lunes, 30 de diciembre de 2019

Hicieron Buenos tratos durante 2019, a ellos y ellas: muchas gracias y ¡Feliz Año Nuevo para todos/as!

Durante el año 2019, Buenos tratos ha seguido su andadura gracias también a la participación de los profesionales, mujeres y hombres, que dijeron desinteresadamente "sí" a escribir un post y contribuir con ello a que sepamos más de trauma, apego y resiliencia.

1/ Todos y todas nos dejaron su saber. 

2/ Todos y todas invirtieron tiempo, esfuerzo y usaron su intelecto y sus emociones para enseñarnos y conectar con nosotros/as.

3/ Todos y todas son expertos en el ámbito del apego, el trauma y la resiliencia.

4/ Todos y todas los/as colegas participaron con gran motivación y entusiasmo. 

5/ Todos y todas los/as colegas recibieron como un regalo participar en Buenos tratos.

6/ Todos y todas los/as colegas lo hicieron dejando una parte de sí mismos/as que se plasmó en un post. 

7/ Todos y todas participaron porque les motiva ser profesionales de la ayuda.

8/ Todos y todas escribieron textos de gran calidad y nos los cedieron para Buenos tratos.

9/ Todos y todas se sintieron muy alegres y orgullosos/as el día que su artículo se publicó.

10/ Todos y todas los/as post que escribieron fueron un éxito y alcanzaron una cifra muy alta de visitas.


Diez motivos grandes, con diez grandes personas y profesionales a quienes les doy un diez.



¡GRACIAS CENTUPLICADAS!


Por ello, quiero homenajearles a todos/as y dejaros, como recordatorio, cada uno de los post que escribieron durante los meses que van de enero a diciembre 2019 (exceptuando los meses de julio y agosto en los que el blog descansa por vacaciones de verano) Así tenéis todos los post listados y ordenados.

Enero de 2019: "Florecer tras la adversidad: Resiliencia en adopción", Verónica Reyes Casas.

Febrero de 2019: "Cuídame", por Dolores Urizar Nieto.

Marzo de 2019: "Autolesiones, las cicatrices del trauma", por Isabel García Arpa.

Abril de 2019: "Caminares, una mirada ilustrada para que niños y jóvenes comprendan el apego", por Itziar Fernández Cortés.

Mayo de 2019: "Abordaje terapéutico del trauma relacional en situaciones de violencia intrafamiliar",  Lucía Martín Dueñas.

Junio de 2019: "Los riesgos y desafíos actuales y futuros para los profesionales, académicos e instituciones que trabajan con y por la infancia maltratada: la violencia subliminal del modelo neoliberal", por Jorge Barudy Labrín.

Septiembre de 2019: "Entrevista al Centro Lauka con motivo de su participación en las IV Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil en San Sebastián, el 4-5 octubre de 2019", por Cristina Achúcarro, Cristina Herce y Ana Rivero.

Octubre de 2019: "Campaña de sensibilización #Educar sin miedo promovida por Padres Formados". por Leticia Garcés.

Noviembre de 2019: "Cuentos para el desarrollo emocional desde la teoría del apego", por Rafael Guerrero y Olga Barroso.

Diciembre de 2019: "Primera alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos", por Carlos Pitillas Salvá

Además, quiero honraros también a todos y todas vosotros y vosotras, amigos/as, seguidores de Buenos tratos. Gracias a vosotros/as, a vuestra fidelidad, este blog se mantiene. Por eso, os dedico este video tan bonito sobre nuestro planeta en el solsticio de invierno. Por cierto, planeta al que estamos maltratando. Como sabéis, existe alto riesgo de que rincones tan bellos como estos se pierdan, si no reparamos parte del daño que le estamos haciendo. A los que toman las decisiones sustantivas en el mundo, no parece importarles el futuro del mismo y de las generaciones venideras... 

Con esta belleza que aún pervive, os deseo a todos y a todas un


¡2020 CON BUENOS TRATOS!



BUENOS TRATOS regresa el 13 de ENERO 2020

martes, 24 de diciembre de 2019

Honrar al niño abandonado (Dickens por Navidad)

Todas las navidades es costumbre que desde Buenos tratos escriba un post especial que se convierta en una ocasión privilegiada para ahondar en experiencias arraigadas en la psique de las personas. Como dice Robertson (2011): “Si nuestro pasado evolutivo está archivado en nuestro interior (modelo del cerebro triuno) sólo hay dos maneras de que pueda aparecer en nuestras vidas: A través de conductas externas que denominamos instintos. Y a través de imágenes de nuestro mundo interior, que Jung primero llamó imágenes primordiales y más tarde arquetipos (del griego primer grabador)”

Antes de hablar del arquetipo del niño abandonado, pensemos que el concepto de infancia es un logro muy reciente de nuestra sociedad. Siguiendo a la profesora Ileana Enesco"la idea del niño como ser perverso y corrupto que debe ser socializado, redimido mediante la disciplina y el castigo", está presente desde la Edad Media en la cultura judeocristiana. Todavía persiste esta idea en algunos jerarcas de la Iglesia Católica que lamentablemente, ante los abusos cometidos por curas a niños, dicen que ellos son los perversos y los provocadores. 

El niño es considerado "un homúnculo (hombre en miniatura). El niño debe ser educado para ser ´reformado´. Educar y criar implican cuidado físico, disciplina, obediencia y amor a Dios, pero no hay referencias a la necesidad de amor para el buen desarrollo infantil". El uso de la disciplina y el castigo físico para educar son moneda corriente en la vida de los niños hasta hace bien poco (aunque no está ni mucho menos erradicado en nuestro país ni en el mundo) y lo que hoy en día (para algunos) es maltrato, entonces se veía como algo positivo y beneficioso. 

Exceptuando visiones como la de Rousseau (que ve al niño como un ser al que hay que adaptarse, que es bueno por naturaleza y solo el ambiente puede corromperlo, que no es un ´hombre pequeño´ sino un ser que sigue un desarrollo -incluyendo a la mujer en la educación-) y Locke (empirista que mantiene que la experiencia es determinante en la educación de los niños, abogando por el razonamiento para educar: “Quizá pueda asombrar que recomiende razonar con los niños y, sin embargo, no puedo dejar de pensar que es la verdadera manera en que hay que comportarse con ellos”), lo que se ha transmitido hasta hace bien poco de generación en generación es la mano dura, el castigo y la férrea disciplina como modelos adecuados de crianza. Del mismo modo, el padre debe ser distante y poco afectivo y la madre cariñosa y condescendiente. 

Estas ideas y prácticas, habiéndose eliminado algunas de ellas y suavizado otras, aún perviven en nuestra sociedad, y herencia todavía viva del maltrato al cual sometían a los niños -en nombre de la disciplina y la educación “para meterlos en cintura”- es la reclamada bofetada a tiempo, así como que los hombres deben ser duros y no mostrar emociones. Esto aún existe en nuestros días, y se reclama en muchos foros el poder abofetear a un niño. Yo lo he visto en la calle. Y eso que sabemos que pegar a un niño es maltratarlo y puede afectar a su desarrollo cerebral, como bien lo ha expuesto el profesor de la Universidad de Harvard Martin Teicher. Aún hay mucho por hacer.

