Hay algunos jóvenes adoptados o
acogidos (con historias de abandono y maltrato sobrecargantes para la mente en desarrollo y no elaboradas,
que además las padecieron en etapas vitales para el establecimiento del apego
seguro) que he tratado en mi consulta los cuales externamente muestran unos
comportamientos pero internamente sienten y piensan de maneras muy diferentes a
lo que exteriorizan. Las personas que les rodean no les llegan a conocer
verdaderamente. Tienen, para entendernos, como una capa externa, que es la que
muestran, muy diferente de la interna. Por poner algunos ejemplos: cuando
sienten miedo pueden sonreír complacientemente. Cuando sienten rabia, pueden
llegar a contenerla y mostrar silencio. Si se les inquiere por las razones de
su comportamiento cuando han actuado de una determinada manera, inadecuada para
el adulto, no expresan lo que sienten verdaderamente. Se quedan en silencio, o
si se les insiste te piden que les dejes en paz, que no saben. Y si se sigue indagando,
o se van o ya se muestran hostiles e incluso violentos echándole la culpa al
adulto por lo pesado que es y lo que le agobia sin asumir ninguna
responsabilidad. Con los compañeros de su edad sus conductas tampoco se
corresponden con lo que sienten internamente. Pueden sentirse tristes pero
mostrarse alegres; pueden pensar que no tienen ganas de quedar, pero salir con
los amigos; pueden querer decir “no” pero terminan diciendo “sí”; pueden
sentirse inestables emocionalmente y exhibir comportamientos de tranquilidad.
Jamás muestran lo que sienten y piensan auténticamente. Su rostro y su cuerpo
me recuerdan
a las caras del actor Clint Eastwood en algunas de sus películas:
quietos pero internamente agitados, la mirada un tanto lejana, como
controlando, el cuerpo en tensión muscular, como esperando a entrar en acción
en cualquier momento ante un peligro real o imaginario… También pueden llegar a
mostrarse aparentemente autosuficientes y no querer -o decir no necesitar- la
ayuda de los demás. Muestran muchas dificultades para regular esos estados
internos porque a veces no los conocen suficientemente. Y si los conocen, no
los dominan. Pretenden estudiar pero, de repente al tener el móvil cerca, su mente hizo otra cosa (se dejó llevar por la distracción, por ejemplo) Y repito: aunque parezca que nos toman el pelo o nos desconciertan, no siempre es actitud
negativa sino que viven una confusión, más aún en la adolescencia donde una de
las tareas es construir nuestra identidad. Y qué difícil es construirla cuando en
la infancia (cuando más vulnerable se es) ha habido experiencias graves que
ponen en riesgo la propia integridad y seguridad personales.
Si tienen un alto grado de
introspección, pueden llegar a ser conscientes de su funcionamiento. Saben que
son sus estrategias de presentación social, son como otros -diríamos- estados del yo
distintos de los internos. Si no son conscientes de ese funcionamiento y de esa
división entre unos estados internos y otros externos del yo, viven ignorando
las emociones y pensamientos que disocian o apartan, los cuales pueden contener
afectos negativos como la ira, la agresividad, el miedo, la tristeza, la
inseguridad, la baja consideración de sí mismos, el desprecio… No se atreven a
ser auténticos y se muestran así de defendidos porque sienten una desconfianza
de base hacia las personas. Manifestar lo que internamente sienten puede ser
para ellos un síntoma de debilidad, temor a que les hagan daño, se aprovechen
de ellos o les hieran.
Un autor (entre otros) que puede
aportar luz al por qué de estos dos estados del yo tan contrapuestos y que
puede considerarse un adelantado preclaro a lo que la neurociencia actual
plantea en relación al impacto de trauma temprano, es el gran Winnicott. Cuando
hablamos de psicoanálisis, todo el mundo probablemente mencionaría a Freud.
Pero hay una gran cantidad de autores que hicieron desarrollos posteriores (se
desmarcaron de las teorías tan rígidas con la ortodoxia freudiana para hacer
sus propias aportaciones) que se insertan dentro de lo que se llama la corriente
psicoterapéutica psicodinámica como son Winnicott, Jung, Adler, Ferenczi…
Winnicott describe el papel
central de la madre como proveedora al niño de un entorno que apoya y contiene
(holding), lo cual requiere, por parte de ésta, tanto el uso de habilidades
empáticas como el respeto por la autonomía del niño (no respetar la autonomía
del niño y sobreprotegerle sería una forma de maltrato también con
consecuencias negativas para el desarrollo) La dedicación de la madre hacia su
hijo le permite ofrecerle un andamiaje que constantemente se adapta a las
necesidades cambiantes del bebé y a sus características. Winnicott definía el
temprano e intenso foco de atención que la madre pone en el niño como la
preocupación materna primaria. Ello incluye el hecho de que la madre debe de
estar en sintonía con las experiencias del bebé captando y resonando sus
estados primitivos internos.
Otro concepto importante desde la
perspectiva de Winnicott es que la madre debe de desarrollar la habilidad para
reflejar (mirroring, hacer de espejo) al niño. Mirroring es el proceso en virtud
del cual una madre sintoniza con el mundo interno del niño y le da forma a sus
fantasías, pensamientos y necesidades. El niño entonces aprende así acerca de
ese mundo interno a través de esa relación. Winnicott estaba describiendo un
proceso que hacía referencia al descubrimiento actual de las neuronas espejo y
que se apoya en esta profunda sintonización entre madre e hijo. Winnicott fue
un adelantado a la neurociencia actual y merece un reconocimiento.
