domingo, 23 de noviembre de 2014

Charla coloquio el 29 de noviembre organizada por el Instituto Familia y Adopción, en Barcelona y en el ordenador de tu casa: "¿Qué hay detrás de la dificultad a la hora de ponerse con los deberes? ¿Cómo podemos ayudarles?" Con Anna Tapias, logopeda


Charla Coloquio el 29 de noviembre en Barcelona y en el ordenador de tu casa
 




A menudo recibimos muchas consultas sobre la ansiedad que crea a padres, madres e hij@s llegado el momento de hacer los deberes o tareas encomendadas por la escuela. Acaba saliendo muchas veces, pero no sin antes pasar por un calvario de ansiedad y de enfados que los padres y madres tratamos de gestionar.
En esta charla hablaremos sobre:
  • El  significado de los deberes por parte del triángulo implicado: maestr@-niño@-padres
  • Las aptitudes individuales y las actitudes que se derivan
  • Los diferentes talantes de nuestros hijos: ¿evasivos?, ¿desordenados?, ¿ordenados?, ¿reflexivos?
  • Poner en común las estrategias familiares particulares para enriquecernos y pensar entre todos el por qué de los conflictos cuando se oye la frase "a hacer deberes"
  • Los diferentes tipos de deberes y que requieren cada uno de ellos: matemáticas / cálculo / escritura...( memoria / atención /planificación...)
  • Qué habilidades requieren cada materia


Ponente:

Anna Tapias. Licenciada Filología, Logopeda especialista en audición y lenguaje. Formación de Posgrado en psicoteràpia de niños y adolescentes, en pedagogía terapéutica. Ha trabajado en asesoramiento del lenguaje en diferentes equipos escolares y en equipos de diagnóstico psicopedagógico y de reeducación de lenguaje.


Facilitadora: 

Eva Gispert. Fundadora y Directora del Instituto Familia y Adopción, Terapeuta y Mediadora Familiar. Adoptada y madre adoptiva.


Día y hora:

Sábado, 29 de Noviembre del 2014, de 10:30 a 13:30 horas.




Lugar: 
Casa Orlandai

Sala Fusters

Jaume Piquet, 23
08017 Barcelona







lunes, 17 de noviembre de 2014

Otro tipo de conectividad vital entre seres humanos: las interacciones cara a cara favorecen la futura socialización de los niños

Continuamos con la teoría de Porges (quien, como sabéis, participó como ponente invitado en el Congreso de Apego y Trauma celebrado en Roma el pasado mes de septiembre), un modelo teórico desde el cual fundamentar nuestras intervenciones psicoterapéuticas y educativas realmente fascinante.

En el último post nos centrábamos en la conectividad, un imperativo biológico para Porges. Y exponíamos un tipo concreto de conectividad: la inmovilización sin miedo, totalmente diferente de la inmovilización con miedo (que es la disociación, la cual tiene lugar como respuesta defensiva ante la amenaza cuando la persona no puede escapar de la misma) La inmovilización sin miedo conlleva estados psicofisiológicos que se desarrollan y son frecuentes en todos los mamíferos cuando yacemos juntos, entrelazados o no, compartiendo un estado de profunda conexión en la calma, la tranquilidad y el contacto corporal sintonizado, regulando los ritmos biológicos (como es el caso, por ejemplo, de la madre y el bebé cuando vinculan, la madre regula los ritmos biológicos de éste; y también toda la activación psicofisológica que el bebé puede presentar) Esta inmovilización promueve la salud física y mental y es clave para desarrollar estados psicofisiológicos óptimos que favorezcan la conexión con los otros y, en suma, la socialización.

