Los tres primeros años de vida
del niño son fundamentales y entre éstos, el más fundamental, el primero. Las modernas teorías sobre el neurodesarrollo
infantil nos aportan conocimientos que nos ayudan a entender que esos tres primeros años son como los cimientos de
un edificio: dan solidez a toda la estructura de la personalidad. Sientan las
bases de la confianza, la seguridad y la capacidad de regular las emociones.
También muchas experiencias sobrecargantes para la mente humana, traumáticas,
se pueden grabar en la memoria implícita, como una película que no recordamos
(no somos conscientes) el argumento, ni sabemos la narrativa de la misma, pero
sentimos en la piel como bonita y buena o fea y mala.
¿Por qué el primer año el más
fundamental? Y dentro de estos doce meses, ¿hay algún periodo más sensible? La
respuesta es sí. En el último libro que estoy leyendo (del cual llevo ya unos
cuantos post hablando: What´s going on in there?, excelente manual sobre el
desarrollo infantil, estoy disfrutando muchísimo con su lectura) la autora
expone que la vida emocional y social de los bebés experimenta un cambio
notable en el segundo semestre de vida porque es cuando el lóbulo frontal comienza su
funcionamiento de manera más seria. Actualmente esto se sabe porque los
escáneres basados en tomografía por emisión de positrones revelan actividad
metabólica en la zona medial frontal –situada en el giro orbitofrontal-
alrededor del octavo mes de vida. Existe un crecimiento masivo de dendritas y
sinapsis en las neuronas de todo el lóbulo frontal. Además, muchas rutas
neuronales del sistema límbico comienzan la mielinización durante este periodo,
aunque el proceso se prolonga durante unos cuantos años más. Como sabéis, la
mielina es como una vaina grasosa que recubre los axones de las neuronas
sirviendo de conductor de los impulsos eléctricos que favorecen la conectividad
de las células del sistema nervioso. Toda esta maduración significa que durante
el segundo semestre la información emocional comienza a caminar desde el
sistema límbico inferior para llegar a ser parte del principio de una
conciencia emergente (lóbulo prefrontal) Esto se puede comprobar en las medidas
de EEG (Electroencefalografía). Mientras un recién nacido muestra sólo pequeñas
trazas de actividad en el lóbulo frontal en respuesta a estímulos emocionales,
un bebé de diez meses muestra patrones más maduros de respuestas eléctricas.
Esta mayor presencia del lóbulo frontal significa además que los bebés pueden
finalmente empezar a adquirir noción y a tener sentido de sus emociones.
No es casualidad que la
naturaleza haya dotado al lóbulo frontal de mayor actividad y conectividad
neuronal a partir del segundo semestre porque si os paráis a pensar un momento,
os daréis cuenta de... ¿qué fenómeno de vital importancia tiene lugar durante el
segundo semestre de vida? A estas alturas de blog, tras casi cuatrocientos
posts, los/as que me seguís habitualmente, podéis contestar. ¿Estoy oyendo bien?
Sí. En efecto. El apego. Gracias a que este lóbulo frontal es más activo, el
apego centrado empieza a tomar protagonismo. No es que antes no existiera apego
(que sí) Es que ahora, en esta etapa, segundo semestre, empieza la cima del
apego. El bebé va a preferir a su madre o cuidador principal por encima de
cualquier otra persona. Es más: a los ocho meses asistiremos a otro fenómeno
que nos indica que el apego está centrado en la madre: el miedo a los extraños.
Si a un bebé se le deja en manos de un desconocido, llorará y protestará
desconsoladamente.
Y si nos fijamos aún más, nos
daremos cuenta de que el apego empieza a ser centrado justo en el segundo
semestre porque aparece otro hito en el desarrollo: el poder
desplazarse gateando y el comienzo de una incipiente autonomía. Anteriormente
el bebé atraía al cuidador mediante el llanto, la sonrisa, pedir brazos…
Ahora se le añade la marcha, lo cual le permite acercarse al cuidador en caso
de peligro para buscar la seguridad en la madre o cuidador principal. Ésta/e se
convierte en una base segura para poder explorar el entorno y activar el
desarrollo aprendiendo y obteniendo estimulación.