Hasta cierto punto, la idea de que el niño es un adulto en miniatura también se mantiene, pues se trasladan a la infancia creencias y prácticas (educativas, terapéuticas, administrativas, artísticas, judiciales…) provenientes del mundo adulto sin cuestionarse si responden de verdad a lo que un niño necesita según su edad de desarrollo. Hay otras creencias que se mantienen, incuestionables para muchos: los niños mienten, son perezosos, crueles, manipuladores, caprichosos, tiranos… porque “son así”, sin abrirse a explicaciones en las cuales los adultos han tenido mucho que ver en ese resultado…Porque, desde luego, no nacen así. ¿Quién les ha hecho así? Porque se habla de niños tiranos -por ejemplo en el título de un libro de Javier Urra- no de padres incompetentes. ¿Por qué no se cambia el título si luego en el libro se mantiene la tesis de que los niños dictadores lo son porque los padres les han consentido y no les han puesto normas y límites?

Como dice muy bien Ileana Enesco"hasta el S. XX la infancia no es plena y explícitamente reconocida como periodo con sus propias características y necesidades, el niño como persona, con derecho a la identidad personal, a la dignidad y la libertad (Declaración de los Derechos del Niño, Proclamada por la Asamblea General en su resolución 1386-XIV, de 20 de noviembre de 1959. Sin embargo, este texto no es de cumplimiento obligatorio para los Estados hasta 1989, cuando La Convención sobre los Derechos del Niño es adoptada por la Asamblea General de la ONU y abierta a la firma y ratificación por parte de los Estados)". ¡1989! Como vemos un logro muy reciente. Se ha avanzado mucho en derechos a la infancia, sin duda; pero aún hoy en día ser un niño es ser alguien que puede fácilmente ser vulnerado (y vulnerable) Teniendo en cuenta que no votan y no pueden decidir sobre sus vidas, se hayan completamente a merced de lo que los adultos decidan para y hagan con ellos.

Charles Dickens (Fuente: Wikipedia)
En mi opinión, hay una persona mundialmente famosa que ha contribuido a la elevación del arquetipo del niño huérfano y abandonado: Charles Dickens.

Cuando un niño que ha vivido abandono en sus primeros años de vida, en un orfanato, por ejemplo -como les ocurre a muchos chicos/as adoptados/as que acuden a mi consulta a terapia-, y elaboran una caja de arena (como técnica para ayudarles a sanar sin re-traumatizarles), suelen crear escenas donde se representa el trauma por el abandono. Algunos ni siquiera han llegado a hablar de esto con nadie, pero lo simbolizan y eligen alguna miniatura (por ejemplo, un niño con harapos) porque conectan con ello. Como dice Robertson (2011) sobre Jung, “a medida que se excava más profundamente en el complejo, las imágenes y comportamientos que se encuentran tienden a ser menos personales y estar más arraigados en la herencia cultural del paciente, tanto si este tiene conocimiento o no personal de la imagen o de la conducta”. Es decir, aunque los niños no tengan conocimiento personal sobre su abandono -o incluso aunque lo tengan- necesitan recurrir a un símbolo que tenga sentido no sólo para ellos a nivel personal sino para toda la humanidad (no importa la cultura de la que se provenga), es algo universal: ese es el arquetipo. Y yo creo que en la contribución del arquetipo del niño traumatizado por el abandono y los malos tratos ha tenido mucho que ver Charles Dickens. Por eso muchos niños y adultos en su proceso de individuación (hacer conscientes las imágenes arquetípicas que les dan sentido) se sentirían atraídos por los personajes de este genial escritor.

Charles Dickens tuvo una infancia traumática. Su padre tuvo que ir a la cárcel y él fue acogido en una casa (Little College Street) teniendo que trabajar diez horas diarias en una fábrica de betunes. Esto marcaría su vida porque dedicó buena parte de su obra a denunciar las condiciones precarias en las que trabajaba la clase proletaria. En su novela David Copperfield, juzgada como la más autobiográfica, escribió: "Yo no recibía ningún consejo, ningún apoyo, ningún estímulo, ningún consuelo, ninguna asistencia de ningún tipo, de nadie que me pudiera recordar. ¡Cuánto deseaba ir al cielo!". Este personaje, sin duda podría hablar por él.

Colección Famosas Novelas editadas por Bruguera en los años 70.

Accedí a las novelas de Dickens, como a otras muchas obras de la literatura universal, gracias a una colección de libros que publicaba la extinta editorial Bruguera llamada Famosas Novelas, contadas en forma de comics. No pudieron tener mejor idea, pues a través de esta iniciativa muchos niños de la época -que no gozábamos de muchos entretenimientos- pudimos conocer a los grandes escritores y desarrollar la afición por la lectura. Semana a semana íbamos comprando los distintos tomos. Yo todavía los conservo, los guardo como oro en paño y aún los leo de vez en cuando. Podéis ver algunas ilustraciones de las novelas de Dickens hechas por los autores de estas “Joyas literarias juveniles” en estas fotos que acompañan a este post.

Después, he leído algunas de las muchas novelas de Dickens, disfrutando muchísimo de este extraordinario narrador que se convirtió con el tiempo en el gran novelista de lo social, publicando sus novelas por entregas y siendo muy popular.

"Fue simpatizante del pobre, del miserable, y del oprimido; y con su muerte, el mundo ha perdido a uno de los más grandes escritores ingleses", reza su epitafio. Les dio un lugar en la historia y contribuyó a dar a conocer el dolor que él había vivido en su infancia elevando el trauma del abandono infantil a la categoría de arquetipo: niño pobre, abandonado, duramente maltratado, solo en una sociedad supervivencial y llevado a trabajar prematuramente y en condiciones inicuas. Cuando no existía el concepto de niño como sujeto con plenos derechos, ni mucho menos la necesidad de proteger a la infancia, Dickens dio a conocer su sufrimiento a través de inolvidables personajes y novelas.

No puedo referirme a todas sus novelas, pero si he destacar cuatro elegiría: Oliver Twist (1838), David Copperfield (1849), Grandes Esperanzas (1860) y, como no, Cuento de Navidad (1843).

Grandes Esperanzas, cómic adaptado de la novela de
Charles Dickens por la Editorial Bruguera.
En estas (y otras novelas) hay muchos más arquetipos, pero las he elegido y me fascinan por cómo narra el sufrimiento de los niños y el papel que la infancia tiene en la explicación de la conducta adulta humana (como en Cuento de Navidad) También me atraen porque el trauma (del cual se empieza a hablar a finales del siglo XIX) está presente en estas novelas, en sus personajes y en sus historias, y porque vivir en la Inglaterra del siglo XIX es vivir en una sociedad traumatizada por la pobreza y las desigualdades sociales. No existía el concepto de niño, como hemos visto. Ni mucho menos el concepto de niño abandonado a su suerte y sufriendo por ello. Dickens se encargó de denunciar todo esto en sus novelas.

En Grandes Esperanzas, Miss Havisham queda atrapada en el tiempo, vestida con su traje de novia, desaliñado, en una casa y una sala llenas de polvo y telarañas, con el reloj parado a la hora de… la boda en la que se tuvo que casar, pero el novio la dejó plantada... La narración de Dickens nos entra en lo más profundo de nuestro ser cuando nos relata a esta mujer que se ha quedado anclada en el pasado (como en el trauma) que vive sin integrar el hecho, como si no ocurriera, casi disociada, pero una parte emocional suya sale para odiar a los hombres. Por eso educa a su hija adoptiva, Estela, para que se vengue de los hombres, y en concreto de Pit, personaje solo en el mundo, abandonado y que vive soñando con poder amar a Estela y poder ser algún día de los de su clase. ¿Hay mejor ejemplo de lo que es el impacto traumático que este personaje de Miss Havisham?


