viernes, 30 de mayo de 2014

Abierto el plazo de matrícula para la formación en trauma terapia infantil sistémica, diplomado de formación especializada para psicoterapeutas infantiles de Barudy y Dantagnan, en Bilbao, curso 2014-16

Tengo el placer de informaros que, finalmente, ve la luz la primera edición del Diplomado para psicoterapeutas infantiles-formación en trauma terapia infantil sistémica de Barudy y Dantagnan en Euskadi. Co-organizado por el IFIV de Barcelona (Instituto de Investigación-Acción sobre la Violencia y la Promoción de la Resiliencia) y Psikolan (Centro de desarrollo profesional), se desarrollará en el bienio 2014-16 y tendrá lugar en Bilbao, en la sede de Psikolan. 

Es una formación especializada para poder trabajar en psicoterapia -o en contextos laborales donde puedan realizarse intervenciones de carácter psicoterapéutico y/o psicoeducativo- con menores de edad que han sufrido abandono, malos tratos, negligencia y diferentes tipos de violencia. Éstos suelen presentar con alta probabilidad, trastornos del apego y traumas crónicos, tempranos y complejos. La formación se apoya en los cuatro dominios de la intervención con los niños y adolescentes dañados: apego, trauma, desarrollo y resiliencia. 

En este diplomado se aprende a aplicar el modelo de intervención psicoterapéutica para la trauma terapia infantil sistémica diseñado por Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan. Esta formación ya viene celebrándose en Barcelona desde el año 2004, denominándose a cada promoción de profesionales egresados con el término APEGA. En Euskadi comienza, pues, la primera promoción de psicoterapeutas.

La formación contempla tanto el aprendizaje de los conceptos y conocimientos (provenientes de la neurociencia, la psiquiatría, la psicología y la psicoterapia articulados y diseñados en un modelo -adaptado al sufrimiento infantil- propio tanto de evaluación como de intervención, que por encima de todo es respetuoso con la persona del menor de edad) como de las técnicas y metodologías de intervención psicoterapéutica necesarias para trabajar en cada uno de los tres bloques de tratamiento que se contemplan y que siguen un orden neurosecuencial. Finalmente, la formación da un lugar prominente al autoconocimiento y trabajo de la persona del terapeuta pues el niño o el adolescente desarrolla su proceso de sanación emocional en la interacción y relación con aquél. 

Participan como docentes de este diplomado: Jorge Barudy, psiquiatra y psicoterapeuta de familia; Maryorie Dantagnan, psicóloga y psicoterapeuta, del IFIV de Barcelona. Rafael Benito, psiquiatra y psicoterapeuta; Tatiana Caseda, psicóloga y psicoterapeuta y José Luis Gonzalo, psicólogo clínico y psicoterapeuta. Todos diplomados en trauma terapia infantil sistémica por el IFIV de Barcelona.

Las plazas son limitadas porque se requiere un grupo pequeño para poder trabajar individualizadamente con los alumnos/as. Se contempla la posibilidad de 2-3 plazas para personas de profesiones afines a la psicología y a la psiquiatría que tengan una trayectoria contrastada en el ámbito de trabajo que nos ocupa y tengan la posibilidad de aplicar los conocimientos y técnicas tratados en la formación.

Para información detallada sobre el programa, el calendario, fechas... y para realizar las preinscripciones, haced click en este enlace de Psikolan. Es esta institución quien se encarga de los aspectos organizativos y de matriculación.

domingo, 25 de mayo de 2014

Seminario-taller para el aprendizaje de la técnica de la caja de arena en San Sebastián-Donostia, el 27 de septiembre.

En septiembre, Naiara Zamora y José Luis Gonzalo imparten un seminario-taller para aprender a utilizar la técnica de la caja de arena en San Sebastián-Donostia. Ambos somos psicólogos y psicoterapeutas de niños, adolescentes y adultos con amplia experiencia en el ámbito de la psicoterapia y, en particular, en el uso de esta técnica.

Hasta ahora no habíamos ofrecido el seminario-taller de la caja de arena a los profesionales de Donostia y alrededores. Está abierto a psicólogos, psicopedagogos, psicoterapeutas, orientadores escolares, trabajadores sociales... que trabajan con niños, adolescentes y/o adultos. Es una ocasión para aprender vivencialmente una técnica fascinante, con un encanto único y un enorme potencial para poder contribuir a la sanación emocional de las personas traumatizadas. Tendrá lugar el sábado 27 de septiembre de 2014 en la consulta de psicología de José Luis Gonzalo y Naiara Zamora.

Las plazas son limitadas ya que  precisamos de un grupo pequeño donde todos los participantes aprendan los conceptos básicos y, sobre todo, practiquen la técnica. El seminario-taller es vivencial. 

La técnica fue desarrollada por dos autoras: Dora Kalff y Margaret Lowenfeld y hunde sus raíces en la teoría jungiana. No obstante, la técnica también puede concebirse como un método dentro de la terapia de juego. Al primer enfoque se le llama sandplay. Y a este segundo, sandtray. En este Seminario nos centraremos en el sandtray.


