Retomamos el programa de seis
pasos para trabajar las funciones ejecutivas con los niños. En la entrada de
hace dos semanas, nos quedamos en el paso dos. En esta tercera parte, nos vamos
a centrar en los pasos 3 y 4.
Como ya sabéis, el programa es de
las autoras Blaustein y Kinniburg en su libro “Treating traumatic stress in children and adolescents”
Paso 3: Identificar y comprender el problema
Enseñar al niño a:
Llegar a la raíz del problema. “Una vez que tú sabes que no estás
realmente en peligro, puedes tomarte el tiempo que necesites para darte cuenta
de lo que está pasando realmente. Las emociones vienen de algún lugar” – Le decimos
al niño.
Aprender a ser un “detective de los problemas”. Una vez que el niño
puede reconocer que él está sintiendo algo, enseñarle a identificar exactamente
cuál es el problema.
Una situación es generalmente “un
problema” pues el niño se siente infeliz por algo, porque alguien está infeliz
o mal con él, o ambas.
Le podemos ayudar con preguntas concretas:
¿Cuándo te has dado cuenta de que
sentías ese sentimiento negativo en tu estómago?
¿Con quién estabas?
¿Qué es lo que estabas haciendo?
¿Dónde lo estabas haciendo?
O también podemos guiarle con
preguntas como:
¿Qué te hizo pensar que tu padre
estaba enfadado?
¿Qué es lo que estabas haciendo?
¿Qué es lo que él estaba haciendo?
Es importante que el niño, en la
medida que sea posible, identifique cuál es el problema (así como la posible
solución) Hay que ayudarle, como vemos, con claves.
Paso 4. Técnica de la “tormenta de ideas” Identificar posibles
soluciones. ¡No desechar nada al principio!
Enseñar al niño a:
La señal para saber que hay un
problema es ser capaz, activamente, de lidiar con él. “Una vez que tú sabes
que hay un problema, tú puedes hacer una opción o elección activa, en vez de
sólo REACCIONAR” – Le decimos.
Hay siempre más de una opción. “Muchas
veces, los niños sienten que ellos no tienen elección cuando las cosas las
sienten muy intensas. Pero –casi la mayor parte de las veces- hay opciones,
incluso si la opción es no hacer nada” – Le añadimos al niño.
Algunas veces, la opción es darse
cuenta de qué sucede dentro de nosotros, en vez de llevar adelante una acción. “Muchas veces la opción que hacemos es trabajar para darnos cuenta de qué sentimos o pensamos sobre algo, más que llevar adelante una acción o
comportamiento ante una situación. Por ejemplo, si nosotros estamos ante una situación
que no podemos cambiar, nuestra opción puede ser: (a) sentirnos enfadados, o (b)
trabajar para aceptar la situación, pensando en qué podría hacernos sentir
mejor, pensando en el futuro, una vez que la situación haya acabado” – Le decimos
al niño.
Objetivo: Ayudar al niño a identificar algunas posibles soluciones,
para que ellos puedan hacer una elección activa.
Cómo:
Paso 4.1. Nombrar y validar la opción actual.
Si la opción ya ha sido tomada
(por ejemplo, el trabajo se está haciendo como consecuencia de una situación),
es importante primero nombrar la opción que el niño ya haya hecho y después reconocerla (Si vemos que no fue lo más acertado, validar siempre que él hizo una opción; y después, guiarle a pensar si puede haber otro tipo de alternativa, analizando la consecuencia a la que le llevó la opción que él hizo)
Paso 4.2. Identificar el objetivo
Cada situación tiene diferentes
objetivos. Las elecciones que hagamos en una situación difícil dependerán de
cuál sea nuestro objetivo (por ejemplo, si un niño tiene problemas porque se ha
peleado con un compañero en la escuela, el objetivo puede ser enseñar al niño a
calmarse de esa excitación para que pueda encontrar maneras de resolver el
problema, o pensar en diferentes soluciones para la próxima vez)
Ayudar en concreto al niño a
identificar lo que él está pensando en alcanzar: expresar sus sentimientos,
buscar ayuda, evitar una consecuencia, obtener un reconocimiento, reparar una
situación en la que no estuvo bien o causó un perjuicio...
