué melodía interpretará con cada uno de ellos. Tenemos que estar muy atentos a ese sentir del niño y a este estado emocional en el que nos lo encontraremos, su nivel de regulación. Para ello, es imprescindible mirar todo el paisaje clínico del niño, y eso conlleva hacer toda la conceptualización de caso. Y, además, valorar dónde se ha quedado cada niño (si trabajábamos antes con él en la consulta física) en el trabajo terapéutico. O si es un niño con el que empezamos o estamos recién comenzados, ¿cómo está ese niño y qué melodía empieza a tocar? Para ello hemos de preguntarnos como terapeutas: ¿Vamos a estabilizar a ese niño? ¿Vamos a continuar el re-procesamiento? Esto último es relevante teniendo en cuenta el medio en el que estamos y las posibilidades que nos da, pero los límites que también nos impone. Hemos de recordar, dijo Ana, que los niños saben mucho de internet.
El niño como un instrumento musical. ¿Qué melodia toca hoy?
Prosiguió Ana Gómez poniendo otra metáfora: qué ingredientes tengo y qué voy a cocinar. ¿Cuáles son los ingredientes en el caso del niño? Los estados cognitivos, emocionales, conductuales y somáticos.
Antes de entrar a abordar la preparación de una sesión on line, Ana Gómez quiso subrayar una palabra con la que quiso que nos quedáramos: INTENCIÓN. ¿Qué de intencionales somos? La crisis nos lleva a no estar completamente presentes por el estrés que genera en todos. Es necesario que estemos presentes momento a momento, hacerle sentir esto al niño. ¿Cómo? Sabiendo que la terapia involucra la mente del niño y del terapeuta. Los seres humanos podemos usar la mentalización, la capacidad de observar la mente del niño y la nuestra propia y tratar de comprenderla en términos de estados internos que subyacen a la conducta, pudiendo inferir los mismos. Es totalmente necesario que tengamos la mente del niño en la nuestra. “Quédense con eso”, remarcó Ana Gómez: SERINTENCIONALES.
Preparación de la sesión
En este momento de la conferencia, Ana María repasó también todos los aspectos -que ya había abordado antes Glenda- referidos al espacio, el medio, los materiales, posibilidades de movilidad del niño, los padres…
-Mapa físico: ¿Dónde tendrá lugar la sesión? ¿En qué espacio de la casa se llevará a cabo? ¿Es un lugar al que pueden acceder otras personas, pueden entrar otros? ¿Tiene privacidad el niño? ¿Es un lugar apropiado?
-Usará computadora, tableta o teléfono.
-¿Cuánta movilidad tiene el niño para las actividades que se puedan planificar?
-Si los padres participan, preparar antes con ellos la sesión y aclarar cuál es el objetivo de la misma y de su participación. Aclarar su rol en la sesión.
-Preparemos nuestro espacio como terapeutas: Nuestra propia casa (habilitar un lugar o una habitación desde la que nos conectaremos e investirla como sala de terapia) Valorar nuestra propia movilidad. ¿Tenemos espacio para hacerlo?
-¿A qué materiales tiene acceso el niño? ¿Cuenta con Play-Doh, marcadores, papel, muñecos de peluche…?
-Hagamos un inventario con el niño: ¿Con qué cuenta? Hay hogares y niños que cuentan con pocos medios. El niño puede decir que cuenta solo con una piedrita. Otros dirán que tienen un vaso, un cojín u otros objetos. Cosas simples. Lo que el niño tenga, con eso hemos de trabajar.
-La terapia virtual tiene retos, pero también tiene elementos positivos. Hay niños para los que su casa y su cuarto no es un lugar seguro. Hemos de cerciorarnos mucho de la seguridad con la que cuenta un niño, tanto si vive con los padres como con los cuidadores de un centro de menores. Y trabajar para lograr esta seguridad, imprescindible para poder hacer terapia.
¿Con qué contenido trabajamos a nivel terapéutico?
Disparador…………………………………………..> Eventos del presente que gatillan respuestas emocionales, conductuales, somáticas….
Experiencias recientes adversas/traumáticas ……………..> Acontecimientos sucedidos ahora o hace poco tiempo en relación al COVID-19 que sean adversos o supongan trauma para el niño.
