Recibo de Cristina Cortés -muchas gracias- su nuevo cuento “Cuéntame cuando sí anidé en una tripa y sí nací”, un cuento-libro a todo color -editado por Desclée de Brouwer- que usando un lenguaje metafórico y con ilustraciones de fondo marino (algunas tan fascinantes que son dignas del mejor pintor surrealista), nos traslada sobre todo a ese “paraje emocional donde se esconden necesidades afectivas que no fueron cubiertas, ese alimento afectivo que como bebes todos necesitamos y que muchos niños (biológicos, adoptados, acogidos...) no recibieron ni sintieron”
Lo más útil, a mi juicio, del cuento es que entrega a los padres y cuidadores actuales de los niños (acogedores, adoptivos...) que sufrieron estas carencias y fallas básicas afectivas desde el comienzo de la vida, la gran tarea que está en sus manos (cuando son bien asesorados por los profesionales): ayudarlos a descubrir esos estados carentes y acompañarlos adecuadamente para propiciar la conexión que los lleve a una reparación basada en el “te veo, te siento, te reconozco” (Gómez, 2013)
El niño/a ha podido vivir estas dolorosas carencias afectivas con las cuales él/ella no quiere conectar y se disocia de las mismas o las saca al exterior en forma de conductas alteradas como la agresión, el control, la adicción u otras... Pero si los cuidadores están desde el principio sensibilizados y atentos a descubrirlas, entonces como Cristina Cortés bien dice: “conectará con esos estados bebés, infantiles y/o juveniles que han quedado encapsulados, aislados, sin poder calmar su necesidad de afecto, sin poder disfrutar del placer del contacto. Será necesario conectar con esos estados que evitan confiar, que sueñan y evitan soñar con alguien inmenso, proyector, acogedor, que esté ahí para él, con alguien real, que nos asegure que el cielo y la tierra son bellos, inmutables y cálidos” (...) “Y permitirle poner palabras, conectar con su dolor, tolerarlo y modularlo” Esto último es fundamental: ser capaces de regular estos estados de una manera reflexiva.
Los dibujos del cuento a cargo de June García y Loreta Larraya son fascinantes, propios del mundo en el que habitan los contenidos de la memoria implícita. |
Este cuento-libro es una gran oportunidad para tomar conciencia de que como padres y cuidadores la encomienda de la adopción o el acogimiento va más allá -especialmente para quienes tienen la tarea de llevar adelante una parentalidad terapéutica y reparadora- de dar cuidados funcionales a los niños/as. Una de las reparaciones a llevar a cabo es ser capaces de llegar a estos estados internos de los niños (cuando no fueron mecidos, abrazados, besados, sentidos, sosegados) y desde el presente reconocerlos, ponerles palabras y sentirlos y contenerlos adecuadamente, si se desbordan. Cristina Cortés con este precioso cuento, nos regala una herramienta de un valor inestimable para, primero, ser conscientes de ello y, después, tratar de hacerlo con nuestros niños. Si no sabemos cómo, siempre se puede pedir ayuda profesional para que os guíen y os acompañen.
"Unas pinceladas sobre el abandono, la orfandad, la adopción o el acogimiento" |
Para ello, Cristina estructura el cuento-libro en tres partes: la primera, es un relato que acerca a los niños mediante el lenguaje metafórico y usando un fondo marino, cuáles son las sensaciones que se experimentan al comienzo de la vida. Esto permitirá -junto con un adulto facilitador- que el niño evoque, posiblemente, sus propias emociones-sensaciones y se pueda llegar a esta parte de su vida desde el presente y nutrirla. En la segunda parte, la autora nos ofrece una pincelada emocional sobre el abandono, la orfandad, la adopción o el acogimiento, contándonos qué ocurre cuando un bebé vive la pérdida o la inseguridad en el apego. Y en la tercera parte, participan cinco niños/as que han cedido sus producciones terapéuticas, que como siempre nos conmueven porque nos abren la puerta a lo que existe en lo más profundo de su interior cuando lo implícito se simboliza y se hace explícito y que muchas veces no es visto por el mundo adulto porque solo se fijan en lo externo.
Los niños regalan sus dibujos e historias de vida para el cuento. |
En suma, un gran instrumento, sensible, genuino, como ella, su autora, alma que sabe tocar delicadamente otras almas. Las ilustraciones, extraordinarias, imaginativas, sugestivas... a cargo de June García y Loreta Larraya. Y no me puedo olvidar de una maravillosa presentación elaborada por la escritora -y entrañable- Yolanda Guerrero, autora de la novela "El huracán y la mariposa", a quienes desde estas páginas ya conocemos. Cristina no podía haber elegido mejor anfitriona.
El cuento-libro podrá ayudaros, familias, a acercaros a vuestros/as hijos/as, y con mucho tacto y sensibilidad (hay que tener cultivada la capacidad empática), encontrar un tiempo para corazón con corazón, como bien expresa Maryorie Dantagnan, abrir la puerta a la memoria implícita de vuestro/a niño/a (que se manifestará en las sensaciones de su cuerpo y en las reacciones que escenifica) y acogerlas desde el presente para darle -y envolverle en- esa atmósfera de cuidados y algodón afectivo que supone ser sentido, para que así vuestros/as hijos/as puedan integrar que sí sienten que están siendo anidados en vuestra "tripa" emocional y envoltura afectiva. A veces, hay que saber tolerar y hacerse cargo también del dolor que puede emerger, para verlo y acogerlo, y que así quede espacio en el niño/a para surja lo que una niña narra en el cuento de Cristina: “algo cambia, me mecen, me cuidan, me ven...comienzo a existir. Me quieren...Pertenezco, soy, me toco, tengo volumen, existo..."
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