lunes, 24 de junio de 2013

Buenos tratos se despide hasta el 9 de septiembre con una reflexión de fin de curso ¡Hasta pronto!


Buenos tratos se despide, con esta última entrada, hasta septiembre. El día 9, volveremos a iniciar la temporada. Será la séptima. Parece mentira pero... ¡va pasando el tiempo desde que en el 2007 comenzáramos esta maravillosa andadura que es escribir en un blog y compartirlo con vosotros/as! Buenos tratos ha ido creciendo, y vosotros/as me habéis ido dando la confianza necesaria para continuar, año a año, con los temas que tanto nos apasionan. Os doy las gracias por vuestro apoyo, fidelidad, interés, motivación y entusiasmo. Sin vosotros/as, nada de esto tiene sentido. Me satisface comprobar que mes a mes va aumentando el número de visitas.

Buenos tratos descansa, aunque su autor, servidor, aún continuará su trabajo en la consulta hasta finales de julio. El día 9 de septiembre vuelven las entradas temáticas sobre apego, resiliencia y trauma.

Sabéis que me gusta hacer balance. Este año hemos centrado nuestros esfuerzos en ofreceros a los padres, madres y familias adoptivas y acogedoras una psicoeducación que os ayude a comprender y tener pautas para poder tratar adecuadamente a vuestros niños y niñas. También este año ha sido especial y entrañable para mí porque celebramos las primeras jornadas formativas presenciales, el pasado mes de marzo, en Donostia, tituladas: “I Conversaciones sobre Apego y Resiliencia infantil”. Fueron un éxito de asistencia y participación que no me esperaba y que desbordó el aforo de la sala. Pudimos conocernos en persona muchos y muchas de los que nos citamos aquí, en estas páginas. Si tengo tiempo y fuerzas, contad con que el año próximo se volverán a celebrar. Fue un lujo aprender con todos/as los ponentes, así como ver reunidos/as en una sala a padres, madres, educadores, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales… Pudimos aprender e intercambiar conocimientos y experiencias. En la segunda edición potenciaré vuestra participación porque no hubo demasiado tiempo para debatir y conversar. Y ello fue debido a que hubo demasiadas comunicaciones y conferencias.

Este curso 2012/13 vio la luz también el libro “Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)” Tenía muchas ganas de que este abordaje terapéutico se diera a conocer en lengua castellana porque no hay demasiado publicado. Y teniendo en cuenta la idoneidad de la técnica para trabajar con niños/as y adultos con trastornos del apego y historias de vida traumáticas, ésta no podía quedar sin divulgar. Agradezco a todos/as los/as que me habéis escrito con comentarios y sugerencias en torno al mismo.

Este año hemos ido aprendiendo (y yo de la mano con vosotros/as) más sobre apego, trauma y resiliencia. Ya sabéis que lo que voy leyendo, investigando y experimentando en mi trabajo y con mis colegas, lo voy trayendo aquí para que todos/as nos beneficiemos. La idea es seguir el curso próximo (2013/14) ofreciendo entradas con temas similares a los de este año. La psicoeducación seguirá, por supuesto. Y autores como Louis Cozolino (que este curso no hemos hecho más que empezar a degustar. Este verano voy a continuar leyendo el libro que os anuncié hace unas semanas y, en septiembre, os hablaré de lo que aprenda. La entrada que dediqué a la neurobiología del apego de la cual este autor habla ha gustado mucho) y otros que nos marcan el camino, también. Las estrellas van a seguir siendo el apego, el trauma y la resiliencia.

Además, el curso próximo, como éste, os iré anunciando distintas formaciones que se vayan organizando y las novedades editoriales que vaya descubriendo en relación a nuestros temas favoritos.

Y, finalmente, introduciré como novedad incluir en el blog entradas -que yo denomino más vivenciales- donde os contaré mis experiencias profesionales desde la práctica tratando de engranarlas con la teoría, claro.

Como colofón a este curso, os ofrezco el texto que una joven estudiante de psicología llamada Larraitz Gorrotxategi ha elaborado recogiendo lo que ella ha aprendido de las Conversaciones sobre apego y resiliencia que celebramos el pasado mes de marzo en Donostia. Me parece una excelente aportación y la mejor manera de poner el broche final a este curso. Me satisface comprobar cómo las jóvenes generaciones de profesionales se interesan por estos temas, asistiendo a formaciones y elaborando, como en este caso, una reflexión que a todos/as nos va a parecer muy interesante y necesaria. Me la envió para que la leyera y valorara y como me ha parecido de calidad, la quiero divulgar y compartir con todos/as vosotros/as, a la par que le felicito a Larraitz por haberse sentado a pensar sobre las jornadas. Yo creo que merece la pena que le dejéis vuestros comentarios, se lo merece.