Subportada de la novela Grandes Esperanzas
diseñada por Bruguera para la Colección Famosas Novelas.

David Copperfield y Oliver Twist, ambos niños desgraciados, solos, abandonados, llevados a trabajar en duras condiciones, son las novelas más autobiográficas de Dickens, donde pueden ir haciendo resiliencia (a veces es una "resistencia potencialmente resiliente", como dice Jorge Barudy) gracias a que surgen protectores que les apoyan. Oliver Twist es huérfano, nace en un orfanato, pobre y solo en el mundo. Al escapar, se ve metido en zonas del hampa de Londres, lleno de personajes arquetípicos como Fagin, donde sobrevivir es lo único que se puede hacer. Oliver Twist en una de las novelas que más se ha llevado al cine.


David Copperfield, comic adaptado de la novela
de Charles Dickens por Bruguera.

Subportada de la novela
Cuento de Navidad, adaptada por
la Editorial Bruguera.
Y, cómo no, en estas fechas… Cuento de Navidad. La versión cinematográfica que recientemente llevó a la gran pantalla Robert Zemeckis es espectacular. Durante las primeras secuencias, al comienzo de la película, podemos asistir a la extraordinaria materialización visual de lo que Dickens tan magníficamente describió: ese Londres de fines del XIX, gris, lleno de niebla, con casas negras con humeantes chimeneas, nevado y frío, pleno de contrastes (ricos y pobres) en las calles… No hay nada más dickensiano que este Londres oscuro y abandónico…

En Cuento de Navidad Dickens nos propone que para resolver el trauma debes de volver al pasado (para descubrir que dentro del avaro Scrooge existe un niño abandonado y triste, que no ha sanado, cuya hermana murió al dar a luz). El encuentro con los fantasmas que se le aparecen le toca el corazón y se vuelve más sensible a raíz de visitar su infancia. Puede ver en el presente cómo vive su empleado y que su hijo, enfermo, necesita todo tipo de cuidados… Emerge entonces, la empatía en el viejo y duro prestamista… para sufrir una gran transformación (se convierte en otra persona) tras ver que nadie le recordará tras la muerte, sino que todos lo celebrarán porque no ha dejado huella en nadie, solo dolor… Justo cuando parece que su destino esa noche es morir, de
Cuento de Navidad, adaptado por Editorial Bruguera.
repente se ve en su cuarto y ya es otro, no sabemos si sueño o realidad, pero como una buena terapia de procesamiento, resuelve el trauma y pasa a ser un hombre generoso y solidario y un gran entusiasta de la Navidad.

Como lo soy yo de este gran escritor, a cuyos arquetipos nuestros niños recurren en terapia, tratando de encontrar un sentido a lo que les ha ocurrido y elaborando en sus narrativas en el cajón de arena las duras experiencias de los orfanatos donde, como Oliver Twist, tuvieron que sobrevivir. Dickens les honró hace muchos años y como otros escritores comprometidos, los miserables del mundo, los oprimidos... claman por sus derechos, entre ellos los niños, donde todavía, hoy por hoy, en muchos países, desgraciadamente, su vida no vale nada. Por todos los que se fueron, por los que cada día luchan por sobrevivir y por los que tienen lo que se merecen en derecho -un entorno y hogar de apoyo afectivo y solidario (que les permita hacer un proceso resiliente poco a poco)-, mi homenaje con este post que nos abre las ganas de sentarnos a leer -o ver en vídeo- Cuento de Navidad y viajar, una vez más, a ese Londres dickensiano de neblinosas calles y lleno de torvos personajes...

¡A todos y todas los y las que hacéis Buenos tratos, os deseo una Feliz Navidad!


REFERENCIAS

Locke, J. (1986). Pensamientos sobre la educación. Madrid: Akal Ediciones.

Robertson, R. (2011) Introducción a la Psicología Junguiana. Una guía para principiantes. Barcelona: Obelisco.

Los datos sobre la historia de la niñez los he encontrado en este artículo de la Catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, profesora Ileana Enesco, del Grupo del desarrollo cognitivo y social en la niñez


Los datos biográficos de Charles Dickens los he tomado de Wikipedia:


lunes, 23 de diciembre de 2019

Cómo reparar el trastorno del apego: estrategias para acogedores y familias adoptivas y sus terapeutas (O a propósito del libro de Hughes "Construir los vínculos de apego")

Daniel Hughes
Estoy muy avanzado en la lectura de este regalo de libro que es Construir los vínculos de apego, de Daniel Hughes. Es de lectura obligada para padres adoptivos y acogedores. Este libro ha sido recientemente publicado por la Editorial Eleftheria, aunque su autor lo publicó en inglés hace unos cuantos años, “cuando aún éramos pocos los que hablábamos del trastorno de apego” (el desorganizado y el reactivo de la vinculación), me dice mi colega y profesora Maryorie Dantagnan. Ella me había comentado muchas veces que debía de leer este libro, y me lo dejó hace unos meses, ante de verano. Comencé su lectura, pero justo en esos momentos la Editorial Eleftheria lo publicó en castellano y evidentemente, lo compré. 
¿Qué os puedo decir? Que es una joya. En las páginas que leo reconozco algunas de las propuestas que ya había leído en Niels Rygaard  (El niño abandonado, otro libro imperdible) sobre cómo abordar este trastorno. Y también en la Traumaterapia de Barudy y Dantagnan veo claros aportes de Hughes. Maryorie es una adelantada a su tiempo desde que en los años 90 comenzara a trabajar en Colombia, en Barranquilla, con población infantil y sus familias, traumatizadas por la pobreza y la deprivación a todos los niveles. Ella fue gestando su modelo de terapia dándose cuenta de que las clásicas terapias no servían para este tipo de niños y niñas. Posteriormente, continuó formándose y accediendo a diversos autores, los grandes nombres del apego y el trauma. Entre ellos se encuentra Bruce Perry (a quien ya dedicamos un post) y también Dan Hughes. Y muchos más. Porque lo bueno que tiene el Modelo de Tres Bloques de Barudy y Dantagnan es ser un modelo que integra articuladamente y con una lógica basada en el desarrollo del cerebro, aportaciones de muy diversos autores sobre como se deben de tratar los trastornos del apego y el trauma complejo.
¿Qué tiene este libro para ser una joya? 
Primero, el novedoso planteamiento del mismo: la historia de una niña llamada Katie y su paso por diversas familias de acogida (tres) hasta dar con una familia (sobre todo una acogedora) que es recomendada por una psicóloga experta en trastorno del apego desorganizado (tan severo que llega a apego reactivo) Es impresionante asistir al relato novelado del libro, pues está así contado desde el principio. El trabajador social de la niña es el hilo conductor de alguna manera, pues es quien toma las decisiones finales (junto con el equipo de protección de menores) sobre el destino (hogar) que esta niña ha de tener para que pueda sanar emocionalmente con una familia. Podemos conocer la historia de la niña y de unos padres biológicos con incompetencia parental severa: la expectativa de la madre de que sí podrá cuidarla y cómo (ella tiene un trauma no resuelto) vive a la hija con gran ambivalencia y termina sintiéndose provocada por las conductas normales de una niña pequeña. El padre, hostil y violento, que maltrata a ambas. En esta niña se van gestando las defensas controladoras (ante la vergüenza y la rabia de sentirse maltratada) y el terror a vincular con sus padres. 
Tras cada capítulo novelado de la historia de Katie, Hughes introduce un comentario con los contenidos científicos más importantes del mismo. Es, por lo tanto, una manera mucho más atractiva y diferente de narrar, pues libros sobre estos temas (sobre todo en inglés) hay cientos, pero planteados de este modo, relatados desde cómo son las cosas, desde la realidad de la experiencia de lo que viven estos niños, yo hasta la fecha no conocía ninguno.