Eventos adversos/traumáticos del pasado……………….> No en pandemia
Memorias de vínculos y del apego……………………………> No en pandemia
Aunque Ana María Gómez subrayó que no se debe ser rígido en cuanto a no trabajar a nivel más profundo con los eventos traumáticos y las memorias del apego. Valorar cada caso, cada niño y cada familia.
Trabajando experiencias recientes relacionadas con el COVID-19
Portada del libro de Ana María Gómez, muy útil aunque seas un profesional que no trabajes con EMDR.
Una de las cuestiones relevantes es que las experiencias recientes pueden ser, como sabemos, una vía de entrada a contenidos almacenados en la memoria. Así, una decisión es determinar si entramos en la memoria entera o en fragmentos de memoria sólo. Para ello contamos con:
El protocolo de eventos recientes (cuya autora es Shapiro)
El protocolo grupal de Jarero.
Cuando entramos en la memoria entera, Ana María Gómez comentó que debemos decidir: (1) Si entramos en un PROCESAMIENTO RESTRINGIDO, es decir aplicamos sólo EMD o EMDr. Cuando aplicamos EMD las tandas de estimulación bilateral son más cortas y se regresa al target o blanco de una manera más seguida. No se trabaja demasiado con las redes asociativas y no se llega a un SUD (Nivel de perturbación) de 0 (cero). También podemos usar un EMDr donde no hacemos un gran EMDR, uno completo, sino mucho más reducido. O, (2) por el contrario, entramos en un PROCESAMIENTO irrestricto donde aplicamos EMDR clásico.
La intención
Nuevamente Ana María Gómez volvió a incidir en la intención, en este caso para hacernos conscientes de cómo usamos la terapia EMDR. ¿Vamos a usar con todos los mismos protocolos? La psicóloga experta en trauma y autora de “La terapia EMDR y abordajes complementarios” enfatizó que no se trata de eso, de usar sólo esos protocolos de procesamiento. Estamos trabajando con niños que dependen de los cuidadores y del contexto en el que se desenvuelven, se relacionan y conviven y por lo tanto, Ana María Gómez dijo que hemos de considerar estos aspectos, que son condiciones imprescindibles de valorar en el trabajo terapéutico con niños:
SEGURIDAD: ¿Cuán seguro se siente el niño en su medio? Sin seguridad no se puede procesar ningún evento o experiencia reciente en relación al COVID-19
TOLERANCIA AL AFECTO: La capacidad del niño de tolerar afecto positivo y negativo.
PROCESAMIENTO: ¿Está preparado para poder entrar en procesamiento o necesita una fase de estabilización más larga?
TRABAJO CON PADRES O CUIDADORES: Fundamental, hizo mención a los niños que conviven en los centros de menores, pues hay que buscar el modo de crear la seguridad y de contar con los cuidadores.
La seguridad nos la da sentirnos conectados a otros. Ana María mencionó a Gabor Maté y su frase: “La conexión es la esencia de la seguridad” Es necesario que el niño reciba algo de conexión ahora, como capa protectora. Puso como ejemplo la metáfora del accidente: si sufrimos un accidente con una moto pequeña, es probable que no tengamos capa que nos proteja y suframos más daño. Si tenemos el accidente con un camión grande, tendremos más capa protectora al ser más robusto y fuerte.
Pues bien -continuó Ana María-, cuando el niño tiene esa capa protectora, este tiene más posibilidades de trabajar el trauma. Hay que ayudarles a crearla. Y es en este momento de la ponencia cuando Ana María mencionó e incidió en que el trabajo ha de ser SISTÉMICO, implicando a los padres o cuidadores. Hay que abordar los propios traumas de los padres o cuidadores para que puedan segurizarse ellos y dar seguridad a sus hijos.
Porque los niños -Ana María usó un esquema para explicar cómo funcionan los MIT (Modelos Internos de Trabajo)- tienen una historia de interacción con los cuidadores que forman sistemas de memoria. Lo que ocurre en nuestras vidas ocurre fisiológicamente en nosotros pues los componentes emocionales, conductuales y somáticos de las experiencias se almacenan físicamente en las redes de memoria, en las neuronas y sus sinápsis, que son las que contienen la información. Estos sistemas de memoria, los MIT son reguladores fisiológicos y como tal actúan e influyen en la neurocepción del niño, esto es, en qué medida un niño valora de manera automática cuanta seguridad le merece un lugar, persona, situación o cuidador.
