Algunos de los niños y niñas
adoptados y acogidos con los que trabajo en consulta tienen antecedentes de
prematuridad (han nacido antes de la 37ª semana de gestación) He visto que es
una condición que se da (al revisar los historiales clínicos) en algunos
adoptados. Este relato lo he escuchado
varias veces en los padres y madres adoptivos que han solicitado tratamiento en
mi consulta: nada más nacer fue llevado al hospital. Al parecer, nació
prematuro por lo que tuvo que estar bastante tiempo en la incubadora. Después,
le llevaron directamente al orfanato y allí, a los dos años, fue cuando nosotros
le adoptamos. ¿Os sentís reconocidos en esta historia? Me imagino que algunas
familias tenéis hijos/as con estos antecedentes biográficos relevantes. Las
causas de la prematuridad pueden estar asociadas, probablemente, a ausencia de
cuidado durante el embarazo, consumo de alcohol, tabaco u otras drogas. Además,
posteriormente, los niños, en los orfanatos, por norma general, no reciben los
cuidados especializados que su prematuridad requiere. Es más, desgraciadamente,
a veces, a este factor de riesgo para el neurodesarrollo se le añaden otros:
abandono, maltrato...
Estos niños/as, al haber estado las
primeras semanas en la incubadora, conectados a tubos y distintos dispositivos,
necesarios para crear la humedad y temperatura adecuadas para que crezca ese
ser vivo que es el bebé, han carecido del contacto piel con piel con la madre,
una experiencia que como vamos a ver a continuación, es fundamental para el
desarrollo global del niño o niña. Por ello, la posición hoy en día es la de
dejar la incubadora neonatal sólo para patologías graves. El cuidado canguro con la madre, en
posición vertical, en patologías menos graves, puede conseguir resultados
similares.
He estado leyendo sobre la
importancia de tocar, acariciar, tener contacto físico con el bebé durante los
primeros años de vida. Resulta fascinante la conexión que existe entre los
cuidados parentales y el desarrollo cerebral, como si la naturaleza fuera sabia
y nos hubiese dotado de esas conductas, heredadas de la especie, para completar
y orquestar el desarrollo fuera del útero (porque acariciar y tener contacto
piel con piel es primordial también para todos los niños, no sólo para los
prematuros. Nacemos con un cerebro no maduro que necesita del impacto positivo
del ambiente para completar su desarrollo, y éste dura además, muchos años. El
acariciar es un elemento que, según me he documentado, es importantísimo)
Ha caído en mis manos una joyita
de libro (recomendado por mi amigo Rafael Benito Moraga, psiquiatra, experto
entre otras muchas cosas, en neurobiología del apego y del desarrollo)
titulado: What´s going on in there? Con este sugerente título (traducido al castellano
significa: ¿Qué pasa ahí dentro?, en referencia al cerebro) nos adentra en
todos los aspectos que son cruciales en el desarrollo humano, y cómo la
biología y la actividad y conducta humana de cuidado se dan la mano para lograr la
creación del ser. Está escrito para el gran público. Si podéis leer en inglés,
merece mucho la pena. Es un libro extenso, por lo que se puede ir leyendo poco
a poco. Pero aporta un conocimiento y una información actualizada excelente y
rigurosa sobre neurodesarrollo humano.
Y es que el apego –uno de los
temas centrales de este blog- tiene tres componentes: sensorial, emocional y
cognitivo. El vínculo de apego se va construyendo inicialmente mediante el
componente sensorial que permite reconocer a la madre por el olor y sentir su
tacto y su contacto. Reposando con seguridad en su regazo y pudiendo buscar el
pecho para alimentarse (las areolas se oscurecen para que el bebé pueda
encontrar el pezón más fácilmente)
Las primeras impresiones de seguridad
e inseguridad vienen sobre todo, de este contacto piel con piel con la madre o
sustituto/a que transmite al bebé cómo es el mundo de ahí fuera: calmado o
tenso u hostil; y se van codificando en la memoria sensorial. Así pues, nos
interesa -y mucho- la función que tocar y acariciar tiene para el desarrollo
del bebé. Sabemos que muchos niños y niñas adoptados se han perdido -o han
vivido escasamente- esta experiencia. Pero es posible, posteriormente,
estimular al niño mediante masajes y caricias y obtener muchos beneficios. Esta
es la buena noticia para todos/as las familias que tenéis hijos/as adoptados/as
que presumiblemente se han perdido esta vivencia bien por haber tenido que
estar en aislamiento en una incubadora bien por permanecer horas y horas en una
cuna, con mínimo contacto humano: hasta cierto nivel, se pueden reparar o
compensar este tipo de experiencias de las que muchos niños/as,
desgraciadamente, carecieron.