Para la entrada de hoy retomamos nuevamente a Porges (que tanto nos está aportando, fue de los mejores ponentes en el Congreso de Roma; se nota que además de ser un excelente teórico cultiva la práctica clínica) y el imperativo biológico que, para él, es la conectividad, centrándonos en otra clase o tipo de conectividad (fundamental también entre seres humanos), que favorece estados psicofisiológicos óptimos: las interacciones cara a cara. La ausencia de este tipo de interacciones cara a cara (o un déficit acusado en esta experiencia) ha estado presente en la biografía de algunos niños adoptados (especialmente en la de aquéllos que estuvieron en un orfanato con cuidados de baja calidad y con escasas horas durante el día de contacto e interacción humanos)

El niño nada más nacer prefiere la cara de los humanos como estímulo principal al que dirigirse. Progresivamente, la cara de la madre (y también la del padre) serán siendo sus objetos preferentes. Hay un imperativo que es conectar con el otro en interacciones cara a cara que viene inscrito en la biología, ésta nos impulsa para que el cerebro se configure, se desarrolle y se convierta progresivamente en un cerebro social. Es la neurobiología interpersonal: el desarrollo no solo depende de la biología sino de las relaciones interpersonales. Las relaciones interpersonales orquestan toda la biología -o el equipamiento que innatamente traemos- y que nos impele inexorablemente a conectar con otros.

De la cara de los humanos el niño va a extraer los elementos necesarios para poder socializarse adecuadamente en un futuro. Lo primero que necesita detectar el bebé es que esa cara transmite seguridad. La conectividad depende de la seguridad, afirma Porges. Sentirse seguro es un prerrequisito necesario antes de que puedan establecerse sólidas relaciones con los otros y antes de que el apoyo social pueda ser efectivo. Si el niño no encuentra seguridad en las interacciones cara a cara (porque éstas se tornan amenazantes o se interrumpe bruscamente el flujo de la comunicación y la cara del adulto se torna inexpresiva, como vacía) la conectividad y el sentimiento de estar en vínculo con los otros en el futuro se verá seriamente afectado. Lo que se desarrollarán son defensas ante los demás porque no se ha estimulado suficientemente el sistema de conexión social y desde temprana edad hay en palabras de Porges, una neurocepción de inseguridad. El niño en un futuro, tenderá a estados de desconexión, embotamiento, flacidez y en muchas ocasiones, a la desconexión disociativa (cuando hay percepción de peligro o amenaza); o a estados de hiperactivación asociados a una hiperreactividad del sistema nervioso simpático (incluyendo la hiperexcitación de la respuesta de lucha/huida ante la amenaza)

Las interacciones cara a cara son fundamentales también porque a través de las mismas (además de desarrollar estados psicofisológicos óptimos favorecedores de la socialización futura del niño) los menores de edad aprenden a conocer y etiquetar las emociones mediante el lenguaje. Además, adquieren las herramientas emocionales y psicosociales necesarias para reconocer en el otro sus estados internos, aprendiendo a auto-regularse desde experiencias co-reguladoras con el cuidador. Como en una ocasión referimos, el médico inglés Winnicott ya postulaba que la madre en los primeros años de vida del bebé es un espejo en el que no sólo mirar sino mirarse. Y la neurociencia le está dando la razón con sus actuales aportaciones.

Esa relación sintonizada, esa interacción cara a cara entre madre (o padre) e hijo, ese estado psicofisiológico óptimo que favorece la CONEXIÓN, co-regulado entre ambos, ese flujo de comunicación energético positivo que se puede observar cuando vemos a unos papás cómo disfrutan, ríen, vocalizan, se adivinan intenciones, juguetean, reflejan estados internos con tonos de voz, gestos expresivos… que configuran todo lo que llamamos pre-verbalidad donde se aprenden las primeras lecciones de socialización, en fin, todo ese mundo interactivo tan maravilloso y fascinante donde biología y psicología se dan la mano... ¿Qué sucede si se corta, se interrumpe -o se viola, en palabras de Porges- bruscamente? Las conductas de vinculación social se desplazan y emergerían las respuestas ante la amenaza.