Son muchas más las aportaciones
de este autor que enfatizó la enorme importancia de la función maternante en
los primeros años de vida. He resaltado los aspectos más importantes, pero
quiero ahora centrarme en otro concepto -muy útil desde el punto de
vista clínico- que nos ayudará a entender el por qué algunos jóvenes tienen
ese mundo interno de emociones que no se atreven a revelar con autenticidad
mostrando otro que es falso. Me refiero al concepto de falso o verdadero self
(sí mismo)
El apego seguro (del que hemos
hablado en este blog tantas veces) y la sensación de un mundo seguro crean el
entorno para el desarrollo del verdadero self, el cual representa aquellos
aspectos del self que se desarrollan en el contexto de impactos menores que son
manejables gracias al apoyo, ánimo y adecuado significado por parte de los
cuidadores. Por lo que respecta a la independencia y la autonomía del niño,
éstas motivan a los padres a descubrir los intereses del niño en vez de
imponérselos. El verdadero self refleja nuestra habilidad para tolerar
emociones negativas e integrarlas en nuestra conciencia y nos ayuda a buscar
qué sentimos en nuestra actividad y en nuestras relaciones con los otros. El
verdadero self que propone Winnicott es obviamente uno en el cual el desarrollo
de las redes neurales ha sido maximizado, el afecto es bien regulado y las
emociones y cogniciones están bien integradas. El verdadero self refleja una
apertura y un diálogo continuo entre el corazón, la mente y el cuerpo.
Lo que Winnicott denominaba falso
self resulta o proviene de graves impactos o traumas para los cuales el niño no
está preparado. Los impactos prolongados pueden generar desregulación emocional
crónica. Por ejemplo, la negligencia, el abuso o continuos estados de pena o
culpa que pueden afectar al desarrollo natural del niño y conducirle a la
dominancia de las defensas. No hay un adulto competente cuidador que haga la
función maternante de calmar, dar forma y sostener los afectos e impulsos
indeseados del niño. Como en los jóvenes que he descrito al principio de este
post, en ellos dominan las defensas externas de mostrar muchas veces lo
contrario de lo que sienten o de proyectar en otros sus aspectos indeseables
por temor a ser dañados. Vivieron fuertes impactos en su vida, como lo es el abandono
(y aquí me refiero también a esa negligencia que consiste en que algunas de las
instituciones en las que los menores tuvieron que convivir -los llamados
orfanatos- no les dispensaron los nutrientes físicos ni afectivos necesarios
para desarrollarse sanamente, es decir, a la tipología del abandono como forma
de maltrato) prolongado. Esta experiencia crónica estresante que también puede
inhibir la neurogénesis y afectar al
desarrollo del cerebro.
La psicoterapia para Winnicott trata
de ser un proceso de regresión controlada a estados infantiles (donde se gestó
ese falso self) con el propósito de tener éxito en el desarrollo de un
verdadero self en el presente. Con estos jóvenes, tras lograr generar una
relación de confianza (no se fían de nadie), algo que es costoso, poco a poco,
y aportando grandes dosis de seguridad, vamos co-explorando las emociones
internas (mediante técnicas adecuadas) y tratando de averiguar a qué recuerdos
de experiencias están asociadas para ayudarles a desensibilizar el dolor y
reprocesar los mismos.
En el contexto de una relación
segura donde vamos co-explorando ese mundo interno, normalizamos los estados
del yo o falso self -como queramos conceptualizarlo- tratando de que tomen
conciencia de que para no descomponerse o desestructurarse psicológicamente, estas defensas o mecanismos adaptativos tuvieron un sentido. Cuando las
estrategias o defensas disminuyen, puede salir el dolor y las emociones. Hay que
tratar de modificar aquellas estrategias que sean claramente desadaptativas y
aprender a utilizar otras que les permitan atreverse a mostrarse como ellos son.
El verdadero self, para mí,
equivale al apego seguro. Y los apegos inseguros se pueden corresponder -o cabe
establecer un paralelismo- con el falso self. Los perfiles evitativos, preocupados
o desorganizados en el apego (con sus estrategias y manifestaciones) son
adaptaciones que el niño tuvo que hacer ante el patrón conductual relacional
que sus cuidadores le ofrecieron. Cuando un niño va regulándose emocionalmente,
vive una relación sintonizada y resonante con el terapeuta, se va fomentando el
apego seguro con los cuidadores (padres adoptivos o familia de acogida) y accede a su
historia para encontrarle un sentido, tratando de integrar lo traumático
vivido, van emergiendo manifestaciones de apego ganado a la seguridad; o lo que
es lo mismo, los trajes de los apegos
inseguros (falso self) dejan que haga acto de aparición el verdadero self.
Cuidaos / Zaindu
Cuidaos / Zaindu
Muy interesante su articulo...yo me he dado cuenta que mis hijos (a quienes adopte a los 8 y 9 años) se rien cuando los regañamos, cuando realmente estamos enojados.....
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