Sigo entusiasmado con el nuevo
descubrimiento (que ha venido de la mano de mi amigo y colega Rafael Benito, médico psiquiatra, cuya consulta está en Donostia-San Sebastián, especializado en trauma, apego y neurodesarrollo) a saber, el libro del que os vengo hablando desde hace unas
semanas: What´s going on in there? (¿Qué pasa ahí dentro?) Hace referencia al
cerebro, claro. Es un manual completo y detallado acerca de cómo la mente y el
cerebro se desarrollan durante los cinco primeros años de vida. Hace un repaso
exhaustivo por todos los temas importantes en cuanto a neurodesarrollo:
biología básica, influencias prenatales en el cerebro, cómo afecta el
nacimiento al cerebro, la importancia de tocar y acariciar (que ya vimos en un
precioso post), el mundo de los sentidos, la emergencia de la memoria, el
desarrollo socio-emocional, el lenguaje, la inteligencia… Y la buena noticia es
que es para todos los públicos, esto es, los padres y las madres podéis
acercaros al mismo tranquilamente y aprender sobre un tema trascendente para
poder comprender a los niños y las niñas. El único requisito es que debéis
saber inglés al menos como para poder leer.
Estoy revisando el apartado
dedicado al área socio-emocional y he leído con verdadero gusto los epígrafes
dedicados al apego. Hay uno que ha cautivado mi atención e interés más que
otros, porque guarda estrecha relación con mi trabajo con los niños
traumatizados y con problemas y trastorno del apego, y también me imagino que
os atrae e interesa a vosotros/as que tenéis hijos/as o niños/as adoptados o
acogidos a vuestro cargo y posiblemente algunos de ellos presenten problemas en
estos aspectos. Me estoy refiriendo a los vínculos existentes entre estrés,
apego y desarrollo cerebral. Tópico que ya hemos tratado en este blog en otras
ocasiones pero siempre se hace necesario volver sobre ello y recoger las nuevas
aportaciones, como las que este libro contiene.
Voy a exponeros lo más importante
sobre el particular y os lo comento.
Lise Eliot -la autora- refiere
que el apego y el desarrollo cerebral son como una calle con dos sentidos. La
maduración del lóbulo frontal es un aspecto clave en el apego. Como ya sabéis -y
sintetizando- en este lóbulo reside la capacidad del cerebro, entre otras
funciones, de modular las emociones y los impulsos provenientes del sistema
límbico (el área del cerebro donde residen dichos impulsos y emociones): esto
implica regulación emocional, tolerar la demora de la gratificación, calmarse
cuando se experimenta ansiedad o malestar, dar una respuesta meditada y
planificada… Un apego seguro con el cuidador es esencial –nos dice la autora-
para el normal desarrollo del cerebro y en concreto, para un funcionamiento
saludable del sistema límbico. Lo que más puede afectar a esta amplia zona del
cerebro responsable de nuestras vivencias emocionales, lo que más puede
desregularla, es desgraciadamente, lo que muchos niños y niñas adoptados/as o
acogidos/as han padecido en demasía y a edades tempranas: el estrés.
Un cuerpo creciente de
investigación muestra que una elevación de las hormonas del estrés puede ser nocivo
para el cerebro, especialmente para partes del sistema límbico como el
hipocampo, el giro cingulado (hace de frontera del sistema límbico) y la
amígdala (como una almendrita, órgano responsable de procesar muchas respuestas
emocionales rápidas como la ansiedad, la ira…) En ratas adultas, por ejemplo,
un exceso de hormonas del estrés hace a las neuronas del hipocampo (una
estructura clave para el desarrollo de la memoria y el aprendizaje) más
vulnerables. Si estas hormonas permanecen elevadas mucho tiempo, mayor es la
extensión del daño. Los humanos también somos vulnerables: se ha observado
atrofia en el hipocampo en pacientes que sufren depresión o trastorno por estrés postraumático, dos síndromes en los que se sabe que la hormona del estrés, el
cortisol, es elevada.
Un estudio hecho con niños de un
año con niveles elevados de cortisol mostró una disminución de la actividad
eléctrica procedente del hipocampo, sugiriendo que el cerebro de los bebés
puede ser vulnerable a los efectos del estrés.