Consiste en la elaboración de mundos o escenas utilizando miniaturas diversas (hay que proveer al paciente de una muestra representativa de todos los seres animados e inanimados que existen en el mundo externo así como en su imaginario) que se colocan en la superficie de una bandeja (de unas proporciones determinadas) cubierta de arena hasta aproximadamente la mitad de su cabida.


Es uno de los abordajes más idóneos para trabajar contenidos traumáticos cuando existen bloqueos emocionales que impiden al niño la verbalización. O para niños que no son hábiles o presentan un retraso del lenguaje de etiología diversa. El juego, por lo general, es el lenguaje del niño y aporta una narrativa que le permite liberar, expresar y simbolizar, desarrollando sentimientos de control, lo que le sucede y lo que vive en su interior. El modelo teórico en el que insertamos la aplicación de la técnica se basa en el trauma, el apego y la resiliencia.

Los niños, generalmente, no dominan el lenguaje verbal como lo pueden hacer los adultos. Jugar con ellos, en cambio, es acercarse a la manera que tienen de hablar y contar. La caja de arena podría insertarse dentro de este propósito porque implica un lenguaje no verbal que aporta numerosos símbolos universales, y al niño se le hace fácil y accesible.

Pero la técnica no sólo son los símbolos (muñecos, figuritas, miniaturas y todos aquellos elementos que también se convierten en símbolos como casas, puentes, árboles, vehículos, etc.) que equivaldrían a las palabras del diccionario. Es también una escenificación de todos esos elementos en la bandeja que suponen la gramática de la técnica.

El niño, además, se sitúa en una postura que le convierte en sujeto que crea y construye (visión muy resiliente): un mundo imaginario, una escena, una historia, un cuento, una secuencia… Y la gramática supone narrar. Y ya sabemos la importancia que la narrativa tiene sobre todo para los niños que necesitan reconstruir su historia. Especialmente cuando lo que se narra está cargado de emociones dolorosas que permanecen disociadas, como es el caso de los niños traumatizados por la violencia u otros acontecimientos duros y sobrecargantes para la mente en desarrollo. La técnica ayuda a la integración del trauma.

OBJETIVOS

Conocer los orígenes de la técnica, hacer un poco de historia.

Perfilar para quiénes está indicada esta técnica.

Aprender los pasos en la conducción de una sesión con la técnica de la caja de arena.

Explicar cuál debe ser la actitud del terapeuta


Aprender a realizar las intervenciones terapéuticas

Alcances y límites de la técnica.


METODOLOGIA

La metodología comprende la elaboración de cajas de arena por parte de los alumnos, aprendiendo los pasos en la aplicación y conducción de una sesión junto con breves exposiciones teóricas y el visionado de vídeos con casos prácticos reales.

Dirigido a: Psicólogos, psicopedagogos, psiquiatras, psicoterapeutas, orientadores escolares, trabajadores sociales.

Información e inscripción en:

Fecha: 27 de septiembre de 2014
Precio: 150€
Horario: De 10,00h a 14,00h y de 15,30h a 19,30h
Teléfono: 943 32 28 29
Clases en: Plaza Pinares, 1, 5º, oficina 6 - Donostia-San Sebastián
E mail: nazabe@hotmail.es / joseluis@joseluisgonzalo.com

lunes, 19 de mayo de 2014

Crear contención y límites en los niños traumatizados (II y final)

Los niños que crecen en entornos negligentes y potencialmente traumáticos normalmente tienen un déficit en los límites personales. Ya lo explicamos en la entrada anterior (remitimos al lector a la primera parte en la cual desarrollamos por qué ocurre esto en los niños que han sufrido trauma temprano y crónico) En el post de hoy tenemos como meta el seguir incidiendo en cómo crear un sentido de los límites personales en estos niños. 

Ana María Gómez (sigo fascinado a medida que sigo leyendo su gran obra EMDR and adjunct approaches with children. La verdad es que se me acumulan los libros, tengo muchos esperando sobre los que hablaros; pero en fin, hemos de ir paso a paso, y éste de Ana María Gómez merece que nos detengamos en él. Del resto ya nos ocuparemos más adelante) refiere que estos niños ni tienen límites ni han construido un sentido de los mismos en torno a ellos. La mayoría de los menores con trauma no conocen el lenguaje de los límites. Ejemplos de esto los podemos ver en la vida cotidiana quienes cuidamos y/o trabajamos con estos menores. Entran en la consulta y corriendo van a la sala, abren los armarios; seguido se acercan al dispensador de agua y vierten la misma sin vaso; se aproximan a la luz y la encienden y apagan varias veces; van a continuación donde el equipo de música y tocan todos los botones… y así no sólo un día sino varios. Lo primero que hacemos es que el propio terapeuta con su presencia física y su estructuración del espacio/tiempo de la sesión, ordene al niño, le regule (muchos de estos actos suceden cuando el niño se muestra más inestable emocionalmente o cambia de estado de mente con respecto al apego, tornándose más inseguro) y le secuencie. Hay que ir usando la palabra con cada conducta que hagamos con él en el acompañamiento. Y hay que usar la contención (sujeción, holding) física en el momento que sea necesario para ayudarle a parar pues actúa como un precursor emocional. Tras varias semanas, y si el ambiente externo a la consulta es favorecedor, conseguiremos que el niño interiorice esos límites en el espacio de la terapia. Después, podremos empezar a trabajar en otros objetivos terapéuticos. En definitiva, los padres y los adultos significativos en la vida del niño le van a hacer, temporalmente y durante el tiempo que necesite, el mejor préstamo de su vida: el de cederle sus lóbulos frontales hasta que sea capaz de aprender por sí mismo a auto-regularse, planificarse, centrarse y secuenciarse.