Mañana, a las 9,30h, post especial por Navidad 

titulado:

"Honrar al niño abandonado (Dickens por Navidad)"

Os espero.
El autor nos ayuda a ponernos en la vivencia de la niña. Todos hemos leído -textos técnicos- cómo un apego se altera, pero asistir a cómo puede gestarse en una niña y cómo esta lo va viviendo y va perturbando su psique, generando desregulación emocional, temor a los adultos y la consiguiente necesidad de desarrollar defensas, nos permite empatizar y acercarnos algo al infierno que estos niños viven los primeros años de vida y cómo terminan por no confiar en nadie y sintiendo que hay que dañar a los adultos que tengas delante porque si no te dañarán ellos a ti. Y esto se graba a fuego y altera el neurodesarrollo de los niños. Me parece importante, porque muchos acogedores y familias adoptivas se acercarán a lo que se puede sentir en una situación donde los que te dicen que te quieren, te hacen daño. Creo que favorece el desarrollo de la empatía hacia estos chicos y chicas y el que podamos darnos cuenta de que el cambio no es fácil, sabiendo de dónde partimos.
Los capítulos posteriores continúan con el trabajador social y su equipo y su idea de que integrando a la niña en una familia adecuada (caracterizada por su competencia para criar hijos acogidos, pues lo han demostrado con anterioridad) bastará para que esta se recupere emocionalmente. Con un apoyo terapéutico clásico, además, y el amor y la estructura de cuidados y normas de una familia, serán suficientes para que se recupere de los traumas. Y ¡no es así con determinado tipo de niños! Creo que esto es un mensaje muy claro a todos y todas los y las técnicos de protección a la infancia, pues pone de relieve que hay que estar muy formado (y seleccionar muy bien a las familias, dándoles formación y apoyo terapéutico) para entender cuáles son las necesidades de niños como Katie (que tienen un apego desorganizado con ausencia de empatía, alta tendencia a la inestabilidad emocional y sobre todo una gran capacidad para tomar ellos el control, dominar para satisfacer sus deseos y castigar al acogedor, si no lo logran) No vale cualquier familia que desee amar, sea solidaria y le dé un hogar a un niño.  Dice Hughes (página 77): “Cuidar a niños con dificultades de trauma o apego es una tarea extremadamente difícil que ocupa las veinticuatro horas del día. Requiere un alto grado de madurez personal, autocontrol, empatía por el niño y capacidad para tolerar largos periodos de estrés. Requiere que estos padres de acogida manifiesten resolución en sus propias historias de apego. La buena crianza de acogida requiere que las agencias mantengan un alto nivel de detección, formación y apoyo. Incluso entonces sigue existiendo el riesgo de que un niño determinado sea demasiado difícil para los padres de acogida. Cuando esto ocurre, nuestra solución a la tragedia del maltrato y el abandono de los niños no ha hecho más que empeorar el problema. Debemos reducir estos fallos del sistema tanto como sea posible. Nuestro compromiso debe comenzar con la selección, formación y apoyo del padre (o madre) de acogida individualmente. Sin un cuidador cualificado, el sistema general no podrá satisfacer las necesidades de un niño en concreto”.
Vemos (y esto nos hace tener empatía hacia los acogedores, y también hacia los profesionales que como yo antes de saber cómo eran estos niños no atinaban con la terapia) como los tres primeros acogimientos se truncan, con mucho dolor por parte de acogedores muy amorosos y voluntariosos, pero no formados ni con tanta madurez y equilibrio personal como Jackie, su última acogedora. Podemos ver cómo la niña no puede hacer otra cosa que usar las defensas que le fueron útiles para sobrevivir: complace, obtiene lo que quiere y domina. Cuando hay una lucha de poder, ella gana, pues los acogedores entran en esas luchas y terminan perdiendo, desesperados, pues es una niña que no empatiza, que niega todo, que proyecta y que no acepta ninguna responsabilidad en cuanto al daño que causa. "Sabe" dónde tiene que dar para dañar. Y eso no es porque sea mala, sino porque ha sufrido y se ha moldeado en un entorno violento y lleno de miedo y vergüenza ante el maltratado perpetrado por sus padres biológicos, que la dañaron a ella, desde sus traumas no resueltos, sin piedad. Ceder el control a unos acogedores no le resulta ahora fiable, además que le conectaría con un mundo emocional interno dañado por la vergüenza.
Precisamente a esta emoción, la vergüenza, le otorga mucha importancia Hughes: estos niños la vivieron, junto con la humillación y la vulnerabilidad. Evitar estas emociones a toda costa e impedir que afloren con todo el dolor, es la motivación inconsciente de estos niños. La niña solo se permitirá, y muy a la larga, sentirse vulnerable en este sentido cuando pueda ceder el control a sus acogedores. Y para eso estos tienen que ganársela.
Antes de proponer el cuarto hogar de acogida para katie, el trabajador social conoce a una psicóloga, Allison, que le habla de lo que es el trauma complejo y el trastorno del apego, algo nuevo para este. Y le propone como acogedora a una mujer (que vive con su pareja y otros dos hijos más) que trabaja como coterapeuta de ella, especialista en parentalidad terapéutica (que es una propuesta de Maryorie Dantagnan) y en reparar el apego de niños como katie.
En ese capítulo podemos acceder a toda la filosofía de intervención, tanto de la acogedora como de la psicóloga terapeuta que se hará cargo del tratamiento de la niña, ambas en equipo. No será una terapia clásica (ninguna vale para estos niños si no se trabaja del modo que Allison propone: una terapia triádica a la que asisten la acogedora y el trabajador social).
¿Cuáles son los aspectos más importantes que la acogedora lleva a cabo con una niña con apego desorganizado controlador punitivo? ¿Cuáles son los ejes principales de la acogida y de la terapia con niños/as profundamente traumatizados?
Os recomiendo, no obstante, que leáis el libro entero, porque se explica mucho más detenidamente, hay muchos más elementos de los que yo nombro aquí, que no hago más que escribir un resumen de lo más importante.
(1) Estos niños no son capaces de valorar emociones y vínculos humanos como otros niños porque no han conocido la empatía. Cuando han tenido alguna experiencia de conexión con los padres, esta abruptamente se ha interrumpido con una secuencia de malos tratos, pues los padres se han sentido amenazados por ellos. Estos niños saben cómo complacer para dominar y salirse con la suya. Pueden mostrarse cariñosos y llamar "padres" desde el principio a los acogedores, pero esto no es esperable ante unos desconocidos. Lo hacen para conseguir algo desde el principio. Por eso, conviene dejar claro que la autoridad la tienen los acogedores pero que no se aprovecharán de ella para dañarle (Como también expone Maryorie Dantagnan en su Pauta de Parentalidad Terapéutica) Evitar los conflictos no es una buena estrategia, hay que mantenerse firme desde el comienzo, aunque sin perder el control, y esto no es nada fácil con un niño dispuesto a sacar de quicio a cualquiera. 