El desarrollo del lóbulo frontal
además, es muy posible que añada la aparición de otro fenómeno de enorme
importancia: la constancia objetal. La madre desaparece pero continúa
existiendo aunque el bebé no la vea. La puede evocar en su mente, al menos
durante un tiempo. Y esa evocación supone interiorizar recursos de autocalma ya
que el lóbulo frontal tiene una importante función inhibitoria de la ansiedad,
los impulsos y las emociones que tienen su sede principal en el límbico. Evocar a la madre o figura de apego principal puede suponer tener además, una primera noción de uno, primitiva quizá, pero que, si el cuidador permanece
(esta es la palabra clave: permanecer) cuidando al bebé durante el desarrollo,
se conseguirá la noción de permanencia de uno mismo: las intenciones, deseos,
pensamientos, emociones… son estables. Puede tener sentido de sí sin necesidad
de que esté el cuidador presente.
Así pues, todos y todas los y las
grandes estudiosos de la psicología del desarrollo (Bowlby, Anna Freud,
Piaget…) acertaron plenamente en sus observaciones y estudios sobre la mente y
el desarrollo infantil. La neurociencia avala con descubrimientos -sobre cuándo
y cómo se crean las estructuras biológicas cerebrales- que apoyan estos logros
emocionales y cognitivos preconizados por los autores de la segunda mitad del
siglo pasado.
Ahora entendemos por qué los
niños con trastorno del apego (posiblemente lo padezcan con más probabilidad
los niños tempranamente institucionalizados donde los cuidados y la presencia
adulta han sido escasas) que han carecido de una permanencia (una permanencia
suficiente de un adulto) suelen presentar déficits en el control de impulsos,
regulación emocional, gestión del estrés… Muchas veces se comportan como barcos
sin timón. Su lóbulo frontal posiblemente (con esta función planificadora,
reguladora e inhibitoria favorecida por el adulto que promueve la constancia
objetal a través de un apego seguro: ¡es increíble cómo apego y neurobiología
se dan la mano, es una fusión entre cerebro y crianza que maravilla!) no se ha
conectado ni desarrollado con la eficiencia debida. Por eso, como postula
Rygaard en su magnífico libro “El niño abandonado”, en la segunda infancia (e
incluso en la adolescencia), cuando el adulto desaparece, no tienen capacidad
de permanencia ni por lo tanto de estabilizar ni mantener sus buenos deseos. Su
discurso no está integrado. Es por ello por lo que, por ejemplo, pueden prometer que no
caerán en conductas negativas como robar, mostrarse agresivos o inhibir un
impulso, pero su propósito se desvanece en cuanto desaparece la referencia
adulta.
Todo esto influye poderosamente
el desarrollo del niño y condiciona su conducta y relaciones durante su vida
posterior. Sin embargo, no debemos nunca ser deterministas. Porque si algo tengo claro es que la resiliencia es
posible. Hay capacidad de reversibilidad en unos casos y en otros, margen
amplio de mejora tras este trauma temprano. Si la etapa entre los cero y los
tres años es un periodo sensible y una oportunidad, más adelante, desde la
adolescencia hasta los veinticinco años (que es cuando ésta termina
cerebralmente, sí. El cerebro no completa su maduración hasta esa edad) se
vuelve a abrir una nueva ventana de oportunidad. Los años de la adolescencia
más temprana, serán más vitales. Si somos capaces de trabajar entendiendo al menor,
para ayudarle y no censurándole o yendo contra él, limitándole con
determinación pero sin crispación, adecuando la exigencia, salvaguardando el
vínculo (no se aceptan las conductas negativas que pueda mostrar pero siempre
se le acepta a él como persona) y apoyándole dándole seguridad y confianza, el
tiempo que necesite para que sus funciones cerebrales se conecten y madure
psicológicamente, se puede proyectar hacia el futuro adaptándose socialmente.
