Diez meses, diez firmas II
Invitada del mes de septiembre 2016:
Anna Badia Munill, psicóloga
Título del artículo: Apego, dependencia emocional y patrones de vinculación patológica
Dado el éxito que tuvo el pasado curso la iniciativa de invitar a amigos y colegas a participar en el blog escribiendo un artículo, realizando una colaboración, sobre los temas que nos concitan aquí, a saber, el apego, el trauma y la resiliencia, este curso he decidido volver a repetir la experiencia y desfilarán, de nuevo, por este espacio, mes a mes, distintos profesionales del ámbito que nos ocupa. De este modo conseguimos que Buenos tratos se enriquezca de las aportaciones de colegas que compartimos un modelo teórico común, aunque desarrollemos nuestra labor profesional en diferentes ámbitos.
Diez meses, diez firmas II estrena temporada con la participación de la psicóloga, psicoterapeuta y especialista en apego y trauma, Anna Badia. Ella es quien inaugura las colaboraciones. La primera vez que conocí a Anna fue en San Sebastián, aquí, en mi ciudad. Me atraparon la dulzura y serenidad que transmite y por supuesto, su cualificación profesional. Fue en Ume Alaia, en la Asociación de Familias Adoptivas de Gipuzkoa, hace ya unos años. Posteriormente, hemos coincidido en varios cursos y formaciones, y el pasado año participó brillantemente en las II Conversaciones en una mesa de experiencias sobre resiliencia y adopción. Anna Badia ha aceptado gustosamente inaugurar las colaboraciones y nos entrega lo que ha aprendido sobre este interesantísimo tema: apego, dependencia emocional y patrones de vinculación patológicos.
Anna Badia Munill. Licenciada en
Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona. Postgrado en
psicopatología infantil y desde el 2009 especializada en Adopción, Postadopción
y Acogimiento por la UB-URL. Formada en el tratamiento de los trastornos de
apego y trauma a través de la Terapia EMDR por la Asociación EMDR España (nivel
clínico), ámbito en el que se sigue formando. Presidenta de la asociación La
Voz de los Adoptados desde el 2009 al 2012 y Vicepresidenta del 2012 al 2016. Amplia
experiencia en el tratamiento psicoterapéutico con niños y adolescentes
acogidos y adoptados y en el tratamiento con adultos que han sufrido traumas.
Actualmente trabaja en consulta privada como psicóloga y psicoterapeuta infantil,
de adolescentes y adultos en Madrid.
Cuando José Luis me propuso escribir para el blog, inaugurando este nuevo curso, sentí una gran responsabilidad con él y con todos los lectores. Al mismo tiempo me sentí afortunada por poder aportar mi grano de arena en este mundo tan complejo de la adopción, el acogimiento y de todos los niños que pasan por situaciones difíciles en etapas en las que simplemente deberían estar explorando el mundo, sintiéndose queridos y seguros.
José Luis con su generosidad que le caracteriza (una muestra de ello es este blog) me dio carta abierta para escribir sobre lo que yo misma considerara pertinente, esto supuso un reto más después de la profundidad en la que ya se han tocado muchos temas.
De pronto hice repaso de mi vida profesional y personal, como miembro de La Voz de los Adoptados, y pensé que debía hablar de la dependencia emocional y de los patrones de vinculación patológica que es el término que utiliza el psicólogo Arun Mansukhani (2016) para agrupar a todas aquellas situaciones en las que las personas tienen problemas en las relaciones cercanas. Dentro de las dificultades que se pueden encontrar las víctimas de la negligencia, abandono y/o malos tratos, algunas de esas personas pueden verse enredadas en relaciones muy conflictivas e insatisfacción personal. Y además de sufrir, lo más probable es que establezcan relaciones con otros que también han desarrollado estos patrones.
En mayo de este año tuve la oportunidad de profundizar en cómo el apego puede influir en la calidad de las relaciones que establecemos en la etapa adulta a través de una formación de Arun Mansukhani (http://www.arunmansukhani.com), que llevaba como título “Tratamiento de la dependencia emocional y los traumas de apego en adultos”. Este artículo pretende hacer un resumen de todo lo que aprendí con él esos días, así que todo lo que viene a continuación pertenece a esa formación. De la misma forma aprovecho para comentar al lector que Arun va a publicar próximamente un libro que tiene como título de trabajo: “Dependencia Emocional. Los patrones de vinculación patológica: conceptualización y tratamiento”.
