Esta semana, el
jueves concretamente, celebramos las III Conversaciones sobre apego y
resiliencia infantil. Me siento emocionado, feliz, como en una nube. Primero, porque por tercera vez nos reunimos en unas jornadas –abiertas a todos/as- para
aprender sobre los temas que nos apasionan y nos ayudan a comprender a los
niños y por qué éstos se comportan del modo en el que lo hacen, esta vez
abordando cuestiones actuales y que nos preocupan: el trastorno del apego, el
maltrato institucional y las aportaciones de la teoría de la mente a la
parentalidad terapéutica. Segundo, porque aprovechamos para celebrar también el
aniversario del blog, los ¡diez años! que llevamos publicando artículos. Con
una fiesta, como merece la onomástica. Una fiesta en la que un grupo musical
(he estado escuchándolos en primicia y os aseguro que tocan de maravilla) nos
ofrecerá un concierto, y degustaremos pintxos y disfrutaremos informalmente del
cumpleaños.
Y finalmente, me
siento muy feliz porque Rafael Benito y yo presentamos, en el marco de estas
jornadas, nuestro nuevo libro sobre la caja de arena titulado: “La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia” Sobre este libro, su planteamiento y contenidos os hablé hace poco en un post. Os remito al mismo para que lo conozcáis más a fondo. Estoy deseando que llegue el
momento en el que Rafael Benito y yo nos sentemos, junto con Jorge Barudy y
Maryorie Dantagnan, que nos acompañarán, y tengamos un diálogo con todos/as
vosotros/as sobre esta nueva obra.
Hoy quiero
ofreceros el prólogo que Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan han
escrito para “La armonía relacional. Aplicaciones de la caja de arena a la
traumaterapia” Precisamente porque con ellos y Josefina Martínez (psicóloga del
Centro Metáfora de Chile) aprendí la técnica de la caja de arena. Pensé que
eran las personas y los profesionales adecuados para escribir este prólogo, que
es la puerta de entrada al libro y donde se pone de relieve el sentido que este
tiene y lo que ofrece. Además, en este nuevo aporte sobre la técnica de la caja
de arena proponemos integrar la misma dentro del modelo de traumaterapia de
Barudy y Dantagnan, desarrollándolo y explicando las metodologías de trabajo que
pueden usarse. Los autores del prólogo se detienen en el mismo a explicar su
modelo.
El prólogo también
es la historia de cómo surgió la Traumaterapia infanto-juvenil individual sistémica, cómo germinó y fue brotando y creciendo un proyecto que hoy es una
realidad en tres ciudades (Barcelona, Donostia y Málaga) del Estado y una de
Chile (Viña del Mar) Y como en toda historia, Jorge y Maryorie nos cuentan en
el prólogo cómo nos conocimos, nuestro encuentro y posterior relación que
transformó nuestra forma de vivir y trabajar con los niños y sus familias. Les
estoy muy agradecido por todo lo que he aprendido con ellos, por su generosidad
y cariño hacia mi persona y la de Rafael Benito. En un momento tan entrañable como el que estoy
viviendo, siento que he de testimoniar públicamente mi agradecimiento, como lo
haré públicamente en el acto de presentación del libro, en San Sebastián, el día
7 de octubre.
En los
próximos lunes, publicaré resúmenes de las ponencias de los profesionales invitados
a las III Conversaciones, así como los vídeos que se proyecten, los cuales se subirán a mi canal de
Youtube. Asimismo, publicaré en el blog la dirección web desde la cual os podréis descargar los powerpoint que usen los ponentes en sus presentaciones. También, estoy preparando un material
conmemorativo del décimo aniversario que pronto será realidad y espero presentároslo en breve. Además de los posts habituales y las colaboraciones. Eso sí, os pido
un poco de calma para ir preparando todo. ¡Permaneced atentos al blog! El lunes 16 de octubre, a las 9,30h, cuando ya estén cerrados todos los asuntos relativos a las III Conversaciones, publicaré el primer post con el resumen de conferencias.
Os dejo con Jorge
Barudy y Maryorie Dantagnan y el prólogo a la obra “La armonía relacional.
Aplicaciones de la caja de arena a la traumaterapia”
Como todas las
producciones humanas, este libro que su autor nos solicitó prologar, es parte
de una historia. Como en todas las historias, existen múltiples personajes que
constituyen la trama de ella. Nosotros somos parte de ésta, pero los personajes
principales son José Luis Gonzalo, personaje principal y Rafael Benito quien le
regala un magnífico capítulo a esta obra.