Dice así:

"El niño bien tratado, con un entorno apropiado y sus necesidades cubiertas  a nivel fisiológico, psicológico y emocional se beneficia en su desarrollo durante toda su vida. Aprende a  interactuar con sus semejantes, con sus progenitores, en el dominio escolar, a auto-regular sus emociones, es consciente de su identidad y se impregna ya desde el vientre materno de los estímulos que le ofrece su entorno. Estas necesidades cubiertas le ayudarán a tener un buen desarrollo y a que se pueda enfrentar a las adversidades, logrando un funcionamiento adaptado en la vida. La seguridad, la protección, los buenos tratos, la empatía, los límites con cariño y coherencia, las figuras constantes, una educación… Con todo ello el ser humano logra construir  su personalidad mediante un apego seguro.

Los buenos tratos influyen en el cerebro durante su crecimiento. Desde el vientre hasta los 18 meses son muy importantes las interacciones con el entorno ya que la red neuronal se va desarrollando al mismo tiempo que el bebé, creando el vínculo de apego y contribuyendo así a la conformación de la personalidad. Las neuronas, mediante la sinapsis, se enlazan unas con otras gracias a los estímulos gratificantes que el niño recibe, incrementándose sus  capacidades como, por ejemplo, el lenguaje, la motricidad, las emociones y motivaciones.

Desde que un niño nace depende de las capacidades que tienen sus cuidadores, del trabajo en red de las organizaciones, de los profesionales, del entorno escolar, de la vecindad, del estado… Y todo ello debe estar coordinado en favor de los buenos tratos en una misma dirección y en adecuada sintonía, priorizando el bienestar del niño y del adolescente... En los casos en los que no se ha ejercido un buen trato con los más vulnerables -que son los niños-, su desarrollo -y la visión de sí mismos- son afectados por la falta de cuidados y protección.

La protección de un niño es una prioridad del sistema social, la cual debe de atenderse poniendo todos los recursos humanos y materiales necesarios para minimizar en lo posible las repercusiones que en su desarrollo tienen los malos tratos, el abandono, el abuso y la negligencia. Los  niños y adolescentes reflejan las consecuencias de sus carencias y de sus experiencias traumáticas mediante sus conductas. Asimismo, el estado, para reparar el daño, debería proporcionar y poner al alcance del menor de edad una red de profesionales que ayuden a que éste elabore que es víctima y no culpable. Si la red es negligente, una de las consecuencias que se derivan es no evitar que los niños convivan en un entorno inadecuado. Proteger al niño es lo más importante, su derecho a  tener infancia, el derecho de tener buenos tratos. Estos niños sin infancia, aunque crezcan y cumplan años, su proceso madurativo no es el mismo que un niño que ha tenido su infancia con apego seguro. Pasarán los años y el niño se convertirá en adulto.  Un adulto que debe cumplir las normas como el resto, que tiene que adaptarse a éstas porque si no es así, el propio sistema le castiga. Desde luego que cada acción tiene sus consecuencias, siempre que sean coherentes y enseñen a reparar el daño. Es importante que el sistema coopere con el niño ayudándole a reconstruir su pasado (su identidad), dándole pautas para una buena adaptación, conducirle a una buena meta. Creo que las normas están para cumplirlas, no lo dudo, pero solo centrarse en ellas cuando al niño no se le ha enseñado que además de normas, es sujeto de derechos es una incongruencia. La negligencia de un sistema social que puede caer en contradicción: después de no proteger adecuadamente pide que el sujeto se adapte y asuma las normas sociales.

El adulto que no ha trabajado sus traumas, inconscientemente, vive sus miedos a través de los demás, y es que ya desde el vientre materno se tiene memoria corporal, de tal forma que el cuerpo nunca olvida y las sensaciones vividas desde entonces acribillan desde el lado más inconsciente. Por ello, un trauma bien trabajado ayuda a afrontar y procesar las experiencias adversas, aunque no se recuerden. Desde los 3 años ya hay memoria consciente; por lo tanto, los sucesos se registran y no se olvidan, ya que se guardan en nuestro inconsciente. El cerebro aparta aquellas situaciones traumáticas provocando reacciones conductuales, emocionales y sensoriales para encontrar una manera de adaptarse. El cerebro mantiene en un rincón esos registros y a veces aparecen en forma de pesadillas, de miedos, de rabia… Los traumas no solucionados, en suma, evocan en el cerebro un estado de alerta y conllevan conductas generadas por las emociones que se sintieron en aquel mismo instante del pasado.