El vídeo que os pongo a continuación (ya lo mencioné cuando lo utilizamos en el acto de presentación del libro del que soy co-autor junto con mi amigo y colega Óscar Pérez-Muga, titulado: “¿Todo niño viene con un pan bajo el brazo? Guía para padres adoptivos con hijos con trastornos del apego”) es un ejemplo de esta violación de una interacción cara a cara. Algunos y algunas de vosotros y vosotras ya lo conocéis; otros probablemente, no. Siempre suelo decir que (al menos a mí) deja una sensación de mal cuerpo (aunque afortunadamente termina bien) Pero es un ejemplo clarísimo que habla por sí sólo (sobran las palabras) de qué ocurre en un bebé (necesitado de seguridad para conectar) cuando la cara que le devuelve la madre se congela y se torna un tanto inquietante y totalmente inexpresiva. Esto es, la cara de la madre, literalmente, se hiela, se vuelve como fría. Por ello se le llama “Still face experiment” (“Experimento de la cara congelada”) El Dr. Tronick y equipo en 1978, quisieron demostrar con sus trabajos que los niños (los seres humanos) entran en una conexión e implicación social desde muy temprana edad y que no proporcionársela supone una vulnerabilidad para el desarrollo de futuros y diferentes problemas en la socialización. Si la madre no hubiese cambiado y recuperado la conexión con el niño (esto es lo principal: que exista reparación, vuelta a la interacción, recuperación del estado óptimo anterior) a éste, después de una aguda fase de protesta y tras deprimirse, no le habría quedado otra alternativa que recurrir a la disociación como respuesta defensiva. Y eso es lo que probablemente, les pudo haber ocurrido a algunos niños y niñas que padecieron un orfanato de baja calidad y escaso o nulo juego interactivo y conectivo. ¡Ah, y este niño recupera bien porque existe un vínculo seguro previo con su madre!


Experimento "Still face"



Por todo ello, lo que como padres y profesionales debemos hacer es (especialmente para aquéllos y aquéllas cuyo hijo o hija acaba de llegar a la familia) tratar de conectar y mantener interacciones cara a cara con los niños; interacciones no forzadas, naturales y que fomenten en el niño progresivamente, una neurocepción de seguridad. La mejor manera de hacerlo es jugando. El juego es clave y básico para los niños que han carecido de experiencias gratificantes, estimulantes y fomentadoras de la interacción entre humanos.

Todo esto que os digo es extremadamente importante y cuanto antes vayamos trabajándolo, mejor.

Además, debemos aprender, ensayar y practicar con el niño interacciones en las que conectemos: antes de exigir, mandar, ordenar, esperar que nos obedezcan e interioricen normas y valores... hemos tenido, primero, que conectar emocionalmente con cada niño hasta el nivel de profundidad que pueda tolerar. Por ejemplo: el niño no quiere hacer los deberes; en vez de entrar en la exigencia, las amenazas, los gritos y los castigos, debemos de agacharnos, ponernos a su altura, en cuclillas, mirarle a la cara (si tolera el contacto físico, pasarle una mano por la cabeza, acariciándole) y decirle: “entiendo que no te apetezca, sé que te cuesta y/o que es aburrido; pero tenemos que hacer la tarea si queremos aprender. ¿Qué te parece (con una sonrisa) que miremos las mates un rato?; si lo conseguimos lo celebramos después jugando al balón”  Algunos padres y madres dicen que no funciona, pero lo que ocurre es que no tienen la paciencia para esperar que el niño esté preparado para empezar y no le dan su tiempo (los niños quieren intentarlo siempre); o bien la dinámica familiar está muy viciada y cuesta cambiar de estados. Pero esta manera sí funciona, y es totalmente necesaria siempre (en toda familia) pero en particular con los niños cuyas primeras interacciones cara a cara vinieron marcadas por una inseguridad y una amenaza. En un reciente taller con mis amigos de la Asociación Manaia de Axuda á Adopción hicimos una representación de este tipo (cómo conectar con un niño) y los participantes (padres y madres) estuvieron de acuerdo en que sí funciona y que debemos tener la calma y la paciencia suficientes para que el niño conecte con la seguridad que le transmitimos y se anime a hacer las cosas bien. El lema sería: “antes de exigir hay que conectar”