Nosotros, como
parte de esta historia y autores del prólogo, hemos aprovechado este espacio
para contarles cómo nuestras vidas se cruzaron con la de los autores y para eso
comenzaremos el relato con una parte de la nuestra.
Corrían los últimos
meses del año 1998 y cuando el año 2000 se anunciaba en el horizonte, recibimos
de la vida un regalo hermoso y lleno de sentido, nuestras trayectorias
profesionales se cruzaron en una sureña ciudad de Chile, la ciudad de Temuco,
lugar lleno de significados para nosotros. Nuestro encuentro permitió el
nacimiento de una pareja apegada por esos sentimientos múltiples y luminosos
que conforman el amor, lo que a su vez enriqueció nuestras prácticas
profesionales.
Maryorie como
pedagoga, psicóloga y psicoterapeuta infantil trabajando en programas sociales
en Colombia, conoció el impacto traumático de las injustas, cobardes y
violentas condiciones de vida de cientos de niños y niñas colombianas. Como
resultado de su práctica terapéutica con niñas y niños habitantes en entornos de
pobreza y marginalidad pudo tomar consciencia cómo dichos contextos jugaban un
papel fundamental en el origen del sufrimiento y los trastornos psíquicos
infantiles. Al enviudar volvió a su país
de origen Chile poniendo sus conocimientos y experiencia clínica al servicio de
niños y niñas residentes en un entorno parecido y afectado por diferentes tipos
de malos tratos en sus familias.
Jorge como
neurosiquiatra, psiquiatra infantil y terapeuta familiar formado en Bélgica,
como consecuencia de su exilio, conocía el dolor invisible de la infancia
afectada por los entornos violentos producidos por los adultos como resultado
de sus prácticas profesionales. Esto por su implicación profesional en
programas destinados a la reparación terapéutica de las heridas infantiles
provocadas por la violencia organizada -guerras, represiones políticas,
persecuciones, sexistas, religiosas…- y por otra parte las provocadas por contextos
de malos tratos infantiles intrafamiliares.
Nuestro encuentro
permitió que rápidamente nos diéramos cuenta que coincidíamos en la necesidad
de contribuir al diseño de una metodología terapéutica adaptada al sufrimiento
infantil consecuencia de experiencias traumáticas producidas por los malos
tratos de los adultos en el ámbito familiar, institucional y social.
De nuestras ricas
conversaciones, surgió que teníamos que empeñarnos no sólo en criticar y
denunciar que la mayoría de los tratamientos psicoterapéuticos para niños y
niñas con problemas de salud mental, no tomaran en cuenta el sufrimiento y el
daño provocados por los malos tratos de los adultos, sino que teníamos que
asociarnos para investigar y proponer una metodología alternativa.
Para nosotros era
evidente que la expresión del sufrimiento infanto- juvenil a través de sus trastornos,
era la consecuencia del daño por acción u omisión producido por los adultos,
muchos de ellos significativos; incluyendo aquellos casos invisibles que se
producían en familias de clases favorecidas, muchas veces camuflados por
representaciones sociales clasistas y/o concepciones educativas violentas.
Lo que nos parecía
más preocupante, es que a nivel social y en muchas ocasiones en el medio
profesional, para comprender el origen de los denominados trastornos
“psicopatológicos infanto juveniles”, no se consideraban los contextos de malos
tratos o de violencia en familias, escuelas, instituciones o en la sociedad- En
estos contextos los adultos por incompetencia, creencias o experiencias
traumáticas no resueltas maltratan, abusan y/o descuidan a los niños y niñas.
Lo que nos producía más dolor eran las múltiples situaciones en las que
habíamos intervenido con madres y/o padres que habiendo dañado a sus hijos como
consecuencia de lo sufrido en su propia niñez, no habían sido reconocidos como
afectados.
Nuestro trabajo
clínico con niños y sus familias, nos permitieron revertir nuestro dolor e
indignación por estas injusticias transgeneracionales en una investigación
acción, del cual emerge la metodología terapéutica que denominamos la
traumaterapia infanto-juvenil sistémica, mencionada y tratada ampliamente por
el autor de este libro.
