Es un tema que hasta ahora no habíamos explorado en el blog. La asociación entre una infancia temprana caracterizada por un apego inseguro, vivencias traumáticas y el posterior consumo de sustancias en la adolescencia y la vida adulta.
Sufrir un trauma en forma de malos tratos físicos y emocionales,
o mediante un abuso sexual, o abandono emocional, es una de las experiencias
más abrumadoras que un ser humano puede experimentar. El trauma, cuando es crónico y
severo, es como “una epidemia oculta” (aludiendo con ello a la aparente normalidad de las personas que lo padecen) Una parte de la personalidad del individuo va a tratar de seguir con la vida
cotidiana, haciendo esfuerzos por apartar de la conciencia lo que otras partes
de la personalidad contienen: aspectos agresivos, destructivos,
depresivos, devaluatorios, culposos... Las distintas partes entre sí
pueden entrar en conflicto y odiarse y no poder verse unas a otras. Esta es la
dinámica de la personalidad que han descrito Steele, K., Nijenhuis, E. y Van der Hart (2008) cuando hablan de la escisión de la estructura misma de la
personalidad como defensa.
Y es que el trauma me recuerda a la maldición sufrida por la
protagonista de la famosa y bella composición musical y representada en forma
de ballet “El lago de los cisnes” (Tchaikovsky) Ya sabéis el argumento: la
reina cisne Odette y sus compañeras son víctimas de un terrible hechizo lanzado
por Rothbart, el malvado brujo con forma de búho. Durante el día se convierten
en cisnes y sólo vuelven a su forma humana por la noche a la orilla del lago
encantado creado a partir de las lágrimas de la madre de Odette. El conjuro
sólo puede romperse si alguien que nunca ha amado antes jura amar a Odette
siempre. Cual odettes, las personas afectadas permanecen en ese “hechizo” maligno
que un día lo causaron las experiencias traumáticas (el malvado brujo) y viven
en esa disociación permanente que no les permite ser felices. Siempre han de
regresar al lago del trauma formado con las lágrimas que derramaron al sufrir
el mismo.
Una de
las maneras que las personas que han sufrido apegos inseguros y traumas a lo largo
de su vida encuentran para poder sobrellevarlos es desgraciadamente el consumo
de sustancias (alcohol y otras) No es una expresión gratuita: La Organización
Mundial de la Salud (OMS) señala que tras haber sufrido una situación de
cualquier tipo de maltrato en la infancia existe un alto riesgo de consumo nocivo
de drogas en etapas posteriores de la vida (Organización Mundial de la Salud, Informe sobre la salud en el mundo,
2010)
Es
evidente que consumir alcohol puede ser un recurso (dañino, eso sí) para quien
ha sufrido malos tratos. Pues los malos tratos, por desgracia, acarrean una
serie de déficits de tipo social, emocional y cognitivo que generan problemas de
adaptación a los jóvenes. Y utilizan el
alcohol u otras sustancias para manejar dichos problemas con los compañeros,
los derivados del rendimiento escolar, con la propia familia que maltrata o
abandona o una ruptura de una relación amorosa. Al final, los jóvenes y adultos abusando del alcohol
(1) evitan un estado interno de dolor (pensamientos, sensaciones y emociones
que atormentan); (2) provocan un estado eufórico para salir del vacío; (3) o vencen la inseguridad.
Evitar un estado de intenso de dolor que
atormenta
¿Qué
tienen en común personajes tan famosos y algunos tan brillantes, que nos han
hecho pasar –sobre todo a los amantes del cine clásico- horas de inmenso placer
y gozo disfrutando de maravillosas interpretaciones e historias?
¿Qué
comparten –además de un talento increíble- Peter Lawford, W. Fields, Trevor Howard, Humprey Bogart, Dennis Price, Frank Sinatra, Dean Martin, Willian Holden, Montgomery Clift, Ava Gardner, Richard Burton, Lee Marvin, Peter O´Toole y más recientemente Mickey Rourke y Russel Crowe?
Lo que
desgraciadamente comparten es una adicción al alcohol severa. Un beber
compulsivo y de proporciones increíblemente destructivas. Bebían a diario y lo
utilizaban muchas veces como recurso para rodar las escenas de las películas.
En un libro publicado recientemente, escrito por Juan Tejero (2016) y titulado “El método Smirnoff”, nos cuentan
cómo estas celebrities arruinaron sus vidas a causa del tremendo abuso del
alcohol que hacían. Y este listado es solo el de algunos/as de ellos/as.
Y lo que
además, tienen en común entre ellos es una biografía traumática, en algunos casos muy
traumática (maltrato físico, emocional y abandono), se intuye que con historias
de apego temprano bastante inseguras, y sobreviviendo en un contexto histórico
de postguerra, muy duro. Muchos fueron a la II Guerra Mundial y vivieron
atrocidades. El oficio de actor/actriz de Hollywood, un mundo complejo que
cosifica a las personas, no es, además, nada fácil de manejar, con la presión que
conlleva. Todo esto se juntó para que estos actores y actrices cayeran en las redes
del consumo abusivo y/o destructivo de alcohol.