La picada de esta semana es una gran picada. Me ha emocionado y la quiero compartir con todos/as y vosotros/as: recientemente en la revista del Consejo de Colegios Oficiales de Psicólogos de España, denominada “Papeles del psicólogo” (Vol. 35, 2014) hay un artículo (excelente) de Antonio Galán Rodríguez titulado: “Tratamiento psicológico de niños y adolescentes en acogimiento residencial. Aportaciones a un campo específico de intervención”, en el que el autor plantea y propone como una de las psicoterapias adecuadas y respetuosas con estos menores la de Barudy y Dantagnan. En concreto, dice: “Más allá de estos formatos estandarizados, hay propuestas concretas especialmente inspiradoras para muchos profesionales en nuestro país, a modo de las “figuras prominentes” que antes señalábamos, y entre las que podríamos incluir al Centro per il bambino maltratto e la cura della crisi familiare de Milán, Jorge Barudy…” ¡Desde aquí mis felicitaciones! porque aunque esta psicoterapia es reconocida por el elevado número de alumnos/as (mayor cada vez) que cursa el diplomado de especialización en trauma terapia infantil sistémica y por el prestigio y dilatada carrera profesional de Barudy y Dantagnan, estimo que en un artículo científico-profesional publicado en la revista de todos y todas los/as compañeros/as de profesión se priorice y elija a esta psicoterapia es un espaldarazo muy importante para la misma. Se premia la calidad y el esfuerzo de muchos años de trabajo.

Precisamente el diplomado de trauma terapia infantil sistémica sigue creciendo: además de los alumnos de Barcelona (van por la séptima promoción) acaban de comenzar la primera en Bilbao (primera promoción APEGA en Euskadi) y en Chile. Sin olvidarnos de los alumnos/as de Galicia (A Coruña) que se forman no para ser psicoterapeutas sino para ser profesionales de la crianza terapéutica.

Motivos para estar más que satisfechos pues el mejor aval que tiene esta forma de entender y tratar a los niños en psicoterapia, en la educación y en la crianza son los alumnos que cada año solicitan entrar para aprender el modelo de intervención.

El post que rescatamos hoy del almacén virtual de Buenos tratos no puede ser otro que el que dediqué a la Asociación EXIL dirigida por Barudy y Dantagnan

Cuidaos / Zaindu

miércoles, 5 de noviembre de 2014

En Oviedo, el 28 y 29 de noviembre, en el Centro Genos, curso: "Evaluación e intervención en psicoterapia infantil", desde el modelo de psicoterapia de Barudy y Dantagnan. Incluye formación en técnica caja arena.

Os recuerdo este curso que impartiré próximamente en Oviedo, en el Centro GENOS, una gran oportunidad para aprender a intervenir con niños y adolescentes desde el modelo psicoterapéutico de Barudy y Dantagnan.

Curso: "Evaluación e intervención en psicoterapia infantil. Técnicas aplicadas a la intervención psicológica con niños y adolescentes"

Centro de Terapia y Mediación Familiar GENOS

Oviedo, 28 y 29 de noviembre de 2014


El Centro GENOS de Oviedo me ha invitado a impartir un curso los días 28 y 29 de noviembre en la capital del Principado. He aceptado gustosamente para compartir una jornada formativa con todos/as los/as psicólogos/as-psicoterapeutas interesados/as en el modelo de evaluación e intervención psicoterapéutica de Barudy y Dantagnan. Siendo una continuación del primer curso impartido por los mencionados expertos el pasado año, en esta edición, a mi cargo, revisaremos los aspectos centrales teóricos en los que se fundamenta el modelo (apego, trauma, resiliencia) y sobre todo, la metodología de trabajo en cuanto a cómo establecer la relación terapéutica con el menor de edad, los objetivos y las técnicas de intervención, con dedicación especial a la caja de arena. Os espero a todos/as en esa magnífica y (para mí) entrañable ciudad.

Os dejo el programa con los contenidos y objetivos del curso, cómo inscribirse, tarifa, lugar y horarios del curso:




martes, 4 de noviembre de 2014

Curso Especialista en Técnicas Gestálticas Aplicadas a la Infancia en UmayQuipa, Madrid: Comienza en noviembre un segundo grupo

Tengo el gusto de presentaros el Curso Especialista en Técnicas Gestálticas Aplicadas a la Infancia, en el que tengo el honor de participar impartiendo un módulo. Comienza este mismo mes de noviembre y quedan algunas plazas para un segundo grupo.