Si el objetivo del niño no se nos
antoja realista, ayudarle a examinar o valorar un objetivo diferente. Por
ejemplo, consideremos un niño que está teniendo visitas difíciles con sus
padres biológicos (está en acogida) debido al conflicto que tiene con un
hermano. El objetivo del niño puede ser “que desaparezca mi hermano” Mientras
nos mostramos comprensivos (es importante validar lo que siente), ayudamos al
niño a considerar objetivos alternativos.
Paso 4.3. Generar ideas acerca de posibles opciones
Ayudar al niño a generar todas
las ideas que le sean posibles. Es crucial en este punto abstenerse de comentar
ninguna de las posibles opciones. Por ejemplo, si le preguntamos a un niño las
diferentes maneras en las que él podría manejar un conflicto en el colegio y
en la lista del niño aparece pegar, lanzar una piedra, escaparse, etc. todas
ellas van a la lista.
Tener en mente en este paso que
nosotros no estamos tratando de encontrar la mejor solución. Estamos tratando de
iluminar al niño sobre que hay soluciones y que los niños pueden hacer opciones
(Esto es un aspecto muy trascendente para los niños traumatizados porque en las situaciones del
pasado en las que se pudieron ver o sentir amenazados por la violencia u otros
peligros para su integridad física o psicológica, no podían, a menudo, hacer
ninguna opción) Por ejemplo, golpear a alguien es una solución, pero casi
siempre hay alternativas.
Si un niño es incapaz de generar
ninguna posible solución, tenemos dos opciones: continuar con los pasos
siguientes, evaluando las consecuencias y luego regresar y buscar nuevas
alternativas. O tratar de generar unas cuantas más con el niño en este momento
(Le podemos decir: “Me pregunto si podemos pensar en otras ideas que no sean
golpear al alguien”)
Para la semana próxima, la cuarta
y última parte. Como podemos ver, este programa es detallado y va bien
explicado. Es muy meritorio el trabajo de estas autoras. Fomenta en los niños la reflexión, el parar y pensar, estimulando
las zonas del cerebro que tienen que ver con estas funciones, pues ya sabemos
que los niños traumatizados se mueven y actúan primero para pensar después. En
sus vidas han estado presentes muchas amenazas para su seguridad, a unas edades
en las que más que nunca se necesita la base segura que otorga un cuidador
competente, reflexivo, sensible y permanente. Es por ello por lo que debemos de
tratar de no atacar ni criticar su impulsividad o su sistema de alerta aún no
apagado. Tuvo valor de supervivencia. Debemos de comprenderlo. Y después,
ayudarles a darse cuenta de que el peligro ya pasó y hacerles tomar conciencia
de que ahora necesitan aprender a dar respuestas pensadas. Y para eso estamos
nosotros, para guiarles y acompañarles en este camino, enseñándoles estas
herramientas que mejoran sus funciones ejecutivas.
2 comentarios:
Buenos días José Luis,
Hace mucho que no entraba en el blog. Fín de curso...
Como siempre, todas las entradas interesan. Lo difícil es llevar a la práctica algunas de las ideas.
Con niños tan reactivos, a veces es complicado introducir una propuesta para parar, pensar, expresar. Algunos estan tan enfadados que parece "que no se dejan".
Soy consciente de que manejar estos recursos en medio de un grupo-clase de 26 alumnos no siempre es posible, y me siento un poco impotente porque sé que hay formas de atenderlos...
Grácias
Un cordial saludo,
Chedi
Si que es cierto que para una propuesta de grupo es complicado aplicar este programa (y en fin de curso, más, no? ;) El formato individual es el más indicado, y aplicarlo después de que hay una relación de confianza y seguridad con el niño. Algunos pueden estar muy alterados y necesitarían primero un periodo de trabajo para la estabilización emocional. Pero bueno, creo que las ideas que las autoras exponen para ayudar al niño a hacer un proceso de respuesta y no reacción, es bueno, sólo que como toda técnica, es necesario buscar el momento y el formato más adecuado. Gracias Chedi por tus comentarios.
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