El Grupo de Investigación en Resiliencia Aplicada, GIRA, como equipo se planteó desarrollar proyectos y trabajos de investigación en resiliencia, concretos, que, con una orientación bien pragmática y aplicada, permitan analizar aspectos de este tema sin dejar de mirar y observar el campo. Se proponen también líneas de acción en el mismo, para que la tarea de los investigadores no sea ajena a los ámbitos e instituciones con los que se trabaje y pueda, en un proceso de interacción e interrelación, facilitarle miradas y estrategias para el logro de objetivos y realización de tareas. La relación teoría-empiria, mundo académico-mundo de acción deben desarrollarse con fuerza para garantizar los avances deseados.
GIRA trabaja en el marco institucional de la Secretaría de Investigación de la Universidad Abierta Interamericana: UAI, de su Facultad de Desarrollo e Investigación Educativos y del Centro de Altos Estudios en Educación: CAEE, en el que se abrió la Línea de Investigación en Resiliencia Aplicada. Esta línea de investigación contempla estas necesidades y busca con su trabajo para operar con este constructo dinámico. La resiliencia y sus diferentes miradas constituyen no sólo una conceptualización teórica, sino que aparecen como una herramienta interesante para analizar y enriquecer las distintas tareas y acciones profesionales. Especialmente en los ámbitos social, cultural y educativo, resultan instrumentos valiosos para su planeamiento estratégico y para su gestión. GIRA, se ha constituido en la institución de referencia en el tema en Argentina, representado al país en el exterior participando de agrupaciones internacionales y de actividades académicas en distintos países.
GIRA. Integrantes:
Directora: Dra. Mabel Munist, Codirectora: Lic. María Gabriela Simpson, Mag. Elena Santa Cruz, Esp. Geraldine Keulyan, Lic. Florencia Toht, Lic. Mariana Nóbile, Lic. Mariana Alonso.
Aparte de las demás actividades que ha planteado en su origen, en este marco institucional universitario lleva a cabo la tarea investigativa que implicó un primer proyecto de investigación: un estudio de caso sobre la mirada de la resiliencia en los profesionales de los equipos de orientación escolar, que ya está en la etapa final de elaboración de informes para socializar conclusiones. En la actualidad está iniciando un segundo estudio de caso
¿Qué definición daría hoy de resiliencia luego tantos años de desarrollo académico que tuvo el constructo?
En mi opinión me adscribo a la corriente francesa que define la resiliencia como crecimiento postraumático, crecer y rehacerse desde la adversidad. Para mí la resiliencia es transformación.
De los posicionamientos y posturas hasta ahora desarrollados entre los especialistas ¿en qué categoría la ubicaría capacidad, habilidad, proceso, potencial, etc.? ¿Qué etiqueta le sacaría o evitaría?
Desde mi punto de vista es un proceso de construcción bajo la influencia de experiencias y personas que favorecen su emergencia. Yo evitaría la etiqueta habilidad porque entonces serían un conjunto de habilidades aprendidas que no tienen necesariamente que implicar un proceso interno de transformación.
¿Cómo evalúa el desarrollo y la evolución de las teorizaciones y aplicaciones de la resiliencia?
Estimo que ha sido una revolución paradigmática en el sentido que se ha puesto el foco en el estudio de las variables internas y externas que están presentes en las personas que han conseguido hacer procesos resilientes. El foco no está en la patología sino en lo que tiene que darse para crecer y rehacerse desde la adversidad o el trauma. Se rompe el determinismo y el fatalismo de infancia infeliz = determinación de vida. Boris Cyrulnik y su obra “Los patitos feos” es sin duda la gran referencia porque personas en principio con grandes factores de vulnerabilidad e incluso con trastornos se rehacen y hacen procesos positivos. El da cuenta de un fenómeno que siempre existió, pero por el que nadie se interesó de una manera explícita ni se había investigado.
El riesgo está en que el término -al extenderse y los ámbitos de aplicación al ampliarse y llegar a todas las esferas de la actividad humana- puede convertirse como el gran argumento para aludir a que las personas pueden ser fuertes y “ser resilientes por sí solas” Entonces, como dice Jorge Barudy, se pervierte el término y se utiliza para recortar los servicios sociales, abusar del riesgo y de la integridad de los soldados, bajar los sueldos a las personas… La resiliencia debe de contemplar siempre a otro y a un conjunto de experiencias que suponen la disposición de recursos externos.
¿Qué piensa de las distintas miradas que se desarrollaron sobre el constructo? ¿Cuál le es la más cercana a usted o considera más valiosa? ¿Por qué?