¿Cómo hemos de interpretar esto? Si mi hijo/a o mi niño/a ha vivido el estrés de la separación a edad temprana, significa que su hipocampo y su sistema límbico quedan dañados y afectados de por vida? No. Lo que hemos contado en el párrafo anterior tiene importancia a nivel de investigación: examinada una población de niños cuyo hipocampo está afectado, aislados muchos factores, se observa que en todos esos niños estaba presente una variable: el estrés del abandono temprano. Por ello, ambos factores o variables correlacionan. Por lo tanto, un exceso de cortisol pudo estar presente y pudo afectarlo. Incluso si el volumen del hipocampo presentara un tamaño inferior a la media, eso no quiere decir necesariamente que ese hipocampo falle en su funcionalidad. Y en los casos en los que el sistema límbico y el hipocampo estuvieran alterados por ese exceso de cortisol que afectó a su funcionamiento, con cuidados adecuados, estimulación y tratamiento, el cerebro es cambiable y se puede producir neuroplasticidad (regeneración y creación de nuevas conexiones neuronales) Por ello, las pruebas de neuroimagen no tienen demasiada utilidad a nivel de diagnóstico porque los tratamientos son de estimulación (con terapias que potencien el neurodesarrollo) y psicoterapia. Así que nadie se obsesione ni agobie, que los datos son estadísticos (¡con mucha utilidad para saber cómo el ambiente temprano afecta a nuestro cerebro, desde luego, y ayudarnos en el diseño de terapias!)
Una evaluación neuropsicológica sí puede ser necesaria, si se observan alteraciones
severas de memoria, atención, lenguaje… u otras áreas del desarrollo que han
podido quedar afectadas por el estrés de la separación materna, al cual debemos sumar el estrés de la institucionalización (si la hubo) en orfanatos o casas de acogida donde pudieron sufrir abandono emocional y/o los cuidados (físicos y emocionales) no fueron
de calidad. Una evaluación (junto con una intervención, si se precisa) temprana
es importantísima. Por eso, una vez que el niño/a está en la familia (adoptiva o
acogedora) y si existen dudas a este respecto, lo más adecuado es hacer esta
evaluación. Los niños y niñas, además de psicoterapia, pueden precisar (antes o
después) otro tipo de intervenciones especializadas conducentes a reparar otros
daños producidos en su desarrollo por efecto del maltrato o el abandono:
neuropsicología, logopedia, psicomotricidad… En España Montse Lapastora y equipo, en Madrid, además de terapia, ofrecen un buen número de terapias destinadas a este fin. En Donostia-San Sebastián Uxue Doñate, miembro del Basque Center of Cognition, Brain and Language y con consulta privada. Y en Iruña contamos con Cristina Cortés y equipo.
Porque los niños y niñas tienen
que aprender con programas pedagógicos adaptados a sus posibilidades. Porque si
no, si el niño/a percibe que las demandas superan su capacidad, o si hay una
exigencia muy alta de trabajo y tarea, entonces sobrevendrá nuevamente el
estrés. ¡Y el sistema de estos niños está ya muy afectado desde temprana edad!
Eso es tóxico para todos los niños/as, pero para los que han sufrido esas adversas
experiencias en la infancia temprana, es como golpear sobre heridas. Los niños/as no podrán gestionar ese estrés y a no mucho tardar el menor de edad
desarrollará trastornos de ansiedad, de conducta, del estado de ánimo, se
afectará el proceso de vinculación con la familia si se le presiona para lo que no
puede… Sé (en el caso de que, por ejemplo, el aprendizaje escolar sea fuente de estrés) que no hay soluciones fáciles con lo que ofrece nuestro actual sistema de
enseñanza, pero podemos y debemos exigir que el niño/a sea evaluado por los
equipos psicopedagógicos escolares y que se le ofrezcan adaptaciones (si las
necesita) del currículo. Para respetar su estilo, capacidad y ritmo de
aprendizaje. Psicoeducar a los centros escolares (orientadores, profesores,
tutores…) es fundamental para que puedan comprender todo esto y aplicar las
medidas de atención a la diversidad que el niño/a necesite.
¿Quién puede modular y reparar
poco a poco el sistema de respuesta al estrés afectado desde temprana edad? A
este respecto, Lise Eliot nos dice lo siguiente: "Como con las ratas y los
monos, en los humanos el apego seguro con la madre (o persona sustituta) parece
ser el responsable de modular este sistema de estrés. En efecto, los niños
apegados seguramente mostraban niveles más bajos en las hormonas del estrés en
respuesta a acontecimientos extraños o de miedo"
¿Qué podemos hacer? Si nuestro
hijo/a tiene el sistema de estrés desregulado desde muy temprana edad, ¿significa
que no podemos hacer nada por recuperar a nuestro/a hijo/a? Nada de eso. Lo primero es
proteger adecuadamente a los niños y sacarlos fuera de las fuentes de estrés.
