Diez meses, diez firmas.
Profesional invitada en el mes de mayo de 2016:
Profesional invitada en el mes de mayo de 2016:
Tatiana Caseda Fernández
Conocí a Tatiana Caseda Fernández hace ya unos cuantos años, a principios de este siglo, allá por el año 2000. Trabajábamos los dos para la misma empresa responsable de implementar los programas de evaluación e intervención de la Diputación Foral de Gipuzkoa con menores en situación de grave desprotección. Ella era trabajadora familiar de unos menores que estaban haciendo psicoterapia conmigo. Me impactó profundamente que los niños la tenían siempre presente como una persona capaz de empatizar y dar seguridad. Tatiana continuó su carrera profesional como psicóloga responsable de la misma tipología de casos, realizando una importantísima labor al trabajar con familias y menores con severas alteraciones psíquicas y comportamentales como consecuencia de los malos tratos. Hemos compartido muchas horas de coordinación y dedicación a estos menores. Posteriormente, se formó como psicoterapeuta y tuve la dicha de acompañarle en su proceso de aprendizaje dentro del Postgrado en traumaterapia sistémica-infantil de Barudy y Dantagnan. Ahora ejerce en su consulta particular como psicoterapeuta infantil y adultos y es docente del mencionado postgrado. Además de su trayectoria contrastada, Tatiana tiene -algo no alcance de todo el mundo- capacidad para conectar emocionalmente con los niños y especialmente con los adolescentes. Me ha parecido que debía compartir todo lo que ella ha aprendido estos años con vosotros/as y gustosamente ha escrito este artículo que nos enseña qué les sucede a los menores con trauma complejo y cómo podemos ayudarles tanto las familias como los profesionales. Muchísimas gracias, Tatiana, por compartir tu tiempo y tus conocimientos y aceptar la invitación a participar en Buenos tratos.
Tatiana Caseda Fernández. Licenciada en
Psicología clínica por la Universidad
del País Vasco. Máster en terapia de familia y de pareja por la Universidad del
País Vasco con orientación sistémica. Diplomada en psicoterapia infantil por el IFIV de
Barcelona. Formación de psicoterapia en técnicas gestálticas y bioenergéticas.
Formación en EMDR adultos (nivel I). Profesional con amplia experiencia
valorando e interviniendo en casos de menores y sus familias en situaciones de
desprotección grave. Actualmente trabaja en consulta privada como psicóloga y
psicoterapeuta infantil y de adultos en Donostia-San Sebastián y es docente en
el Diplomado en Traumaterapia infantil
sistémica de Barudy-Dantagnan en el País Vasco.
Cuando mi compañero y amigo José Luis me planteó poder escribir en su blog sentí una gran responsabilidad. Pensé en nuestros niños traumatizados, en todos los retos a los que se someten diariamente y me sentí animada para desde mi experiencia diaria, exponeros (a los padres, las familias y profesionales) lo que considero importante tener en cuenta para poder ayudarles.
Aunque hoy en día
se sabe las secuelas que produce el trauma a nivel neurológico, me ha conmovido
profundamente escuchar a mi profesor Jorge Barudy en el congreso de Naciones Unidas
al que fue invitado, cuando explicó de una manera tan gráfica, arrugando un
papel delante de todos los presentes, la manera en que el trauma afecta al
cerebro.
Así que si lo
pensamos bien, nuestro cometido, el de las personas que trabajamos con estos
niños y el de los padres adoptivos, acogedores y/o tutores, sería intentar
alisar esa hoja de papel todo lo que podamos, ya que eso lograría mejoras
importantes en las diferentes áreas de su vida, tejiendo para ello una red de
personas que les apoye y les ayude a construir lo que no pudieron aprender y
construir en sus primeros años de vida.
Por lo tanto
deberíamos reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos como especie humana
para no permitir que se siga traumatizando a los niños, extinguiendo de una vez
tópicos tan usuales como: “sus padres sabrán”, o “es mi hijo y hago con él lo
que quiero”. Debemos darnos cuenta de cuanto dolor puede haber detrás de eso y
no permitir que ocurra, ya que nos podemos convertir en cómplices del
sufrimiento que padecen muchos de ellos.
Con todo esto me
gustaría poder contribuir a ayudar a la comprensión, que tanto los
profesionales que trabajan con estos menores, como los padres adoptivos y o
acogedores o tutores deberían hacer, para
poder entender el comportamiento de estos niños, y de esa manera
ayudarles; ya que habitualmente no han oído hablar del apego, de la resiliencia
y de cómo la crianza en los primeros años de vida es fundamental para que se
geste un cerebro sano. Por lo que se encuentran totalmente desbordados y
perdidos a la hora de actuar con sus hijos o alumnos.
