Sabéis que uno de los propósitos del blog desde su fundación es la de dar a
conocer herramientas psicopedagógicas que nos sean útiles tanto a las familias
como a los profesionales. Los cuentos son una de ellas, y por aquí hemos
publicado varios posts dando a conocer los trabajos de diversos autores.
Hoy quiero hablaros de uno de esos cuentos: La casa del mar en calma. Escrito
por Itziar Fernández Cortés e ilustrado bellamente por Lorena Zamora Blanco. Esta
obra nace con el fin de dar a conocer a los niños y niñas implicados en la
violencia de género lo que ocurre cuando sus madres toman la decisión de buscar
la ayuda de los servicios sociales e ingresan en un centro de acogida para
mujeres y sus hijos/as, víctimas ambos de esta lacra social que es el maltrato
del hombre hacia la mujer y los niños/as. Ha sido promovido y financiado por la Asociación de Mujeres Opañel.
Cuando sus madres toman la decisión de plantarle cara a la violencia y
empezar de cero –dice la autora-, abandonando el domicilio familiar buscando
refugio, sus hijos e hijas irán de la mano. Ellas pueden estar informadas de lo
que es un recurso de acogida y las necesidades que van a poder cubrir estando
allí. Pero los niños y las niñas no cuentan con esta información de antemano,
no saben qué ocurrirá a partir de ahora, si podrán volver algún día a su ciudad
de origen o si su estancia en el recurso va a ser temporal o permanente.
El prólogo, elaborado por mi amiga y colega Pepa Horno, subraya la
importancia de este cuento cuando afirma en el mismo: Y para todo ese camino
una de las herramientas más valiosas que tienen es la palabra. La palabra y el
arte. Les sirven para estructurar, nombrar, poner orden, comprender y expresar
justamente aquello más prohibido: el dolor que guardan sus cuerpos, pequeñitos
y temblorosos. Para eso cuentos como éste: para darles palabras y metáforas que
les ayuden a nombrar, comprender lo que sucede al llegar a la casa de acogida y
a situarse en ese entorno.
En mi opinión, me ha
encantado la manera de enfocarlo de la autora, pues para los niños/as contar
con metáforas es la mejor forma de poder acercarles a realidades difíciles de
comprender y asimilar. Sobre todo, cuando su vida da un giro abismal, cuando
han de dejarlo todo para acompañar a una madre dañada (y ellos por lo tanto,
también pues son víctimas igualmente) por los malos tratos a una casa de
acogida donde todo es desconocido para ellos.
Que los niños/as puedan, a
través de este cuento, conocer cómo funcionan los hogares para madres
maltratadas y sus hijos/as, es mostrar sensibilidad hacia ellos/as porque el
tránsito hacia aquí no está ni mucho menos exento de dolor.
La metáfora del viaje en
barca, el mar en calma, la atmósfera de seguridad y afecto que Itziar Fernández
ha sabido transmitir a los niños/as (que han sufrido esas terribles vivencias,
que muchas veces dejan secuelas traumáticas) están excelentemente conseguidas.
Al mismo tiempo, resalto cómo el niño o niña que accede a esta historia conoce
también el proceso psicológico que las madres han de hacer para superar las
heridas psíquicas que deja el trauma de la violencia de género.
Contar con un tercer elemento
como este cuento sobre el que proyectarse, hablar y expresar, y a la vez poder
predecir (importante cuando sus vidas se han convertido en lo más impredecible
como consecuencia de los malos tratos), puede ser de gran ayuda para las madres
y sus hijos/as.
Me ha gustado mucho la
metáfora de la mochila a ordenar para explicar a los niños/as por qué hay que
trabajar los recuerdos traumáticos. ¡Y qué decir de las ilustraciones!
Soberbias, coloristas, magníficamente dibujadas y pintadas... ¡Enhorabuena a
Itziar y Lorena! Habéis hecho una contribución inestimable al campo de la
infancia y las mujeres víctimas de violencia hacia ellos/as. Y habéis cubierto
una necesidad porque para este ámbito andamos escasos de materiales.
Para poder adquirir un ejemplar: http://www.amo.org.es/
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