Cuando los límites, además, han sido violados, ayudar al niño y al cuidador a desarrollar un sentido saludable de los límites personales debe incluirse en el tratamiento psicoterapéutico. Para los niños que fueron sexualmente abusados por sus cuidadores –una de las mayores traiciones a la confianza de una persona que pueden hacerse-, la cercanía y la conexión fueron también modeladas mediante interacciones sexualizadas. Como resultado, las respuestas hacia los demás cuando entran en intimidad y conexión pueden ser altamente sexualizadas. No es raro que estos niños, cuando se abrazan, por ejemplo, incluyan un estrecho contacto corporal e incluso tiendan a frotarse. El adulto tiene la sensación de que el abrazo del niño tiene un componente erotizado. Para los niños que nunca han experimentado un contacto saludable y apropiado, antes de procesar este trauma, han de vivir un nuevo alfabeto que incluya estas vivencias sanas, de afecto y cuidados. 

En cuanto a los/as adolescentes víctimas de abuso, algunos/as de ellos/as tienen entre otros problemas, disfunciones sexuales y un temor a la intimidad, con muchas dificultades para confiar en los otros, conectando con la experiencia del abuso en el momento en el que disparadores del presente evocan las emociones traumáticas disociadas de asco, humillación, rabia... No es lo mismo ser abusado/a por una agresión perpetrada por alguien ajeno a la familia que por una persona de la familia (progenitor u otro) En este último caso, y dependiendo también de otras variables como edad a la que se sufrieron los abusos, el tipo de abusos y la duración de los mimos, las secuelas psicológicas pueden ser más graves. Si el abuso se producía en el contexto de una relación más amplia en la que existían interacciones de apoyo y afecto, el vínculo hacia el perpetrador puede ser ambivalente. Sandra Baita, experta en el tema, ya postula que en estos menores pueden existir diferentes memorias que contienen, disociadas, las diferentes experiencias interpersonales vividas con el abusador, quien pasa disruptivamente, de estar, por ejemplo, haciendo los deberes con la víctima a horas después, abusar de ella por la noche en la habitación. En este post hablé de un artículo de Sandra Baita en el que desarrollaba magistralmente este tipo de traumatización. 

El tratamiento psicológico de los menores abusados requiere, como en el caso del trauma por malos tratos o abandono, de una sólida relación terapéutica donde el niño o el joven pueda sentirse seguro y protegido (tanto fuera como dentro del espacio de la psicoterapia) Esta es la base de toda la intervención. Además, el tratamiento debe contemplar una fase de trabajo que aborde el desarrollo de habilidades emocionales que favorezcan la auto-regulación y fomenten la estabilización. Hay que hacer una tarea psicoeducativa en relación a cómo impacta traumáticamente el abuso en la persona, dotándole al menor de edad de experiencias de empoderamiento. Finalmente, la intervención requiere la integración de la experiencia traumática en la biografía de la persona. Si existen problemas o patologías asociadas (disfunciones sexuales, trastornos alimentación, del estado de ánimo...) deben de ser también objeto de trabajo. 

Un psicoterapeuta del mismo sexo es, habitualmente, en el caso de adolescentes mujeres abusadas por hombres (el propio padre, tío, abuelo... u otros ajenos a la familia), el profesional de elección. Normalmente, estar con un profesional del mismo sexo que el perpetrador es totalmente amenazante. No existe en su mente un modelo masculino adulto seguro con el que identificarse positivamente. Sin embargo, en mi experiencia de trabajo con algunas de estas adolescentes, un terapeuta hombre respetuoso y que explicite lo que puede sentir la paciente desde el principio, empoderándole y dándole el control, capaz de transmitir confianza y seguridad, puede convertirse en la experiencia más reparadora del mundo. Con algunas jóvenes he tenido experiencias psicoterapéuticas gratificantes que han supuesto para ellas poder vivir una vivencia de intimidad personal sin ser dañadas, desde el apego terapéutico seguro y confiable. Tras crear esa red neural de relación interpersonal segura con el terapeuta, entonces sí es posible acercarse al procesamiento e integración del trauma del abuso en su biografía. Con otras jóvenes, en cambio, fue imposible porque ni siquiera –normal- se atrevieron a venir y preferían psicoterapeutas mujeres. 