Todo lo que aquí
expongo es una elaboración personal de lo que he aprendido de mis profesores y
amigos Jorge Barudy, Maryorie Dantagnan y José Luis Gonzalo Marrodán.
Como todos sabemos
un bebe nace totalmente dependiente de su cuidador, y si no dispone del mismo,
podría morir, por lo que busca apegarse al cuidador para garantizar su
supervivencia. Si el cuidador responde de manera cariñosa, ordenada, predecible
y se establece una adecuada comunicación entre ambos, además de empatizar con
el mismo y calmarle cuando lo necesita sin invadirle, el bebé y con él su
cerebro comenzaran a ordenarse psíquicamente. Es especialmente sensible el
periodo de cero a tres años, etapa en la que se está en pleno desarrollo.
Cuando esto ha sido posible, tendremos un cerebro organizado y lograremos que
el menor adquiera competencias cognitivas para aprender, para expresar sus
emociones de manera regulada, para interiorizar normas, para atribuir
intenciones positivas hacia los demás, empatizar con los otros. Sabrá
relacionarse de manera adecuada con los demás, poder centrar su atención,
sentirse seguro con el otro, tolerar la frustración, ser más autónomo, aceptar
la ayuda… pero si por el contrario el bebé no recibe estos cuidados, lo que
hace es aprender a desconectarse de la mente de los otros, ya que las
comunicaciones con sus padres biológicos o cuidadores son vacías o
terroríficas; y si además se mantienen
en el tiempo no serán capaces de leer los deseos o las intenciones de los
otros, teniendo dificultades en la función mentalizadora y o reflexiva. No hay que
olvidar que hay un periodo crítico para ello, y que pasado el mismo, será más
difícil poderlo lograrlo.
Es muy importante
que los padres adoptivos o profesionales que trabajan con menores que han
padecido situaciones de negligencia y maltrato grave en sus primeros años de
vida, sepan el daño que ha provocado en los niños el no haber tenido estos
cuidados, ya que si somos capaces de entenderlo, podremos verles desde otro
registro, no poniendo intencionalidad en las acciones o comportamientos que
tienen. Entenderemos que debemos convertirnos en tutores de resiliencia
secundaria, ya que no tuvieron resiliencia primaria.
Cuando no estamos
familiarizados con esta teoría, resulta
difícil entender como muchas de las conductas que muestran, la mentira,
la manipulación, la necesidad de control hacia el otro, las dificultades de
vincularse, las de aprender, de empatizar, de mentalizar... están directamente
relacionadas con las carencias y el maltrato sufrido en los primeros años de
vida. Su cerebro les hace comportarse, sentir y pensar de la única manera que
han aprendido a hacerlo, para garantizar la supervivencia en aquel entorno,
trasladándolo a los entornos y a las relaciones actuales, pese a que en este
momento sea desadaptativo para ellos y para los que le rodean. Para ello,
debemos trabajar entre todos para poder aportarles la seguridad que no
tuvieron, con firmeza, empatía, constancia y paciencia.
En relación a la
permanencia
El profesorado se
mostrará de acuerdo si afirmo que los
que están más dañados tienen muchas dificultades para realizar cualquier tarea
dentro del aula cuando el adulto desaparece de su lado, ya que no han
desarrollado una guía interna que organice su comportamiento. Por lo tanto
debemos ser conscientes que estos niños tienen necesidades educativas
especiales y debemos hacer lo posible para poder aportárselas. No solamente van
a necesitar está permanencia del adulto dentro del aula, sino también en otras
actividades extraescolares que realicen y en el propio domicilio familiar. Por ello, los padres y cuidadores deberán
hacer un importante acompañamiento a lo largo del tiempo, ya que debemos tener
en cuenta su edad emocional y no la cronológica, por lo que no podre exigirle
determinados comportamientos o actitudes, ni en casa ni el centro escolar, ya
que no serán capaces de llevarlas a cabo. En mi práctica profesional me
encuentro con adolescentes de 14 años que se comportan en determinadas
situaciones como si tuvieran 4 años.
Es cierto que en
ocasiones no es fácil, ya que el menor no desea este acompañamiento, porque
quiere ser como sus iguales; pero debemos negociar y hacerle entender la
necesidad de ayudarle y protegerle de esta manera, hasta que poco a poco pueda
ir estando más preparado para ir realizando determinadas actividades sin tanta
supervisión. Si somos empáticos y firmes, serán más capaces de entender que es
la manera de protegerles y ayudarles.