Tal y como dice Mansukhani (2016), cuando Jean-Paul Sartre en su obra A puerta cerrada afirmaba que “El infierno son los otros” ya nos indicaba que las relaciones producen un gran sufrimiento. Casi todo malestar viene de algo que ha pasado con alguien.
Hay muchas investigaciones basadas en la calidad de las relaciones de pareja y muchas de ellas, las más actuales, se basan en la teoría del apego. Estas relacionan la calidad en las experiencias íntimas con nuestras figuras de apego en la infancia y en la adolescencia. En una investigación sobre apego y satisfacción afectivo-sexual adulta se llegó a la conclusión de que se puede predecir el nivel de seguridad del apego en la vida adulta, el ajuste marital y la expresividad emocional en la pareja, en base a la historia afectiva de la infancia de la persona.
En primer lugar, quiero destacar que la dependencia emocional en sí no es una patología y es algo normal en los seres humanos. Somos seres sociables y dependientes unos de otros. De ello depende nuestra supervivencia. Conseguir la independencia entonces no es un objetivo como tal, pero si lo es la dependencia sana (patrones de vinculación no patológicos)
¿Cuándo esta dependencia se vuelve insana entonces? ¿Qué es un patrón de vinculación patológico (PVP)? El problema de la dependencia no es la dependencia en sí, si no cuando en esta dependencia empieza a haber características nocivas o de poco control. Gossop y Grant (1990) han definido la adicción a partir de los siguientes elementos:
1. Un sentimiento de compulsión para realizar una determinada conducta.
2. La capacidad deteriorada para controlar la conducta (tanto en su origen, sostenimiento como en su desarrollo).
3. Fuerte malestar y alteración emocional cuando la conducta es impedida o se la abandona.
4. La persistencia en la conducta a pesar de la evidencia de su nocividad para el sujeto.
Así pues, la dependencia siempre tiene que ver con evitar alguna emoción negativa (Mansukhani 2016). Realmente lo que generará la dependencia es la evitación de un estado interno negativo y el objeto del que somos dependientes generará la recreación de un estado interno calmante o regulador, evitando el estado negativo. Estas 4 características también se dan en las relaciones interpersonales.
Un ejemplo sería el caso de Diego, un chico de 22 años, constantemente dependiente de todas las chicas que conoce. De forma impulsiva siente la necesidad de seducirlas, aunque no le sean atractivas. Su necesidad constante de agradar le lleva incluso a seducir a las novias de sus amigos, cosa que no le es difícil por su atractivo físico. Solo es capaz de sentirse bien consigo mismo cuando siente que es capaz de seducir. Cuando está solo siente que es un ser despreciable, que no vale nada y que nadie le va a querer. Diego fue adoptado a los 5 años, sufrió abusos por parte de su madre biológica antes de la adopción. Dice que el ser capaz de seducir le sube la autoestima, pero no tiene control sobre esa conducta. La conducta seductora (dependencia) regula y compensa la angustia de sentirse no querido (emoción interna negativa a evitar).
Los patrones de vinculación patológicos, que no son una patología en sí, tienen que ver con el apego, con otros sistemas de acción (que comentaré brevemente), con nuestra historia vital y las experiencias traumáticas que haya podido haber en ella. De ahí que las personas que han sufrido una separación, abandono o trauma de apego en su infancia, y este quede grabado en su memoria implícita, sean más vulnerables a otras experiencias traumáticas y quizá en su adolescencia y etapa adulta pueden establecer relaciones insanas. Esto es algo que vengo observando hace tiempo.
Apego
No voy a extenderme mucho en el sistema de apego ya que en este blog se ha profundizado mucho en él. Vamos a recordar algunos conceptos que ayuden a entender cómo se pueden desarrollar estos patrones de vinculación patológica en la edad adulta. En esta entrada de José Luis podéis leer un poco más: http://www.buenostratos.com/2016/07/dos-post-en-uno-vinculo-amoroso-en-la.html.