Dejando el tema del tratamiento psicológico del abuso sexual, nos centramos en el objetivo fundamental del post de hoy: cómo desarrollar un sentido de los límites personales; os propongo las  siguientes actividades o técnicas que la pueden favorecer en los niños:

1) Es necesario que los niños tengan límites tangibles. Usar hula-hoops, cuerdas, anillos, aros que delimiten los límites físicos. 

2) Se pueden usar pinturas para delimitar en un papel gigante los propios límites personales, visualizando así la propia burbuja personal. 

3) También podemos ayudar al niño a que imaginando que usa un color, cree mentalmente la propia burbuja personal que le hace sentir seguro y protegido. Esta burbuja puede ser de cualquier tamaño y forma. Es positivo ayudarle hablándole de las diferentes burbujas que nos protegen: “La burbuja física nos protege de otras personas y mantiene nuestro cuerpo seguro y protegido. La burbuja de los sentimientos nos mantiene protegidos de los sentimientos de otras personas, y nos ayuda a entender dónde terminan nuestros sentimientos y dónde empiezan los de los demás. La burbuja mental protege nuestra cabeza y mente. Nos protege y previene de las ideas o pensamientos de otros que no son buenos para nosotros o no debemos de creer en ellos" 

4) Los recursos relacionales que nos acompañan y contienen y nos dan sentido de pertenencia y seguridad. Desde hace mucho tiempo en estas líneas y también cuando tengo la oportunidad en las formaciones que imparto y en las charlas-coloquio que mantengo con los padres y familias, sabéis que incido mucho en la idea de la necesidad de aportar al niño una red de personas que le acompañen y le aporten los recursos externos para que el menor de edad pueda nutrirse y desarrollar los internos. Cuando ha fallado gravemente la resiliencia primaria (los cimientos de la casa), existen enormes probabilidades de poder resiliar (sería una resiliencia secundaria) cuando el niño puede encontrar (y, ¡ojo!, es el niño quien va a elegir a los adultos que quieren que formen su red de tutores de resiliencia) personas significativas que le acompañan y apoyan: además de los padres y madres, un tío, un primo mayor, un profesor, un educador, un psicoterapeuta, un vecino, un músico, una pareja, un amigo… Son muchas veces las cualidades de estas personas las que los convierten en esos tutores.

Un ejercicio que hago con los niños en terapia es el de "las personas de mi mundo". Nos sirve para evaluar quién está alrededor de ese niño o joven con el que trabajamos y cuán importante y significativo es. También le podemos llamar "el círculo de ayuda". Son las personas que ayudan al menor a sentirse fuerte, contenido y apoyado. El niño dibuja a todas estas personas o las representa simbólicamente en la caja de arena. Una vez que todas están identificadas y presentes, animamos al menor a que sea consciente de los sentimientos que está viviendo, si son positivos, y dónde los está notando en el cuerpo.

Este vídeo que os dejo a continuación me parece una excelente metáfora de lo que pretendo explicar en cuanto a la enorme importancia que tiene la red. Imaginaos que uno de vuestros/as hijos/as o niños/as es uno de los gansos que aparecen en la bandada. Sólo no podría hacer nada, pero cuando está sintiendo la fuerza y seguridad, y la energía producto de la sinergia común, del grupo, se transforma (y resiliencia es transformación)


Espero que estas dos entradas dedicadas a la contención y a los límites os hayan sido de utilidad y de interés. 

Termino el post de hoy con la tradicional "picada": quiero recomendaros el nuevo libro de un experto en la materia a quien tuve el inmenso (¡por fin!) placer de conocer en las pasadas jornadas sobre buen trato de la Asociación Dando Vueltas, en Vitoria (se trata de un referente para todos los que trabajamos en protección a la infancia) Descubrí una persona sabia pero sencilla, como son los grandes. Hablo del gran Félix López, Catedrático de Psicología de la Sexualidad de la Universidad de Salamanca. Su nueva y magnífica obra titulada: “Los abusos sexuales a menores y otras formas de maltrato sexual”, Editorial Síntesis, va perfectamente con el tema que hoy hemos abordado en el blog. Es muy interesante, novedosa y práctica esta guía profesional porque Félix López nos advierte que "la tipología clásica de abusos sexuales, hoy vigente, incluye únicamente los abusos sexuales y olvida otras formas muy graves de maltrato infantil en el campo de la sexualidad como son no aceptar o castigar a los menores por problemas de identidad sexual o transexualidad y a los menores homosexuales, involucrar a las niñas en matrimonios concertados, explotar sexualmente a los menores en la prostitución o en la producción de pornografía infantil, mutilar sexualmente a menores, y todas las formas de negligencia en el campo de la educación y la protección de riesgos. El libro aborda todas estas formas de maltrato desde un nuevo enfoque en el tratamiento de los abusos sexuales, tanto en la prevención como en la detección y en las intervenciones profesionales con las víctimas y sus familias” De obligada y necesaria lectura.