El trauma es el resultado de experiencias negativas y terribles que provocan dolor, evocan sensaciones, hacen sentir vulnerabilidad, incapacidad… Es una herida abierta que se puede cerrar gracias a la resiliencia del individuo, a una asistencia psicoterapéutica, a un vínculo de apego seguro, al trabajo del mismo paciente para solucionarlo y su fuerza vital para seguir adelante llevándole a un bienestar y no a desarrollar tendencias destructivas. La felicidad se caracteriza por el poder de superación que uno tiene ante las adversidades, es un triunfo.

EL  BUEN TRATO NO ES UN GASTO SOCIAL ES UNA INVERSION PARA EL FUTURO."


¡Hasta el 9 de septiembre! ¡Gracias, una vez más, a todos/as. Os deseo que paséis unas buenas vacaciones de verano! Cuidaos, cuidad de los vuestros/as y disfrutad de la vida.

lunes, 17 de junio de 2013

Psicoeducación para familias adoptivas y acogedoras. Las funciones ejecutivas: herramientas para desarrollarlas (IV y final)

Con esta entrada, ponemos punto final a esta serie de posts que nos han orientado y enseñado acerca de las funciones ejecutivas. Hoy nos corresponde finalizar el paso 5 y el paso 6 de este programa propuesto por Blaustein y Kinniburgh en su libro: “Treating traumatic stress in children and adolescents” Una auténtica joyita porque es un manual que aborda un plan de tratamiento completo para niños traumatizados dividiendo el trabajo a hacer en distintos bloques, secuencialmente, e implicando en el programa también a las familias y profesionales. Ofrece, además, un material psicoeducativo fantástico para trabajar con el menor de edad y las familias cada uno de los bloques. También para grupos de niños y adolescentes.

Para que el niño (a partir de los nueve/diez años es ideal este trabajo) o el adolescente puedan monitorizar su propio proceso interno con el fin de que guíen sus conductas hacia actuaciones que supongan un mayor manejo de sus emociones e impulsos, necesitan aprender a tomar conciencia sobre cómo es este proceso de planificación en la toma de decisiones. Algo que nosotros hacemos de una manera más rápida, ellos precisan aprender a darse cuenta y hacerlo de una manera consciente, con el fin de que puedan hacer opciones reflexionadas, evaluando las consecuencias y comprobando los resultados. Estamos, en suma, potenciando sus lóbulos frontales.

Soy consciente de que, quizá, sea un programa más pensado para que lo ejecuten los profesionales que las familias. Éstos pueden extraer de este programa grandes utilidades. Pero creo que las familias pueden también aprender, al menos, la esencia de cómo hacer un proceso guiado que acompañe en la planificación y regulación de la conducta ante situaciones desafiantes que a los menores de edad se les presentan en la vida cotidiana.

Continuaremos refiriéndonos a este libro en lo sucesivo porque es excelente Agradezco desde estas líneas a Maryorie Dantagnan por haberme informado de su existencia; las “picadas “de Maryorie son siempre magníficas. Lástima que para los que no sepan inglés no esté disponible en castellano.

Paso 5. Evaluar todas las posibles consecuencias (buenas y malas) de cada solución y después hacer una elección.

Todas las opciones tienen consecuencias, buenas y malas. “Cada elección que hacemos tiene consecuencias –algunas veces éstas son buenas, otras veces no tan buenas, y algunas veces ambas- Si tú decides ayudar a tu madre en las tareas del hogar ambos os podéis sentir mejor pero podrías no tener tiempo para ver tu serie favorita. O si decides golpear a alguien, podría hacerte sentir mejor, pero probablemente te veas envuelto en problemas”

Hacer una opción. “Algunas veces no hay una opción perfecta. Normalmente podemos darnos cuenta de qué elecciones buenas hay, basándonos en lo que quieres que ocurra o en lo que quieres que no ocurra”

Objetivo: Apoyar al niño en la evaluación de los resultados de tal modo que él sea capaz de elegir las soluciones al servicio de los objetivos acordados

Cómo:

Paso 5.1. Evaluar cada una de las posibles consecuencias para cada idea generada.

Trabajar con el niño para evaluar cada idea de la lista. Es importante reconocer que la mayoría de las opciones tienen ambas –potencialmente- consecuencias positivas y negativas.

Prestar atención a las consecuencias inmediatas y futuras. Ayudar al niño a pensar no simplemente en lo que pasará en el momento sino lo que puede ocurrir más tarde como resultado de la opción.

Ir a través de este proceso para todas las soluciones que el niño haya generado.

Paso 5.2. Basándonos en las consecuencias potenciales, ayudar al niño a hacer una opción.