En esta primera parte hablaremos
de hasta qué punto es importante acariciar y tener contacto piel con piel con
el bebé recién nacido. En la segunda, disertaremos sobre el acariciar y tocar
como todo un tratamiento. Todos los especialistas en estimulación temprana me
imagino que podrán dar fe de ello.
Lise Eliot –la autora- refiere
que acariciar o tocar juega un papel muy especial en la vida de los bebés. Es
esencial para el desarrollo sensorio-motor de éstos, pero también tiene una
sorprendente y poderosa influencia en el crecimiento físico, el bienestar
emocional, el potencial cognitivo e incluso, sobre toda la salud en general,
con algunos fascinantes efectos en la función inmunitaria.
Las caricias y el contacto
temprano (nada más nacer) son fundamentales para estimular el crecimiento y el
desarrollo, no sólo para los humanos sino también para otras especies de
mamíferos. Para muchas especies, este contacto viene dado a través de las
conductas de lamido, que hemos visto –y sentido con ternura y espíritu lúdico-
en muchos documentales televisivos sobre naturaleza: las madres de los perros,
gatos, roedores y caballos -todos sin excepción- lamen a sus crías con
profusión, limpiando cada rincón de su cuerpo en los minutos y horas
inmediatamente posteriores al nacimiento. Así pues, ¡cuán importante es!, ya
que a menudo sin esta conducta de lamido, los animales recién nacidos ¡mueren
normalmente por fallos en su tracto digestivo o urinario!
Lo que me ha cautivado y
sorprendido es que esta ausencia de lamido o contacto corporal por parte de la
madre puede ser sustituida por otras personas y hasta cierto punto,
compensarla. En efecto, en investigaciones con monos, cuando las crías son
separadas de sus madres y puestas en grupos pequeños, pasan mucho más tiempo
trepando y poniéndose las unas con las otras, como una piña. Aunque estos monos
socializados sin la madre son mucho más tímidos e inseguros que los que
permanecieron con ella, socialmente son mucho más ajustados que los que se criaron
en aislamiento. Pero si se les impide tocarse los unos a los otros, no obtienen
los mismos beneficios emocionales. En el caso de los mamíferos que lamen a sus
crías, si un veterinario les da un masaje extendido por todo el cuerpo con la
mano (acariciando), en vez de la madre, ¡ya no fallecen! ¡Es impresionante!
Los científicos –prosigue Lise
Eliot en su libro What´s going on in there?- han profundizado en esta última
observación y han descubierto aspectos fascinantes en esa relación entre
cuidados necesarios tempranos y desarrollo cerebral. Las ratas recién nacidas
tomadas en la mano (para juguetear, acariciar…) durante un corto periodo de
tiempo cada día por los investigadores muestran secreciones hormonales
adecuadas, lo cual les acompañará toda su vida. Estas ratas son menos
temerosas, tienen más receptores cerebrales para las benzodiacepinas
(receptores relacionados con la tranquilidad y la calma y no con la ansiedad)
menos degeneración del hipocampo en la edad madura (una estructura cerebral
relacionada con la memoria y el aprendizaje) y mejor desempeño cognitivo cuando
envejecen. El tocarles con la mano hace que estas ratas reduzcan
permanentemente la reactividad de su sistema de respuesta al estrés. Ya que una
prolongada elevación de las hormonas del estrés puede resultar dañina para
muchos órganos del cuerpo, incluyendo el cerebro. Una respuesta al estrés mejor
modulada es mucho más ventajosa para la salud física y mental del animal.