(2) Cuando hay que mantenerse con firmeza en las normas de funcionamiento de un hogar, al mismo tiempo (¡¡y aquí está lo difícil!!) hay que llevar adelante acciones que reparen el apego del niño (porque si sólo mantuviéramos la autoridad y el cumplimiento de la norma sólo sería modificación de conducta y esto no repara), tratando de hacerle sentir al niño que sabemos lo que le ocurre a nivel interno. Esto evitaría a la larga actuar la distancia emocional que el niño trataría de poner con estas acciones y la consiguiente entrada en escalada y lucha. Y esto es muy duro porque hay que ser muy equilibrado para no estallar y actuar la rabia contra el niño. En el libro, tras una sesión muy provechosa de terapia, la niña, removida también, actúa contra la madre acogedora y ¡le raya el coche...! Esta es capaz de mantenerse firme, expresar la rabia asertivamente y va al núcleo de lo que está detrás mostrando empatía por cómo debe sentirse: 
“Katie, has rayado el coche ¡Estoy muy enfadada! En esta casa no estropeamos las cosas de los demás solo porque nos enfademos entre nosotros ¡No me gusta nada lo que has hecho! Sin estas enfadada conmigo puedes gritar y gemir y llorar… o decírmelo, ¡pero no quiero que rompas las cosas! -Katie miró hacia el suelo y no se movió. Entonces Jackie respiró hondo y volvió a hablar, esta vez con su habitual tono empático y enriquecedor-. Katie, sé que es difícil aprender a vivir con buenas personas en una familia. Y aprender a encajar. Superaremos este tipo de cosas. Yo te ayudaré. Formarás parte de la familia y entre todos te ayudaremos a aprender estas cosas” (p. 180)
También Hughes habla de la necesidad de la contención física (hecha con cariño) que sirve para poder evitar que los niños dañen o se hagan daño a sí mismos. 
La actitud PACE es la base de la intervención con niños
acogidos con características controladoras.
(3) La terapia. Me ha sorprendido porque la niña tiene sesiones con la acogedora y el trabajador social donde se abordan los aspectos que hay que ir trabajando, pero las sesiones con la niña las desarrolla también con la acogedora y el trabajador social. En las mismas, la terapeuta aplica la actitud PACE (también la acogedora aplica este mismo método): ALEGRÍA, ACEPTACIÓN, CURIOSIDAD y EMPATÍA, y hay un buen número de intervenciones donde a través del juego tratan de conectar con la niña y crear también vínculo sano con la acogedora. Otra técnica terapéutica que me ha fascinado es cuando la psicóloga decide jugar a hablar por la niña (dejando a esta la última palabra sobre si acierta o no en recoger su mundo interno) y expresar así mucho de lo que esta puede sentir en su vida cotidiana, y sobre sus sentimientos en relación a su vida pasada y presente. 
(4) Maximizar las posibilidades de éxito. Hughes nos dice que nos centremos en la edad de desarrollo del niño y no en la cronológica. Esto es importante porque solo le ofreceremos las tareas, los desafíos y los contextos de activación que sea capaz de gestionar según la edad de desarrollo. Las situaciones que por su complejidad social (estar en relación con otros chicos o familiares) les desbordan, mejor evitarlas. Esto se ve claramente cuando la acogedora Jackie decide que la niña no tenga una fiesta de cumpleaños como cualquier niño de su edad (con un montón de invitados, familiares… muy exigente socialmente que, a buen seguro, al no saber manejarse emocionalmente, la niña terminará por estropearlo desbordándose con comportamientos punitivos. Esto es muy frustrante para los niños, pero he aquí cuando la empatía de la acogedora vuelve a intervenir para conectar y tratar de contener. Algo así como: “Cariño, siento que no puedas tener una fiesta como todos los demás, pero si decido que la tengas y por el agobio de no saber manejarte con tanto niño lo estropeas como la vez anterior, al final todos nos sentiremos peor. Tendrás una fiesta con regalos con menos personas, tu tarta y una celebración más sencilla. Espero de verdad que cuando aprendas algún día puedas tener una fiesta de ese tipo, yo me alegraré mucho” A los niños hay que proponerles actividades con los acogedores y no dejarles demasiado tiempo solos. 
"El niño abandonado" de Rygaard, otro
autor que explica cómo tratar los
trastornos del apego.
(5) Esto nos lleva a otra pauta fundamental, ya aconsejada por Niels Rygaard: "Decida usted por el niño, tome responsabilidades". No se puede negociar ni pactar con los niños hasta que no desarrollen la noción de la propia responsabilidad en las acciones. “Si yo decido, nos irá mejor” Porque en realidad nos estamos relacionando con niños que, aunque parecen grandotes, son de edades de desarrollo que están por debajo de la edad cronológica. 
(6) Cuidar a la familia: Los niños controladores con el fin de defenderse y seguir sus propósitos (tener el control y dominar) pueden establecer (y complacer) alianzas con el otro miembro de la pareja, que puede sentir que a lo mejor él o ella son demasiado duros con el niño o niña. Esto hay que tenerlo presente, pues una pareja no bien constituida puede partirse si un niño de estos aprieta y además ya hay fisuras. La actitud PACE previene el desgaste de la pareja y de los otros hermanos, que muchas veces terminan pasando olímpicamente de estos niños pues suelen ser perjudicados por ellos (les rompen cosas, no les hablan, les ignoran o les provocan)
En definitiva, para todas las familias que tengáis hijos adoptados o acogidos con características controladoras, este libro os puede ser de gran utilidad junto con una terapia para toda la familia. Creo que muchas personas mostrarán su perplejidad (como la muestra el trabajador social protagonista del libro) ante intervenciones que a veces nos generan dudas, pero teniendo en cuenta el tipo de chicos que son, lo que han sufrido y como ejercen el dominio como defensa, y habida cuenta que las acogidas normales y las terapias convencionales no funcionan (y de esto doy fe en mis veinte años de trabajo con estos menores y sus familias), creo que merece la pena que sigamos su planteamiento. Hughes es un prestigioso autor, pionero, muchas de sus propuestas que escuchamos a otros autores (como Siegel) ya están preconizadas por él. No hay demasiada investigación sobre las intervenciones con este tipo de chicos, Hughes ha dedicado sus esfuerzos e investigación probando este método y es una voz autorizada a quien debemos seguir. 
Es verdad que es muy difícil ser una Jackie, pero a eso debemos aspirar. Es importante que acogedores como Jackie estén bien cuidadas y arropadas para evitar el queme. Pues es un tipo de parentalidad que dura muchos años y que requiere estar equilibrado y tener la propia historia sanada, y como vemos, quitarnos de encima muchas etiquetas y modelos de crianza de los que todos hemos bebido pero que son… de siglos pasados. Puede merecer mucho la pena porque Katie le dio la vuelta y consiguió convertirse en una mujer sana, feliz y capaz de aportar a la sociedad. A veces, se le da la vuelta y otras veces este método nos ayuda al menos a gestionar a chicos como la niña protagonista de este libro que debe estar en vuestras estanterías.