Ayudar al niño a activamente examinar todas las opciones. “Dada una situación, el objetivo, la posible recompensa y las posibles consecuencias, ¿cuál parece ser la mejor opción para ti ahora?”

Ayudar al niño a examinar combinaciones: “Algunas veces, la mejor opción supone hacer diferentes cosas. Por ejemplo, uno de los objetivos puede ser expresar tus sentimientos y otro buscar apoyo. ¿Tiene más sentido escoger opciones que te ayuden a ambas cosas o necesitas priorizar una sobre la otra?”

Nombrar las consecuencias de las opciones negativas, pero no implicarse en una lucha por el poder. Ser conscientes de que los niños pueden seleccionar una opción negativa, incluso después de haber hecho este proceso. Reconocer que esta puede ser la elección que a él le gustaría realmente llevar a la práctica, pero incidir en que hacerla significará que él tendrá que aceptar las consecuencias. Enfatizar las consecuencias incrementa la toma de conciencia y la responsabilidad y el control personal. Algo que vengo observando que sucede con mucha frecuencia en mi trabajo con las familias es que éstas no permiten que los niños o jóvenes experimenten y aprendan de ello. Quieren, por sobreprotección, que los niños elijan lo que las familias desean (a veces la elección de la familia es más sensata) Pero no permitimos el aprendizaje ni que la consecuencia enseñe.

Ayudar al niño a ser realista en su cálculo o estimación. Algunas opciones suenan como positivas pero serán difíciles de implementar. Por ejemplo, en la elección de un problema que tiene que ver con un conflicto entre iguales, un niño decide que la mejor alternativa es “no ponerse furioso” Entonces podemos:

Normalizar la emoción. “Bien, yo creo que es realmente difícil tener a alguien al lado gritándote y no sentirte un tanto furioso. ¿Recuerdas que hemos hablado acerca de que es bueno tener todos los sentimientos para poder hacer opciones adecuadas? Tratar de apartar tus sentimientos no es realmente bueno para ti, porque tus sentimientos llegarán por otras vías o caminos.”

Identificar una manera segura de afrontar o manejar la emoción y todavía poder alcanzar el objetivo. Para situaciones que implican dificultades con el afecto, integrar estrategias que suponen habilidades de auto-regulación (ya las vimos en otro post de psicoeducación) dentro del proceso de elección de alternativas.

Paso 6. Implementar y evaluar las soluciones y revisarlas según sea necesario.

Enseñar al niño a:

Hacer una prueba. “Nosotros nunca sabemos cuándo es la mejor opción, y no siempre prevemos lo que va a ocurrir. Algunas veces tenemos que experimentar. Eso significa escoger la que pensemos que es la mejor solución y hacer una prueba”

Evaluar los resultados. “Una vez que hemos probado algo, nosotros podemos decidir si hicimos la elección correcta. Nosotros podemos siempre retroceder e intentar algo más o escoger una solución diferente la próxima vez”

Objetivo: Apoyar al niño a implicarse activamente en las elecciones y luego reflejarle acerca de ello.

Cómo:

Paso 6.1. Proceder o llevar adelante la opción

El objetivo aquí es que los niños implementen la opción que ellos han hecho. Esto es, en muchos sentidos, el paso más difícil. A los niños les resulta difícil generalizar del espacio seguro con nosotros a la vida real.

Anticipar: Trabajar con el niño la identificación de los factores que incrementarán la posibilidad de éxito, así como los posibles obstáculos. Ayudar al niño a pensar en las maneras de incrementar los factores positivos y reducir o afrontar los obstáculos.

Rol-palying. Se puede hacer con el niño un juego de papeles, ayudando a practicar realizando la opción elegida. Usar el rol-playing para actuar diferentes escenarios y resultados.

Hacer equipo. Ayudar al niño a obtener éxito captando otros recursos. Darle sugerencias al niño como: “¿Con quién estaría bien hablar para que te ayude con esto?” Podemos implicar a profesores, educadores, cuidadores u otras personas de la red del niño para que apoyen la puesta en práctica.

Experimentar. Para evitar desalentarse si no sale bien, tratar de verlo como un experimento del cual podemos aprender. Enseñar al niño que nadie puede predecir completamente los resultados de una nueva acción o conducta. Los niños pueden observar los resultados y después informar.

Paso 6.2. Evaluar los resultados y revisarlos según sea necesario.

En las situaciones en las que el niño vaya a intentar una nueva solución, es importante echar un vistazo a lo que pasó. Celebrar los éxitos.

Incluso si la opción no funcionó, reforzar cualquier intento que el niño haya hecho para implementar una solución positiva.