También es
importante señalar, que pese a que no se puede desaprender lo aprendido, si se puede
aprender nuevas formas de funcionar, que es lo que intentaremos conseguir entre
todos con estos menores. Aunque el camino sea largo y no sea fácil es
importante ser paciente y perseverante, no debemos olvidarlo.
En relación a la
estructura
En la mayoría de
los centros escolares y domicilios familiares se nota una mejoría cuando
tenemos en cuenta lo siguiente: se debe crear un ambiente estructurado, donde
las normas y los límites sean claros y predecibles. Donde el menor es aceptado,
no así determinadas conductas que pueden dañar a otros o a él mismo.
Reconocemos su dolor y su sufrimiento y le ayudamos a entender que sus
conductas tienen que ver con las situaciones vividas en sus primeros años de
vida y se le anima a dejarse ayudar para poder cambiarlo, ya que dichos
comportamientos (pese a que en su momento fueron adaptativos), no le ayudan en
la actualidad y le hacen sufrir. Le explicamos que los problemas que padece son
fruto de su sufrimiento, no hay nada malo dentro de él para comportarse así.
Los padres, los cuidadores y los profesionales que trabajamos con estos menores
debemos tenerlo siempre presente.
En relación a
los castigos
Más que utilizar el
castigo debemos ayudarles a que puedan darse cuenta de cómo se sienten las
otras personas cuando ellos realizan determinadas conductas, y valorar las
consecuencias que trae, tanto en lo emocional como en lo estructural para ambas
partes. Para ello, debemos trabajar la
empatía y ayudarles a reparar el daño causado al otro, apoyándoles emocionalmente
para que puedan llevarlo a cabo.
En este sentido,
nunca es adecuado retirar el afecto, aunque el comportamiento del otro si debe
denotar que lo ocurrido ha sido grave.
Es importante que los niños aprendan desde las consecuencias y no tanto
desde los castigos, y mucho menos cuando son excesivos y se mantienen
exageradamente en el tiempo. Los castigos y el tiempo fuera no les suelen
ayudar, ya que pueden conectar con situaciones del pasado donde el abandono y
la violencia estuvieron presentes, y lejos de ayudarles y tranquilizarles,
pueden provocar el efecto contrario. Activando las partes más primarias del
cerebro, el reptiliano, que les hacen conectar con fantasmas pasados.
Son muchos los padres adoptivos y también profesionales, a
los que les resulta difícil llevar esto a la práctica y no utilizar el castigo,
ya que piensan que al no hacerlo, los menores les están “ganando” y haciendo lo
que les da la gana con total impunidad. En esos momentos no debemos olvidar
todo lo que hemos abordado y pensar que ellos están asustados y que tienen
miedo a que les dañemos, porque es lo que hicieron con ellos. Debemos trabajar
nuestras propias dificultades para que por nuestra parte no mostremos una
respuesta desadaptativa, y así no confirmar el miedo a que se les haga daño, ya
que ellos intentaran verificar esta hipótesis.
No hay que
minimizar lo complejo que resulta para los padres adoptantes y acogedores, con menores
muy dañados, el estar sometidos a prueba constantemente. Hay que ser consciente
del desgaste y del cansancio diario que supone, ya que en algunos casos la
presencia debe ser continua durante mucho tiempo, siendo difícil en algunos
casos que dicha presencia pueda desaparecer del todo. El estrés y la ansiedad
que genera determinadas situaciones, puede hacer que a los padres les cueste
ser capaces de regularse y ayudar a sus hijos a no descontrolarse más. Porque
hay que ser conscientes que el reto es grande y que uno se puede equivocar, pero también que se debe
reflexionar sobre lo que no se debería hacer e intentar repararlo en la medida
de lo posible. Además de darse cuenta que hay respuestas que tienen que ver con las propias dificultades y
no poner toda la responsabilidad en los hijos. Por todo ello, es imprescindible
que hagan equipo con los profesionales y proporcionarles espacios que ayuden al
autocuidado, a la reflexión y que sirvan de contención emocional. Estos
profesionales deberían estar especializados en apego y trauma para poder entre
todos ser tutores de resiliencia.
En relación al control
Otro aspecto a señalar es que muchos de estos niños
tienen dificultad para ceder el control,
no es fácil que lo hagan, ya que
el hacerlo supone conectar con sus miedos (abandono, vacío, incertidumbre,
incluso la muerte) Lo primero que se debe valorar es si se le está pidiendo demasiado. En tal caso se le deberá decir que se le está exigiendo
demasiado y se le pedirá disculpas, se le dirá que igual ahora no está
preparado para poder hacer lo que se le pide, y que se va a trabajar entre
todos para ayudarle a poderlo realizar. Además de empatizar con él, recuperamos
el control, ya que no es que él quien decide no hacerlo, sino que lo decido yo.
