Con esta entrada, ponemos punto
final a esta serie de posts que nos han orientado y enseñado acerca de las
funciones ejecutivas. Hoy nos corresponde finalizar el paso 5 y el paso 6 de
este programa propuesto por Blaustein y Kinniburgh en su libro: “Treating traumatic stress in children and adolescents” Una auténtica joyita porque es un
manual que aborda un plan de tratamiento completo para niños traumatizados
dividiendo el trabajo a hacer en distintos bloques, secuencialmente, e
implicando en el programa también a las familias y profesionales. Ofrece,
además, un material psicoeducativo fantástico para trabajar con el menor de
edad y las familias cada uno de los bloques. También para grupos de niños y
adolescentes.
Para que el niño (a partir de los
nueve/diez años es ideal este trabajo) o el adolescente puedan monitorizar su
propio proceso interno con el fin de que guíen sus conductas hacia actuaciones
que supongan un mayor manejo de sus emociones e impulsos, necesitan aprender a
tomar conciencia sobre cómo es este proceso de planificación en la toma de
decisiones. Algo que nosotros hacemos de una manera más rápida, ellos precisan
aprender a darse cuenta y hacerlo de una manera consciente, con el fin de que
puedan hacer opciones reflexionadas, evaluando las consecuencias y comprobando
los resultados. Estamos, en suma, potenciando sus lóbulos frontales.
Soy consciente de que, quizá, sea
un programa más pensado para que lo ejecuten los profesionales que las familias.
Éstos pueden extraer de este programa grandes utilidades. Pero creo que las
familias pueden también aprender, al menos, la esencia de cómo hacer un proceso
guiado que acompañe en la planificación y regulación de la conducta ante
situaciones desafiantes que a los menores de edad se les presentan en la vida
cotidiana.
Continuaremos refiriéndonos a
este libro en lo sucesivo porque es excelente Agradezco desde estas líneas a
Maryorie Dantagnan por haberme informado de su existencia; las “picadas “de
Maryorie son siempre magníficas. Lástima que para los que no sepan inglés no
esté disponible en castellano.
Paso 5. Evaluar todas las
posibles consecuencias (buenas y malas) de cada solución y después hacer una
elección.
Todas las opciones tienen
consecuencias, buenas y malas. “Cada elección que hacemos tiene consecuencias
–algunas veces éstas son buenas, otras veces no tan buenas, y algunas veces
ambas- Si tú decides ayudar a tu madre en las tareas del hogar ambos os podéis
sentir mejor pero podrías no tener tiempo para ver tu serie favorita. O si
decides golpear a alguien, podría hacerte sentir mejor, pero probablemente te
veas envuelto en problemas”
Hacer una opción. “Algunas veces
no hay una opción perfecta. Normalmente podemos darnos cuenta de qué elecciones
buenas hay, basándonos en lo que quieres que ocurra o en lo que quieres que no
ocurra”
Objetivo: Apoyar al niño en la
evaluación de los resultados de tal modo que él sea capaz de elegir las
soluciones al servicio de los objetivos acordados
Cómo:
Paso 5.1. Evaluar cada una de las
posibles consecuencias para cada idea generada.
Trabajar con el niño para evaluar
cada idea de la lista. Es importante reconocer que la mayoría de las opciones
tienen ambas –potencialmente- consecuencias positivas y negativas.
Prestar atención a las
consecuencias inmediatas y futuras. Ayudar al niño a pensar no simplemente en
lo que pasará en el momento sino lo que puede ocurrir más tarde como resultado
de la opción.
Ir a través de este proceso para
todas las soluciones que el niño haya generado.
Paso 5.2. Basándonos en las
consecuencias potenciales, ayudar al niño a hacer una opción.
Ayudar al niño a activamente
examinar todas las opciones. “Dada una situación, el objetivo, la posible
recompensa y las posibles consecuencias, ¿cuál parece ser la mejor opción para
ti ahora?”
Ayudar al niño a examinar
combinaciones: “Algunas veces, la mejor opción supone hacer diferentes cosas.
Por ejemplo, uno de los objetivos puede ser expresar tus sentimientos y otro
buscar apoyo. ¿Tiene más sentido escoger opciones que te ayuden a ambas cosas o
necesitas priorizar una sobre la otra?”
Nombrar las consecuencias de las
opciones negativas, pero no implicarse en una lucha por el poder. Ser
conscientes de que los niños pueden seleccionar una opción negativa, incluso después
de haber hecho este proceso. Reconocer que esta puede ser la elección que a él
le gustaría realmente llevar a la práctica, pero incidir en que hacerla significará
que él tendrá que aceptar las consecuencias. Enfatizar las consecuencias
incrementa la toma de conciencia y la responsabilidad y el control personal.