Si la opción implementada no fue satisfactoria, trabajar con el niño para identificar críticamente y evaluar posibles obstáculos. ¿Sucedió que la solución no era la adecuada? ¿Era el momento? ¿Sucedió que los sentimientos del niño fueron tan fuertes que éste no pudo recordar la opción en el momento? Ayudar de nuevo a encontrar soluciones.

Esta psicoeducación también nos interpela sobre la gran necesidad que tienen nuestros niños de que les proporcionemos herramientas y les enseñemos a llevarlas a la práctica. Para ello precisamos dedicarles tiempo, tener paciencia, perseverancia y gestionar nuestras propias emociones como padres y madres.

Espero que os haya gustado, y que os sea útil.

En un futuro, volveremos a tratar este tema de las funciones ejecutivas, y el de la psicoeducación también.

Hasta la semana próxima / Urrengo aste arte. Cuidaos /zaindu

lunes, 10 de junio de 2013

Psicoeducación para familias adoptivas y/o acogedoras. Las funciones ejecutivas. Herramientas para desarrollarlas (III)

Retomamos el programa de seis pasos para trabajar las funciones ejecutivas con los niños. En la entrada de hace dos semanas, nos quedamos en el paso dos. En esta tercera parte, nos vamos a centrar en los pasos 3 y 4.

Como ya sabéis, el programa es de las autoras Blaustein y Kinniburg en su libro “Treating traumatic stress in children and adolescents”

Paso 3: Identificar y comprender el problema

Enseñar al niño a:

Llegar a la raíz del problema. “Una vez que tú sabes que no estás realmente en peligro, puedes tomarte el tiempo que necesites para darte cuenta de lo que está pasando realmente. Las emociones vienen de algún lugar” – Le decimos al niño.

Aprender a ser un “detective de los problemas”. Una vez que el niño puede reconocer que él está sintiendo algo, enseñarle a identificar exactamente cuál es el problema.

Una situación es generalmente “un problema” pues el niño se siente infeliz por algo, porque alguien está infeliz o mal con él, o ambas.

Le podemos ayudar con preguntas concretas:

¿Cuándo te has dado cuenta de que sentías ese sentimiento negativo en tu estómago?

¿Con quién estabas?

¿Qué es lo que estabas haciendo?

¿Dónde lo estabas haciendo?

O también podemos guiarle con preguntas como:

¿Qué te hizo pensar que tu padre estaba enfadado?

¿Qué es lo que estabas haciendo?

¿Qué es lo que él estaba haciendo?

Es importante que el niño, en la medida que sea posible, identifique cuál es el problema (así como la posible solución) Hay que ayudarle, como vemos, con claves.

Paso 4. Técnica de la “tormenta de ideas” Identificar posibles soluciones. ¡No desechar nada al principio!

Enseñar al niño a:

La señal para saber que hay un problema es ser capaz, activamente, de lidiar con él. “Una vez que tú sabes que hay un problema, tú puedes hacer una opción o elección activa, en vez de sólo REACCIONAR” – Le decimos.

Hay siempre más de una opción. “Muchas veces, los niños sienten que ellos no tienen elección cuando las cosas las sienten muy intensas. Pero –casi la mayor parte de las veces- hay opciones, incluso si la opción es no hacer nada” – Le añadimos al niño.

Algunas veces, la opción es darse cuenta de qué sucede dentro de nosotros, en vez de llevar adelante una acción. “Muchas veces la opción que hacemos es trabajar para darnos cuenta de qué sentimos o pensamos sobre algo, más que llevar adelante una acción o comportamiento ante una situación. Por ejemplo, si nosotros estamos ante una situación que no podemos cambiar, nuestra opción puede ser: (a) sentirnos enfadados, o (b) trabajar para aceptar la situación, pensando en qué podría hacernos sentir mejor, pensando en el futuro, una vez que la situación haya acabado” – Le decimos al niño.

Objetivo: Ayudar al niño a identificar algunas posibles soluciones, para que ellos puedan hacer una elección activa.

Cómo:

Paso 4.1. Nombrar y validar la opción actual.

Si la opción ya ha sido tomada (por ejemplo, el trabajo se está haciendo como consecuencia de una situación), es importante primero nombrar la opción que el niño ya haya hecho y después reconocerla (Si vemos que no fue lo más acertado, validar siempre que él hizo una opción; y después, guiarle a pensar si puede haber otro tipo de alternativa, analizando la consecuencia a la que le llevó la opción que él hizo)

Paso 4.2. Identificar el objetivo

Cada situación tiene diferentes objetivos. Las elecciones que hagamos en una situación difícil dependerán de cuál sea nuestro objetivo (por ejemplo, si un niño tiene problemas porque se ha peleado con un compañero en la escuela, el objetivo puede ser enseñar al niño a calmarse de esa excitación para que pueda encontrar maneras de resolver el problema, o pensar en diferentes soluciones para la próxima vez)

Ayudar en concreto al niño a identificar lo que él está pensando en alcanzar: expresar sus sentimientos, buscar ayuda, evitar una consecuencia, obtener un reconocimiento, reparar una situación en la que no estuvo bien o causó un perjuicio...