Si es un niño con neurocepción de peligro, es un niño que va a entrar en la pandemia con estados desregulados de hipoactivación e hiperactivación, alternantes, además. La conexión ha de ser con los padres o cuidadores. Por lo que, seguidamente, se detuvo en hablar de los mismos, dado su rol insustituible para regular al niño.
Trabajo con los padres o cuidadores del menor de edad
Los padres en esta crisis provocada por el COVID-19 soportan gran estrés. Sobre ellos recaen:
(1)Las restricciones financieras (muchos pueden sufrir una importante crisis económica) y el desempleo.
(2)El aislamiento social impuesto por el coronavirus, que activará redes de memoria y vínculo.
(3)Los padres deben de desempeñar múltiples roles (cuidadores, maestros, enfermeros…)
(4)Trabajar desde casa, lo cual los mantiene también con las preocupaciones o asuntos de su trabajo.
(5)Salirse fuera del umbral de intimidad. Son personas, algunos padres, que no pueden soportar la intimidad. De la noche a la mañana pasaron a convivir las 24 horas del día con su mujer y niños. Esto influirá en su ventana de tolerancia a las emociones y se pueden desregular.
Ana Gómez sostiene que esto va a influir o incluso colapsar negativamente el sistema de cuidados de los padres. Si este no funciona, el niño no se siente seguro. No habrá conexión emocional porque tendremos a los cuidadores completamente estresados. Cuando estamos estresados, las redes de memoria que contienen información maladaptativa se activan. Entonces se puede reactivar el trauma que no esté sanado en los cuidadores. Porque, recordó, no hay nadie que no tenga ningún trauma. Los padres pueden presentar traumas más leves como más profundos que implican las memorias del apego, los recuerdos que están codificados en las estructuras cerebrales responsables de la memoria que contienen la información de cómo fuimos tratados por nuestros propios padres o cuidadores.
Así podemos asistir a lo que ella denominó distintas “coreografías disfuncionales” Padres que utilizarán el grito o padres que utilizarán el distanciamiento. Todo esto se va a exacerbar con la aparición del estrés asociado al COVID-19 y la pandemia. Por eso hay un incremento significativo de violencia doméstica con abuso infantil. Todas las redes que contienen información traumática de ahora y del presente se activan, especialmente como decimos, en los padres que presenten un trauma más complejo.
Ana María Gómez distinguió diferentes perfiles de padres/madres:
Los PREOCUPADOS, categoría que se extrae de la AAI (Adult Attachment Interview – Entrevista de Apego Adulto, de George y Main) Son cuidadores impredecibles y poco confiables. Son cuidadores intrusivos en el modo de relacionarse con sus hijos. Cuidados que prodigan desde la ansiedad y desde la dificultad de diferenciar sus estados emocionales de los de sus hijos. Son cuidadores intermitentes que a veces llenarán las necesidades de los niños, pero de un modo no contingente a estos, sin preguntarse si eso es lo que necesitan (lo hacen desde su estado de mente) y otras no las satisfarán. Hay una dificultad en ser predecible, mayor probabilidad de ser intrusivo. Hemos de trabajar con ellos para que sean más predecibles y que tengan más contigencia en sus respuestas al niño.
Los DISTANCIANTES, categoría también contemplada en la AAI. Estos cuidadores -como los anteriores, por sus heridas tempranas- son distantes emocionalmente. Ahora son forzados a estar en un apartamento pequeño con su pareja y los niños cuando ellos mismos no pueden tolerar esa conexión ni la intimidad.
Por eso la INTENCIONALIDAD -volvió a corroborar Ana María Gómez la importancia de esto- es tan importante. Este cuidador necesita ayuda, el último para tolerar más conexión y el anterior para ser más predecible y alinearse con los estados emocionales del niño.
¿Qué ocurre cuando el sistema de cuidados de los padres es DESORGANIZADO? Hay una desorientación, confusión y miedo en los niños. Hay una ruptura en la co-regulación. Los comportamientos de los padres también están desorganizados y promueven el miedo o el terror. Los niños viven como en refugios, desconectados porque no pueden ni huir ni luchar frente a esto.