REFERENCIAS

Hughes, D. (2019). Construir los vínculos del apego. Cómo despertar el amor en niños profundamente traumatizados. Barcelona: Eleftheria.

lunes, 16 de diciembre de 2019

"Primera alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos", por Carlos Pitillas Salvá, Doctor en Psicología.


Firma invitada:
Carlos Pitillas Salvá
Doctor en Psicología


Carlos Pitillas Salvá es Doctor en Psicología por la Universidad Pontificia Comillas, donde imparte clases de Psicoanálisis, Clínica Psicodinámica de la Infancia y Adolescencia o Intervención con Familias en Riesgo de Exclusión, entre otras. Coordina el proyecto Primera Alianza: mejorando los vínculos tempranos, a través del cual ha intervenido con familias en ámbitos de exclusión, ha formado y supervisado a profesionales de la protección del menor y ha desarrollado investigación sobre innovación en el trabajo con familias. Se ha especializado en la detección, prevención y tratamiento del trauma interpersonal temprano. Recientemente, ha comenzado a trabajar sobre cuestiones de crianza e intervención centrada en el vínculo en contextos no occidentales. Es co-autor de Primera Alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos. Contacto: cpitillas@comillas.edu 

Presentación

Es un auténtico gusto presentar a Carlos Pitillas Salvá, quien en este artículo nos presenta el proyecto que lleva adelante bajo el patrocinio de la Universidad de Comillas, denominado Primera Alianza. Recientemente, el proyecto se ha materializado en un libro escrito junto con su colega, Ana Berástegui, y editado por Gedisa. Carlos Pitillas reúne en su persona los conocimientos que por su condición de Doctor atesora, como estudioso; pero a la vez está conectado con la realidad y la práctica clínica, lo cual que le hace situarse en una posición privilegiada para poder hablar de apego, desarrollo y bienestar infantil. Cuando he asistido a los cursos que Carlos organiza desde la Universidad de Comillas, invitando a renombrados académicos y profesionales, he disfrutado mucho de los mismos. Solo me queda, Carlos, darte las gracias por aceptar participar en este blog y regalarnos generosamente tu tiempo y tus conocimientos para acercarnos la naturaleza del proyecto Primera Alianza.

Título del artículo:
Primera Alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos



Es para mí un placer participar en este blog y presentar una parte de nuestro trabajo en el proyecto Primera Alianza, que fue fundado en 2012 en el Instituto Universitario de la Familia (Universidad Pontificia Comillas, Madrid) y cuyo objetivo fundamental es proteger a niños y niñas y promover su desarrollo, a través del trabajo centrado en los vínculos. Primera Alianza es un proyecto que se materializa en tres líneas de acción:

• Promovemos vínculos seguros entre padres y sus niños pequeños (1-6 años) en familias vulnerables.

• Formamos y supervisamos profesionales en nuestro modelo de evaluación e intervención centrada en el vínculo.

• Trabajamos con equipos educativos de educación infantil y preescolar para crear culturas de apego en las escuelas (programa Aprender Seguros).

En las líneas que siguen, desarrollaré algunos de los principios fundamentales que definen nuestro modelo de intervención con familias. Estos elementos se describen y detallan en el libro Primera Alianza: fortalecer y reparar los vínculos tempranos, que escribí junto a Ana Berástegui y fue publicado por la editorial Gedisa en 2018. El texto que aquí desarrollo se organiza según el esquema de nuestro libro, y constituye una muestra del mismo. Quienes deseen tener más información sobre nuestro proyecto o nuestra oferta formativa o nuestro libro, pueden consultar nuestra web www.primeraalianza.com

Sobrevivir y desarrollarse: el apego como necesidad básica

Para el bebé y el niño pequeño, la relación de apego con sus cuidadores principales funciona como uno de los cimientos que sostienen sus funciones fisiológicas básicas, su crecimiento físico, o su desarrollo psicológico. Basándose en el estudio de la conducta animal y las observaciones sobre el desarrollo de niños y jóvenes en situación de abandono, Bowlby postuló que en el centro de las motivaciones humanas está la necesidad de establecer relaciones de apego al principio de la vida, y de mantenerlas. Según Bowlby, el cachorro humano necesita establecer apegos estables con otros miembros de su especie que puedan cuidarlo y garantizar su supervivencia. Estas relaciones tempranas no sólo incrementan las probabilidades de sobrevivir: también funcionan para el niño como un potente motor del desarrollo psicológico y social. Algunas de las facultades que nos definen como animales sociales se aprenden en el escenario de la relación de apego: la capacidad para explorar y procesar información nueva; la seguridad para moverse en espacios físicos y sociales diversos; la comprensión de las claves sociales y la capacidad de comunicarse con otros eficazmente; la empatía o el altruismo; entre otras. Por lo tanto, el nivel de seguridad, consistencia y predictibilidad que el niño vive en el seno de estas relaciones condiciona fuertemente sus futuros niveles de salud psicológica y médica, así como sus niveles de adaptación emocional y social y, tal y como desarrollo a continuación, su capacidad de cuidar a los miembros más jóvenes y vulnerables de la siguiente generación.

Repetir vs. reparar: el carácter protector de las relaciones tempranas

El trauma temprano tiende a transmitirse entre generaciones. Una proporción significativa de padres que maltratan, abusan o desatienden a sus hijos fueron, de niños, víctimas de daños semejantes. Frente a estos riesgos, las relaciones de apego al principio de la vida pueden marcar una diferencia fundamental. Para los niños nacidos en entornos vulnerables, el desarrollo de relaciones de apego seguras con sus padres tiene un efecto protector: los niños criados con sensibilidad crecen dando muestras de un funcionamiento psicosocial análogo al de niños que han vivido siempre en entornos protegidos. La investigación nos demuestra que, dentro del conjunto de padres que sufrieron traumas o pérdidas importantes durante su desarrollo, aquellos que desarrollan cierta habilidad para “leer” las necesidades de sus niños y responder a ellas, tienen hijos cuyo desarrollo será esencialmente saludable. Esto significa que el trauma no tiene la última palabra, y que las relaciones de apego son el primer recurso que tenemos para escudar al niño frente al trauma de sus padres y otras adversidades del entorno. Cuando conseguimos que los padres desarrollen una sensibilidad hacia sus hijos, las heridas de estos adultos pierden su capacidad de impacto sobre el niño.

Cadenas de seguridad: nadie puede dar lo que no tiene

La mayoría de los padres desean hacerlo bien, cuidar a sus hijos y protegerlos. Sin embargo, las situaciones de adversidad, el estrés acumulado, la falta de apoyos, el aislamiento, el trauma temprano, entre otros, pueden hacer que a los padres les resulte muy estresante o muy confuso cuidar de una criatura dependiente como es el bebé o el niño pequeño. Cuidar implica escuchar, comprender, contener las propias emociones para atender las del otro, tolerar la dependencia del niño, respetar su autonomía y su diferencia… Y todo esto es difícil cuando uno no se ha sentido cuidado cuando le tocaba. A quienes ha faltado la escucha, la comprensión, quienes no han sido bien recibidos en su dependencia o respetados en su diferencia, pueden vivir la crianza de sus hijos como un escenario de peligro y dolor. Esto se concreta en una de las máximas que guían nuestra comprensión de las familias vulnerables: nadie puede dar lo que no tiene. Nosotros hablamos de cadenas de seguridad para designar este fenómeno, que es central para nuestra forma de entender la intervención que hacemos con las familias: como condición para que los padres puedan dar seguridad a sus hijos, en la intervención tratamos de ofrecer a estos padres una experiencia de seguridad. Nuestra prioridad no es corregir lo que los padres hacen mal, instruirlos en teorías sobre psicología infantil, o entrenarles en prácticas de crianza “mágicas”, sino promover experiencias de seguridad (algo que en la literatura psicoterapéutica se denomina “experiencias emocionales correctivas”) para que ellos puedan trasladar dicha seguridad a la relación con sus hijos. Esto supone un cambio de mirada sobre la intervención con familias.