Esta investigación
acción que iniciamos en el año 1999 consistió y consiste en aplicar la
metodología de la observación participante para detectar como incidía en los
niños y niñas las experiencias traumáticas a las que habían sido sometidas,
poniendo el acento en una observación comprensiva y a la vez en la aplicación
de instrumentos y técnicas terapéuticas coherentes a lo observado.
Nuestra observación
comprensiva fue en primer lugar influenciada por lo que habíamos aprendido en
nuestras respectivas formaciones, la de Maryorie , psicodinámica centrada en
los aportes del paradigma del apego y la de Jorge formación psiquiátrica
redefinida con los aportes de la corriente psicológica humanista (Carl Rogers)
y rápidamente con los aportes de la epistemología y el paradigma sistémico, que
tuvo la oportunidad de enseñar como docente en la Universidad Católica de
Lovaina en Bélgica. Nuestras formaciones nutrieron nuestra visión del mundo y
de la sociedad, pero no dejamos de explicarnos el sufrimiento infantil también
como resultado de las injusticias creadas por las desigualdades económicas y
sociales, así como las culturas abusivas derivadas de las concepciones
patriarcales, del neo-liberalismos salvaje y de las concepciones religiosas que
avalan la violencia sobre las mujeres y la infancia.
Nuestros
conocimientos se han nutrido de múltiples aportaciones de las investigaciones
relacionadas con el apego, la psicología del trauma, la psicología del
desarrollo, los estadios de auto-organización; todo esto teniendo como
cimientos los aportes de la neurociencia relacional que ha revolucionado el
conocimiento del funcionamiento del cerebro y la mente humana.
Los aportes de las
investigaciones de la nueva disciplina conocida como epigenética y la biología
molecular nos han dado los últimos regalos, pues han permitido validar nuestras
hipótesis en la medida que lo que se está descubriendo confirma muchos de los
fundamentos de nuestro enfoque.
Estos aportes
unidos a un trabajo sistematizado de nuestras observaciones clínicas, dieron
origen a lo que denominamos la pauta de evaluación comprensiva del sufrimiento
infantil (PEC) que pretende englobar los aspectos más relevantes del impacto
del daño en los niños, niñas y adolescentes. En este sentido, esta pauta es la
base en la que sustentamos nuestro modelo de intervención: la traumaterapia infanto
juvenil sistémica cuyo fundamento es nuestro paradigma de los Buenos tratos a
la infancia. Cuando los malos tratos son
intrafamiliares nuestra metodología considera fundamental la evaluación de las
competencias parentales y la resiliencia parental. En este sentido, la
promoción de la resiliencia infantil, familiar y parental es una finalidad
transversal de todas nuestras intervenciones terapéuticas.
Nuestras prácticas
profesionales nos han permitido ofrecer nuestro apoyo terapéutico a muchos
niños, niñas y adolescentes afectados por diferentes contextos de violencia y
negligencia. Conocemos sus dolores causados por los malos tratos en sus familias,
pero también por las instituciones, incluso aquellas destinadas a la
protección. También hemos ido aprendiendo a brindar apoyo terapéutica a cientos
de chicos y chicas afectados por la violencia de las guerras, del exilio, así
como de la indolencia de los gobernantes de los países ricos que les niegan
refugio y solidaridad. Estos chicos y chicas nos han mostrado sus heridas, pero
también sus capacidades resilientes, así como el valor de sus madres y padres
por llevarles a lugares más seguros y salvarles de la muerte. También estamos
aplicando desde hace más de 10 años, nuestra metodología de traumaterapia para
tratar los traumas tempranos de hijos e hijas adoptadas en diferentes regiones
del mundo.
La traumaterapia
nace desde su inicio en nuestro trabajo terapéutico con los niños y
adolescentes. La aplicación de su
principio neurosecuencial, así como de sus fundamentos epistemológicos, nos ha
permitido irla adaptando a los pacientes adultos afectados en el presente por
traumas consecuencia de la tortura, de la guerra, el exilio, y la violencia
conyugal machista. Traumas que muchas veces se acumulan a los otros vividos
durante la infancia.