Si el objetivo del niño no se nos antoja realista, ayudarle a examinar o valorar un objetivo diferente. Por ejemplo, consideremos un niño que está teniendo visitas difíciles con sus padres biológicos (está en acogida) debido al conflicto que tiene con un hermano. El objetivo del niño puede ser “que desaparezca mi hermano” Mientras nos mostramos comprensivos (es importante validar lo que siente), ayudamos al niño a considerar objetivos alternativos.

Paso 4.3. Generar ideas acerca de posibles opciones

Ayudar al niño a generar todas las ideas que le sean posibles. Es crucial en este punto abstenerse de comentar ninguna de las posibles opciones. Por ejemplo, si le preguntamos a un niño las diferentes maneras en las que él podría manejar un conflicto en el colegio y en la lista del niño aparece pegar, lanzar una piedra, escaparse, etc. todas ellas van a la lista.

Tener en mente en este paso que nosotros no estamos tratando de encontrar la mejor solución. Estamos tratando de iluminar al niño sobre que hay soluciones y que los niños pueden hacer opciones (Esto es un aspecto muy trascendente para los niños traumatizados porque en las situaciones del pasado en las que se pudieron ver o sentir amenazados por la violencia u otros peligros para su integridad física o psicológica, no podían, a menudo, hacer ninguna opción) Por ejemplo, golpear a alguien es una solución, pero casi siempre hay alternativas.

Si un niño es incapaz de generar ninguna posible solución, tenemos dos opciones: continuar con los pasos siguientes, evaluando las consecuencias y luego regresar y buscar nuevas alternativas. O tratar de generar unas cuantas más con el niño en este momento (Le podemos decir: “Me pregunto si podemos pensar en otras ideas que no sean golpear al alguien”)

Para la semana próxima, la cuarta y última parte. Como podemos ver, este programa es detallado y va bien explicado. Es muy meritorio el trabajo de estas autoras. Fomenta en los niños la reflexión, el parar y pensar, estimulando las zonas del cerebro que tienen que ver con estas funciones, pues ya sabemos que los niños traumatizados se mueven y actúan primero para pensar después. En sus vidas han estado presentes muchas amenazas para su seguridad, a unas edades en las que más que nunca se necesita la base segura que otorga un cuidador competente, reflexivo, sensible y permanente. Es por ello por lo que debemos de tratar de no atacar ni criticar su impulsividad o su sistema de alerta aún no apagado. Tuvo valor de supervivencia. Debemos de comprenderlo. Y después, ayudarles a darse cuenta de que el peligro ya pasó y hacerles tomar conciencia de que ahora necesitan aprender a dar respuestas pensadas. Y para eso estamos nosotros, para guiarles y acompañarles en este camino, enseñándoles estas herramientas que mejoran sus funciones ejecutivas.

Cuidaos / Zaindu

lunes, 3 de junio de 2013

El fascinante mundo de la neurobiología del apego de la mano de Louis Cozolino

Tal y como os adelanté, esta semana os hablo de un libro y un autor que me están apasionando. Me refiero a Louis Cozolino y su obra: “The neuroscience of Psychotherapy. Healing the social brain” El libro viene prologado por uno de los grandes: Daniel Siegel. Así pues, ya sabemos que lo que nos espera es de altísimo nivel.

El libro me ha venido recomendado por la doctora y profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, Bárbara Torres. Como muchos ya sabéis, tuvo la deferencia de participar y compartir con nosotros sus especializados conocimientos sobre el apego en las pasadas “I Conversaciones sobre Apego y Resiliencia Infantil” que celebramos en San Sebastián. Para mí fue muy emotivo presentar a Bárbara pues fue mi profesora de psicopatología cuando yo daba mis últimos pasos como estudiante y ella los primeros como profesora. Entre puerta y puerta, estuvimos charlando un rato y fue cuando me lanzó esta recomendación. Prometió mandarme las referencias bibliográficas de este autor por correo electrónico; y, en efecto, el mismo lunes a la mañana post jornadas las tenía en la bandeja de entrada de mi programa de correo electrónico. Evidentemente, teniendo en cuenta que la recomendación viene de Bárbara y lo mucho que sabe sobre apego y psicología, ese mismo día encargué el libro. He comenzado su lectura y os puedo decir que es una maravilla. Desde estas líneas, le agradezco enormemente a Bárbara la “picada” (como llaman en Chile a las cosas buenas que se comparten) que me ha ofrecido/nos ha ofrecido, pues yo también voy a compartir con vosotros lo que vaya descubriendo.