Algo que vengo observando que sucede con mucha frecuencia en mi trabajo con las
familias es que éstas no permiten que los niños o jóvenes experimenten y
aprendan de ello. Quieren, por sobreprotección, que los niños elijan lo que las
familias desean (a veces la elección de la familia es más sensata) Pero no
permitimos el aprendizaje ni que la consecuencia enseñe.
Ayudar al niño a ser realista en
su cálculo o estimación. Algunas opciones suenan como positivas pero serán
difíciles de implementar. Por ejemplo, en la elección de un problema que tiene
que ver con un conflicto entre iguales, un niño decide que la mejor alternativa
es “no ponerse furioso” Entonces podemos:
Normalizar la emoción. “Bien, yo
creo que es realmente difícil tener a alguien al lado gritándote y no sentirte
un tanto furioso. ¿Recuerdas que hemos hablado acerca de que es bueno tener
todos los sentimientos para poder hacer opciones adecuadas? Tratar de apartar
tus sentimientos no es realmente bueno para ti, porque tus sentimientos llegarán
por otras vías o caminos.”
Identificar una manera segura de
afrontar o manejar la emoción y todavía poder alcanzar el objetivo. Para
situaciones que implican dificultades con el afecto, integrar estrategias que
suponen habilidades de auto-regulación (ya las vimos en otro post de
psicoeducación) dentro del proceso de elección de alternativas.
Paso 6. Implementar y evaluar las
soluciones y revisarlas según sea necesario.
Enseñar al niño a:
Hacer una prueba. “Nosotros nunca
sabemos cuándo es la mejor opción, y no siempre prevemos lo que va a ocurrir.
Algunas veces tenemos que experimentar. Eso significa escoger la que pensemos que
es la mejor solución y hacer una prueba”
Evaluar los resultados. “Una vez
que hemos probado algo, nosotros podemos decidir si hicimos la elección
correcta. Nosotros podemos siempre retroceder e intentar algo más o escoger una
solución diferente la próxima vez”
Objetivo: Apoyar al niño a
implicarse activamente en las elecciones y luego reflejarle acerca de ello.
Cómo:
Paso 6.1. Proceder o llevar
adelante la opción
El objetivo aquí es que los niños
implementen la opción que ellos han hecho. Esto es, en muchos sentidos, el paso
más difícil. A los niños les resulta difícil generalizar del espacio seguro con
nosotros a la vida real.
Anticipar: Trabajar con el niño
la identificación de los factores que incrementarán la posibilidad de éxito,
así como los posibles obstáculos. Ayudar al niño a pensar en las maneras de
incrementar los factores positivos y reducir o afrontar los obstáculos.
Rol-palying. Se puede hacer con
el niño un juego de papeles, ayudando a practicar realizando la opción elegida.
Usar el rol-playing para actuar diferentes escenarios y resultados.
Hacer equipo. Ayudar al niño a
obtener éxito captando otros recursos. Darle sugerencias al niño como: “¿Con quién
estaría bien hablar para que te ayude con esto?” Podemos implicar a profesores,
educadores, cuidadores u otras personas de la red del niño para que apoyen la
puesta en práctica.
Experimentar. Para evitar desalentarse
si no sale bien, tratar de verlo como un experimento del cual podemos aprender.
Enseñar al niño que nadie puede predecir completamente los resultados de una
nueva acción o conducta. Los niños pueden observar los resultados y después
informar.
Paso 6.2. Evaluar los resultados
y revisarlos según sea necesario.
En las situaciones en las que el
niño vaya a intentar una nueva solución, es importante echar un vistazo a lo que
pasó. Celebrar los éxitos.
Incluso si la opción no funcionó,
reforzar cualquier intento que el niño haya hecho para implementar una solución
positiva.
Si la opción implementada no fue
satisfactoria, trabajar con el niño para identificar críticamente y evaluar
posibles obstáculos. ¿Sucedió que la solución no era la adecuada? ¿Era el
momento? ¿Sucedió que los sentimientos del niño fueron tan fuertes que éste no
pudo recordar la opción en el momento? Ayudar de nuevo a encontrar soluciones.
Esta psicoeducación también nos
interpela sobre la gran necesidad que tienen nuestros niños de que les
proporcionemos herramientas y les enseñemos a llevarlas a la práctica. Para ello
precisamos dedicarles tiempo, tener paciencia, perseverancia y gestionar
nuestras propias emociones como padres y madres.
Espero que os haya gustado, y que os sea útil.
En un futuro, volveremos a tratar este tema de las funciones ejecutivas, y el de la psicoeducación también.
Hasta la semana próxima / Urrengo
aste arte. Cuidaos /zaindu
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