El nacimiento de un diplomado: El encuentro con Rafael Benito y José Luis Gonzalo
Como resultado
lógico de nuestro aprendizaje y después de haber diseñado y aplicado las
primeras bases de nuestra metodología de trabajo con los niños, sentimos la
necesidad de ir compartiendo lo aprendido. Esto, porque habíamos constatado
mejorías considerables en los niños, niñas y adolescentes atendidos en nuestro
programa, en el seno de nuestra ONG EXIL en Barcelona. Nuestras percepciones
las habíamos cotejado con los beneficiarios del Programa, y con la observación
sistematizada de sus educadores. El primer grupo de participantes a nuestro
programa estaba compuesto por niños, niñas y jóvenes afectados por experiencias
de malos tratos severos, por lo que se les había brindado una medida de
protección, a través de Centros de acogida en Barcelona. Más tarde, pudimos
aplicar la Traumaterapia con niños, niñas y adolescentes de las casas y
residencia de acogida pertenecientes a la Fundación COTS de la ciudad de
Manresa en Cataluña. Tanto los
directivos de la Fundación, los equipos de educadores de las diversas casas,
así como los educadores referentes designados como tutores de los niños y
niñas, han participado activamente ejerciendo la función, que en el diseño de
nuestro modelo denominamos, de co-terapeutas.
Las condiciones
expuestas explican nuestra decisión de proponer en el año 2004 un programa de
formación de post- grado que titulamos Diplomado en Traumaterapia infantil
sistémica. Desde el principio nuestro
proyecto formativo lo realizamos a partir de
tres ejes: compartir un modelo
comprensivo del sufrimiento y de los trastornos que presentaban los niños y niñas, expresión de los traumas
consecuencias de los malos tratos que
habían sufrido; segundo, compartir las
técnicas que estábamos aplicando; y
tercero, brindar la posibilidad de un trabajo sobre la persona de los y las
candidatas a la formación, considerando
que es la persona del terapeuta y la relación que puede ofrecer el recurso principal para apoyar la reparación terapéutica, como queda evidenciado en este
libro.
Gracias a la realización
de este proyecto, tuvimos la posibilidad de encontrarnos con José Luis Gonzalo
autor de este libro y Rafael Benito cuyo aporte a esta obra es inestimable.
Ellos formaron parte de ese primer grupo de profesionales que nos brindaron su
confianza participando en la formación. Profesionales destacados como muchos de
esa primera promoción, que tienen el mérito de habernos ayudado a concretizar
nuestro proyecto formativo.
Analógicamente como los hijos e hijas que brindan la oportunidad a sus
progenitores de ser madres o padres, este grupo nos transformó en formadores de
trauma terapeutas. Por esto vale todo nuestro reconocimiento, porque aportaron
con sus propios saberes, resultado de sus experiencias clínicas y de sus afanes
como los nuestros por buscar en la lectura de muchos autores expertos en el
tratamiento de los traumas infantiles, ideas e instrumentos para mejorar sus
prácticas que han contribuido desde el principio a enriquecer nuestra
metodología. Por esto, prologar esta obra es una forma de agradecer sus
aportes, su generosidad en el compartir cotidiano y por el hecho de haber aceptado
-a partir del año 2009- a sumarse a nuestras actividades formativas. Primero
colaborando con nuestro programa en Barcelona y luego siendo docentes y
animadores activos del programa de formación que se realiza en el País Vasco.
En nuestro
Diplomado compartimos y enseñamos a profesionales de la infancia provenientes
de comunidades de todo el Estado Español, así como de nuestro país de origen,
Chile. Nuestra metodología terapéutica
está basada en una lectura sistémica del sufrimiento infantil y en un paradigma
integrador cuyos principales dominios son el apego, el trauma, el desarrollo,
las competencias parentales y la resiliencia.
Compartimos con los
participantes, que el modelo de traumaterapia sistémica consiste en animar un
proceso terapéutico que prioriza una intervención individual sistémica
organizada en tres bloques de trabajo que se sustentan en una base conformada
por un trabajo de apoyo, acompañamiento y promoción de las competencias parentales
del referente, co-terapeuta en este modelo (educadores de centros de acogida,
padres acogedores, o adoptivos. Por tanto, el apego, la respuesta sintonizada y
las respuestas o o intervenciones coherentes y consistentes de éste hacia el
niño/a son los elementos claves a trabajar.