Curso Especialista en Técnicas Gestálticas Aplicadas a la Infancia
Formación intensiva teórico-práctica 
Organizado por El Centro de Psicoterapia UmayQuipa, en Madrid




La Terapia Gestalt está incluida dentro de las terapias humanistas, aquellas que se acercan al paciente de un modo activo y con una relación más cercana.

Pero ¿es posible que un terapeuta entrenado para hacer psicoterapia con adultos pueda ejercer en la ayuda a los niños?


No creemos que sea lo mismo y es por esto que después de muchos años de investigación y práctica, venimos desarrollando este seminario de especialización.



Está dirigido a toda persona y profesional que trabaje con niños y necesite de un amplio abanico de técnicas para su mejor desempeño: psicólogos, médicos, mediadores, educadores, profesores, pedagogos, enfermeras pediátricas, facilitadores emocionales...

Este seminario es impartido por diversos profesionales del sector bajo la supervisión de Loretta Cornejo Parolini. Consta de catorce módulos, que se dan a razón de un sábado al mes. 


Programa

Diagnostico gestáltico en niños. (Loretta Cornejo)

Concepto de figura y fondo. Primeras entrevistas con los padres y el niño (Loretta Cornejo)

Relajación para niños, visualización, imaginación, meditaciones y fantasías (Ysabell Izquierdo)

El Dibujo del problema (Loretta Cornejo)

Del Yo Piel al Yo Ideal. De Winnicott a la Gestalt (Diana Baumann)

Introducción a las Constelaciones Familiares aplicada a niños (Peter Bourquin y María Colodrón)

Técnicas en sesiones de padres. Ejercicio de las normas y rituales en el niño (Marga de La Torre)

Técnicas gestálticas aplicadas a los niños. Segismundo o el uso de la silla vacía. El uso del cuaderno de terapia, el uso del animal doméstico dentro de la sesión (Loretta Cornejo)

Grupo de crecimiento personal para niños (María Barbero)

Casos clínicos, incidentes críticos en terapia. Resistencias a la terapia (Marga de La Torre)

Resilencia y Apego. Contratransferencia y transferencia en la terapia gestalt (José Luis Gonzalo)

Introducción al Focusing aplicado a los niños (Lucía Ema)

Cómo cerrar sesiones. La despedida. Interrupción de las sesiones. (Loretta Cornejo)

Programa revisado y aprobado por la Asociación Española de Terapia Gestalt, ya que se ha considerado que las técnicas o herramientas terapéuticas que deben ser utilizadas en el tratamiento de niños deben ser diferentes y otras adaptadas al desarrollo evolutivo del niño.

Información e inscripciones en UmayQuipa



C/ Juan Álvarez Mendizabal, 13, 1º dcha.

Tel.: 91 493 878

E-mail: umayquipae@gmail.com

lunes, 3 de noviembre de 2014

Un tipo concreto de conectividad que favorece estados neurofisiológicos regulados en los niños y niñas adoptados-as / acogidos-as: la inmovilización sin miedo


Hace unas semanas una joven adoptada, una auténtica superviviente -que ha llegado al nivel de viviente (puede sentir alegría de vivir pese a todo lo sufrido) dentro de su proceso de reconstrucción como víctima de malos tratos por parte de sus figuras parentales en su país de origen-, me expresaba que (y al tiempo preguntaba mi opinión) durante muchos años, casi a diario, se levantaba de su propia cama y acudía a la de su madre adoptiva. Se abrazaba a ella y ambas inmovilizadas, en silencio, la una junto a la otra, compartían un estado de mente conectado y sintonizado de tranquilidad, paz y sosiego. Ello le otorgaba a mi joven paciente un sentimiento de seguridad que llevaba después consigo. Esta pauta relacional la estuvo manteniendo durante muchos años, incluso en la adolescencia.