Yo he trabajado con dos de ellas y en el ámbito de la infancia maltratada: una es el proceso de transformación desde el trauma (Cyrulnik) gracias a las personas que disponiendo de recursos externos a los niños favorecen un proceso largo y complejo de resiliencia secundaria (Barudy): figuras adultas que con acompañamiento extenso, apoyo, afecto incondicional, límites coherentes y flexibles, creyendo en las cualidades de la persona y con un discurso que subraya el valor del superviviente consiguen ese proceso de reconstrucción sano en el niño herido y traumatizado por los malos tratos tempranos. La vinculación afectiva con ese tutor sería la clave cuando no se ha podido experimentar el vínculo de apego seguro en los primeros años de vida.
Boris Cyrulnik |
¿Cómo cree que evolucionará la conceptualización de la resiliencia? ¿Hacia dónde? ¿Por qué?
El mundo en el siglo XXI -un mundo cada vez más complejo- será relacional o no será. El otro, las relaciones significativas, las redes de apoyo… son y serán claves no sólo para colaborar sino para encontrar seguridad y confort y proyectarse al exterior y sus desafíos interiorizando las cualidades beneficiosas que incorporo de ese otro. Pienso que la investigación en resiliencia irá descubriendo qué aspectos de la relación con ese otro significativo promueven resiliencia y tienen poder para modificar el mismísimo cerebro generando neuroplasticidad. Sabremos cada vez más del cerebro y qué aspectos de lo relacional hacen que este desarrolle resiliencia, en suma, que la persona construya resiliencia.
Por ejemplo, Rafael Benito, psiquiatra y estudioso de la resiliencia cerebral, nos ha enseñado una fascinante investigación en la cual las personas que nacen con genes de alelo corto transportan de manera menos eficiente la serotonina entre las conexiones neuronales. Los cerebros de esas personas nacen así, pero no se determina nada porque la epigenética, como nueva ciencia, postula que el ambiente puede cambiar el modo en cómo las neuronas leen esos genes. Así pues, si los alelos de los genes de esa persona son cortos (transportan menos eficientemente la serotonina) pero si se encuentra con unos cuidadores tempranos conscientes de esto y transmiten una vivencia de apego seguro al bebé, esos genes pueden modificarse en su expresión y aumentar la eficiencia en la producción de serotonina. Esto generaría un factor de resiliencia.
¿Qué elementos son imprescindibles para que se dé la resiliencia?
En el ámbito del maltrato infantil, que es donde yo estudio y aplico la resiliencia, es indispensable que exista una persona que crea en el niño y sea estable en su vida. Ese vínculo es indispensable para sanar de la herida de la vejación, vergüenza, humillación, dolor… y secuelas psíquicas y neurológicas que conlleva el maltrato. Después, hay que disponer de recursos externos, humanos y materiales, para poder contribuir a que ese niño desarrolle recursos propios internos (con el tiempo): modulación emocional, autocontrol, sentimiento de valía, mejores decisiones… Finalmente, apuntaría a que es importantísimo lo que Puig y Rubio apuntan: reintegrar en la biografía resilientemente lo traumático vivido encontrándole un nuevo sentido, un nuevo significado a través de las narrativas elaboradoras que favorecen la integración cerebral resolviendo los contenidos traumáticos y la coherencia del self.
¿Tienen más preeminencia algunos factores que otros?
Desde mi punto de vista, en todos los ámbitos donde se trabaje la resiliencia creo que “otro” al lado, una persona, es insustituible. Puede ser que en los casos de adultos una experiencia, un animal o variables psicológicas internas puedan tener más peso. No me atrevo a afirmarlo porque no he trabajado la resiliencia tanto con adultos. Pero con menores, desde luego que, por su vulnerabilidad, si no hay una persona que acompañe, estable y crea en sus recursos, no creo que sea posible la resiliencia. Quizá sí la resistencia, pero no una transformación.
¿Qué importancia le adjudica al papel del medio circundante para que el proceso de desarrollo de la resiliencia sea mejor?
En determinadas edades creo que juega un papel muy relevante, como en la adolescencia, donde por las características evolutivas propias de la etapa el grupo de iguales, la identificación con el mismo y con los signos y símbolos propios de ese grupo, del ambiente con el que interactúan, es clave en la identidad del joven. Pero, a pesar de todo, de que este medio ambiente influya como variable moduladora, pienso que el papel del vínculo con un tutor de resiliencia es más determinante porque puede ayudar a reflexionar sobre mis actos y mis circunstancias vitales. Vivir determinadas experiencias, pero contar con alguien que, desde una mirada distinta, te ayude a darte cuenta de esas experiencias ambientales, reflexionarlas e integrar en tu vida el fruto de esa reflexión me parece que juega un papel más relevante.