Como hemos
mencionado, este modelo de TRAUMATERAPIA INFANTO JUVENIL SISTÉMICA está
compuesto por tres bloques: Bloque I, cuya finalidad es la Sintonización y autorregulación; Bloque II para facilitar el Empoderamiento y Bloque III, para
acompañar la Reintegración Resiliente
de las experiencias traumáticas. Abordar una descripción detallada de estos
tres bloques escapa a la finalidad de este prólogo. Aprovechando que el autor
aborda estos contenidos de manera dinámica e ilustrativa, nos limitaremos a
enumerarlos insistiendo en sus fundamentos.
El bloque I tiene como finalidad lograr que los niños o adolescentes conozcan una
relación comparable a la que una madre suficientemente competente ofrece a sus
crías, para lograr en ellos una experiencia de apego seguro. El desafío es
grande porque en la mayoría de los casos, las experiencias traumáticas
complejas, acumulativas y tempranas han obligado a los niños o jóvenes a
desarrollar modelos de apegos inseguros o desorganizados, que son la
manifestación del temor y la desconfianza a las relaciones con los adultos. Por
lo tanto, para lograr la finalidad de este bloque las interacciones
comunicativas de los terapeutas tienen que ser afectivas, empáticas
(sintonizadas y resonantes) y mentalizadoras. Esto, para favorecer la capacidad
del niño, niña o adolescente a autorregular sus estados internos, seriamente
desregulados como consecuencia de la desorganización de sus estados mentales
por el sufrimiento, el dolor y las respuestas de estrés a estresores mórbidos
muchas veces impensables.
El conocer y
aplicar en nuestras prácticas, la técnica de la caja de arena ampliamente
explicada en este libro, descubrimos un instrumento muy útil para lograr la
finalidad del Bloque I, porque su aplicación permite que el niño, niña o
adolescente desarrolle o refuerce su capacidad de auto observación, con menos
resistencia. Esto le puede permitir
conocer mejor sus estados internos, logrando paulatinamente identificar,
expresar y modular sus emociones. La técnica de la caja de arena aplicada tal
como se propone en este libro, permite reforzar una comunicación afectiva,
empática y mentalizadora entre el terapeuta y los niños, niñas y adolescentes y
por ende ayudarles a acercarse poco a poco a la experiencia de apego seguro.
Pero también recordemos que la sintonización tiene una dimensión
multidireccional ya comentada en este libro.
El Bloque II tiene como finalidad el empoderamiento y la participación activa de
los niños o jóvenes en el proceso terapéutico. Ayudarles en esto es
fundamental, porque como afirmamos a menudo, la esencia del trauma es la
sensación de absoluta impotencia y contrarrestar esto sólo nos queda seguir el
camino del empoderamiento.
Lo creado en
nuestra practica y lo propuesto por numerosos y numerosas otras autores nos ha
inspirado, para aportar a este bloque numerosas técnicas que tienen como
objetivo el devolver a los y a las afectadas el poder de dirigir sus vidas,
arrebatado por los adultos que les han maltratado y abusado.
El Bloque III tiene como objetivo la Reintegración resiliente de los contenidos de
las experiencias traumáticas, con el fin de facilitar una integración nueva,
diferente de estas vivencias en la biografía. Resignificar lo vivido, les
permite poder utilizar el máximo de sus energías y recursos para superar el
impacto del daño, pero además, motiva a no repetir lo que les ha ocurrido en
sus relaciones interpersonales presentes o futuras, por ejemplo, con sus hijos,
en su vida de pareja u otras relaciones. La resignificación de la causa y de
los efectos de las experiencias traumáticas abre la puerta al fenómeno
extraordinario de la resiliencia.
José Luis Gonzalo y
Rafael Benito presentan también de una manera magistral el papel de la
metodología de la caja de arena para cumplir con los objetivos de este bloque.
El placer y el orgullo de hacer el prólogo de este libro
Queremos concluir
este prólogo, manifestando el placer y el orgullo que hemos sentido al leer a
José Luis Gonzalo y Rafael Benito. Este libro es el resultado de dos procesos
de aprendizaje de los cuales nos sentimos partes. En él se entrelazan por lado,
las observaciones participantes realizadas por José Luis Gonzalo, acumuladas
después de su formación en el año 2004, en la aplicación rigurosa desde hace
más de 12 años de la Traumaterapia infanto- juvenil sistémica, con niños,
niñas, adolescentes y adultos afectados por traumas complejos y acumulativos.