Para ello, los acogimientos familiares a temprana edad (bebés) y la adopción
son las mejores medidas porque garantizan la continuidad de los cuidados que el
menor de edad precisa (con adoptantes y acogedores competentes, claro) Lise
Eliot afirma que "los estudios científicos muestran que siempre y cuando los
cuidadores (padres, madres acogedores, adoptivos… y también el resto de
personas significativas en la vida del niño/a) sean receptivos emocionalmente,
capaces de jugar, sensitivos… el niño/a no experimentará una elevación
significativa del cortisol. Pero si el cuidador es frío, distante y no vincula…
¡los niños/as pueden elevar la tasa de cortisol!" Un cuidador competente podrá
incluso ser filtro estabilizador y amortiguador de las fuentes de estrés que el
niño/a pueda tener en su vida cotidiana. Y además, con los niños/as más dañados en
este sentido, con sistemas de respuesta al estrés hiperalterados (con
respuestas de lucha/huida hiperactivadas), con pautas adecuadas que muestran
empatía y límite (con autoridad calmada), se consigue darle la vuelta y
regularlo. Pero no existen recetas mágicas ni soluciones a corto plazo: toda la
red social debe acompañar al niño/a para ayudarle a lograrlo, durante todo su
desarrollo. Con ese trabajo y esa perseverancia, se logra devolverles (todo o parte) del
bienestar que se les robó de bebés o niños/as. Con el post de hoy hemos podido
comprobar que la calidad de los cuidados es la clave para proteger a los
niños/as y contribuir a reparar el daño.
Cerramos el post de hoy como siempre, con la picada y el recordatorio de entradas antiguas en Buenos tratos.
Mi amiga y colega psicóloga Naiara Zamora me ha facilitado una picada buenísima: me ha pasado el enlace a un blog titulado: Mamás Gallina (me encanta este título) Su autora basándose en la literatura científica, "intenta responder a las principales dudas que nos invaden durante los primeros años del bebé" En dicho blog ha publicado recientemente un artículo titulado: "Los peligros de dejar llorar al bebé", en el cual desarrolla magistralmente por qué no se debe de dejar llorar a los bebés; además, nos expone los puntos de vista de Sue Gerhardt sobre cómo el adulto responsable del cuidado del infante regula la respuesta al estrés de su organismo. No os perdáis este magnífico artículo, al tiempo que os recomiendo el blog.
El post que recuperamos hoy de los archivos de Buenos tratos no es uno sino ¡dos!: los que en su día dedicamos, precisamente, al libro “El amor maternal” de Sue Gerhardt, el cual habla sobre cómo el afecto maternal regula todo el sistema hormonal y de respuesta psicofisiológica del niño de manera temprana. Son: La importancia de la edad bebé y Los buenos tratos regulan el sistema de respuesta fisiológico y emocional del individuo desde temprana edad.
Mi amiga y colega psicóloga Naiara Zamora me ha facilitado una picada buenísima: me ha pasado el enlace a un blog titulado: Mamás Gallina (me encanta este título) Su autora basándose en la literatura científica, "intenta responder a las principales dudas que nos invaden durante los primeros años del bebé" En dicho blog ha publicado recientemente un artículo titulado: "Los peligros de dejar llorar al bebé", en el cual desarrolla magistralmente por qué no se debe de dejar llorar a los bebés; además, nos expone los puntos de vista de Sue Gerhardt sobre cómo el adulto responsable del cuidado del infante regula la respuesta al estrés de su organismo. No os perdáis este magnífico artículo, al tiempo que os recomiendo el blog.
El post que recuperamos hoy de los archivos de Buenos tratos no es uno sino ¡dos!: los que en su día dedicamos, precisamente, al libro “El amor maternal” de Sue Gerhardt, el cual habla sobre cómo el afecto maternal regula todo el sistema hormonal y de respuesta psicofisiológica del niño de manera temprana. Son: La importancia de la edad bebé y Los buenos tratos regulan el sistema de respuesta fisiológico y emocional del individuo desde temprana edad.
Regresamos
el 15 de junio con un post que despedirá la temporada. ¡No os lo perdáis! Porque en el mismo -además de tratar un tema, como habitualmente hacemos- os daré un adelanto de las
novedades -muy jugosas- que nos esperan la próxima temporada 2015-16, la cual dará comienzo
en septiembre.
Cuidaos / Zaindu.