Cuando sobreviene el COVID-19 la familia que más será golpeada por su efecto es esta última, pues se ve seriamente afectada con cualquier tipo de estrés. Aquí hay un sumatorio (el COVID-19 golpea donde ya había trauma y adversidad y un sistema de cuidados desorganizado). Hay una desregulación severa previa a la pandemia, que va a verse muy afectada, mucho más, con la presencia de esta.
El niño que convive en cada uno de estos sistemas de cuidado (preocupado, distanciante, desorganizado o seguro) posee un MIT (Modelo Interno de Trabajo), concepto propuesto por Bowlby (1989), un esquema mental que contiene la información almacenada en la memoria de los recuerdos en relación al tipo de apego desarrollado con cada cuidador (preocupado, distanciante, desorganizado o seguro) Cuando hay estrés, como ahora con el COVID-19, afirmó Ana María Gómez, cada niño tiene, cuenta, con una información previa sobre qué hacer en momentos de estrés y amenaza. Si hubo un diálogo de seguridad entre ese niño y sus padres, en los momentos actuales ese niño va a ser más resiliente y va a utilizar esos reguladores psicofisológicos que ya existen en su memoria por su historia de apego suficientemente segura con sus padres o cuidadores.
Cuando no hay reguladores fisiológicos (pues esta información está físicamente almacenada en las redes de memoria, recordó Ana María Gómez) habrá una gran desregulación emocional y conductual en el niño, e incluso puede existir tendencia alternante: momentos de hiperactivación con etapas de hipoactivación. En estas últimas es cuando se puede llegar a la disociación porque se produce un colapsamiento y se activa la rama dorsal del nervio vago.
Por ello es tan importante la seguridad en el trabajo con estos niños. Seguridad, recordó, no es la ausencia de peligro. Es necesario que exista conexión emocional con los padres o cuidadores. El niño puede tener una neurocepción de peligro, aunque esté en ambiente seguro.
Debemos de preguntarnos: "¿Qué tan seguro está el niño en su mundo externo?" "¿Qué tan seguro se siente él internamente?" Y aquí propuso una actividad para ayudar al niño a expresar cuán seguro se siente. Le ofrecemos un muñequito y le pedimos que coloree dicho muñequito. La cantidad que haga es la que indica la cantidad de seguridad percibida: poca, media o mucha.
Seguridad relacional quiere decir ¿cómo es la relación del niño con sus cuidadores? Cuidadores estresados tienen redes de memoria que contienen información de adversidad, trauma. No importa las buenas intenciones que estos padres o cuidadores puedan tener, porque si entran en modo de supervivencia y de preservación no pueden responder a las necesidades del niño de modo contingente.
Y, finalmente, la seguridad emocional. ¿Tiene un medio, un canal para poder expresar las emociones y estas son validadas por los padres o cuidadores?
Cómo funciona el sistema nervioso autónomo de los niños
El trauma impacta en el sistema nervioso autónomo. Aquí Ana María Gómez recordó las aportaciones de la teoría polivagal aplicadas a los niños, de Porges (2011) Si existe mucho trauma, el Sistema Nervioso Autónomo puede desestabilizarse.
Así tenemos el Sistema Nervioso Autónomo SIMPÁTICO, que a los niños se lo explicamos con la imagen del TIGRE.
Tenemos el Sistema Nervioso Autónomo PARASIMÁTICO, que a los niños se lo explicamos como un RATONCITO. Nos puede llevar al colapso.
Tenemos la rama VENTRAL DEL SISTEMA NERVIOSO PARASIMPÁTICO, que es la responsable de que podamos conectar con los otros cuando se activa.
Ana María Gómez comentó que pueden existir “perfiles neurobiológicos”, pues los sistemas nerviosos de algunas personas han podido ser moldeados por las experiencias traumáticas vividas, por la acumulación de las mismas, de tal forma que se activa de una manera reactiva y automática. Hay que entender estos perfiles y saberlos explicar a los niños.
Puso una imagen con tres cuadrados, uno de color azul, otro rojo y otro de color verde.