Por otro lado, las que emergen de la aplicación sistemática de la técnica de la
caja de arena en el acompañamiento de sus pacientes. Con poco riesgo a
equivocarnos, afirmamos que José Luis Gonzalo es uno de los psicólogos
psicoterapeutas que más experiencia tiene en el mundo hispánico, en la
aplicación rigurosa y sistemática de la técnica de la caja de arena con
pacientes traumatizados. Además, es uno de los profesionales cuya exquisita
formación en psicotraumatología infanto-juvenil le ha permitido hacer valiosas
aportaciones de intervenciones y modos de trabajar en esta técnica, como es la
pauta de registro y sus pautas de intervención.
En relación a
Rafael Benito, psiquiatra y Traumaterapeuta que honra su profesión por su
valentía al enfrentar el pensamiento dominante en su especialidad. El aporta
desde su práctica y lo consigna en este libro, que lo que las corrientes
dominantes llaman la psicopatología infanto- juvenil, se puede tratar de una
forma más adecuada y coherente cuando se considera su marco biográfico. Sus
aportes para ayudarnos a entender el impacto de la Traumaterapia en general y de
la técnica de la caja de arena a nivel neurobiológico, nos ha parecido no
solamente de una gran utilidad, sino que
nos ha descrito magistralmente el valor terapéutico de la metodología y de la
técnica.
Este libro tiene el
enorme mérito de concebir la técnica de la caja de arena como un instrumento de
gran valor para el trabajo terapéutico. Al insistir que un instrumento como
este, no puede descontextualizarse de un proceso terapéutico, es decir, una
técnica no hace el proceso. Eso José Luis Gonzalo lo dice y lo refleja en toda
su obra al explicar su aplicación con sus ejemplos, que es una técnica, pero no
el proceso. Esta puede ocuparse en diferentes momentos del proceso, acompañando
y facilitando la creación realizada por los pacientes bloque por bloque, paso a
paso, pero que esta aplicación no sustituye el proceso integral de la
Traumaterapia organizada en tres bloques. Esto es un aporte fundamental para
prevenir unos de los errores más peligrosos que cometen muchos terapeutas, como
consecuencia de su falta de experiencia o bajo la presión de la ideología
dominante centrada en la aplicación de soluciones facilistas, economicistas.
Cuando las técnicas se venden como procesos terapéuticos emerge la ilusión de
una seudo eficacidad que no hace más que agravar el sufrimiento y el daño que
los adultos han producido a muchos niños, niñas y adolescente. Un proceso
terapéutico como la Traumaterapia es de una gran complejidad lo que implica
usar de una manera coherente, responsable y creativa muchas técnicas. El riesgo
es que al descubrir la existencia de técnicas terapéuticas tan atractivas y
prometedoras como la caja de arena, se apliquen con la ilusión que estas por si
solas serán suficientes, alejándose del cuidado que se debería tener para
aplicarlas, contextualizarlas e integrarlas en un proceso relacional,
afectivamente vinculante, empático y mentalizador entre terapeuta y paciente.
El autor por su calidad humana, su amplia formación y su rica experiencia
clínica tiene las competencias y la autoridad suficiente para afirmar que la
Traumaterapia es el escenario idóneo que garantiza la aplicación eficaz y
respetuosa de la técnica de la caja de arena, aplicándola en el momento y
adaptándola a la singularidad de cada niño, niña o adolescente. La organización
de los contenidos a trabajar en cada bloque, siguiendo el principio
neurosecuencial, es la mejor garantía para que el impacto terapéutico del uso
de la caja de arena tenga todo su sentido y eficacia.
Por último, la
riqueza de los ejemplos que ilustran didácticamente los procesos descritos, es
una ayuda valiosísima para todo terapeuta que se cautive por esta técnica, pero
más que por la técnica en sí, por ese niño, niña, adolescente, mujer u hombre
herido que al construir su mundo brinda al terapeuta el espacio y la
oportunidad para explorar y sentir lo creado en conjunto con su paciente. Todos
los ejemplos descritos reflejan un principio fundamental que debe estar
presente en el trabajo de todo terapeuta: “Priorizamos
la relación terapéutica sobre el contenido a interpretar, cualquiera sea la
técnica que utilicemos” Toda esta
obra es un bello ejemplo de esto.
Montegrande, Valle del Elqui, Chile,
20 de febrero de 2017
Maryorie
Dantagnan y Jorge Barudy
No hay comentarios:
Publicar un comentario