Como le sucede al protagonista de la mítica película "Recuerda" (Sinopsis: a un psiquiátrico llega un joven y atractivo director -Gregory Peck-, pero con el paso de los días una doctora -Ingrid Bergman- observa en él un extraño comportamiento que está relacionado con un hecho de su pasado que no consigue recordar), a lo largo de mi carrera
profesional son varios los jóvenes a los que he tratado en mi consulta que padecen una amnesia parcial o total de su, en general, dura infancia. Por
mucho que quieran no recuerdan nada o a veces periodos concretos. Y les genera confusión y rabia
consiguiente, porque hay muchos episodios traumáticos en su vida pasada pero no
recordar nada o tener un conocimiento difuso de su biografía es como si su
mente fuese un desierto. Además, cuando se sabe que han ocurrido cosas
dolorosas pero no las recuerdas, altera mucho porque como dice Cyrulnik: “El
horror de lo imaginario es terrible, el horror de lo real tiene un punto de
esperanza”
Uno de esos jóvenes manifestó una
agresividad inusitada -repentina pero liberadora- cuando, pasado un año de
terapia y con una relación terapéutica ya cimentada, expresó que él no había
tenido infancia, que había sufrido mucho y que lo había pasado terriblemente
mal. Una vez liberada y contenida esa rabia por mi parte, haciendo una función
de holding (sostener), pudo empezar a expresar lo que sentía sobre recuerdos
implícitos que siempre había tenido pero que no sabía atribuir a qué se debían,
sentía sin ser consciente de que eran recuerdos registrados en su cuerpo
(rabia, ansiedad que nota en el pecho…) pero no explícitos (no se almacenó
ninguna información verbal o episódica) en su memoria, con lo cual no hay nada
que recuperar conscientemente (posiblemente, su cerebro hizo una adaptación y
el flujo de información que contiene lo traumático quedó disociado) Y no es
problema de que su edad fuera demasiado temprana, pues hasta ser adoptado este
joven estuvo hasta bien entrada su segunda infancia en su familia biológica
(extremadamente maltratadora) Existe una amnesia porque sufrió un trauma relacional
grave y es una defensa ante esas amenazas. Este joven sufrió malos tratos de
extrema crueldad, maltrato emocional y abuso sexual. Lo sabe porque le dijeron
en su familia adoptiva que sufrió maltrato, pero no recuerda nada. Y el sentido
del self (sí mismo), como dice Siegel, a lo largo del tiempo no está
construido. No hay una conciencia clara de él mismo situándose en el tiempo.
Otros chicos que he tratado en mi
consulta, como digo, presentaban esta amnesia. Todos habían sufrido traumas
brutales (incluido el abuso sexual por parte de progenitores) Vivencias
durísimas e insoportables para la mente en desarrollo. Presentaban síntomas de
agresividad, robo, experiencias disociativas, apego desorganizado (desapegado o
controlador), suspicacia, desconfianza, síntomas depresivos, de alimentación,
ansiedad, flashbacks (los flashbacks son experiencias corporales de sucesos
traumáticos los cuales incluyen activación o arousal psicofisiológico,
estimulación sensorial y el impacto emocional de la experiencia traumática. De
alguna manera, la víctima de un flashback es transportada atrás en el tiempo
hacia el suceso y por lo que al cerebro respecta, le parece que está ocurriendo
de nuevo)
Hacer un tratamiento de este tipo
de pacientes con la palabra puede ser sumamente retraumatizante e imprudente
(como ya he explicado en otra ocasión) porque puede situar a la persona fuera
de la ventana de tolerancia a las emociones y descompensarle seriamente. No hay
más que ver cómo se alteró el joven del que os he hablado cuando él por su
propia cuenta comenzó a decirme que no recordaba nada pero le habían dicho que
su infancia había sido muy dura. Solamente mediante un abordaje progresivo en
un entorno terapéutico seguro y contenedor se puede abordar la integración de
contenidos traumáticos tan devastadores como los que vivieron estos jóvenes.