Hasta dentro de quince días, cuidaos / zaindu

martes, 13 de mayo de 2014

Semimario para el aprendizaje de la técnica de la caja de arena, organizado por el Centro Vitaliza, en Pamplona, el 24 de octubre de 2014

En septiembre impartiré un nuevo seminario para aprender a utilizar la técnica de la caja de arena. Es una oportunidad para aprender vivencialmente una técnica fascinante, con un encanto y con un enorme potencial para poder contribuir a la sanación emocional de las personas traumatizadas. Tendrá lugar el viernes 24 de octubre de 2014 en el Centro VITALIZA-SAREA DE PAMPLONA-IRUÑA.

Las plazas son limitadas ya que  precisamos de un grupo pequeño donde todos los participantes aprendan los conceptos básicos y, sobre todo, practiquen la técnica. El Seminario es vivencial. Trataremos de llevar a la práctica los contenidos y metodologías del libro que publiqué el año pasado titulado: "Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)" Editorial Desclée de Brouwer.

La técnica fue desarrollada por dos autoras: Dora Kalff y Margaret Lowenfeld y hunde sus raíces en la teoría jungiana. No obstante, la técnica también puede concebirse como un método dentro de la terapia de juego. Al primer enfoque se le llama sandplay. Y a este segundo, sandtray. En este Seminario nos centraremos en el sandtray.
Consiste en la elaboración de mundos o escenas utilizando miniaturas diversas (hay que proveer al paciente de una muestra representativa de todos los seres animados e inanimados que existen en el mundo externo así como en su imaginario) que se colocan en la superficie de una bandeja (de unas proporciones determinadas) cubierta de arena hasta aproximadamente la mitad de su cabida.


Es uno de los abordajes más idóneos para trabajar contenidos traumáticos cuando existen bloqueos emocionales que impiden al niño la verbalización. O para niños que no son hábiles o presentan un retraso del lenguaje de etiología diversa. El juego, por lo general, es el lenguaje del niño y aporta una narrativa que le permite liberar, expresar y simbolizar, desarrollando sentimientos de control, lo que le sucede y lo que vive en su interior. El modelo teórico en el que insertamos la aplicación de la técnica se basa en el trauma, el apego y la resiliencia.

Los niños, generalmente, no dominan el lenguaje verbal como lo pueden hacer los adultos. Jugar con ellos, en cambio, es acercarse a la manera que tienen de hablar y contar. La caja de arena podría insertarse dentro de este propósito porque implica un lenguaje no verbal que aporta numerosos símbolos universales, y al niño se le hace fácil y accesible.

Pero la técnica no sólo son los símbolos (muñecos, figuritas, miniaturas y todos aquellos elementos que también se convierten en símbolos como casas, puentes, árboles, vehículos, etc.) que equivaldrían a las palabras del diccionario. Es también una escenificación de todos esos elementos en la bandeja que suponen la gramática de la técnica.

El niño, además, se sitúa en una postura que le convierte en sujeto que crea y construye (visión muy resiliente): un mundo imaginario, una escena, una historia, un cuento, una secuencia… Y la gramática supone narrar. Y ya sabemos la importancia que la narrativa tiene sobre todo para los niños que necesitan reconstruir su historia. Especialmente cuando lo que se narra está cargado de emociones dolorosas que permanecen disociadas, como es el caso de los niños traumatizados por la violencia u otros acontecimientos duros y sobrecargantes para la mente en desarrollo. La técnica ayuda a la integración del trauma.

OBJETIVOS

Conocer los orígenes de la técnica, hacer un poco de historia.

Perfilar para quiénes está indicada esta técnica.

Aprender los pasos en la conducción de una sesión con la técnica de la caja de arena.

Explicar cuál debe ser la actitud del terapeuta


Aprender a realizar las intervenciones terapéuticas

Alcances y límites de la técnica.


METODOLOGIA

La metodología comprende la elaboración de cajas de arena por parte de los alumnos, aprendiendo los pasos en la aplicación y conducción de una sesión junto con breves exposiciones teóricas y el visionado de vídeos con casos prácticos reales.

Dirigido a: Psicólogos, psicopedagogos, psiquiatras, psicoterapeutas.

Información e inscripción en:

Fecha: 24 de octubre de 2014
Precio: 160€
Horario: De 10,00h a 14,00h y de 15,30h a 19,30h
Teléfono: 948 199 741
Clases en: Irunlarrea,8, planta 1ª, ofic. 13 - 31008 - PAMPLONA-IRUÑA
E mail: laura.ruano@vitaliza.net

lunes, 5 de mayo de 2014

Crear contención y límites en los niños traumatizados (I)

Uno de los problemas que suelen tener los niños adoptados y acogidos (también los menores hijos biológicos) que han sufrido trauma temprano y crónico es la dificultad para contener los impulsos y las emociones. Además, los límites, la aceptación de las reglas y normas de convivencia en el mutuo respeto, pero también los límites del yo (del propio cuerpo), donde termino yo y empieza el otro, han sido difusamente desarrollados por estos menores. Winnicott postuló (y la neurociencia actual le da la razón) que la tarea de la madre durante el primer año de vida es por un lado, la de reflejar (mirroring) los estados internos del infante y la de holding (contener, sujetar) los impulsos y emociones indeseadas, de malestar o excitación, dando forma mediante palabras y el contacto físico calmante y contenedor (los brazos) a todo el mundo interno del bebé. 