Algunos
jóvenes que he tratado en mi consulta –y también pacientes adultos- se sienten
tan atormentados por las partes emocionales de su personalidad que contienen el
dolor, la angustia, la rabia… por el daño traumático sufrido que el consumo de
alcohol se convierte en ese calmante (parece que actúa en el mismo
neurotransmisor que los ansiolíticos: el GABA) que les duerme la conexión con
las sensaciones corporales de dolor. A veces, si han sufrido abuso sexual, la
culpa, la autodevaluación y la humillación que conlleva, la creencia irracional de pensar merecerlo,
puede crear una parte en la personalidad que busca destruir al sujeto. Entonces
es cuando el acto de beber pasa a ser una autoagresión "programada". Tal es el caso del músico James Rhodes, autor del libro "Instrumental", aunque ha conseguido recuperarse y hacer un proceso resiliente gracias entre otros factores, a la música.
Montgomery Clift |
Algunos
jóvenes y adultos que caen en el alcohol pasan por etapas en las que beben en
exceso y un día, tras tocar fondo, ocurre algún incidente de salud, relacional o legal que
les lleva a pedir ayuda. Ellos mismos conectan su beber
abusivo con la necesidad de encontrar un recurso para salir de la angustia de
tener esos estados del yo o partes disociadas (consecuencia del trauma severo)
que emergen para atormentarles.
No es
imposible abandonar el consumo de alcohol si hay motivación suficiente, deseo
de dejar la adicción y el paciente tiene red social de apoyo. Trabajando en
terapia la historia de vida, dotándoles de recursos para hacer frente a las
emociones y sensaciones internas dolorosas provocadas por los estados del yo o
partes disociadas, tratando la disociación e imaginando viéndose libres del
problema, convirtiendo todo el potencial y energía que estas personas tienen en
algo constructivo (arte, baile, deporte…) Porque se bebe como recurso de
supervivencia: para no sufrir. Lo que siempre se ha dicho popularmente: ahogar
las penas en alcohol. Lo que ocurre es que estas saben nadar.
Provocar un estado de euforia para salir del
vacío
Frank Sinatra y Dean Martin (así como otros miembros del denominado The Rat Pack) eran unos juerguistas irredentos. En "El Método Smirnoff" Juan Tejero cuenta muchas de sus impresionantes correrías. Sus fiestas estaban bañadas en abundante alcohol, el cual les colocaba en un permanente estado de euforia y activación… En este caso el objetivo no es (al parecer) beber para no sufrir sino para provocar un estado de risa, ánimo elevado, facilidad para la relación, apertura a los otros… Llegar a un estado parecido al de la manía de las personas que sufren trastorno bipolar: omnipotencia, todo es posible, euforia, placer, impulsividad…
Martin y Sinatra |
Lo
que se conoce menos de estos dos genios Martin
y Sinatra (éste tuvo una vida escabrosa con sus relaciones con la mafia y los
Kennedy), es que sus infancias fueron traumáticas (lo cual no les justifica
pero sí explica parte de su dipsomanía): Frank Sinatra nació
en un suburbio de Nueva Jersey, prácticamente muerto. Su abuela le echó agua
fría y sobrevivió. Por culpa del fórceps perdió un tímpano y adquirió la
cicatriz del lado derecho de la cara y el cuello. Chico de barrio humillado por
su origen italiano, vivió en un entorno amenazador. Una madre que no le atendía
y un padre que le enseñó a boxear para superarse. Estuvo muy solo en su
infancia y juventud.
Dean Martín, a su vez, fue hijo de emigrantes italianos. Desde niño
frecuentaba billares y tabaquerías. En la adolescencia y juventud ganaba dinero
organizando peleas. Dio el salto al boxeo profesional. En la vida adulta, la
muerte de su hijo destruyó su mundo. Nunca se recuperó. Entonces ya no
bebía solo por juerguear, inducirse estados eufóricos y ser un calavera, sino para huir del dolor emocional y de un duelo no
resuelto. Cuentan que tras la muerte del hijo las bromas de Sinatra ya no le hacían gracia, que
solo quería recluirse (ya sin beber) en su casa para ver una película del Oeste, mejor cuanto más
antigua.
El desafío con estos jóvenes y adultos en la terapia (pueden acudir
porque el alcohol les cause problemas en su vida) es crear una base de
seguridad y confianza en el terapeuta para poder acompañarle en la exploración
cuidadosa de ese vacío interior y relacionarlo con sus tempranas experiencias
de apego donde no fueron vistos ni sentidos por nadie. Previamente, será necesario
trabajar un buen número de recursos psicológicos para manejar el malestar que pueda
ir emergiendo. Es complicada la terapia con los pacientes más evitativos. Debe
de haber una motivación suficiente para dejar la sustancia, porque suelen racionalizar
y minimizar el consumo. “Mis problemas con el alcohol vinieron al dejar el
wisky y pasarme a los martinis” – dijo una celebrity ironizando, un modo de tapar su
adicción.