La fórmula es límite más empatía, comentaba con un colega esta semana: limitar
con respeto pero a la vez dar al niño/joven una experiencia en la que pueda
sentirse sentido, obtener permanencia y adquirir la seguridad y las
herramientas emocionales que no pudo desarrollar tempranamente. Con buenas
dosis de paciencia y perseverancia, cuidándonos nosotros como padres/cuidadores y
profesionales (es muy importante que creemos una red de apoyo para nosotros y
para el niño) porque la tarea de la crianza puede agotar nuestros recursos. Hay
que tratar de no tirar la toalla a pesar de que las cosas se tuerzan mucho. Me lo
decía un joven esta semana: ¿Qué fue lo que evitó que te suicidaras? Que mis
padres pese a todo lo que les hice, fueron incondicionales y aguantaron. En
realidad yo les hacía todas esas cosas tan malas porque no sabía si me querían
o no- Respondió.
Espero que todo esto os aporte un
marco de comprensión de vuestros/as hijos/as o niños/as, una nueva mirada que
fomente la capacidad de que éstos/as puedan crecer y rehacerse desde la
adversidad.
Como ya he puesto en el título,
este es el último post de esta temporada. Buenos tratos y servidor que redacta
los posts y coordina el blog, cierra por vacaciones de verano para volver
nuevamente en septiembre con energías renovadas. Antes de daros las gracias por
seguirme y estar ahí, quiero adelantaros las novedades para la próxima
temporada (2015-16) Son tres:
1/ La publicación de mi último libro titulado: Vincúlate.
Relaciones reparadoras del vínculo en niños adoptados y acogidos. En septiembre
de este año sale a la venta. Os avisaré oportunamente. Estoy feliz por el
resultado, por cómo ha quedado. Va en la misma línea que el anterior libro “¿Todo niño viene con un pan bajo el brazo?”, esta vez centrándonos en la teoría del
apego en exclusiva y en cómo las familias y profesionales podemos, desde
nuestra relación con los menores, contribuir a la reparación del apego. Prologa
el libro mi admirada y querida profesora de psicoterapia, Maryorie Dantagnan.
2/ La celebración de las II
Conversaciones sobre Apego y Resiliencia. Teniendo en cuenta la fenomenal
acogida que tuvieron las I Conversaciones, -celebradas hace dos años- en esta
ocasión -y también como la anterior vez, sirviendo de marco para presentaros el
libro- tendremos nuevamente el placer de juntarnos en San Sebastián (Gipuzkoa)
todos/as los/as seguidores de éste nuestro blog Buenos tratos. Apuntad estas
fechas: 27 y 28 de noviembre de 2015 y reservarlas en el calendario para
pasaros un fin de semana en la Bella Easo y asistir y participar en las
jornadas. Vamos a contar con profesionales de prestigio y hablaremos de apego y
resiliencia, por supuesto. A principios de septiembre anunciaré en el blog la
web desde la cual podréis tener toda la información sobre este evento y también
apuntaros desde la misma, esta vez con mucha más comodidad que antes. Espero
que se celebren, se harán si vosotros/as, como en la primera edición, queréis y las apoyáis decididamente. Todos/as las participantes de la primera edición expresasteis el deseo de repetir, así que... ¡aquí estamos otra vez! Hemos previsto una sala más grande para que podáis apuntaros muchas más
personas, ya que en la primera edición nos quedamos un poco justos de sitio y
hubo personas que -me quedé con pena- no pudieron participar.
3/ Diez meses, diez firmas. Esta es
la última novedad para la temporada que viene. Además de que servidor vuestro/a
o de ustedes -como prefiráis/prefieran- seguirá escribiendo mientras la salud y
las obligaciones se lo permitan, contaremos cada mes con una firma
invitada. Un profesional o académico del mundo de la protección a la infancia y
el buen trato escribirá sobre nuestros temas favoritos: apego, trauma,
desarrollo, resiliencia… Pienso que es positivo que abra el blog a otras aportaciones
que, aunque dentro de una misma filosofía, están diferenciadas de la que yo
habitualmente os ofrezco. Así añadimos diversidad, y con ello riqueza, variedad,
nuevos puntos de vista, conceptos, metodologías… Cada mes, una firma invitada.