¿Cómo definiría al tutor de resiliencia?
Yo he tenido la suerte de tener dos tutores de resiliencia, pero no lo supe hasta tiempo después. Al leer sobre el tema, e integrar vivencia con los aportes de los grandes de la resiliencia, creo que es alguien a quien encuentras, que tú le concedes ese papel de una manera implícita, porque se entreteje un vínculo afectivo entre ambos, y porque aparece en un momento clave de tu vida, cambia la mirada sobre ti y te hace descubrir cualidades propias insospechadas, te ofrece una aceptación fundamental, como dice Maryorie Dantagnan, y te acompaña durante largo tiempo.
En la persona se opera un cambio del que en el momento y en el proceso no se es del todo consciente y comienzan a emerger recursos y cualidades internas insospechadas fruto de ese vínculo afectivo y de total confianza y creencia en ti. Entonces, se produce un truco de magia (como afirman Puig y Rubio en su libro “Tutores de resiliencia”) del que serás consciente años después, con la madurez, y en un momento determinado sientas ganas de buscar a esa persona y decirle cuán importante fue para ti en tu vida. En este sentido, yo pude encontrar a los tutores de resiliencia de mi adolescencia y mostrarles mi gratitud. Para mí fue algo impresionante, una inmensa felicidad poder celebrar ese encuentro. Es un truco de magia, en efecto, porque los tutores tampoco son conscientes de su papel hasta que el tutorizado se lo transmite…
¿Quiénes pueden ser tutores de resiliencia? ¿Por qué?
Para mí sólo pueden ser tutores de resiliencia personas que hayan hecho un trabajo personal en el que hayan reflexionado sobre su infancia, la tengan elaborada, y hayan podido reintegrar en su biografía los aspectos traumáticos vividos. No hay nadie que no tenga ningún trauma. Una persona que quiere sanar a otra psicológicamente tiene que estar a su vez sanada. Si no, puede confundir su necesidad con la del otro. Esto es especialmente importante para todos los que trabajen con menores. Tenemos que mentalizar a las personas y ser capaces de poder ver y sentir sus necesidades, diferenciándolas de las nuestras, para no enredarles con ellas. Un tutor de resiliencia necesita de supervisión personal, probablemente.
¿Cuál es el germen, el origen o la causa primera que haga que una persona se vincule especialmente con otra para desarrollar su propia capacidad de resiliencia?
Me parece una pregunta muy inteligente y a la vez muy compleja y difícil de contestar. Quizá nazca de un compromiso ético profundo con la sociedad y los desfavorecidos, y de la naturaleza cooperativa y de ayuda y apoyo a los demás que late en el fondo de los seres humanos y que subyace en estructuras neurobiológicas preparadas para la social. Las mismas estructuras neurobiológicas que participan en los ciclos de la violencia también lo hacen en la empatía. Cambia la experiencia que uno ha tenido y cómo esta ha esculpido las redes neurales. Desde que nacemos, nuestro estímulo favorito son las caras humanas. Por eso está en nuestra naturaleza. Esto ya lo decía Aristóteles, creo, que el hombre es un animal social.
Pero para vincular con otro es necesario que uno mismo haya experimentado un vínculo y haber reflexionado sobre el mismo. Sin sentir y saberse vinculado, ese aspecto interno y estructural, es difícil poder vincular al menos auténticamente con otro y ayudarle a desarrollar su propia resiliencia.
¿Qué características esenciales tiene que tener el tutor de resiliencia?
Aceptación fundamental del otro, acompañamiento a la persona, evitar la suplantación del otro (que llevaría a pretender inconscientemente satisfacer necesidades propias en el otro), cambio de mirada, disposición de recursos externos, capacidad para establecer vínculos afectivos, estabilidad emocional e historia de apego seguro o ganado a la seguridad a través de la reflexión. Tener paciencia y la convicción de que los cambios profundos son lentos y tardan, no buscar soluciones facilistas pero efímeras.
¿Cómo definiría su rol o su función? ¿Qué hace o qué debería hacer un tutor de resiliencia para promoverla en un otro?
Tiene que existir presencia y relación continuada en el tiempo para que pueda producirse el vínculo. Cuando hay vínculo el tutorizado ya confía, y se abre y siente seguridad y colabora y participa activamente en su propia sanación.