¿Por qué esta ausencia de
recuerdo verbal? Además de que el cerebro puede encargarse para sobrevivir de
disociar y apartar por así decirlo lo traumático vivido, Cozolino tiene una
explicación que nunca había conocido con anterioridad que me ha atraído mucho y
me parece muy sugerente. Dice este autor que “en los flashbacks, la amígdala (ese pequeño órgano como una
almendrita en el sistema límbico responsable de las reacciones emocionales
rápidas y que registra las emociones de miedo, ira… durante un suceso
traumático) y las redes neurales que van
hacia el hemisferio derecho (predominantemente emocional) y los sistemas
subcorticales (responsables de sistemas de acción más inferiores como correr, huir,
luchar…) llegan a ser dominantes. Las densas conexiones de la amígdala con los
sistemas visuales dan cuenta de la presencia, a veces, de alucinaciones
visuales como parte de los flashbacks (la persona ve, por ejemplo, en una alteración de la
percepción a la figura de su maltratador) Esto contrasta con la presencia de
alucinaciones en la esquizofrenia que implica a los lóbulos temporales del
cerebro y son normalmente auditivas. Una hipótesis tentativa para explicar el
porqué de esa ausencia de recuerdo verbal es un descubrimiento en pacientes que
sufrieron trastorno por estrés postraumático: había un decremento del flujo de
sangre alrededor del Área de Broca (un área del córtex frontal inferior que
controla el lenguaje) Estos descubrimientos sugieren una inhibición activa de
los centros del lenguaje durante el trauma. Basándose en estos descubrimientos,
el “terror sin discurso”, a menudo expresado por las víctimas (es habitual que
en consulta se sientan activados o experimenten episodios de intenso terror
cuando creen estar en peligro de nuevo) de un trauma tiene correlatos
neurobiológicos consistentes con lo que sabemos de la arquitectura cerebral y las
relaciones cerebro-conducta”
“Este efecto inhibidor del Área de Broca puede perjudicar la
codificación de la memoria semántica (consciente) para sucesos traumáticos.
Ello luego interferirá con el desarrollo de narrativas que sirvan para procesar
la experiencia y conducirla hacia la integración de las redes neurales y la
sanación (healing) psicológica”
En consecuencia, es normal que
las áreas del lenguaje estén desconectadas durante un trauma, pues si nos
paramos un momento a reflexionar sobre el particular, que las áreas del
lenguaje queden infraactivadas durante un evento traumático tiene mucho sentido
adaptativo: el lenguaje no sirve para la supervivencia, sino más bien lo
contrario: las áreas subcorticales toman el mando del cerebro para tratar de
huir/luchar.
Por ello, en la psicoterapia para
niños y adolescentes adoptados o acogidos con historias donde han vivido maltrato
y episodios traumáticos en forma de castigos desproporcionados, sádicos,
descalificaciones, miedos y amenazas a su seguridad, violencia… lo prioritario
es, en el espacio de la psicoterapia, trabajar el apego terapéutico. La
relación sintonizada con el terapeuta, la resonancia emocional, el sentirse
sentido. Además, abordar con técnicas específicas que el paciente se
presentifique, se estabilice emocional y conductualmente. Hay muchos niños
cuyos flashbacks pueden ser más sutiles, pero los tienen. Recuerdo a una niña
que se descompensaba agresivamente ante la frustración y reaccionaba de una
manera tan violenta que había que practicarle una contención física. Durante
esos episodios, hablaba a la persona que tenía delante llamándole con el nombre
de uno de sus maltratadores en el pasado.
Para hacerse una idea del terror
que se vive durante los flashbacks, hay muchas películas que los reflejan. En
la última que se estrenó en septiembre, “The railway man”, el actor Colin Firth
trabaja magníficamente y representa un flashback (haciendo al espectador
partícipe de las alucinaciones visuales) que tiene el día de su boda cuando,
ante un disparador, cree que viene (para
la persona está pasando eso realmente) su antiguo y cruel torturador japonés de
la Segunda Guerra Mundial para dañarle de nuevo salvajemente. El actor nos
transmite y nos hace sentir (gracias a las neuronas espejo), compartiéndonos,
el horror intenso que se siente ante una experiencia de ese tipo.
Una vez que está consolidada la
estabilización, el apego con el terapeuta está consolidado (también hemos
trabajado el vínculo con los padres adoptivos), el niño con ello está ya bastante
integrado a nivel cerebral. A continuación, es cuando acometemos el trabajo de
integración resiliente, en el que, fundamentalmente, trabajamos la narrativa.
La construcción del relato es muy importante porque favorece la coherencia de
la mente. De este modo, es cuando se empieza a activar toda esa área del
lenguaje que estuvo desconectada (parcial o totalmente) durante los episodios
traumáticos.
Cuando utilizamos la herramienta
EMDR (siguiendo con rigor el protocolo de valoración e intervención y el
abordaje progresivo con pacientes con trauma complejo) ésta de alguna manera
pienso que apela a esa Área de Broca cuando, durante los sets de estimulación
bilateral, el terapeuta le indica al paciente que es un recuerdo, es memoria,
es pasado, ya terminó; y que está en la consulta, con el profesional, a salvo.
Mientras el paciente está procesando un recuerdo del pasado traído al presente -traído al ahora-, la voz del terapeuta también le presentifica (le trae al presente y
el cerebro aprende de una manera natural que el evento traumático terminó) a
aquél; mientras tiene, para entendernos, un ojo en el pasado otro está en el
presente. Y eso favorece mediante la abreacción, la integración del recuerdo traumático que se esté trabajando.
El mismo relato extenso de una
historia de vida, una reconstrucción narrativa verbal, también incide en la
integración porque estimula el hemisferio izquierdo que da sentido, simboliza y
contiene las cataratas emocionales (miedo, angustia…) que inundó el derecho
durante los eventos traumáticos. Y además sucede ahora, en la terapia, para que
el cerebro procese, de manera natural, que todo ya acabó.