Diez meses de blog (de septiembre de 2015 a junio de 2016), diez firmas. A
muchos/as de los/as que van a participar, los/as conocéis porque los he citado
varias veces a lo largo de los años. Y ellos también aman, como yo, como
vosotros/as, los buenos tratos.
¿Qué nos falta antes de
despedirnos? ¡La picada, claro! Hoy es un libro que no se me puede ni debe de
pasar por alto y que os recomiendo a todos/as, y en especial a los/as
profesionales que trabajáis en el ámbito de la violencia de género: Detrás de la pared, en el cual ejerce de coordinadora (y una de las autoras), Sofia
Czalbowski. Un libro escrito por mujeres (y un hombre), entre ellas participa
mi colega (a quien tuve el gusto de conocer en el diplomado en trauma terapia
infantil sistémica de Barudy y Dantagnan) Beatriz Atenciano, psicóloga. Si en
un libro toma parte Beatriz, excelente profesional solidaria y comprometida con
la infancia maltratada, este libro seguro, merece la pena. Son autoras, además
(justo es citarlas): Liliana Orjuela, Lola Aguilar, Elizabeth Alvarado, Antonio
Escudero, Nuria de la Osa, Lourdes Ezpeleta, Carolina Jiménez y Miriam Lucas.
He empezado a leerlo y me está
cautivando. Un libro en el que participan profesionales con años de dedicación
en el ámbito de la infancia y la adolescencia expuestas a violencia de género. En
el mismo se abordan las consecuencias físicas y psicológicas de la exposición a
la violencia. Leyéndolo nos damos cuenta de hasta donde se puede llegar a hacer daño, mucho más de lo que
todavía, algunos sectores de nuestra sociedad, lamentablemente, se empeñan en
no querer admitir. Le siguen dos apartados: uno dedicado a la valoración y otro centrado en cómo
intervenir terapéuticamente. Y, por supuesto, no
podía faltar un capítulo centrado en la prevención. El libro es riguroso, claro, directo, completo y con investigación científica pero
sobre todo con práctica clínica, donde se trasluce que las autoras y el autor
saben sobradamente de lo que hablan (conocimientos y amplia experiencia en su
trabajo con las víctimas), pues ofrecen ejemplos detallados de intervenciones
psicológicas que pocas veces se incluyen en los libros. La recuperación pasa
por ofrecer a las víctimas experiencias terapéuticas relacionales reparadoras.
Un libro que está en total comunión con este blog y que os animo que adquiráis.
¿Por qué se llama Detrás de la pared? El título, nos dice la coordinadora, "...se
inspira en la conocida canción Behind the wall de la cantante Tracy Chapman,
que narra de forma desgarradora cómo es percibida la violencia de género por un
niño, una niña o una persona adolescente. Esta obra quiere dar a conocer de
forma precisa la gran capacidad destructiva de esta violencia, pero también los
diferentes recursos terapéuticos que como profesionales que ayudamos a estas
víctimas podemos ofrecerles para superar conjuntamente el daño producido".
Reanudaremos el blog el lunes 7 de septiembre ¡Os espero! Ahora Buenos tratos y su autor necesitan
un descanso y recargar energía para volver, una temporada más -será la novena-, con el compromiso de ofreceros diez meses de entradas sobre los temas que nos
apasionan y ayudan a comprender y sintonizar emocionalmente con los niños/as y
adolescentes, tanto si son nuestros hijos/as como si son menores con los que tenemos
una relación profesional.
Gracias a todos/as de corazón por
vuestra fidelidad y por valorar las aportaciones que os traigo. Cuando redacto estas líneas, siento pena al despedirme, me encantaría seguir en verano, pero entiendo que el descanso es
necesario, es autocuidado. También viene bien para reposar lo que vamos
ofreciendo. Hay mucho escrito y podéis revisarlo de nuevo durante el verano.
Un abrazo inmenso, que os llegue a
todos/as con la misma calidez como si estuviéramos físicamente presentes.
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¡Felices vacaciones a todos/as! / Oporrak ondo pasa!
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