Como he comentado, al tiempo que me contaba esta experiencia, me interpelaba también en cuanto a si ese comportamiento lo categorizaríamos los psicólogos de normal o anormal. Su tono de voz era un tanto dubitativo e incluso, transmitía cierta inseguridad e incertidumbre acerca de la respuesta que le podía dar. La línea que define lo normal de lo anormal no está claramente delimitada y el constructo normalidad/anormalidad puede analizarse y valorarse desde muchas vertientes. Pero analizar esta cuestión no es lo que hoy nos ocupa aquí.

Cuando la joven relataba esta experiencia, sentí que la misma tenía carácter sanador para ella, reconfortante y reparador. Su vida anterior estaba definida por una historia en la que el abandono y el maltrato físico y emocional por parte de sus figuras parentales, sus padres biológicos, constituía, desgraciadamente, la experiencia predominante. De niña no había podido vivir experiencias de calidez, afecto, sintonía emocional y conexión interhemisférica cerebral con estados de placidez y calma maternas y/o paternas. Esas experiencias de sentirse sentida, de sensibilidad y empatía maternal y paternal no habían, prácticamente, existido. Por lo tanto, podéis imaginaros sin temor a equivocaros, que su apego era inseguro. Aunque dada su gran capacidad de reflexión, el trabajo de su madre adoptiva (increíblemente competente marentalmente, una crianza totalmente terapéutica para ella) a partir del cual obtuvo los elementos necesarios de resiliencia secundaria (aquella que se desarrolla cuando la primaria, que la otorga el apego seguro con los primeros cuidadores, no pudo producirse) y la psicoterapia (donde hizo y sigue haciendo un excelente proceso) le proporcionaron la posibilidad de adquirir un apego ganado a la seguridad.  Hoy por hoy es una joven feliz, uno de los casos que con gran alegría, asistimos a una evolución positiva y una total recuperación. ¡La admiro muchísimo!

Por ello (hecho este inciso en torno a sus antecedentes biográficos que nos ayudan a comprender lo que exponemos), sólo por el carácter reparatorio y viendo el beneficio psicológico que la joven ha obtenido de abrazarse, durante años, junto a su madre y sentirse emocionalmente segura, ya es una medida que a priori, nos sale decir que es adecuada. El criterio de la edad (eso de estar en la cama de los padres a edades tardías puede ser evaluado por algunas escuelas psicológicas como evolutivamente inapropiado) no lo debemos de tener en cuenta porque con los niños y las niñas adoptados, en general, nuestra referencia debe ser la edad madurativa.

Pero aún hay más argumentos (de índole científica) que apoyan el que nos abracemos a nuestros hijos (sobre todo si éstos nos buscan) o a nuestra pareja, o amigos, o alguien con quien tengamos un vínculo afectivo seguro. Los argumentos vienen de la mano de un autor llamado Porges, psiquiatra, que está revolucionando en los últimos años las teorías sobre qué factores son cruciales en la futura socialización de los niños. Ya lo conocéis, porque os hablé de su genial teoría (la polivagal) hace unos meses (y en el último post volví a mencionarla cuando tratamos el tema del juego)

Porges estuvo como ponente en el congreso de apego y trauma que se celebró en Roma y presentó una ponencia que encandiló al público. No voy a exponer de nuevo las bases de su teoría polivagal, los que no estéis al día os leéis el mencionado post donde tenéis un resumen de la misma. Hablaré de un aspecto de la teoría que guarda relación con lo que os he empezado a contar sobre la experiencia que esta joven adoptada compartió conmigo en la consulta.