El apego es una clase específica de vínculo dentro de un conjunto general de los vínculos afectivos, que constituye una unión afectiva intensa, duradera, de carácter singular, desarrollada y consolidada entre dos personas, por medio de su interacción recíproca. Una vez establecida, promueve la búsqueda de proximidad (y mantenimiento) con la figura de apego, con la finalidad de obtener los cuidados y protección necesarios para lograr una sensación de seguridad y bienestar, tanto física como psicológica (Lafuente, 1989). El apego pues debe ser la base de seguridad a través de la cual desarrollarse y, además, de regulación de nuestros estados emocionales internos.
Arun Mansukhani (2013, 2016) propone el concepto de las relaciones horizontales (relaciones entre iguales) que funcionan bien, en las que existe un apego recíproco (en la que ambos pueden ejercer el rol de cuidador y de persona cuidada en función de las necesidades del momento), una co-regulación (capacidad de regularse emocionalmente con el otro y el otro se regula con nosotros), cooperación y son reversibles.
En la línea que propone este autor, la autonomía y la intimidad son dos características fundamentales. Si estas dos características funcionan correctamente tendremos adultos capaces de establecer lo que se denomina relaciones horizontales (por oposición a lo que se denominan relaciones verticales, propias de padre/madre-hijo/hija o abuelo/abuela-nieto/nieta). Las personas que tiene estas dos características son aquellas que consideraríamos sanas desde un punto de vista de patrón vinculatorio:
- La Autonomía es la capacidad de autorregularse, calmarse solo, cuando uno está mal, y sentirse seguro y bien estando solo.
- Por Intimidad entendemos la capacidad de co-regularse (regularse, calmarse, con el otro) y sentirse confiado y seguro con los demás, en una situación de intimidad. En las parejas que observamos dificultades generalmente no hay un equilibrio en esta co-regulación.
La co-regulación y la autorregulación, ambas nacen del apego. Como señala Mansukhani (2016), al contrario de lo que pensarían las personas de forma intuitiva, la co-regulación es anterior, desde un punto de vista de desarrollo, que la auto-regulación. De hecho, de estas dos la co-regulación es más básica, los niños pequeños no se autorregulan nada, se co-regulan con sus padres, los padres co-regulan los estados emocionales internos del niño de forma adecuada en un breve espacio de tiempo. A partir de la co-regulación poco a poco vamos generando la autorregulación y eso es lo que de adultos nos permite auto y co-regular nuestros estados emocionales internos. Solo hay un tipo de personas que aprenden a autorregularse sin co-regularse, las personas con apego inseguro evitativo. Estas han aprendido a autorregularse alejándose. Son muy buenos en la autorregulación, pero muy malos en la co-regulación (Mansukhani, 2016).
Sistemas de Acción
Los sistemas de acción serían, haciendo un paralelismo con un ordenador, como programas ejecutables básicos para el ser humano. Son sistemas que se activan y una vez que se activan tienen un funcionamiento relativamente autónomo. A través de un estímulo externo se activa un estado interno y a partir de ese estado entran en funcionamiento una serie de respuestas o comportamientos concretos. Uno de los más conocidos es el sistema de defensa, que conlleva las respuestas de lucha-huida. Estos sistemas se activan a nivel no cortical, son automáticos e inconscientes. Algunos tienen que ver con la supervivencia individual o de la especie (“instintos”). Son sistemas neurales que organizan el comportamiento de los seres vivos (Panksepp 2012, Simón 2015). Constituyen pautas de comportamiento complejas pero automáticas e implícitas (Bowlby 1969). Dependen de la memoria implícita. En la infancia son de activación binaria (todo/nada) pasando a lo largo del desarrollo a activación gradual, a través de la co y autorregulación (Mansukhani 2016). El sistema de apego es el primero y organiza los demás (Holmes 2001). Son comportamientos adaptativos orientados a un objetivo. Por tanto, pueden producir: Comportamientos adaptados a la situación o también comportamientos desadaptados y disfuncionales (pudiendo llegar a patológicos) (Hilburn-Cobb 2004, Mansukhani 2016).