Entre lo mucho que se puede decir de esta obra, hoy voy a introducir el concepto que el autor propone llamado Programación ambiental. Nos vamos a referir sobre todo a una experiencia que puede considerarse uno de los muchos prodigios de la vida humana: cómo los cuidados maternos influyen en el cerebro del bebé y lo modelan y estructuran a través de lo que llamamos el vínculo de apego. ¿Qué ocurre neuroquímicamente? De eso vamos a dar cuenta. Habrá muchas palabras que probablemente los legos en la materia no alcanzaréis a entender porque nos referiremos a neurotransmisores que, como sabéis, aluden a la neuroquímica del cerebro. Pero creo que no importa no entender todo; lo verdaderamente importante es captar la esencia de lo que pasa internamente a nivel cerebral y corporal: la neuroquímica danza armónicamente al compás de la música que los cuidados competentes marcan y como consecuencia se produce un desarrollo positivo. ¿Con qué lo compararíamos? A mí me recuerda a uno de los genios de la música que quizá haya sido capaz como ningún otro de hacer fluir la música de tal manera que puede considerarse la expresión física de la armonía: Bach. En este superdotado compositor, cuando lo escuchamos, la música es el resultado final de un entretejido de notas, compuestas magistralmente, que se siguen unas a otras en un ritmo fluido. A mí se me antoja la mejor alegoría de lo que son los mecanismos epigenéticos: la expresión genética puede modificarse en interacción con el medio ambiente. La expresión genética sigue una danza tan equilibrada y continua como la música de este compositor -cuando un ambiente favorecedor la propicia, claro-.

Cozolino recoge abundante investigación que nos demuestra la enorme influencia que los cuidados (y la ausencia de ellos) maternos tiene en el cerebro del ser humano. Tras escuchar este concierto, os resumo y traduzco del inglés sus descubrimientos. ¡Ah, se me olvidaba!: hay esperanza. Porque aunque la ausencia de cuidados maternos deja secuelas, éstas  –nos dice Cozolino- se pueden revertir.

Escuchad el Concierto de Branderburgo nº 3 de Bach. Además de relajaos un rato, os ayudará a poner música e imagen a lo que Cozolino nos va a contar. Fijaos especialmente en cómo se mueven los músicos, lo armónico y equilibrado que resulta todo. Pura belleza. 



Transcribo los trabajos de Cozolino así como la recopilación de autores a los cuales va citando: “El trabajo de Meaney y otros nos ha proporcionado amplia evidencia de que las madres ratas transmiten sus genes mediante el ADN y modelan la expresión de los mismos mediante sus conductas. Programación ambiental es un término utilizado para describir esta orquestación (de ahí a que lo compare con Bach) de los factores epigenéticos durante el desarrollo. Además, dos mecanismos en cuanto a la herencia existen: cambios lentos a través de muchas generaciones mediante la mutación y la selección natural, y cambios rápidos en la expresión genética durante cada generación. Esta investigación, además, nos ha revelado las tres principales maneras en las cuales la conducta materna impacta las variaciones en la estructura cerebral –aprendizaje y plasticidad, la habilidad para manejar el estrés y posteriormente, la conducta materna en la vida adulta-“

“La expresión genética está programada mediante la experiencia (…) En efecto, el genoma es como un teclado mientras que los procesos químicos seleccionan las notas que se van a tocar. Uno de los procesos químicos se llama metilación. La metilación es un proceso mediante el cual un grupo metilo se añade al ADN (Nota: Puesto que la metilación es fundamental en la regulación del silenciamiento de los genes, puede provocar alteraciones en la transcripción genética sin necesidad de que se produzca una alteración en la secuencia del ADN) Los cuidados maternos de las ratas consistentes en bajas conductas de lamido a las crías y de acicalamiento traen como consecuencia un incremento de la metilación del receptor glucocorticoide, decreciendo la expresión de dicho receptor (Nota: El receptor de glucocorticoides es expresado en casi todas las células del cuerpo humano y regula genes implicados en desarrollo, metabolismo y respuesta inmune) Consecuencia de todo ello: aumenta la respuesta al estés. Sin embargo, unas conductas adecuadas de lamido/acicalamiento a las crías rata (en suma, cuidados maternos) regula esta respuesta al estrés. Como podemos comprobar, si mostramos afecto a nuestros bebés y niños, estamos construyendo cerebros más resilientes, una expresión de la variación genética que haría sonreír a Lamarck (el autor que fundó la biología)- apunta Cozolino.