El más interesante descubrimiento
es que el efecto de esta manipulación con las manos funciona ¡sólo durante los
diez primeros días de la vida de una rata cría! Las ratas que son tocadas o
acariciadas con las manos después de este periodo crítico no muestran de manera
permanente las mismas ventajas. Desde luego que las manos humanas no son un
estímulo natural para las ratas, sin embargo recientes investigaciones han
descubierto los mismos beneficios que las que recibieron estimulación táctil
por medio de sus madres. Aquellas ratas que dedicaron mucho más tiempo a lamer
a sus crías indujeron los mismos y duraderos beneficios en ellas. Ellas tienen
una mejor modulación del sistema de respuesta al estrés, incluyendo cambios en
la neuroquímica cerebral que les hace ser menos temerosas en situaciones
nuevas. No hay por qué no pensar que en los humanos los efectos de acariciar y
tocar no sean los mismos, aunque evidentemente, con la complejidad que el ser
humano tiene. Los niños separados de sus madres y con cuidadores alternativos
no competentes, abandonados en un orfanato con cuidados de baja calidad, con
contacto humano mínimo (a veces, sumamente maquinal: les manipulan sólo para
alimentarles y/o cambiarles) suelen presentar una modulación emocional
deficiente que influye y condiciona su desarrollo: enfrentar situaciones
nuevas, regular el estrés del estudio, manejar la frustración, sentirse
amenazados…
Seguiremos dentro de quince días con este atractivo tema. Antes de despedirme, que no se me olvide la picada: quiero anunciaros con mucho gusto, que en septiembre de este año publicaré un nuevo libro. Os adelanto el título: Vincúlate. Relaciones reparadoras del vínculo en niños adoptados y acogidos. Va a estar dedicado, precisamente, al apego y a cómo las familias adoptivas y de acogida pueden repararlo. Estoy realmente sensibilizado con este tema, creo que las familias necesitan que los conocimientos que la ciencia nos otorga les lleguen, de una manera accesible, así como también ofrecerles guías y orientaciones. Además, basadas en modelos avalados por la ciencia como el del apego y el trauma.
Se trata un manual dirigido a vosotros/as, sí, las familias adoptivas y acogedoras, pero también a los profesionales de la protección a la infancia. Versa sobre cómo establecer relaciones reparadoras del apego con los niños/as adoptados/as y acogidos/as. Me siento satisfecho de cómo me ha quedado, del resultado. Además, la han evaluado -y corregido- familias adoptivas, biológicas y profesionales, y le han dado el visto bueno, animándome a editarla. Espero que os sea útil y os aporte luz, esperanza, comprensión de vuestro niño/a y orientaciones -que nunca son recetas porque éstas no existen- sino caminos a seguir para acompañar a nuestros/as niños/as a lo largo de todo su desarrollo. Tener claro qué podemos hacer y cómo desde la relación interpersonal y el total respeto al niño/a. El modelo del buen trato preside toda la obra.
Os anuncio además, que el 27-28 de noviembre de este año en Donostia-San Sebastián organizaré unas nuevas jornadas que servirán como marco de presentación del libro y una oportunidad para juntarnos todos/as los/as seguidores/as de nuestro blog Buenos tratos: las II Conversaciones de apego y resiliencia donde nuevamente podremos aprender y escuchar de especialistas en la materia. En cuanto tenga el programa y el evento perfilado, lo subo al blog. Permaneced pegaditos al mismo para estar al tanto y apuntaros. Me anima a organizarlas de nuevo el enorme éxito de asistencia y participación que tuvieron las anteriores.
Se trata un manual dirigido a vosotros/as, sí, las familias adoptivas y acogedoras, pero también a los profesionales de la protección a la infancia. Versa sobre cómo establecer relaciones reparadoras del apego con los niños/as adoptados/as y acogidos/as. Me siento satisfecho de cómo me ha quedado, del resultado. Además, la han evaluado -y corregido- familias adoptivas, biológicas y profesionales, y le han dado el visto bueno, animándome a editarla. Espero que os sea útil y os aporte luz, esperanza, comprensión de vuestro niño/a y orientaciones -que nunca son recetas porque éstas no existen- sino caminos a seguir para acompañar a nuestros/as niños/as a lo largo de todo su desarrollo. Tener claro qué podemos hacer y cómo desde la relación interpersonal y el total respeto al niño/a. El modelo del buen trato preside toda la obra.
Os anuncio además, que el 27-28 de noviembre de este año en Donostia-San Sebastián organizaré unas nuevas jornadas que servirán como marco de presentación del libro y una oportunidad para juntarnos todos/as los/as seguidores/as de nuestro blog Buenos tratos: las II Conversaciones de apego y resiliencia donde nuevamente podremos aprender y escuchar de especialistas en la materia. En cuanto tenga el programa y el evento perfilado, lo subo al blog. Permaneced pegaditos al mismo para estar al tanto y apuntaros. Me anima a organizarlas de nuevo el enorme éxito de asistencia y participación que tuvieron las anteriores.
El post que recupero del
almacén de posts de Buenos tratos es uno que escribí hace relativamente poco
pero que quiero volver a rescatar porque como un buen vino, marida muy bien con
el tema de hoy: el fascinante mundo de la neurobiología del apego. ¡Leedlo a mi
salud, y a la de todos/as!
Hasta dentro de quince días.
Hasta dentro de quince días.
Cuidaos / Zaindu