El objetivo principal de la activación del sistema de apego del niño es activar el sistema de apego-cuidado en el adulto (Mansukhani 2016). Cuando esto sucede el sistema de apego del niño se calma y el niño se regula (co-regulación) al sentir que el adulto está atento a sus necesidades (disponibilidad) y en disposición de cuidarlo. Cuando esto no ocurre, el cerebro del niño activará otros sistemas de acción con el objetivo de lograr activar el sistema de apego-cuidado en el adulto. Cuando nada de lo anterior funcione y no se logre activar el sistema de apego del adulto, el niño desarrollará una pauta de apego desorganizado. También se desarrollará el apego desorganizado si se activan con frecuencia, simultáneamente, el sistema de apego y el sistema de defensa del niño. Si se activa el sistema de apego con algún otro simultáneamente, varias veces, quedan vinculados, de forma que cuando se active en un futuro el sistema de apego también se activará el otro.
En los patrones de vinculación patológicos en adultos, cuando se activa el sistema de apego se activan además otros sistemas de acción que forman parte ya de ese sistema. Por ejemplo, el sistema de apego puede quedar vinculado a emociones de rabia, ira, frustración y cuando se activa lo hace con todo lo que contiene ese sistema (Mansukhani 2016).
Las características generales de las personas con DE y PVP son las siguientes:
Desregulación emocional: Generalmente son gente que necesitan una regulación externa, ya sea por qué necesitan contactar mucho con una persona (o muchas personas) o bien por qué necesitan alejarse física y emocionalmente.
Hay una desregulación también del Yo: un sentido de identidad externo a ellos (en función de lo que los otros hacen), una autoestima frágil y cambiante y dificultades para mantener su identidad (personas camaleónicas que cambian en función de los deseos e intereses de las personas con las que están).
Existe también una desregulación del comportamiento interpersonal, lo que significa dificultades en el manejo de las necesidades propias y ajenas: En las personas con un patrón sumiso observamos dificultades para ver sus propias necesidades. En los dominantes les cuesta ver las necesidades de los otros. También presentan dificultades al establecer límites (los propios y los de los otros).
Los tipos de patrones de vinculación patológica son Sumiso, Dominante y Evitativo, y se diferencian en (Mansukhani 2013):
1- En la emoción interna básica (la emoción que internamente sienten) y la emoción manifiesta (la emoción que expresan).
2- En el miedo de base interno (referido a uno mismo) y externo (respecto a los demás).
3- En la forma de regulación emocional y hacia dónde van a tender bajo situaciones de estrés, ya que se activa su patrón predominante de apego.
4- En el tipo de conductas, es decir, cómo van a actuar.
Siguiendo a este mismo autor, las personas con un PVP de tipo sumiso normalmente su emoción interna es la ansiedad, ante un posible abandono o ser dejado. Lo que pueden expresar en su día a día es mucha frustración, ya que se olvida de sus propias necesidades y está dedicándose a los demás. Su miedo interno es contactar con su sensación de “No valer”. Su forma de regularse es la co-regulación, se sienten seguros cuando se sienten vinculados y sienten que gustan, que son aceptados. Se autorregulan mal. Expresan conductas de sumisión y agrado, se ocupan de los demás. Su patrón de apego dominante será el ansioso-ambivalente. En el sumiso hay un miedo a ser rechazado porqué siente que no vale, pero si hacen muchas cosas para el otro sienten que quizá este no les abandone.
Las personas con un PVP de tipo dominantes, también necesitan de la co-regulación, pero en este caso se sienten seguros sólo cuando dominan al otro y tienen el control. Su emoción interna es el miedo y lo que expresan (emoción manifiesta) es enfado e ira. Su miedo externo es ser rechazado, repudiado o sometido. Actúan siendo muy críticos, controladores, dominadores, etc. y pueden ser parejas maltratadoras. En este grupo podemos encontrar personas con un patrón de apego ansioso-ambivalente, pero con más rango de desorganizados. Creo que esta frase de Maquiavelo lo expresa con claridad “es mucho más seguro que te teman a que te quieran”.