Un cambio de mirada

Creemos que nuestra intervención incorpora un cambio de mirada sobre los padres, sobre los niños y sobre la propia práctica del profesional que trata de reparar o mejorar los vínculos. Esto se concreta en tres elementos.

En primera Alianza trabajamos con los padres en grupo, y tratamos de que el grupo funcione como lo que una “figura de apego transicional” (concepto acuñado por Patricia Crittenden). Esto significa que el grupo ofrece a los padres una experiencia de conexión social y de pertenencia, un escenario donde se obtiene ayuda para regular emociones dolorosas que previamente eran muy amenazantes, un sitio donde los padres se sienten vistos, reconocidos, validados. Todas estas funciones son análogas a las que ofrece una figura de apego sensible, y contrarrestan el efecto del trauma y la exclusión social que afecta a tantos padres a los que atendemos. Asimismo, el grupo (igual que un buen padre) promueve la exploración: los participantes intercambian perspectivas alternativas sobre los niños, se aconsejan sobre formas distintas de responder, acompañan a otros participantes en la revisión de su historia, o celebran los logros. Apego y exploración son las dos dimensiones de la interacción temprana entre padres e hijos, y también las dos áreas del trabajo grupal que desarrollamos en nuestra intervención.

Nuestro cambio de mirada se concreta también en un interés por detectar y potenciar los recursos de los padres. Con esto, tratamos de que los participantes, al verse mirados en sus aspectos más competenciales, cambien su imagen de sí mismos como cuidadores y crezca su motivación para cambiar. Incluso en las sesiones en las que dedicamos más atención a los conflictos de la relación padres-hijos, conservamos siempre una mirada capaz de detectar y extraer el sentido y las posibilidades de crecimiento que encierran dichos conflictos.

La última aplicación de este concepto tiene que ver con una técnica que está en el centro de nuestro programa: el videofeedback. Esta técnica se basa en el visionado, dentro del grupo de padres, de secuencias grabadas de interacción cuidador-niño. Con ayuda del profesional, los grupos procesan estas secuencias y desarrollan su capacidad de mirar y ver al niño, de leer mejor sus señales, de imaginar respuestas alternativas que podrían haberse dado. Al verse interactuando con sus hijos, además, los padres tienen la oportunidad de observar algunas de las capacidades que tienen y de las que no eran conscientes.

Nuestro libro

Carlos Pitillas y Ana Berastegi presentando el libro
"Primera Alianza"
Nuestro libro recoge y detalla los principios que he desarrollado más arriba, y algunas otras cuestiones que no he mencionado. Se trata de una obra que puede servir a profesionales interesados por comprender los vínculos tempranos, evaluar el nivel de seguridad de estos vínculos, y fortalecerlos. El libro incluye ejemplos de familias en diversas situaciones, de interacciones seguras e inseguras, o de conversaciones terapéuticas con padres. El recorrido que realiza el libro es el siguiente:

• Fundamentos teóricos (Las relaciones de apego al principio de la vida)

• Nuestra filosofía particular de intervención con familias (Principios y estrategias de intervención).

• Procedimiento (la selección de las familias, la estructura general de la intervención, etc.). (Componentes y estructura de Primera Alianza)

• Nuestro modelo de evaluación del vínculo (Dónde mirar).

• Técnicas específicas para usar el videofeedback (Ayudar con Imágenes), para hablar terapéuticamente con los padres (Ayudar con palabras) y para fomentar el funcionamiento de los grupos como figuras de apego transicionales (Ayudar con otros).

lunes, 2 de diciembre de 2019

"Impacto del maltrato infantil en la salud mental: nuevos conocimientos desde la ciencia del cerebro", ponencia del Dr. Martin Teicher traducida y adaptada al español por el Dr. Rafael Benito Moraga.

Es un placer para mi presentaros la primera de las dos conferencias que el Dr. Martin Teicher pronunció en San Sebastián los días 4  y 5 de octubre de 2019. Su presencia, amable y cercana, y su excelencia académica y profesional, dejaron huella entre todos/as los/as asistentes a las IV Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil. 

Rafael Benito Moraga, con la generosidad que le caracteriza, se comprometió a redactar las dos conferencias del Dr. Teicher, traduciéndolas al español y adaptando las mismas para que podamos entenderlas mejor.

Hoy nos presenta la primera de ellas.

Agradezco de todo corazón a Rafael Benito el trabajo, el tiempo y el esfuerzo invertidos para que todos/as nos podamos beneficiar de esta ciencia de calidad, como el propio Rafael, acertadamente, denominó a las intervenciones del Dr. Martin Teicher.


Impacto del maltrato infantil en la salud mental: 
nuevos conocimientos desde la ciencia del cerebro.

Dr. Martin Teicher


Resumen de la conferencia impartida por el profesor Martin Teicher durante las IV Conversaciones sobre apego y resiliencia realizadas en Donostia los días 4 y 5 de Octubre del 2019.

¿Por qué es tan importante el estudio y la prevención del maltrato en la infancia?

El maltrato en la infancia es el factor de riesgo prevenible más importante, tanto para trastornos psíquicos, como para trastornos somáticos.

El estudio ACE (Adverse Childhood Experiences) (Edwards, Holden, Felitti, & Anda, 2003) realizado en la población general, con 17000 participantes, demuestra que cuantos más acontecimientos adversos ha sufrido una persona en su infancia, más riesgo tiene de sufrir depresión, intentos de suicidio y abuso de drogas por vía intravenosa.

La adversidad temprana aumenta también el uso de psicofármacos en el adulto: cuando la puntuación ACE supera los 5 puntos, la probabilidad de uso de ansiolíticos se multiplica por 2, la de antidepresivos por 3, la de antipsicóticos por 10, y el uso de estabilizadores del ánimo es hasta 17 veces más probable.

Los trastornos psíquicos asociados a antecedentes de maltrato serían de un tipo diferente

Ilustración 1. En pacientes con depresión, los antecedentes
de maltrato en la infancia disminuyen las probabilidades de que el
trastorno responda al tratamiento o remita después del mismo.
Los problemas psíquicos que sufren las personas con antecedentes de maltrato en la infancia tienen peor evolución y peor pronóstico que los de personas sin esos antecedentes. Los estudios indican que, en quienes han sufrido adversidad temprana, los problemas psíquicos tienen un inicio más temprano, un curso más severo, se asocian con más frecuencia a otros trastornos (tienen más comorbilidad), sus síntomas son más graves, y responden peor al tratamiento (Ilustraciones 1 y 2). Además, es habitual que estas personas tengan peor salud general, con más enfermedades autoinmunes, más problemas metabólicos y cardiovasculares, y más riesgo de migraña, entre otras dolencias…

Ilustración 2. Cuando hay antecedentes de maltrato, las
depresiones crónicas responden peor a cualquier tipo
de tratamiento.
Cuando se compara el estado de las estructuras cerebrales en pacientes que sufrieron maltrato, con pacientes que no lo sufrieron, se hallan también diferencias importantes. Por ejemplo, pacientes con esquizofrenia y antecedentes de maltrato en la infancia tienen volúmenes del córtex prefrontal, ínsula y tálamo inferiores a pacientes que no sufrieron esas circunstancias.