Vencer la
inseguridad
Para muchas personas, el alcohol se convierte en un aliado al que
recurren para vencer la inseguridad. Esta inseguridad puede hacerse más difícil
de manejar porque se es más inmaduro y en general se tienen menos recursos, en
la adolescencia: para abrirse emocionalmente, relacionarse, bailar, decirle a
alguien que te gusta, atacar las fobias… se recurre al alcohol.
William Holden |
Uno de los factores que influyen en que una persona sea más insegura
(y este factor puede ser denominador común de todas las formas de beber anteriores,
puede ser transversal) es precisamente el apego. La ausencia de una base segura.
Holmes (2009) explica por qué la ausencia de una base segura puede conducir a consumo de sustancias u otras conductas adictivas o lesivas: “La base segura se refería originalmente al cuidador que se dirige al bebé cuando está angustiado (…) El cuidador a quien visiblemente se dirige el bebé cada vez que se encuentra amenazado o enfermo, y que es capaz en mayor o menor medida, de proporcionarle la protección esencial necesaria si el bebé ha de sobrevivir”. La experiencia de la base segura se abstrae y se interioriza, de tal manera que el sujeto desarrolla una representación dentro de su psique sobre la seguridad que le merecen los demás y la que siente él mismo. Así pues, en una síntesis entre psicoanálisis clásico y teoría del apego, Holmes (2009) refiere que “los adultos también disponen de una zona interna de base segura –que también puede conceptuarse como un esquema o relación de objeto- al que se dirigen cuando lo necesitan, especialmente como parte de su regulación del afecto”.
Continúa Holmes (2009): "Las variantes patológicas de la conducta de base segura incluyen los atracones de comida o la muerte por inanición, el abuso de sustancias, la masturbación compulsiva o las autolesiones voluntarias ¿Cómo es posible que conductas aparentemente perjudiciales para uno mismo produzcan seguridad? Crean cierto elemento del ciclo de la base segura y dispone de una función tranquilizadora aunque se logre de forma autodestructiva. Por ejemplo, la escalada de caos seguida por el alivio es una característica de los episodios de auto-lesión en personas que padecen trastorno límite de la personalidad. Muchos describirán un sentimiento temporal de paz y calma cuando observan la sangre que fluye de las heridas que ellos mismos se han provocado, o mientras permanecen tumbados tras haber ingerido demasiadas pastillas, o los cuidados que reciben tras el lavado de estómago".
No creo que haya mucho más que añadir. El alcohol puede ser para
ciertas personas con una base de seguridad alterada en su ciclo, una tentación
para lograr la calma y el restablecimiento del orden donde antes reinaba el
caos. “Te tomas un trago y se te pasa el miedo escénico” –decía otra gran actriz, Concha Velasco.
O como muchos chicos/as revelan en el espacio privado de la psicoterapia:
cuando bebes te sientes otro, te atreves y todos tus miedos e
inseguridades se esfuman por “esa función tranquilizadora” que da el alcohol.
Pero es una falsa seguridad, como también me confesó un menor consciente de que
en verdad era malo y destructivo para él.
El objetivo en la terapia es constituirse en base segura para el paciente,
para que sus miedos y emociones puedan aflorar, conectar con la vulnerabilidad,
conocer su origen, empatizar y generar recursos internos alternativos de seguridad
constructivos y no destructivos.
Para terminar, me despido con la secuencia que he mencionado en la que Willian Holden
y kim Novak bailan en la película “Picnic” Ahora ya sabemos que Holden estaba
perjudicado de verdad (en algunas películas se le puede ver tambaleándose sospechosamente), pero a pesar de todo, él y otros/as actores y actrices nos regalaron bellas obras como esta que perdurarán para siempre en nuestras memorias. Aunque borrachos, muchos de ellos terminaban las escenas, las bordaban y segundos
después del “¡corten!” se desplomaban. Ser actores y actrices (profesión a la que
se entregaban con entera vocación y rigor) pudo ser su recurso de resiliencia, eso sí, una resiliencia resistente.
REFERENCIAS
Holmes, J.(2009) Teoría del apego y psicoterapia. En busca de la base segura. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Rhodes, J. (2015) Instrumental. Memorias de música, medicina y locura. Barcelona: Blackie Books.
Steele, K., Nijenhuis, E. y Van der Hart, O. (2008) El yo atormentado: la disociación estructural y el tratamiento de la traumatización crónica. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Tejero, J. (2016) El método Smirnoff. Alcohol, sexo y estrellas de cine. T&B Editores.
Wallin, D. (2012) El apego en psicoterapia. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Muchas gracias por el articulo, resulta esclarecedor la relación entre las vivencias de la infancia y el consumo de drogas en la adolescencia.
ResponderEliminarSin embargo todavía no ha calado suficientemente entre profesionales, y por lo tanto tampoco entre políticos.
Animo y sigamos difundiendo/concienciando la importancia de trabajar con la infancia y con las familias.