Porges sostiene que los humanos necesitamos a los otros. Desde el principio necesitamos a los cuidadores que son reguladores de la fisiología de nuestro sistema nervioso. Conectarse con los otros es un imperativo biológico, en palabras de Porges. La conducta social es un ejercicio neural que promueve estados neurofisiológicos que apoyan la salud mental y física. Los niños adoptados y acogidos que han sufrido trauma crónico en sus primeros años de vida no han experimentado la vivencia de una conducta social que regule su fisiología. Por ello, su conciencia social se distorsiona. Las conductas de vinculación social (que habrían tenido que ser estimuladas por los cuidadores a través de la conectividad y de la regulación del sistema nervioso asociado a la rama ventral del nervio vago -que es la que apoya los estados fisiológicos óptimos- que favorecen la conducta social y el equilibrio visceral) no se han desarrollado. Por el contrario, en estos niños predominan las reacciones defensivas de lucha/huida o inmovilización (disociación)

Sin embargo, Porges nos habla de otros estados de inmovilización que son satisfactorios y beneficiosos (imprescindibles, diría en mi opinión) que son los relativos a la conectividad. Una manera de promover la conectividad con el niño son los estados de inmovilización que no conllevan miedo (no se trata de la inmovilización disociativa, la que el sistema nervioso del infante desarrolla cuando no se puede escapar de la amenaza o el peligro): Porges se refiere a conductas como estar abrazados juntos (o uno al lado del otro), tumbados, con los ojos cerrados, sintiendo la respiración, la piel del otro, sus sensaciones de calma y tranquilidad… Estos estados apoyan la salud, el crecimiento y la reparación. Por ello, ahora entendemos lo que esta joven estaba haciendo cuando se acercaba a la cama de su madre para abrazarse y junto a ella, estar las dos inmovilizadas en calma, algo realmente beneficioso para su salud.

Si nos paramos a pensar un momento, la madre que tiene a su bebé en sus brazos, en su pecho, o se abraza a éste, y es una madre tranquila, calmada y regulada emocionalmente, transmitirá sensorialmente piel con piel, dichos estados al bebé, que los interiorizará sintiendo una seguridad y confort plenos (quedarán grabados en su memoria emocional) Y esto construye, moldea y regula la psicofisología del niño. Los niños que de bebés desafortunadamente fueron maltratados o abandonados no pudieron sentir suficientemente (o ni las tuvieron) estas experiencias de adecuada conexión. Os imagináis, por lo tanto, lo que fueron obligados a sentir: tensión, agresividad, rabia, miedo, terror, confusión… Y todo ello a nivel de piel, sensorialmente; con lo cual sus estados psicofisológicos predominantes son altamente desregulados desde muy temprana edad, en pleno desarrollo del sistema nervioso central y periférico.

Me imagino que no os será ajeno observar, más adelante, cómo es la socialización de algunos de estos niños: o se muestran altamente desconectados o, por el contrario, manifiestan respuestas psicofisológicas hiperactivas o de alerta constante. No pueden regularse interpersonalmente en la relación. A todos seguramente, nos están viniendo a la mente las imagenes de muchos niños con este problema. En consecuencia, nos dice Porges, la teoría polivagal puede ser un nuevo paradigma desde el cual poder entender a nuestros niños: ¿las conductas sociales no son aprendidas sino que emergerían de propiedades a partir de estados neuropsicofisiológicos específicos? Pienso que estos estados desde luego, condicionan toda la socialización de los niños.

Por ello, estimo que la psicoterapia está evolucionando (sin olvidarnos nunca de la orientación humanista y el vínculo terapéutico, que son ingredientes imprescindibles para producir un beneficio terapéutico) también hacia la incorporación de técnicas que la transforman, como dice mi gran amigo y colega Rafael Benito, psiquiatra, en una psico-neuro-fisio-terapia. Los psicólogos especialistas en psicoterapia también producimos con nuestras intervenciones cambios en las redes neurales del cerebro y del sistema nervioso. Por ejemplo, el modelo de psicoterapia de Barudy y Dantagnan sigue un orden neurosecuencial en su implementación y está basado, en una parte, en las aportaciones de la neurociencia. El neurofeedback es un tipo de neuroterapia que se está revelando muy eficaz para favorecer la regulación de estos estados internos psicofisiológicos desregulados desde muy temprana edad que padecen algunos niños adoptados y acogidos. EMDR es una técnica terapéutica que incide directamente en las redes neurales produciendo cambios hacia un procesamiento adaptativo de la información. La caja de arena, lo mismo: favorece la regulación emocional porque el hemisferio izquierdo, tras la creación de la escena en la caja, da forma y sentido, con sus palabras, a lo construido en la bandeja desde el hemisferio derecho. 