Los niños que han sufrido abandono y/o maltrato durante los tres primeros años de vida y que presentan alta probabilidad de sufrir trauma temprano, con apego desorganizado, presentan grandes déficits en la regulación emocional, la coherencia de la mente, el mantenimiento de un sentido coherente de sí mismos a lo largo del tiempo y, algunos de ellos, en la aceptación de la autoridad y los límites normativos. Un sentido de contención, entre otros aspectos, ha fallado gravemente en el desarrollo de estos niños que no han contado con una experiencia de apego seguro, con unos cuidadores rápidos, sensibles y empáticos para satisfacer sus necesidades no sólo biológicas sino emocionales. Las necesidades emocionales, como decimos, consisten en que el adulto mediante la interacción cálida, lúdica y afectuosa refleje el mundo interno del infante y le proporcione las claves verbales y no verbales para desarrollar una auto-regulación emocional y conductual posterior, y también constituirse en un contenedor seguro de las emociones, excitaciones y deseos negativos e intensos que pueden desorganizar a un bebé si no se les da forma (con el lenguaje y la palabra calmante) y andamiaje físico (contacto y abrazo corporal) Un niño encuentra, por lo tanto, en un adulto, estable emocionalmente, coherente y organizado los elementos y las claves para desarrollar la seguridad en sí mismo. Además, esta experiencia prolongada durante los primeros años de vida (y en especial, el primero) sienta las bases para una futura capacidad de regulación y contención emocional y de impulsos. El sentido del límite (el cuidador le ha proporcionado al niño una experiencia co-regulatoria que le ha permitido darse cuenta de que tiene una mente diferenciada de la de aquél) en consecuencia, se desarrolla gracias a esta relación de apego segura y contenedora. En la díada cuidador/niño está la primera y necesaria escuela de aprendizaje emocional y social. 


Hay menores -con historia de abandono y/o maltrato durante los primeros años de su vida- que pueden además, desarrollar unas carreras morales antisociales en las que ya no es que no puedan contenerse y aceptar el límite sino que, a veces, no quieren ni aprender a hacerlo. Se sienten resentidos. Quieren resarcirse de lo que ellos consideran vejaciones y humillaciones pasadas de un sistema social que sienten se ha cebado con ellos. Una de sus creencias nucleares es “toma lo que quieras que te lo mereces” Proyectivos y exonerándose de toda responsabilidad en sus actos, no acatan las normas y las reglas de convivencia y van contra ellas y contra quienes las defienden y representan frente a ellos, con un malestar emocional interno y con una actitud de huida y escape (a veces con consumo de sustancias) y conductas o rasgos antisociales. La primera mini-sociedad -que son los primeros cuidadores- les hizo daño. Y posteriormente, el niño (por diversas causas) no desarrolla un vínculo significativo que le dé sentido de pertenencia e identidad con un tutor de resiliencia que le acepte. El menor va desarrollando conductas antisociales e incluso, posteriormente, una personalidad con rasgos antisociales. El sufrimiento interno sostenido durante años queda enmascarado por estos síntomas. 

He tratado a varios de estos preadolescentes y adolescentes y en muchos casos (hay algunos que logran rehabilitarse y recuperar de nuevo, el sentido de la vida y la confianza en la sociedad), se asiste con impotencia al hundimiento y caída de unos menores que son denominados delincuentes o marginados, a apartar de la sociedad, y hacia quienes cuesta sentir empatía. Y es comprensible que no la sintamos cuando somos asaltados por un menor de este perfil; pero detrás de ese acto delictivo no podemos olvidar que existe una persona que desde su más tierna infancia aprendió (ya desde el más puro nivel emocional y sensorial) que el mundo es un lugar que transmite desconfianza, frialdad y necesidad de luchar por lo tuyo. Porque el niño está siempre en una posición de inferioridad y sumisión al adulto. Me recuerda a esta escena mítica de la película “El bueno, el feo y el malo” entre el personaje de “El Rubio” y Tuco. Es una metáfora excelente de lo que quiero transmitir. Atención a la frase: "El mundo está dividido en dos partes, "Rubio": los que tienen la cuerda al cuello y los que la cortan"