Así va, por ejemplo, progresando la niña que
siente ver a su antiguo maltratador en la figura adulta que le cuida o se ocupa
de ella. Está consolidando el vínculo con su familia adoptiva, le proporcionan
contención cuando la necesita y en la terapia está aprendiendo psicoeducación
sobre el trauma. Se va presentificando y su cerebro va dándose cuenta de que
aquello ya pasó y que sus padres adoptivos no van a hacer con ella las cosas
tan terribles que le hicieron en su país de origen. Cuando ya se encuentre fortalecido
el vínculo con el terapeuta, y también con la familia, y consiga una
estabilidad que nos sugiere que sus reacciones ya no ponen en marcha el sistema
de defensa que tuvo que activar para sobrevivir, será el momento de entrar en
la fase de la narración.
Sin embargo, con los pacientes
jóvenes que he mencionado al principio, el proceso es mucho más largo. Las
fases de estabilización y tratamiento de las patologías conductuales y mentales
asociadas al trauma llevan más tiempo e intervención. La psicoeducación supone
una parte larga del tratamiento también, y el vínculo con el profesional
psicoterapeuta debe ser trabajado sesión a sesión. Una vez estabilizado y
empoderado, es entonces cuando recogiendo lo que sabemos de su historia, y con
un fuerte apoyo, y muy progresivamente y comprobando cómo lo van procesando,
trabajamos el relato junto con otras técnicas que favorezcan la integración
resiliente.
Para terminar, lo hago, como
viene siendo habitual, ofreciéndoos una excelente picada: me refiero a un libro
que salió el pasado verano. Uno de sus ejemplares me lo regaló la directora de
la editorial Hilo Rojo, Marga Muñiz, a quien se lo agradezco. Estoy aludiendo a
la obra “Entre hipocampos y neurogénesis ¿Por eso le cuesta tanto aprender a mi
hijo?”, de la profesora de la Universidad de la Coruña y madre adoptiva, Rosa
Fernández. El libro me ha gustado muchísimo y os lo recomiendo desde ya. ¿Por
qué? Por lo siguiente: ¿Qué me diríais si os propongo un libro breve, riguroso
científicamente pero comprensible y accesible para todos, del cual puede sacar
aprendizaje y aprovechamiento el papá y la mamá de un niño o niña adoptivo/a pero
también un profesional (está trufado de numerosas referencias bibliográficas
para profundizar en los estudios científicos en los que se basa), escrito por
una madre adoptiva y a la vez experta en neuropsicología, que explica, con
numerosos ejemplos por qué a los menores que han vivido experiencias de
maltrato y abandono en los primeros años de vida les cuesta tanto aprender?
Estoy seguro que responderíais que sí, que os parece un libro completísimo.
Pues eso mismo es lo que ofrece Rosa Fernández desde su libro “Entre hipocampos
y neurogénesis”
Cuáles son las estructuras
cerebrales clave que maduran con una experiencia de cuidados sensibles y
empáticos en el contexto de una relación de apego seguro y cuál es la
importancia que tienen, se va explicando entre ejemplos y explicaciones
científicas expuestas con rigor pero accesibles para todos (la trascendencia
del hipocampo en el aprendizaje y cómo el apoyo maternal durante los primeros
años predice un mayor volumen en el hipocampo, las alteraciones en la mielina…)
La visión que tiene la autora diría que es de un optimismo realista (en el hipocampo, órgano cuyo protagonismo es
central en el aprendizaje del niño pues está implicado en los procesos de
memorización, hay neurogénesis) porque aunque las alteraciones que se producen
en el sistema nervioso -por efecto del impacto de estas adversas experiencias en
unas edades clave para el neurodesarrollo del menor- dejan una huella
profunda, lo que la ciencia nos dice, de la mano de la profesora, es que con
trabajo y apoyos, los niños pueden mejorar e incluso recuperarse.
Personalmente, lo que más me ha
gustado y atraído del libro es el punto de vista sobre el déficit de atención
con hiperactividad que a menudo suelen diagnosticar a los niños y niñas
víctimas de las experiencias de abandono y maltrato. Es posible que algunos
niños no presenten este trastorno sino una alteración en la vinculación y
respuestas mediadas por el trauma que se manifiestan mediante síntomas similares
a la hiperactividad sin serla. No os la expongo porque quiero que la leáis en
el libro de Rosa. Ella lo explica y expone todo mucho mejor que yo, que para
eso es experta en neuropsicología.
Está editado por Hilo Rojo
Ediciones, os dejo un enlace para que podías verlo y adquirirlo, lo cual os recomiendo
vivamente. Enhorabuena a la autora y a la editorial: http://www.hilorojoediciones.com/
Hasta la semana próxima, cuidaos / zaindu
Hasta la semana próxima, cuidaos / zaindu
No hay comentarios:
Publicar un comentario