En el cuadrado AZUL, escribimos: CAMINO FRÍO: Representa la inmovilización y el derribo, La desconexión y en casos más severos, la disociación.
En el cuadrado ROJO, escribimos: CAMINO CANDENTE: Representa la movilización, la agitación, sentirse abrumado e inseguro.
En el camino VERDE, escribimos: CAMINO VERDE: Representa el compromiso, la conexión y el sentirse a salvo.
Junto con el niño (también para los padres) pensemos: "¿Qué te lleva al camino verde, al rojo y al azul?"
Aquí pueden surgir lo que en terapia EMDR llamamos target o blancos a procesar.
En este punto, Ana María Gómez quiso recordar que los padres pueden necesitar a su propio terapeuta.
Tenemos que empezar por lo que nos lleva al camino verde.
Diádicamente vamos a tomar la ruta verde
Podemos mirar el color verde y juntos respirar.
Podemos mirar el color verde y juntos tararear una canción.
Podemos mirar el color verde y juntos crear afirmaciones.
Técnicas
Tras esta mirada sistémica, necesaria, Ana María Gómez pasó a desarrollar las técnicas que pueden usarse con el niño para ayudarle en la regulación.
Cambio de estado
Los estados emocionales son propios, pero a los niños les cuesta por su edad poder regularlos, su ventana de tolerancia a las emociones es más estrecha. Por ello, sabiendo además que la sanación se produce cuando el niño aprende afrontar lo que le duele, es importante usar técnicas que le permitan no tener que contactar con todo el malestar siempre. Sólo durante un tiempo. Hemos de decirles que las emociones son como mensajeros que nos comunican cosas importantes. Le pedimos que se imagine que tiene una cucharilla y que sólo “coge” un poquito de su tristeza y está con ella un poco de tiempo solamente. El mensaje es que puede visitar su tristeza, sobre todo si está con alguien al lado que me acompaña.
Fisicalizar
Es una palabra inventada por Ana Gómez. Para ella es crear algo que existe dentro de su mundo físico. Esta es mi tristeza: qué objeto la representaría, o cosa. Tamaño, forma, color que tiene… Si existe físicamente la puedo tocar, puedo hablar con ella…
Grande y pequeño
Deja que el sentimiento se haga grande o se haga pequeño. Le decimos al niño: “Busquemos algo en tu habitación que sea grande como ese sentimiento que tienes. Vamos a buscar algo… ¿Lo tienes? Bien. Luego podemos buscar algo que represente cómo ese sentimiento se hace pequeño. Vamos a sentarnos con él y podemos establecer una conversación preguntando sobre el mismo".
Compasión hacia nuestras propias emociones
La sanación no se da a través de golpearnos. Es importante enseñar al niño a restaurar la compasión. ¿Cómo le podemos hablar de compasión? Le pedimos que con plastilina coja un trozo que sea AMARILLO, este es el AMOROSO. Y otro trozo que sea VERDE, este es LA AMABILIDAD. Pues ya tenemos la compasión, le decimos al niño. Ser amables y amorosos con nosotros, incluso con lo que no nos gusta de nosotros u odiamos. Muchos niños han estado solos y no han tenido a nadie que les de compasión, que les enseñe a amarse y ser amables. No ha habido nadie en sus vidas. Y lo más duro de todo no es tanto el trauma sino la soledad con el mismo. Experimentar el sufrimiento acompañado es una capa protectora. Estoy contigo, aquí estoy.
Para hacerlo aún más curioso, Ana María Gómez en sus sesiones lo hace de un modo entretenido y divertido. Varias veces imita el sonido de una corneta ("¡Tatariiiiiiii!") y dice: “Momento de compasión” E invita al niño a darse amabilidad y amor.
Mis necesidades
Es una técnica para centrarse en cómo se satisfacen las necesidades del niño. Hemos de tener presente -y trabajarlo con los padres también- que debajo de los comportamientos y emociones difíciles de manejar hay necesidades no satisfechas. “Necesito que alguien me diga que soy amado”, por ejemplo.