En las personas con un PVP de tipo evitativo la emoción interna suele ser la tristeza, pero la mayoría de las veces no son conscientes para nada de esta tristeza, y lo que muestran es desconfianza, excesiva autonomía y distanciamiento. Su miedo externo es la pérdida de libertad, sentirse invadido y a perder su autonomía. Son personas que necesitan mucho esa autonomía, se manejan mal en la intimidad y su miedo interno es conectar con su sensación de vulnerabilidad, soledad y tristeza. Se autorregulan, y no saben co-regularse. Se sienten seguros cuando no están en intimidad. Sus conductas estarán encaminadas a evitar la intimidad, al distanciamiento emocional, rigidez, etc. Se alejan de los demás.
Los sumisos y los dominantes necesitan mantenerse vinculados (apegos ansiosos-ambivalentes y parte de desorganizados), mientras que los evitativos necesitan mantener su autonomía. Es la forma que han organizado su apego, su necesidad de vincularse.
Siguiendo la clasificación de los PVP de Mansukhani (2013, 2016) cada uno de ellos tiene claramente dos subtipos y un tercero de ellos, que encaja en el grupo, pero podrían ser un subtipo individual por sí mismo.
Sumiso
· Complaciente-cuidador: personas que están muy pendientes de los otros e intentan agradar satisfaciendo las necesidades de los demás. Se co-regulan mucho y se vinculan desde ahí. Parten de una sensación de “no estar a la altura” de “no ser suficientemente valioso, por lo que tengo que darme un valor añadido para que sigan a mi lado”
· Indefenso: personas que están muy necesitadas de atención y cuidado y cuando alguien les da ese nivel de atención y cuidado se vinculan a esa persona, a veces de forma exagerada. Muchas veces son presa de personas con PVP de tipo dominante.
· Oscilante: personas que pueden saltar con mucha frecuencia de uno a otro, no se co regulan ni auto-regulan. El patrón en si es oscilante, la persona no logra regularse de ninguna forma, no están bien ni solos ni acompañados.
Dominante. Cuanta más desorganización, más miedo y más dominantes se van a mostrar.
· Agresivo: necesita controlar al otro de forma expresa y agresiva a través del dominio y el estar por encima.
· Pasivo-Agresivo: utiliza métodos más indirectos de dominio y control, obviando las necesidades del otro. Se pueden presentar como víctimas, pero que en realidad hay un control absoluto de todo detrás de la victimización, además sienten que su conducta está de sobra justificada por deseos de venganza, presentan una emoción manifiesta de enfado e ira.
· Cuidador-Codependiente (Dependencia inversa): personas que cuidan, pero no están pendientes de las necesidades de los demás, lo hacen más desde la “anulación” del otro para cuidarlo. Es la persona que necesita tener a alguien que codependa de ella por algo.
Evitativo
· Manifiesto: personas que se pueden vincular de forma evitativa, pero generan vínculo.
· Emocional: no se vinculan emocionalmente. Necesitan una distancia mayor que el manifiesto. Muestran una imagen no real de sí mismo (fachada). Puede parecer que está mucho más vinculado emocionalmente de lo que está.
· Suspicaz/Seductor: prácticamente no forman vínculo con nadie.
Hay que recordar que los patrones vinculatorios no son rasgos de la personalidad, sino variables diádicas, eso significa que se dan y se definen siempre en la interacción (Mansukhani 2016). En cada persona hay una mayor tendencia a exhibir un tipo u otro. Este patrón no es estable, puede sufrir modificaciones. En principio las personas van a tener un patrón principal, pero ese no es el único patrón potencial que tienen. Podemos cambiar a otro patrón. Lo que puede hacer que cambiemos el patrón es la función de este: MANTENER EL VÍNCULO.
Os dejo una imagen a modo de resumen:
Bibliografía
Lafuente, M.J., Cantero, M.J. (2010). Vinculaciones afectivas: apego, amistad y amor. Madrid: Ediciones Pirámide.
Mansukhani, A. (2013). Dependencias Interpersonales: Las Vinculaciones Patológicas. Conceptualización, diagnóstico y tratamiento. En: García AD y Cabello F: Actualizaciones en Sexología Clínica y Educativa. Huelva: Universidad de Huelva.
Mansukhani, A. (2016). “Tratamiento de la dependencia emocional y los traumas de apego en adultos”. Curso de Formación Avanzada de la asociación EMDR España. Madrid. Comunicación personal.
Marrone, M. (2016). Sexualidad. La tuya, la mía y la de los demás. Ed. Psimática.