En consecuencia -junto con lo que os hablé del juego en el último post-, aconsejo hacer lo que esta joven adoptada (con cuya historia he comenzado este post) y su madre hacían (y de vez en cuando siguen haciendo): si ellos (los niños) están dispuestos y lo viven internamente bien (sin amenaza), estad juntos inmovilizados (abrazados o no), conectando. Para ello es necesario que el niño os sienta seguros y que seáis personas de autoridad calmada.

Nuestra ya entrañable picada para despedir el post de hoy: Maryorie Dantagnan, Jorge Barudy y su magnífico equipo formado por Emilia Comas y María Vergara tienen nuevo libro. Fue presentado en primicia en las III Jornadas Europeas de Resiliencia que se celebraron en Barcelona el pasado mes de octubre. Titulado: “Inteligencia maternal”, las autoras y el autor mantienen que “...la crianza de los hijos e hijas sigue siendo el resultado de acciones realizadas mayoritariamente por las mujeres, pero gracias a la existencia de un número cada vez más significativo de hombres -pertenecientes a la manada de hombres buenos- constatemos que muchos padres se implican de una forma igualitaria en la crianza de sus hijos e hijas rebelándose del dominio de la ideología patriarcal y creando la esperanza que un cambio cultural es posible. Este libro contiene un manual para compartir nuestro programa, apoyar y promover las competencias maternales de las mujeres, especialmente de aquellas afectadas por experiencias de malos tratos en sus infancias y/o de la violencia de sus parejas, así como de diferentes formas de violencia: violencia organizada, guerras, genocidios, violaciones masivas, tortura y exilio. Tanto los fundamentos de este programa como los objetivos y su metodología son aplicables para apoyar la tarea maternal de los padres. En la medida, que no tenemos una casuística significativa para testimoniar los resultados de la aplicación del programa con ellos, hemos optado por presentar la aplicación de este con las madres. Las diferentes actividades que componen los talleres de este programa tienen en común promover la participación activa de las madres a través del reconocimiento de sus experiencias y vivencias, como fuentes de conocimiento, porque las expertas de lo que les ha pasado son ellas. Esto permite no solo el reconocimiento de sus dificultades y sufrimientos, sino que también ayudarles a reconocer y aceptar sus recursos personales y sus capacidades para sobrevivir, así como el de recibir y aportar apoyo social a otras mujeres, que han pasado por lo mismo. Por esta razón en este manual se proponen actividades grupales en forma de conversaciones alrededor de temas significativos, así como actividades para ayudarles a reconocer y modular sus emociones, conductas y representaciones para ponerlas al servicio de una marentalidad bien tratante. El conjunto de talleres que componen este programa está también concebido como una forma de prevenir los malos tratos a los hijos e hijas y una forma de apoyo para introducir en los modelos de crianza de sus hijos e hijas estrategias para que estos puedan aprender modelos relacionales y de resolución de conflictos no violentos. Al mismo tiempo facilitar la búsqueda de alternativas, que ayuden a sus hijas e hijos a protegerse de eventuales agresiones”

Es un excelente libro, con el privilegio de poder aprender la manera en la que este equipo de profesionales trabaja con estas mujeres en su práctica profesional mediante los referidos talleres que vienen en el libro especificados. También presenta una introducción teórica en la cual este programa se sustenta: las competencias parentales (como el apego y la empatía) y la ecología social de los buenos tratos, en las que este equipo es referencia internacional.

El post que rescatamos hoy del baúl de los recuerdos almacenados en internet es el referido (dado que hoy hemos hablado de regulación) a los alumnos con dificultades para regular su comportamiento. Creo que el libro del que hablé en su momento es una excelente herramienta para precisamente, poder intervenir con niños y adolescentes con severas dificultades en este sentido. Cómo poder trabajar con este alumnado para que la escuela pueda hacer intervenciones que sean terapéuticas con ellos y no meramente normativas.