Lo que propuso es que los terapeutas planteen a los papás o cuidadores que creen rituales en el que todas las mañanas nos reunamos y pongamos un rinconcito donde el niño escriba o ponga de alguna manera qué necesita. Es un modo de poder darle un lugar a las necesidades del niño y lanzar el mensaje de que las vamos a atender. Una variante puede ser el muro de las necesidades, donde estas se escriben o dibujan. Y otra técnica similar es el boletín de mis necesidades, como un tablón de anuncios. E incluso crear un arbolito con ramas donde el niño coloque tarjetas que expresan o comunican estas necesidades. Ana María Gómez mencionó a la psicóloga argentina Paula Moreno como una referencia en el uso de esta técnica.
Respiración de color
Técnica que Ana María Gómez viene usando desde el año 2008. Se le propone al niño con una caja de pinturas abierta, que juegue con cada color y practique respirando aire de cada color. Invitamos al niño a notar la diferencia. "¿Cómo le hace saber el cuerpo con qué color se siente mejor?" Le pedimos que elija el color que le traiga los sentimientos más cómodos. Entonces le solicitamos que juegue a llenar el cuerpo de este color. Si elige el rosa, a medida que, por ejemplo, respira, le pedimos que respire más y más hasta que el niño esté bien lleno de aire de color rosadito. Luego, le pedimos que elija un color que le haga sentir mal o incómodo. Por ejemplo, el gris. Entonces, puede expirar y sacar el gris, hasta vaciar todo su cuerpo de este malestar. Y a la vez, lo llena respirando, por ejemplo, el rosadito, que le hace sentir bien.
Cajita de ayudantes para el coronavirus
La psicóloga y experta en EMDR niños y adolescentes nos invitó a que animemos al niño a crear su cajita de ayudantes para el coronavirus, para poder afrontarlo. Puede contener:
Lugar feliz o seguro.
Canción o tarareo.
Un baile
Estación del año favorita
Color favorito
Respiración de colores
Si tiene mascota, un animal que le acompaña
La canción del corazón
Ana María Gómez concluyó el taller proponiendo a todos los terapeutas que en la tarde-noche del domingo 12 de abril de 2020 hiciésemos al unísono el ejercicio "la canción del corazón". Espero recordarlo bien porque me metí tanto en ello que oía la voz de Ana María, pero la mente ya me llevaba a la conexión con la persona que perdí y a la que echo de menos. Se propone cuando alguien ha muerto, un ser querido para el niño. Sabemos que en esta pandemia de coronavirus está muriendo mucha gente y que además muchas pueden hacerlo solas. Para el niño saber que alguien murió solo es doloroso. El objetivo de la técnica es ayudar a que el niño sienta la conexión con ese ser querido. Es una visualización. Le pedimos que dirija su mente hacia su corazón y desde ahí que imagine que hace un viaje. Sale por la habitación… la calle… circula por las aceras conocidas… su barrio… en un momento determinado sube por el cielo…sube más y más y llega hasta el espacio donde están las estrellas… y se siente en conexión con la persona que extraña porque los corazones de ambos se unen… Y puede, durante el tiempo que él desee, verse, tocarse, sentirse… sentirse unidos afectivamente.
Lo importante es que el niño sienta que estamos siempre conectados con las personas que extrañamos.
Agradezco en nombre de todos/as y en especial de la RED APEGA DE PROFESIONALES, PUES ESTE ES EL BLOG OFICIAL DE DICHA RED, la formación que generosamente Ana María Gómez impartió el 12 de abril de 2020 vía videoconferencia donde -y esto es opinión personal- ella presentó EMDR como una terapia a integrar dentro de un modelo sistémico, con una mirada mucho más amplia, algo imprescindible en terapia infantil. Sus propuestas las veo compatibles con nuestro modelo de traumaterapia infanto-juvenil sistémica. También le agradezco su generosidad al darme permiso para publicar en el blog mis apuntes sobre su conferencia. NOTA importante: La terapia EMDR sólo puede ser aplicada por profesionales psicólogos o psiquiatras formados en la misma.
REFERENCIAS
Bowlby, J. (1989). Una base segura: aplicaciones clínicas de la teoría del apego. Barcelona: Paidos Ibérica. George, C., Kaplan, N., Main, M. (1985). Adult attachment interview. Documento no publicado.
Porges, S.W. (2011). The polyvagal theory: neurophysiological foundations of emotions, attachment, communication and self-regulation. New York: W.W. Norton & Company.