En la depresión de las personas con antecedentes de maltrato habría cambios neuroquímicos específicos. Por ejemplo, la depresión melancólica de quienes tienen esos antecedentes, se caracterizaría por una elevación de los niveles de las hormonas relacionadas con el sistema de respuesta al estrés (cortisol y CRH).

Por tanto, parece que algunas de las alteraciones estructurales y funcionales descubiertas en el sistema nervioso de quienes padecen depresión mayor, esquizofrenia, trastorno bipolar y otros trastornos mentales, tendrían que ver más con el hecho de haber sufrido maltrato que con el hecho de padecer esos trastornos mentales.

Jacqueline Samson, Ph.D., una de las colaboradoras del profesor Teicher, ha denominado ECOFENOTIPOS a esas formas particulares de trastorno mental que sufren quienes han padecido maltrato en la infancia.

Es probable que las diferencias observadas en el mismo trastorno, entre quienes han sufrido maltrato y los que no, tengan que ver con las consecuencias de la adversidad temprana en el neurodesarrollo. El maltrato en la infancia produce una reprogramación de los sistemas de respuesta al estrés. Inicialmente se produce una sobrerrespuesta, con aumentos importantes y sostenidos de cortisol; pero posteriormente hay una especie de agotamiento, con una imposibilidad para elevar los niveles de esta hormona. Dado que el cortisol reduce la respuesta inflamatoria, la dificultad para elevar sus niveles ante una situación estresante aumenta las respuestas inflamatorias, haciendo que se eleven sustancias como las citoquinas, producidas por los leucocitos. Cuando los niveles de citoquinas son excesivos se produce un daño en el neurodesarrollo a través de diversos mecanismos:

-Las citoquinas reducen la disponibilidad de neurotransmisores y del BDNF (factor de crecimiento nervioso).

-También afectan al sistema dopaminérgico, muy relacionado con los circuitos cerebrales de la recompensa (vía mesolímbica) y con las funciones ejecutivas (vía mesocortical, córtex prefrontal)

-Por último, las citoquinas aumentan la actividad de los “circuitos del miedo” (amígdala y sus conexiones con el hipocampo y la ínsula.

Maltrato en la infancia y consumo de drogas

El consumo de alcohol durante la vida adulta correlaciona con el maltrato físico en la infancia.

Cuando se estudian los factores que predicen el consumo de drogas en personas que han sufrido maltrato, no queda claro si la presencia de trastorno por estrés postraumático es un predictor más o menos importante que la irritabilidad límbica; aunque los estudios más recientes parecen confirmar que la irritabilidad límbica tiene más peso. La irritabilidad límbica sería un predictor especialmente importante en chicas de 15 años; el segundo en importancia después del hecho de haber sufrido abuso sexual.

Maltrato y resiliencia

Ilustración 3. Diferencias entre la red neural en el cerebro de una persona expuesta a maltrato en la infancia y una no expuesta. En la imagen de la derecha, en la persona no expuesta, se observa una mayor conexión entre áreas distantes del cerebro, y una mayor conexión córtico-subcortical; mientras que en la imagen de la derecha, las conexiones se concentran sobre todo en áreas subcorticales, quedando relativamente desconectadas áreas importantes como el córtex prefrontal. 
Aunque el maltrato en la infancia predispone a padecer numerosos trastornos psíquicos, algunas personas no acaban enfermando, lo que las hace resilientes por lo que se refiere al mantenimiento de su salud mental. Curiosamente, cuando se estudian las alteraciones neurobiológicas en ambos grupos, el que tiene problemas psíquicos y el resiliente, no se encuentran diferencias importantes; es decir, tanto quienes tienen un diagnóstico como quienes no lo tienen, presentan alteraciones similares en la estructura y función del sistema nervioso. Tampoco hay grandes diferencias entre los sintomáticos y los no sintomáticos por lo que respecta al tipo de maltrato sufrido.


Ilustración 4. Diferencias en la eficiencia de la conectividad 
de la amígdala derecha entre individuos maltratados 
durante la infancia con y sin síntomas psíquicos relevantes. 
Surge entonces la pregunta: ¿qué tipo de funcionamiento cerebral contribuye a esta forma de resiliencia?

Kyoko Ohashi, Ph.D., del equipo del profesor Teicher, ha estudiado las redes neurales que conectan distintas áreas del cerebro en las personas que han sufrido maltrato y no han desarrollado síntomas psíquicos relevantes. En general, en los chicos y chicas que han sufrido maltrato, hay una preservación de las “redes locales”, también llamadas de “mundo pequeño”; y un deterioro de las redes que comunican nodos distantes (Ver Ilustración 3). Cuando se comparaban las redes neurales de personas que habían sido maltratadas y tenían síntomas, con las de quienes lo habían sido, pero estaban asintomáticas, se encontraba un hallazgo sorprendente: las personas resilientes tenían UNA MENOR EFICIENCIA GLOBAL en la conectividad de la red. Parecía que la resiliencia al trastorno mental se relacionaba con el aislamiento de ciertos nodos problemáticos, que estaban menos conectados con el resto en las personas resilientes.

Esto se observaba por ejemplo en la amígdala derecha (Ilustración 4), que está menos conectada en personas que han sufrido maltrato pero que no tienen síntomas. Conexiones fuertes entre amígdala y ciertas áreas de la corteza cerebral (lóbulo paracentral) se relacionan también con niveles más altos de estrés y ansiedad; así que cierto grado de “desconexión” de la amígdala con estas áreas puede favorecer la resiliencia.

Uno de los nodos estudiados es las personas resilientes es la pars triangularis (Ilustración 5), una pequeña zona del lóbulo frontal próxima al área de Broca, donde se produce el lenguaje hablado. La actividad de la pars triangularis se relaciona con las autorrecriminaciones presentes en muchos trastornos psiquiátricos como la depresión. De hecho, las investigaciones encuentran correlación entre una buena conectividad de la pars triangularis y la gravedad de la ansiedad y la depresión. Pues bien, en individuos que han sufrido maltrato en la infancia y no presentan síntomas psiquiátricos, encontramos una cierta desconexión de esta pars triangularis, lo que reduciría la probabilidad de que estas personas entren en estados de autorrecriminación y autodesprecio.
Ilustración 5. El estudio de conectividad de la pars triangularis izquierda (círculo verde) indica que su “desconexión” relativa de la red global (imagen del lado derecho) favorece la resiliencia dado que implica una disminución de la repercusión de las autorrecriminaciones. 

Ann Polcari, otra colaboradora del profesor Teicher, ha conseguido reducir la actividad de esta pequeña zona del córtex a través de técnicas de desensibilización. 

Sería interesante estudiar la conectividad de otros nodos y su relación con la resiliencia; como por ejemplo el córtex cingulado o la circunvolución posrolándica, cuyas activaciones se relacionan con el dolor físico, así como con el dolor de la pérdida y el causado por el rechazo social.