Si por el contrario es capaz de hacerlo, ya que en otras ocasiones lo ha
llevado a cabo de manera adecuada, se le debe intentar ayudar a darse cuenta que
es capaz de hacerlo, ya que en otras situaciones lo realizó de manera
adecuada. Aun así, puede ocurrir que ese
día no se vea capaz, por lo que
volveré a recuperar el control diciéndole, que hoy voy a ceder porque veo que
está muy nervioso o no se encuentra bien (empatizo)… pero que mañana debemos
intentarlo porque es bueno para él. Debo intentar que se comprometa, pero nunca
entrar en una escalada de poder, ya que se puede tirar por tierra todo el
trabajo logrado. Si se entra en una
lucha de poder hay que estar muy seguros de que se va a ganar. Si no, no
entrar.
Es necesario estar atentos a nuestra contratransferencia
(las emociones y creencias internas no conscientes que el menor nos mueve y que
reflejan aspectos de nuestra propia biografía) para no vivirlo como un ataque,
sino como una incapacidad temporal de esa persona, y trabajar para poder
modificar dicho comportamiento, debiendo regular el mío y no caer en su
provocación, intentando recuperar un control parcial del mismo, desde una
semidirección.
Por todo ello, es
importante que las personas que estamos con estos menores en el día a día
sepamos que la manera de poder ayudar a estos niños no puede ser la misma que
utilizamos con otros niños que no han tenido estas vivencias, porque estos
últimos son más capaces de regularse, de reflexionar, de vincularse, de ponerse
en el lugar del otro, y además no conectan con “gatilladores”, situaciones e incluso olores que tienen a nivel inconsciente y que generan
un comportamiento desregulado,
sin llegar a entender nosotros , y muchas veces, ni ellos, que es lo que ha podido provocarlo y con qué ha conectado.
Debo intentar darle la calma y la seguridad que necesitan.
Parte del trabajo de la terapia se basa en lo anterior
esto es, desculpabilizar al menor por el daño sufrido y ayudar a los padres y
los profesionales a entenderlo. Es importante que todos trabajemos en red para
lograr la mejora de estos menores, y que ellos puedan percibir que nos
preocupan, que les queremos ayudar y que son importantes para nosotros. Por
todo ello, lo más importante antes que nada es trabajar la relación, la
vinculación, ya que si no logramos esto, conseguir avances resultará tarea
difícil. Después, cuando esté preparado, abordaremos cuáles son sus orígenes y su
historia de vida. Se debe reconstruir una narrativa de su historia de vida, ya
que le ayudamos a desarrollar una visión coherente de los distintos sucesos traumáticos
por los que ha pasado. Le ayudaremos a juntar fragmentos que él ya tiene y le
aportaremos una narrativa que termine de dar un sentido a lo vivido, favoreciendo
una mente y un cerebro más integrado y organizado, ya que en ocasiones ha
rellenado “huecos” para buscar la comprensión de lo sucedido. Se debe buscar el momento adecuado para no
retraumatizar.
Dedicado a todos los valientes y a las personas que les
acompañan.
El blog Buenos tratos regresa el 13 de junio.
Gracias por la aportacion, realmente fantástica
ResponderEliminarUn artículo estupendo. En pocas palabras, nos da mucha informacion y nos ayuda a entender al niño y a cómo relacionarnos con él. Muchas gracias.Me va a resultar muy útil.
ResponderEliminarNagore
Gracias por escribir un artículo tan útil y preciso. Por explicar de manera sencilla lo que es tan complejo. Todo un acierto acabar con este vídeo que te pone en la piel de la niña y te hace vivenciar y sentir desde las tripas lo explicado en el texto. Empezando por lo teórico-práctico y acabando por lo vivencial, integrando y apelando a la función mentalizadora y empática. Zorionak!!
ResponderEliminarEl articulo además de aportar conocimientos muy útiles para hacer prevención, y trabajar con niños traumatizados, me ha gustado el contenido afectivo de la narración, que hace que se sienta a lo largo del artículo empatía, comprensión y esperanza, hacia los niños/as que han vivido experiencias traumáticas, y también el apoyo que se ofrece a los padres. ZORIONAK Tatiana por ofrecernos conocimientos teóricos con contenido afectivo, pues en mi opinión tiene la virtualidad de que penetran en la memoria dejando huella. María Serrano
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestra tarea divulgativa. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias por esa dedicación tan tierna y competente a esa infancia tan necesitada y por hacernos ver lo que no se ve pero está.
ResponderEliminarGracias por la nota y el blog en general. Saludos desde Arica, Chile. Promoviendo el buen trato y la crianza respetuosa.
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