Portada del cuento "No todo lo que pincha es pinchudo" |
Llevamos una temporada en la que asistimos a la publicación de cuentos que tienen que ver con nuestra temática, el apego, el trauma y la resiliencia. Recientemente, he presentado “Cuando mi corazón tiembla”, y también hace unas semanas escribí una reseña larga sobre la Colección Senticuentos, de la Editorial Sentir.
Pero hoy le toca el turno a otro cuento que tengo en mis manos y he leído, y que me ha cautivado. Sus autoras son colegas psicólogas argentinas -buena tierra en la cual este blog tiene muchos y muchas seguidores y seguidoras- llamadas Paula Moreno y Luciana Rossi, y ha sido bellamente ilustrado por Miranda Rivadeneira.
Mi colega Luciana Rossi se tomó la molestia de hacérmelo llegar hasta mi domicilio cuando, en un foro sobre trauma en el que ambos participamos, mostré interés por el mismo.
Siempre he dicho que hay muchos libros académicos y profesionales sobre psicología y psiquiatría. Cientos de autores que acercan su saber en diversos idiomas a colegas de todo el mundo para formarnos, mejorar nuestra práctica, descubrir paradigmas nuevos sobre los que profundizar para entender y tratar mejor a nuestros pacientes… Sin embargo, libros divulgativos, para el gran público o para nuestros pacientes mayores, y no digamos libros o cuentos para nuestros niños y niñas que hagan digeribles los conceptos de apego, trauma y resiliencia, de esos, hay muy pocos.
Es por ello por lo que saludamos cualquier iniciativa en este sentido. Y si la iniciativa, además, se traduce en un material con calidad e ingenio creativo para hacer más comprensible lo que es muy complicado de entender para los niños y las niñas, aún lo saludamos con más efusión.
Este es el caso del cuento titulado: “No todo lo que pincha es pinchudo”, el cual tiene a mi juicio, varias utilidades en el ámbito de la terapia. Sobre todo, en lo que a psicoeducación se refiere. Voy a exponer aquí alguna de esas utilidades que le veo al cuento.
1/ Recurriendo a los personajes de una familia de peces globo que se hinchan y cuando lo hacen sacan hacia el exterior unos pinchos que pueden causar daño, si te acercas, o repeler a los otros, las autoras, mediante esta metáfora tan acertada, ayudan a los niños/as a entender las dificultades que pueden tener para la regulación emocional y la vinculación afectiva como consecuencia, por ejemplo, de traumas relacionales tempranos en el seno de su familia. Así pues, la mamá de nuestro protagonista, Lolo, nacido en una familia muy especial de peces globo, descubre consternado los pinchos de su madre. Cuando esta se pone nerviosa aparecen, y también lo hacen cuando se enoja…
El propio niño vive con sentimiento ambivalente cómo estos mismos pinchos emergen en él, y el estupor y miedo que le producen, pues le pueden perjudicar las relaciones con los demás, impidiéndole disfrutar de las mismas… La idea de que para poder sanar de todo esto es necesario no tratar de eliminar esos pinchos sino comprenderlos (entender cómo y por qué surgieron) y aprender a regularlos (mediante el mindfulness, por ejemplo), son algunos de los mensajes que al niño le llegan, de un modo visual y atractivo, a través de un personaje con el que se pueden identificar.
2/ También se le transmite al niño que esas defensas surgieron por algo y que tienen un valor, supervivencial, para que pueda aceptarlas y honrarlas y no luchar contra las mismas. Lolo termina viendo los pinchos no como defectos, sino como recursos relacionales que le ayudaron a defenderse de muchas situaciones. Sin embargo, ahora están ahí y hay que aprender a regularlos: se da cuenta de que aparecen cuando está muy cerca de alguien (el temor enactuado con el otro a la intimidad de una relación de apego cuando esta pudo ser dañina), pero cuando se aleja vuelven a salir…
Del mismo modo, me ha encantado el origen de los rasgos y conductas que el niño muestra cuando es pinchudo: su familia de peces globo. El los aprendió en ese contexto, y en el cuento se transmite la idea de que tuvieron una utilidad también para sus padres, no porque estos fuesen innatamente así de ariscos, peligrosos o atemorizantes, sino como resultado de sus experiencias relacionales y ambientales, quedando la posibilidad de añadir -por parte de la persona que acompañe al niño/a en la lectura- que los padres desarrollaron esos pinchos porque a su vez los aprendieron de sus propios padres o de otros. El personaje Lolo muestra ambivalencia de sentimientos hacia su familia pinchuda: es su identidad y pertenencia, y aunque haya podido aprender a ser pinchudo, sin renegar de dicha identidad familiar, el pececito globo puede transformarse para controlar los pinchos de tal modo que no sean perjudiciales para los demás. También me ha gustado que los padres pinchudos muchas veces no lo son: cuando están tranquilos o no tienen problemas con otros seres marinos, le dan al pececito globo momentos de tranquilidad y calma, sintiendo calorcito… Aunque no dure porque los padres con problemas de regulación emocional… ¡sacan los pinchos cuando cambian de estado interno!
3/ Esto nos lleva al empoderamiento: lo que aprendemos como consecuencia de la exposición a modelos parentales incompetentes no es el destino. Una infancia infeliz no determina una vida, como dice Cyrulnik. El niño puede aprender a regular su fisiología y su conducta, y tener poder sobre la misma, lanzándole el mensaje de que es su responsabilidad conseguirlo con práctica, y, además, ser admirado y valorado por los demás.
Puedes desarrollar pinchos como consecuencia de tus recursos psicológicos adquiridos tempranamente en las relaciones familiares y aprender a que esos pinchos no resulten pinchudos… ¿Se puede usar mejor metáfora? Creo que no. Los pinchos pueden salir o esconderse dentro de la piel, y es posible -por muy desadaptativas que sean en el presente las conductas aprendidas que en el pasado te ayudaron a sobrevivir- transformarlas en recursos creativos, o activarlas cuando las necesites, pero tomando conciencia de ello.
4/ Los mensajes de que, con práctica y aprendizaje, y con la ayuda de otros que te pueden guiar y enseñar, sobre todo si tienes el espíritu curioso y detectivesco del protagonista, puedes transformarte, están presentes en el cuento.
Un cuento escrito de una manera entretenida, que estimula la curiosidad, el deseo de imitación y la admiración por el pececito, con un lenguaje sin circunloquios, sencillo, claro y directo para los niños y niñas (como deben ser los cuentos) y que no todos los autores pueden lograr. Texto que viene acompañado de unas ilustraciones creadas ad hoc, coloristas y simpáticas, que nos muestran lo que les ocurre a los singulares habitantes de este mundo marino.
Creo que los niños y las niñas con traumas relacionales se identificarán fácilmente con el personaje y con las emociones que este siente, y con los esfuerzos de superación y aprendizaje que demuestra.
Sólo me queda felicitar a las autoras e ilustradora por este excelente y precioso trabajo.
El blog Buenos tratos regresa el 24 de diciembre con la firma invitada del mes. El día 7 de enero retomaremos la actividad recomendando un libro para empezar el año. Un cuento para terminar el año, un libro para empezar el año. No está mal.
Cuidaos / Zaindu
Gracias José Luis por tan hermosa reseña y por llevar a Lolo a bucear por el mar de este maravilloso Blog!!
ResponderEliminarHola.. Me encantó soy de Chile donde o como se puede comprar?
ResponderEliminarHola, Maria. Lo mejor es que te pongas en contacto con una de las autoras y ella te dirá cómo se puede comprar allá: pmoreno2702@gmail.com
ResponderEliminarSaludos cordiales
José Luis