El nivel de atención materna ha revelado que puede tanto estimular como silenciar la expresión de los genes en los ámbitos del crecimiento neuronal y la plasticidad cerebral la modulación del eje hipotálamo-pituitario-adrenal (que como ya sabéis es un eje que regula las reacciones al estrés) y programa la conducta materna futura (esto último, como veis, tiene una trascendencia enorme)

Louis Cozolino
En esencia –prosigue Cozolino- las ratas que recibieron una mayor atención materna tienen cerebros que son más robustos, resilientes y capaces de criar o dar cuidados que otras que no la recibieron. Estas ratas son capaces de aprender rápido y mantener los contenidos en la memoria durante más tiempo. Estas ratas son menos reactivas al estrés y además pueden usar sus habilidades para aprender con niveles de activación más altos y a través de situaciones más difíciles. Sufrieron menos los daños de los efectos del cortisol (hormona del estrés) mediante una regulación del mismo más rápida después de un evento estresante. Y finalmente, las hembras que se hicieron mayores como madres más atentas pasaron sus características positivas a sus crías. Los mecanismos –aclara Cozolino- de la asociación en humanos entre el apego temprano seguro y mentes y cuerpos más saludables es probablemente similar pero más compleja” (Creo que entre otras muchas conclusiones, podemos intuir porqué nuestros niños son tan vulnerables y reactivos ante distintos retos de la vida como, por ejemplo, el estudio)

La separación de las madres tiene efectos opuestos: las mismas áreas que son reguladas positivamente con la atención materna son reguladas negativamente ante su ausencia. La deprivación de la atención materna incrementa la muerte neuronal y de las células gliales (éstas son unas células que actúan de soporte o apoyo a las neuronas), reducen la expresión de los genes, e impacta en la habilidad para aprender de las ratitas. La separación de la madre también incide en la reducción de los receptores inhibidores del GABA (receptor gamma-aminobutírico principal neurotransmisión implicado en la modulación de la ansiedad) en el locus coeruleus (una zona del cerebro), aumentando la secreción de adrenalina en reacción al estrés mientras que reduce las propiedades ansiolíticas de los receptores de la benzodiacepina en la amígdala (un órgano situado en el sistema límbico que es como una pequeña almendrita e implicado en múltiples respuestas emocionales entre ellas la regulación de la ansiedad, el miedo y la ira) Una disminución de los receptores de cortisol en el hipocampo (otra estructura cerebral implicada en las funciones de la memoria) también perjudica el sistema de inhibición del estrés disparando la producción de cortisol. Hay descubrimientos paralelos en humanos donde la deprivación materna mediante la separación resulta en un decremento del funcionamiento cerebral, mayores niveles de ansiedad y dificultades con el apego.

Estos y otros estudios apoyan la creencia de que la reacción del cerebro a la atención materna no es una teoría abstracta sino un fenómeno muy bien documentado. De hecho, cerca de 900 genes han sido descubiertos que son diferencialmente expresados en función de la cantidad de atención y cuidados maternos recibidos. Y no hay ninguna razón para creer que la expresión del control epigenético por parte de la madre no haya sido conservada en primates y humanos (¡Es impresionante el efecto que los cuidados tienen sobre la biología del cerebro!)

Y un esperanzador final que nos tiene que ayudar y animar a seguir trabajando con los niños víctimas de abandono y malos tratos:En un apasionante giro, se ha descubierto que las intervenciones biológicas y los ambientes ricos físicos y sociales pueden revertir los efectos de los bajos niveles de atención maternal y deprivación temprana tanto en la actividad del eje hipotálamo-pituitario-adrenocortical y en la conducta. Desafortunadamente, el estrés crónico o el trauma en la adolescencia o la vida adulta pueden también revertir los efectos positivos de los niveles altos  de atención materna temprana, configurando un cerebro que se parece a uno que fue deprivado de atención materna en los primeros años de vida. Todos los estudios apoyan la noción de que nuestros cerebros son capaces de una adaptación continua en ambas direcciones (positiva o negativa) Una psicoterapia exitosa, que cree una relación de apoyo, puede ser capaz de desencadenar la expresión genética de un modo que puede hacer disminuir el estrés, mejorar el aprendizaje y crear un puente hacia nuevas relaciones más saludables”

En este camino estamos todos/as. Magníficas las contribuciones de Cozolino. Seguiremos en un futuro hablando de él y de su libro.

Cuidaos / Zaindu