Cuando uno vive con la cuerda al cuello (metafóricamente hablando), es esperable que desee rebelarse y atacar a quienes considera que son los responsables de su dolor (aunque no lo sean) y de su sumisión (porque sometidos a los dictados de personas dañinas -que dicen ser sus padres o cuidadores- estuvieron muchos de ellos. Puede sonar exagerado lo que expreso, pero las historias que me han contado muchos niños son espeluznantes y creíbles. Uno de los problemas del niño es pensar que no le van a creer. Las víctimas han sufrido una cultura que no estaba preparada para escuchar sus relatos, por eso era/es más fácil y cómodo decir que es producto de su imaginación)

Si en la base de la falta de límites y contención del futuro niño y adolescente están (entre otras variables) la ausencia o insuficiencia de estas experiencias con cuidadores competentes de reflejo y andamiaje de las emociones y pulsiones del bebé, ¿qué podemos hacer? Todas las personas y profesionales que trabajamos con niños que han sufrido trauma temprano y han vivido deficientes experiencias de contacto interpersonal, en las que no han vivido ni el espejamiento (reflejar) ni el holding (contener), podemos propiciar, desde lo más temprano posible (y una vez que el menor esté protegido) experiencias de este tipo. 

Ana María Gómez nos dice (EMDR and adjunct approaches with children) que en efecto, los niños no sólo han de recibir terapia reparadora y especializada en trauma y apego con un psicoterapeuta preparado y formado que pueda trabajar el sentido de la contención y los límites. El niño necesita al menos un referente estable que pueda hacer esta función y también que los adultos significativos que le rodean y forman su red sean competentes regulándole y conteniéndole. Es un trabajo que puede suponer un desgaste pero que a la larga va a dar su fruto. Necesitamos realizar esas funciones que Winnicott postuló que el cuidador lleva a cabo con el bebé de reflejar y contener (pues el niño a buen seguro, ha carecido de ellas) y que no se hicieron. Todos (padres, madres, profesionales...) estamos llamados al ejercicio consciente de la parentalidad, marentalidad o de la profesión. Hemos de preguntarnos por cómo ejercemos nuestro rol educativo. Una madre, la pasada semana, escribía en los comentarios (gracias, Itsaso) en relación al tema de las metáforas para poder hablar y honrar al niño traumatizado, que no sólo es cuestión del qué hagamos sino el cómo (saber cómo hablar al niño, cómo transmitir un sentido de seguridad y contención) Y no puedo estar más de acuerdo. Se puede llegar a retraumatizar mucho y con grave riesgo en algunos casos, si uno persiste en sus modos educativos y en sus autoreferenciales inmutables e inadecuados. Yo recomiendo la psicoterapia para todos, y también la formación, que ya comienza a haberla, sobre todo si es específica para poder criar terapéuticamente, como la que este año ha organizado e impartido (con espíritu innovador) el Centro Alen en A Coruña, dirigida por mi amiga y colega Elena Borrajo. Una idea que tenemos intención de exportar para el País Vasco.

Algunas imaginativas y lúdicas estrategias que Ana María Gómez ha desarrollado para crear un sentido de contención (son para profesionales en el ámbito de la psicoterapia, pero algunas de ellas quizá podáis adaptarlas para la familia):

Para los más pequeñitos (2 años en adelante) una hamaca como las que se cuelgan de árbol a árbol para echar la siesta o relajarse, que pueda envolver al niño y le dé ese sentido de contención e incluso de útero materno, donde se le pueda mecer, hablar con tono suave, reflejar sus vivencias con palabras mientras se le mueve rítmicamente, es una excelente idea. Este método (entre otros muchos) lo usan en psicomotricidad relacional y me lo comentó un profesional llamado Toni Gomila (en una reciente visita que hice al Consell de Mallorca, donde tuve la oportunidad de conocer las magníficas instalaciones y el gran equipo humano y profesional que trabaja en protección a la infancia. Gracias a las gestiones hechas por mi gran amiga y colega María Ángeles Ojeda, he sido recientemente invitado a Palma para compartir con profesionales psicólogos el apasionante tema de la psicoterapia especializada para niños traumatizados, y también para impartir un curso sobre apego en psicoterapia en el Colegio Oficial de Psicólogos de las Islas Baleares. Me han tratado maravillosamente, y desde estas líneas transmito mi agradecimiento de corazón a María Ángeles y toda la buena gente de esa magnífica tierra) como uno de los que utiliza con los niños que necesitan este abordaje antes de pasar por una psicoterapia.

Todos los niños adoptados en los que se presume que no ha habido experiencia suficientemente buena de contacto con los padres o cuidadores primarios, necesitan crear redes neurales que contengan elementos de seguridad y calma. Si no se crean, los niños no pueden recurrir luego a ningún lugar seguro en el que encontrar tranquilidad cuando se sientan frustrados, tensos o tristes. El mejor lugar para poder vivir e instalar esta experiencia son los brazos de los papás o mamás. Y cuando estén en los mismos, se les pregunta si se sienten bien y dónde lo sienten en el cuerpo. Y que lo noten mientras les damos el abrazo cálido y contenedor. Los niños de apego evitativo o con fobia al apego no podrán hacer esto y hay que comprenderlo. Se desactivan de las señales de apego no por rechazarnos sino porque se sienten amenazados. Estos niños deben ir conectando y sintonizando con los padres o cuidadores poco a poco y por aproximaciones. Ante una duda, nunca hay que forzar un contacto ni rechazar al niño porque no quiera. Hay que comprenderlo. Esto ayudará mucho más. Muchas veces hay que evaluarlo mediante el asesoramiento de los profesionales de la psicoterapia del apego y el trauma.