No juzgar a las personas, darles afecto y oportunidades incluso cuando sus actos no lo merecen, creer en los recursos internos de la persona tutorizada y ayudarle a desarrollar nuevos, favorecer contextos donde pueda participar e integrarse en la comunidad desde su talento o valía, darle empatía y la experiencia de sentirse sentido en las crisis, momentos de dolor y de recaídas. El cerebro tiene los recursos internos para sanar si encuentra un entorno y personas saludables. Soy consciente de que todo esto es muy difícil. "¡Casi nada!"- me dicen algunas personas. Pero creo que debemos prepararnos para ello. Insisto en que no buscamos personas perfectas sino conscientes y con cualidades. Incluso ser capaz de darte cuenta de que te has equivocado con tu tutorizado puede tener enorme repercusión positiva. En la terapia, cuando yo siento que no me he mostrado receptivo empáticamente con mis pacientes, reparo esta acción.
Portada del libro de Cyrulnik "Los patitos feos" |
¿Cómo no debería ser? ¿Qué características se deberían evitar para poder ser un tutor de resiliencia?
Personas que por trastornos de la personalidad u otras causas busquen sanarse ellas mismas a través del otro. Entonces, se puede suplantar a la persona porque ya no se le ve como sujeto propio. No se está atento a la necesidad del otro sino a la propia creyendo que es la que ese otro necesita.
Quienes sean inestables emocionalmente y no regulen sus emociones o impulsos y sean contradictorios e incoherentes entre lo que dicen y hacen.
Personas que juzgan a los demás y/o son excesivamente normópatas (obsesivos de las normas y los límites), rígidas e inflexibles, con dificultades para entender y adaptarse al otro.
Personas con trastornos o dificultades para la empatía (sin empatía tampoco puedes sanar al otro), aunque lo parezcan, hacen un “como sí”, pero no son empáticos de verdad.
¿Son ideas análogas o complementarias la del "tutor de resiliencia" y la del "otro significativo"? ¿Qué las une y qué las diferencia?
Todos los tutores de resiliencia suponen un otro significativo pero no todos los otros significativos son tutores de resiliencia... Creo que el tutor de resiliencia conlleva, como afirma Cyrulnik, una persona -o experiencia- a la que encuentras, es el viraje de tu existencia, favorece una transformación desde el dolor y la muerte psíquica que es el trauma, por eso supone un renacer a partir de conocer a esa persona y/o experiencia, que será incondicional en su afecto y apoyo, y tiene que darse ese cambio de mirada a partir del cual tú te empiezas a ver de otro modo, junto con el apoyo que te permite transformarte, cambiar de piel como un camaleón pero sin dejar de ser tú.
¿Sólo las personas pueden ser tutores de resiliencia?
Está claro que no. Lo dice Cyrulnik: es una persona, experiencia o lugar…
Un joven me contó que sin su padre (le abandonó), fracasado escolarmente, con su madre todo el día fuera de casa para poder trabajar y dedicándole muy poco tiempo, en un barrio conflictivo y con drogas, bajito y delgaducho como era… tenía todos los boletos para caer en la inadaptación social. Pero en un escaparate se encontró con una bicicleta y… quieto durante un tiempo conectó con que quizá él podría ser bueno en eso… Y hoy es el día en que es un conocido ciclista –no diré el nombre por confidencialidad- Es evidente que la resiliencia no sólo es esto, después tuvo que trabajar duro y tener personas a su lado, algunas serían “otros significativos”, no tutores. Pero… yendo a la pregunta, ¿quién fue el tutor? ¿Qué marcó el viraje de su existencia, el cambio de mirada, la transformación? El momento que en que la bici le hace darse cuenta que él puede valer para algo y darle un nuevo sentido a su vida. Luego hay que tener personas al lado que te acompañen y te apoyen en todos los aspectos de tu vida, claro, y trabajar por ello, si no eso podría quedar en un mero espejismo.
¿Cree que se precisa una nueva definición de esta figura? ¿Por qué?
No lo sé con seguridad. No sabría responder a esta pregunta. Sólo daré una opinión que puede estar equivocada. Creo que habría que investigar aún más porque tampoco llevamos tanto tiempo con este concepto y fenómeno de la resiliencia como para plantearnos tan pronto una nueva definición. Personalmente, creo que todo lo que se aleje de la idea de Cyrulnik y Barudy no será resiliencia en estado puro. Será otra cosa, pero no resiliencia. Habría que seguir trabajando en esta línea y hacer nuevos aportes desde ese concepto, desde ese marco epistemológico, tal y como él lo ha desarrollado.