1) Construir lugares en la psicoterapia o en casa donde los niños se puedan sentir (a cualquier edad, desde los tres años) más contenidos e incluso ir cuando no quieran hablar con nosotros o prefieran hablar de algo que les abruma desde ese sitio. Un simple paraguas puede servir para crear “la casa paraguas” Los niños del taller de resiliencia infantil que desarrollamos para la Asociación de Familias Adoptivas de Gipuzkoa Ume-Alaia, espontáneamente crean sus casas y sus contenedores físicos con el suelo de goma que usamos para sentarnos. 

2) Utilizar muñecos, marionetas, juguetes que los etiquetamos como nuestros ayudantes en nuestra labor de preguntar y hablar sobre aspectos que pueden ser sobrecargantes y abrumadores para el niño. Crean una atmósfera de seguridad y apoyo al niño. 

3) Uso de unos walkie-talkies. Este sencillo pero útil juego me lo enseñó una niña que había sufrido abuso sexual y además presentaba retraso mental leve. Ella misma pedía de regalo siempre este juguete. Le pedí que los trajera a terapia y para mi sorpresa, me hablaba (ella en un sitio y yo en otro, sin vernos) y me contaba sus pensamientos y emociones de una manera increíble. Cara a cara, era imposible que verbalizara nada. Si el niño necesita una distancia del terapeuta o de la persona con la que interactúa, el walkie-talkie puede proporcionársela. 

4) También favorece la creación de límites normativos el que creemos una estructura predecible y ordenada de hábitos, así como aprender a frustrar a los niños de una manera que les estructure. Hemos de tener muy claro qué se puede hacer y qué no se puede hacer. Explicitarlo y actuar con el ejemplo propio. Cuando haya que actuar para poner el límite, el "no" se le dice al niño y se mantiene la norma previamente acordada. En ese mantenimiento del "no" el adulto ha de ser firme y consistente (no permitir unas veces y otras no) y mantener la aceptación del niño y no amenazarlo con no quererle o dejarle solo en un cuarto. El respeto por el niño es fundamental. La disciplina ha de ponerse siempre desde el respeto mutuo y el no hacernos nunca daño. Cada familia debe estudiar cuáles son las normas a respetar y hacer cumplir por todos. Los niños pueden alterarse emocionalmente o enrabietarse cuando nos mantenemos en el "no", pero la frustración que estructura es aquella que mantiene el límite pero el adulto es capaz de calmar al niño y le hace sentir y saber que le quiere. Ejemplo: "Mamá, ¿me puedo quedar más a jugar y no ir a la cama?" "No, sabes que no" (consistencia) "¡Jo, pero es que nunca me dejas!". "Te he dejado más tiempo por ser sábado pero ya es la hora y has de ir" (firme pero amable) El niño accede y va a la cama. Cuando se está yendo, la madre le llama y le dice: "¡Eh, una cosa!: te felicito por cumplirlo, y te quiero". El niño ha obedecido porque desde el principio vio firmeza, consistencia y amor (y aceptación, incluso cuando muestra su cólera a los padres) Los límites sin amor y respeto a la figura del niño, es difícil que se asimilen. Se pueden acatar pero no aceptar. En nuestra guía para padres adoptivos ¿Todo niño viene con un pan bajo el brazo? nos extendemos en este tema, y ofrecemos orientaciones según el perfil de apego de los niños.

Espero que os haya gustado y que os sea de utilidad en vuestra tarea y labor de acompañamiento a vuestros/as niños/as.

Esta semana he sufrido una triste noticia de la cual, por privacidad, no puedo publicar. Ello me ha dado mucho que pensar, desde la tristeza y el replanteamiento de todo (lo hacemos, precisamente, cuando conectamos con la tristeza, ésta sirve, si no es patológica, para ayudarnos a ordenar el interior), de dónde está lo esencial e importante en esta vida. Y me ha hecho recordar a fuego uno de los mejores post o entradas que he leído en mi vida profesional y que quiero que guardéis en vuestro techo, pintado con pintura o spray, para cuando os levantéis, lo tengáis siempre presente. Es la “picada” de hoy. Con la que siempre tenemos a bien despedirnos y terminar el tema que nos toca. Es de mi amiga y colega Conchi Martínez y os ruego que aunque os cueste Dios y ayuda, la sigáis. La cuenta en su excelente e imprescindible blog: Los niños necesitan más nuestra atención y cariño cuando menos lo merecen sus actos.

Hasta dentro de quince días. Cuidaos / Zaindu