¿Los animales pueden ser considerados tutores de resiliencia? ¿En qué circunstancias y/o en qué condiciones podrían ejercer ese rol?
Creo que sí pueden ser considerados tutores de resiliencia. De hecho, lo dice el maestro Cyrulnik. En un libro suyo alude a una niña sola, abandonada emocionalmente, que todos los días se abraza al cuello de su perro y le habla y le cuenta sus sentimientos. El perro le escucha, responde con gemidos y miradas de afecto y está con ella cien por cien de modo incondicional. ¿Quién diría que no? Hay menores que me han dicho que en casa el único que les recibe y les da cariño, apoyo y afecto, es su perro… Ahora bien, yo creo que con los menores los perros pueden jugar ese papel de ser tutores de resiliencia (sobre todo en afecto, escucha, sentirse apoyado incondicionalmente…) sin duda. Pero… pienso que es imprescindible, además, el acompañamiento de un adulto competente a su lado porque un niño o joven difícilmente puede vivir en un mundo tan duro y complejo sin ese adulto que crea en él y cubra sus necesidades. Un perro puede cubrir unas y ser extremadamente importante, pero creo que no puede sustituir a un adulto. Difícilmente sacaremos adelante a un niño sólo con un perro, sobre todo a menores traumatizados gravemente… Necesitamos de toda la tribu social, incluida un perro.
¿Tuvo personalmente un vínculo con un animal que podría ser ejemplo de la relación con un tutor de resiliencia?
La verdad es que no. Tuve un perro de pequeño, pero no jugó ese rol. Más bien era un divertimento, no lo tengo interiorizado y valorado como tutor de resiliencia. No he tenido esa suerte.
¿Conoce actividades o intervenciones profesionales con animales que impliquen a los mismos como tutores de resiliencia? ¿Qué opinión le merecen?
Loretta Cornejo Parolini, peruana afincada en España, Madrid, desde hace unos cuantos años (sin olvidarse de su amada Perú) es pionera en el trabajo con un animal en la psicoterapia. Lleva haciéndolo desde hace muchos años. Fue motivo de un reportaje que emitió el canal Tele 5 en España. Es una experiencia de tutorización de resiliencia dentro de un contexto psicoterapéutico.
En el País Vasco, donde resido, existe una Asociación denominada Anothe que trabaja con jóvenes en riesgo de exclusión social por diversos factores, que realiza programas grupales e individuales de terapia asistida por animales, con mucho éxito.
¿Cree que los perros puedan ser tutores de resiliencia en procesos de orientación u otras intervenciones profesionales?
Creo que, si una persona encuentra a un perro especial y, como esa niña de la que habla Cyrulnik, para ella es quien da sentido a su vida, implícitamente podemos hablar del perro como tutor de resiliencia. Los perros, explícitamente, en un marco profesional, elegidos y entrenados para ello, pueden ser, con adultos (eso sí) que lo regulen, tutores de resiliencia. No veo por qué no.
¿Considera que algunas intervenciones profesionales podrían beneficiarse al incorporar a las mismas al perro como tutor de resiliencia?
Por supuesto, como he comentado antes, ya hay experiencias en marcha que lo atestiguan.
¿Qué causas o razones encuentra a la relación tan estrecha entre hombres y perros (o animales en general)?
Pienso que ambos somos mamíferos y compartimos un cerebro igual desde el sistema límbico hacia abajo, aunque obviamente hay diferencias entre el cerebro humano y el del can. Ambas especies somos límbicas, lo cual hace que podamos sentir, jugar, conectar emocionalmente, tener capacidad para vincular (los perros también experimentan el vínculo de apego con sus madres) y, por lo tanto, dispensar afecto, apoyo y ser confiables. Según he podido leer en un número reciente de la revista “Mente y cerebro”, tanto las personas como los perros estamos especializados en oír las voces e interpretar su significado, por eso sentimos que el perro nos entiende. En esa misma revista se dice que el vínculo entre perros y humanos es intenso y fuerte, y da lugar a una de las relaciones más sólidas que puedan existir. Es como si estuvieran, humanos y perros, hechos el uno para el otro.
¿Conoce la Antrozoología? Si la conoce ¿qué opinión le merece su desarrollo como ciencia? ¿Qué le podría aportar al constructo de la resiliencia?
Pues la verdad como tal no he oído hablar de ella. Estaré encantado de que alguien me explique qué es y qué estudia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario