lunes, 29 de abril de 2013

Los daños que el desamor provoca en el cerebro de los niños no tienen por qué ser permanentes, afirma un estudio de la Universidad de Yale

En alguna ocasión os he hablado de la revista "Mente y cerebro", excelente publicación bimensual que trata sobre psicología y psiquiatría aunando ambas perspectivas. De vez en cuando suele traer artículos relacionados con nuestro campo de interés principal, a saber, el apego, el trauma y la resiliencia.

En el número correspondiente a marzo-abril de este año, publican un artículo que alude a una noticia referente a una nueva investigación que pone de relieve que el desamor y el estrés en el hogar afectan al cerebro del niño durante la crianza. Lo que más me ha sorprendido de la noticia es que habla de que, con terapias adecuadas, los daños o disfunciones cerebrales pueden recuperarse. Es una noticia muy esperanzadora. Si os parece, os comparto el texto -el cual transcribo a continuación- y hago algunos comentarios sobre el mismo:

"El estrés y el desamor en el hogar suponen a los niños un daño evidente durante su crianza. Decenios de investigación han permitido documentar, además, las consecuencias psicológicas en la edad adulta de tales experiencias (entre ellas, depresiones latentes y dificultades para mantener relaciones afectivas) Estudios actuales confirman que una vida familiar conflictiva provoca efectos fisiológicos graves en el desarrollo neural".


Sobre esto añado que, en efecto, durante estos años de trabajo con adultos que acuden a mi consulta a recibir tratamiento psicoterapéutico y que presentan historias de vida traumáticas, durante una gran parte de su vida han podido desarrollar un proceso de adaptación positiva meritorio. Pero en un momento dado, ante un suceso vital que actúa a modo de precipitante, el dolor emocional durante tiempo manejado o apartado vuelve a aflorar (el factor de vulnerabilidad de una infancia caracterizada por el abandono o la negligencia emocional influye de nuevo; los cimientos de la casa se tambalean a pesar de que esa persona durante muchos años hizo un trabajo encomiable, de apuntalamiento) y surge un episodio por ejemplo, depresivo, o un ataque de pánico u otro síntoma. La vida familiar adversa puede afectar al desarrollo neural dejando una insuficiente resiliencia cerebral. De ahí que estas personas hayan desarrollado mecanismos adaptativos para vivir, pero esa vulnerabilidad psicológica y neural se mantiene. No es menos cierto que la mayoría de estas personas se recuperan bastante bien con el tratamiento psicoterapéutico y social adecuado -y el apoyo farmacológico, si es preciso-.

El cerebro infantil -continua el artículo- posee una exquisita sensibilidad. Las discusiones acaloradas afectan a los pequeños incluso cuando duermen. Investigadores de la Universidad de Oregón han hallado, mediante imágenes por resonancia magnética funcional, que los niños de familias que informaban sobre fuertes conflictos hogareños (superiores a los habituales), se mostraban más sensibles a voces agresivas o airadas. De hecho, manifestaban un repunte de actividad cerebral en respuesta a frases leídas en tono agrio mientras dormían. La excitación cerebral se concentraba en las áreas responsables de la regulación de las emociones y del estrés.

«Los pequeños absorben información y aprenden sin cesar, no solo cuando nosotros creemos que les estamos enseñando», explica Alice Graham, quien ha dirigido el estudio integrado en su tesis doctoral y de próxima aparición en la revista Psychological Science. «Deberíamos tener en cuenta que lo que ocurra en el ambiente puede estar, literalmente, configurando las conexiones físicas en su cerebro.»

"Ni la negligencia afectiva ni las disputas familiares dejan señales externas, pero sí afectan de forma notable la arquitectura cerebral. Un estudio sobre adolescentes desarrollado por la Universidad de Yale halló, mediante resonancia magnética funcional, que el desamor y el abuso emotivo en la infancia reducen la densidad celular posterior de las regiones cerebrales que regulan las emociones. Según el artículo, publicado en Journal of the American Medical Association en 2011, aunque los adolescentes del estudio no llegaban a cumplir los criterios definitorios de trastornos psiquiátricos por completo, muchos de ellos sí experimentaban problemas emocionales (conductas irreflexivas o arriesgadas)"


Esto nos lleva al tema del Déficit de Atención con Hiperactividad que con tanta frecuencia suele aparecer en niños que presentan una historia de vida donde el abuso emotivo ha estado presente, y que tanto preocupa a las familias. Esta patología se esta reconceptualizando. Debemos de olvidarnos de que es un niño que “no atiende” y que “se mueve mucho”. Es, al parecer, un problema en el que los menores de edad presentan un déficit de regulación de las emociones, y en su génesis influyen los factores epigenéticos (un ambiente adverso que actúa sobre una genética concreta: puede activar unos genes e inhibir otros) El abuso emocional, la negligencia afectiva, en suma, la ausencia de un clima de buen trato reducen la densidad celular de las zonas cerebrales que regulan las emociones. Como vemos, además, no se cumplen cuadros psiquiátricos completos sino algunos síntomas. Y es que el uso de la dimensión dificultades con la regulación de las emociones sería mucho más útil que el empleo de una categoría diagnóstica. La visión del niño sería mucho más dimensional, sin soslayar, además, el papel trascendental que el apego inseguro y el trauma han tenido en la aparición de esas dificultades (no es casualidad que entre la población de niños adoptados o acogidos se presente, con una frecuencia alta, el diagnostico de hiperactividad con déficit de atención; muchos de estos niños tienen en común y comparten historias de vida en las que han sufrido maltrato y/o abandono) Por lo tanto, es necesario ver a la persona integralmente y desde un punto de vista ecosistémico e historiográfico.

"Incluso bien entrada la edad adulta -prosigue el artículo-, los frutos del desamor son amargos. En una encuesta llevada a cabo en adultos en el Centro Médico de la Universidad Rush de Chicago se apreció que la desatención emotiva en la infancia elevaba el riesgo de accidente vascular cerebral al envejecer. Se desconoce el mecanismo subyacente a tal exacerbación del riesgo, indica el correspondiente artículo de Neurology, publicado en Internet el 12 de septiembre de 2012"


Este artículo publicado en Neurology confirma lo que desde hace ya unos años saben muchos profesionales: las víctimas de malos tratos continuados y repetidos durante años, con un sufrimiento severo, tienen más probabilidad de muerte prematura. Yo he podido vivirlo con gran tristeza cuando he sabido de la trayectoria en la vida adulta de algunos niños que conocí y que presentaron un severo maltrato. No hallaron en el entorno una disposición de recursos para resiliar.

"Aunque el descuido afectivo o el estrés en el hogar familiar parezcan lesionar fácilmente el cerebro juvenil, resulta improbable que tales daños se tornen permanentes si se tratan a tiempo, asegura Hilary Blumberg, profesora de psiquiatría en Yale y autora del estudio con adolescentes. Asimismo, reconoce que si la falta de control de estos sujetos sobre sus impulsos pudiera corresponder a un síntoma de alteraciones cerebrales inducidas por la falta de cariño, tal fenómeno facilitaría a los asistentes sociales o a los profesionales de la salud la aplicación de los tratamientos apropiados. En el futuro, algunas terapias podrían orientarse directamente hacia las alteraciones neurológicas. Si bien se ha probado que el ejercicio regular frena la pérdida por envejecimiento de materia gris en el cerebro, tal vez pudiera proteger también contra pérdidas asociadas al desamor. Se confía en que la investigación de los cambios cerebrales inducidos por una vida familiar tormentosa acabará proporcionando formas de deshacer tales daños en cualquier momento de la vida"

Es esperanzador y prometedor lo que Hilary Blumberg refiere. Hay que hacer notar que estamos hablando de la Universidad de Yale, una de las mejores del mundo. Los daños (normalmente funcionales) en el cerebro si se tratan a tiempo, no se tornan permanentes. Y lo puedo confirmar porque casos graves que hemos tratado han podido retomar un buen desarrollo y llevar una vida adaptada. Y digo hemos tratado porque evidentemente no lo he hecho yo solo: el trabajo es siempre e imprescindiblemente en red (psicoterapeuta, psiquiatra, maestros y orientadores escolares, otros profesionales y, fundamentalmente, que la familia sepa ponerse en el sentir del niño adaptándose a su ritmo, exigiendo lo que puede dar en cada momento, teniendo paciencia y aceptándole como es) Creo que debemos y debéis desmitificar a los psicoterapeutas. Podemos hacer un buen e importante trabajo con los niños pero como un elemento más que cumple una función dentro de la red que le sujeta y acompaña. Pero no podemos ni debemos sustituir la labor de los padres de dispensar afecto y límites adecuados. La idea de que el profesional repara externamente a los niños sin que los demás tengan que hacer gran cosa, hay que quitarla de la mente.
Respecto al ejercicio físico, tampoco resulta sorprendente que pudiera contribuir a la recuperación o mejoría de los daños o secuelas que los malos tratos dejan sobre el cerebro. Algunos prestigiosos autores en trauma refieren que las terapias basadas en lo sensorio-motriz aportan beneficios al cerebro pues el trauma queda grabado y registrado en el cuerpo (como sostiene Van der Kolk) Siegel también comenta que si queremos que el estado de ánimo de un menor mejore o se modifique, hemos de hacer que el cerebro se mueva mediante actividad o ejercicio (uno de los principios por los que Siegel se guía en relación al cerebro y a cómo éste es influido literalmente por el movimiento: muévelo o piérdelo)

Os animo a que nos quedemos con ese mensaje esperanzador de que es posible revertir los daños mentales y cerebrales del menor de edad que ha sufrido malos tratos en cualquiera de sus presentaciones y formas. El cerebro se crea y modifica constantemente, como afirmó mi amigo y colega Rafael Benito en su ponencia Resiliencia cerebral presentada en las pasadas jornadas sobre apego y resiliencia infantil que celebramos en Donostia el pasado mes de marzo. Estamos siempre, literalmente, influyendo en el cerebro del niño. Todos podemos con pautas adecuadas incidir, durante el tiempo que sea necesario, en el cerebro del niño desregulado emocionalmente como consecuencia de su historia de vida emocionalmente abusiva. Hasta conseguir que el menor de edad aprenda a regularse por sí mismo. Dado que este trabajo es un proceso de acompañamiento y turorización de resiliencia durante el tiempo que el niño precise, debemos de buscar redes de apoyo para nosotros también y promover nuestro autocuidado.

sábado, 20 de abril de 2013

Adopción, búsqueda orígenes y trauma


Me adelanto al lunes 22 -día habitual en el que publico la entrada semanal- pues no puedo hacerlo ese día.  Escribo sobre un tema, en relación a la adopción, que me interesa mucho y al que vengo dandole vueltas desde hace un tiempo. Es algo delicado y sobre lo que nadie tiene la última palabra. Lo expongo con todo el respeto. Nada más lejos de mi intención que adscribirme a posturas radicales. Mi propósito, como acostumbro, es suscitar el debate, que nos paremos todos a reflexionar un rato (y si este blog sirve para eso, me daría por satisfecho. El día a día, las numerosas ocupaciones que nos absorben y el tener que funcionar, no nos permiten parar y pensar con detenimiento) y ofreceos mi punto de vista, el cual sustento en mis conocimientos y experiencia en psicoterapia con niños y jóvenes adoptados. Pienso, además, que sobre el tema de hoy todos (familias adoptivas, profesionales, adoptados...) estamos llamados a opinar y contar nuestras experiencias para poder ayudarnos los unos a los otros en la tarea de acompañar a nuestros niños y hacerlo lo mejor posible con ellos.
 
Hecha esta necesaria introducción, voy con el tema que, en la entrada de hoy, quiero desarrollar.
 
Algunas familias decidieron -o deciden- en un momento determinado (unos años después de incorporarse el niño a la familia adoptiva) contactar con la familia biológica (se tienen o se pueden conseguir datos de la misma, evidentemente) y emprender un viaje al país de origen con el fin de que el menor de edad (y la familia adoptiva) puedan saber de ellos e incluso retomar la relación. Creo que lo denominan adopciones abiertas. Me corregís si no es así.

Los niños y las familias adoptivas se han preparado psicológicamente con profesionales y han valorado que ese viaje y reencuentro con los orígenes (lugar, pais, costumbres, familia biologica...) puede ser positivo en su proceso y para su trayectoria vital, con el fin de favorecer la integración y trabajar dichos orígenes. Los niños, ya más mayores, son capaces de poner palabras con más precisión y pueden comprender muchos aspectos que con anterioridad no se podían asimilar, dada su corta edad. Éstos se hacen más preguntas y, claro, buscan respuestas.
 
En algunos casos, ademas, se ha valorado la conveniencia de que los niños vean y se relacionen con los padres (o la madre, o el padre; a veces también con los abuelos, si éstos tuvieron un papel relevante en la crianza del niño) biológicos con el fin de confrontarles mediante preguntas (preparadas con anterioridad) que los niños desconocen -o quieren saber- acerca de los motivos por los cuales no pudieron cuidarles u otros aspectos vitales e importantes de su biografía, cada uno según su historia de vida y circunstancias familiares y sociales. En algunos de estos casos, el niño encuentra -por parte de la familia biologica- respuestas y una adecuada acogida; y, en otros, lo contrario. Algunas familias adoptivas refieren que incluso hasta en los casos en los que el menor de edad no recibe un relato o explicación, ha merecido la pena porque han observado que ayuda a que el niño pueda trabajar su historia desde lo real.
 
Mi dudas son las siguientes, y son las que quiero compartir con vosotros/as: en los casos de familia biológica con incompetencias parentales (que han abandonado y/o maltratado física y emocionalmente al niño) es decir, carentes de capacidades básicas como la empatía, padres o madres con trastornos del apego que no pueden mentalizar al niño (verlo como una mente independente con deseos, necesidades e intenciones) y con déficit en las habilidades de crianza, ¿es positivo confrontar al niño con ese tipo de progenitores pudiendo prever que corre un riesgo alto de no encontrar reparación? ¿Puede resultar retraumatizante para el niño contactar con esa cruda realidad? En un libro llamado "Padres que odian" -lo leí con un entusiasmo increíble, en su momento. Es un libro totalmente practico, autoterapeutico para quienes han sufrido maltrato y con un planteamiento valiente y empatico con las víctimas- la autora refiere que una confrontación con padres maltratadores es muy delicada, y hay que ser muy maduro y mostrar mucha entereza (estar preparado psicológicamente, y aún así es dolorosisimo) porque aquellos podrían negar, justificar, proyectar o ignorar la experiencia maltratante. Y esta autora se refería a adultos. ¿Esto mismo, con niños, es conveniente? ¿No sería más prudente, primero, una psicoterapia -durante el tiempo que sea necesario- para que el niño se reconozca como víctima, pueda ir elaborando la experiencia dura de maltrato -interiorizar que los padres fueron incompetentes y no demonizarlos o idealizarlos- procesando emocionalmente el dolor, y posteriormente, más mayor, con mas madurez, que decida si quiere y/o puede hacer ese viaje, reflexionando con mas conciencia sobre el impacto psicológico que tendría?
 
Cuando el menor contacta con las figuras de apego primarias que le maltrataron, su mente recuerda la experiencia y las emociones y contenidos -tanto explícitos como sensoriales y emocionales- que quedaron registrados en la memoria. Y son recuerdos dolorosos. Esos recuerdos puede que no estén integrados, siendo posible que se produzca un desbordamiento emocional o, al contrario, una disociación; y cuando las emociones exceden el margen de tolerancia, el cerebro no puede procesar la información.
 
No pretendo alarmar a ningún padre o madre adoptivo que este leyendo esta entrada y se vea reflejado en una experiencia de este tipo. También hemos de considerar que los niños cuentan antes y después -así suele ser- con el refugio, cariño, comprensión y contención de sus padres adoptivos. Ademas, es deseable y necesario que los menores trabajen después, en psicoterapia, sobre estas experiencias que pueden procesarse y repararse. Y, finalmente, no es menos cierto que los niños pueden hacer un proceso resiliente si tienen los contextos y los entretejidos interpersonales apropiados que permitan que éste vaya emergiendo. Además, cada niño es un universo propio y cada caso se valora de manera individual. Y, finalmente, no todos los niños que vivieron estas experiencias de maltrato tienen que presentar matematicamente un trauma de apego. Hay casos en los que presentan problemas o alteraciones menos graves que el trauma de apego y pueden afrontar la experiencia sin desbordarse. Los que presentan apego desorganizado o trauma de apego pienso no deberían pasar por ello. Es muy probable que los padres biologicos tengan, a su vez, un apego no resuelto, con lo cual no pueden mentalizar al niño.
 
Mis interrogantes son si ésta es la secuencia y la edad apropiada para plantear este tipo de viajes y reencuentros. No lo tengo del todo claro por las razones que os he expuesto. Creo, en efecto, que es un viaje físico y mental que muchos adoptados emprenden o emprenderán, no exento de dudas, miedos, inseguridades, ambivalencias, dolor y posible retraumatización en algunos casos. Cada caso hay que estudiarlo muy bien. Es su derecho decidir libremente si necesitan ese viaje o encuentro con el ayer para poder descubrir un sentido y rehacer y reconstruir su vida; con el fin de experimentar con plenitud el presente y poder proyectarse al futuro. Pero, en general, pienso que para hacer esto se necesita una madurez, a mi modo de ver. Madurez que aún no se posee en la infancia.

Cyrulnik cuenta en su libro "Me acuerdo..." sus memorias a partir de su viaje a los lugares donde residió de niño, acogido por diversas personas, pues quedó huérfano por la crueldad nazi. Este autor comenta que a la sociedad le ha costado mucho escuchar los relatos de las víctimas y darles estatus de credibilidad, han sido necesarios muchos años para poder encontrar esa disposición a aceptar socialmente estas experiencias. Todavía hay quienes dudan (por desconocimiento) de los relatos de las víctimas o no pueden tolerar su escucha y las emociones que suscitan. Estos niños presentan historias, a veces escalofriantes, y hemos de ser conscientes de ello para saber acompañarles adecuadamente en su propio viaje. Sobre cuándo y cómo plantearlo he expuesto mi personal punto de vista. Ahora me gustaría conocer el vuestro. Por eso espero, como siempre, vuestros comentarios.

Hasta el próximo lunes 29, cuidaos / zaindu

martes, 16 de abril de 2013

Participemos en una investigación sobre alteraciones del aprendizaje en niños/as adoptados promovida por el Centro ALEN y la Universidad de La Coruña (Galicia)


Recabo vuestra atención para recomendaros y animaros a todas las familias que tenéis hijos/as adoptivos a que participéis en una investigación que están llevando a cabo desde el Centro de Psicología ALEN (que dirige la psicóloga Elena Borrajo en La Coruña, Galicia, España) y la profesora de la Universidad de La Coruña (Rosa Fernández) sobre alteraciones del aprendizaje en niños/as que son adoptados. Podemos beneficiarnos todos mucho con los resultados y conclusiones de esta investigación, sabiendo qué necesidades tienen a nivel psicopedagógico y de aprendizaje. Podremos así determinar cómo apoyarles adecuadamente.

Transcribo la carta de presentación de la investigación, con el vínculo a la encuesta que la familia debe de responder y con los correos electrónicos de las responsables de la misma para poder contactar con ellas en caso de duda o necesidad.

Les felicito por dedicar sus esfuerzos, saber y tiempo en pro de los niños/as adoptados/as. Ánimo en vuestra labor, y me encantará conocer los resultados y conclusiones y darlos a conocer desde este blog.

Estimados amigos/as:

Desde el Departamento de Psicología de la Universidad de A Coruña y el Centro ALEN de atención a familias adoptivas y/o acogedoras, varios profesores y profesionales de la adopción hemos unido nuestros esfuerzos con la intención de aumentar el conocimiento sobre las necesidades y propuestas de intervención idóneas para las familias y niños/as que atendemos.

Dentro de este proceso de aprendizaje hemos centrado nuestra atención en la incidencia de diagnósticos de TDAH, al detectar y escuchar de las familias la preocupación que les genera la presencia de síntomas y la propuesta de abordaje que se hace de los mismos.


Nos llama la atención y preocupa especialmente, el proceso diagnóstico que precede a la propuesta de tratamiento, que en la mayor parte de los casos no sigue las indicaciones que los colectivos médicos dictan, y por otro lado, nos preocupa también la ausencia de seguimientos que puedan informar de los efectos y eficacia de los tratamientos propuestos, en especial, la medicación.
Es por esto por lo que hemos generado una investigación que pretende agrupar datos referidos a la presencia de síntomas, procesos diagnósticos y efectividad de los tratamientos, entre las familias adoptivas.


Es aquí en donde solicitamos su colaboración, haciéndoles llegar el vínculo de la dirección web en la que se aloja la encuesta, al objeto de que valoren la pertinencia de colaborar en la investigación, exponiéndolo e invitando a su cumplimentación en su página web a las familias adoptivas relacionadas con su entidad.

Se trata de una encuesta que ha de ser respondida por la familia, en soporte electrónico, con una duración aproximada de treinta minutos y siempre de forma anónima.

El tratamiento de los datos, garantiza la confidencialidad de los participantes en la investigación y los resultados serán publicados y expuestos para que puedan ser conocidos por profesionales, familias e investigadores en el ámbito de la adopción y el acogimiento.

En todo caso, y si están interesados en ello, su colaboración quedará reflejada en toda publicación o exposición de los resultados.

Cualquier duda o aclaración necesaria, puede realizarla directamente a través de las direcciones de contacto que se indican a continuación.

Sin ningún otro particular agradeciéndole de antemano su atención.

Se despiden atentamente:

Rosa Fernández (Profesora Titular del Departamento de Psicología de la UDC)

Eduardo Barca (Psicólogo psicoterapeuta Centro Alén)

María Elena Rodríguez Borrajo (Directora Psicóloga Centro Alén)

Vínculo de la encuesta:


Direcciones de contacto:

Rosa Fernández rossa@udc.es

Elena Rodríguez Borrajo centroalen@centroalen.org

Abierto el plazo de matricula para el "Seminario de especialización en terapia infantil gestáltica 2013-14", organizado por Umayquipa

Seminario  de especialización

        TERAPIA  INFANTIL GESTÁLTICA

TERAPIA GESTALT PARA NIÑOS



La Terapia Gestalt está incluida dentro de las terapias humanistas, aquellas que se acercan al paciente de un modo activo, y con una relación más cercana.

Pero ¿es posible que un terapeuta entrenado para hacer psicoterapia con adultos pueda ejercer en la ayuda a los niños?

No creemos que sea lo mismo y es por esto que después de muchos años de investigación y práctica, venimos desarrollando este seminario de especialización.

Nuestro programa ha sido revisado y aprobado por la Asociación Española de Terapia Gestalt, ya que se ha considerado que las técnicas o herramientas terapéuticas que deben ser utilizadas en el tratamiento de niños deben ser diferentes y otras adaptadas al desarrollo evolutivo del niño. 

En nuestro centro, UmayQuipa a.e. formamos profesionales dentro del marco teórico de la Gestalt, con el fin de especializarlos en el tratamiento gestáltico para niños. Entrenamiento en visualización, relajación y masajes para bebes. Introducción a las Constelaciones Familiares. Introducción a la Teoría de Winnicott.


Fechas: Octubre 2013 - Octubre 2014
                
         Frecuencia: Un sábado al mes.

Horario: de 10 h. a 14 h.  y de 15.30 h. a 18.30 h.

Precio: Matrícula 80 Euros.
                   Mensualidad 165 Euros.

Número de participantes: máximo 18 alumnos.

Dirigido a: Psicólogos, Médicos, Profesores, Maestros, A.T.S y alumnos en formación.

Lugar:              

 UmayQuipa a.e
         Alberto Aguilera 58 3º I 28015-Madrid
         Telefax: 91.5493879
         Clases en: c/ Donoso Cortés, 88 1º Dcha.
                         28015-Madrid
         E mail: UMAYQUIPAE@gmail.com

                                     
                                    IMPORTANTE:

       Imprescindible separar matrícula y entrevista previa

PROFESORES

Loretta Cornejo Parolini
Licencia en Psicología Clínica por la Universidad
de Lima (Perú).Miembro Titular de la Asociación Española de Terapia Gestalt.
Psicoterapeuta por la F.E.A.P.
Fundadora y Codirectora de UmayQuipa a.e.

Diana Cornejo de Baumann
Licencia en Psicología Clínica por la Universidad
de Lima (Perú).Miembro de la Sociedad de Psicoterapia de Niños y Adolescentes en Perú.
Colaboradora en el Congreso sobre Winicott Latinoamericano.
Fundadora y Directora de UmayQuipa  (Lima-Perú) y colaboradora de UmayQuipa a.e (Madrid).

Ysabel Izquierdo Vicario
Licenciada en Psicología Clínica. Especialista en Neuropsicología. Cofundadora de UmayQuipa a.e.

Marga de la Torre
Licenciada en Psicología Clínica y Psicoterapeuta
Colaboradora Docente de UmayQuipa  a.e
Experta en  niños, adolescentes y adultos como terapeuta gestáltica y dinámica.

Peter Bourquin
Formado en Terapia Gestalt y discípulo directo de Bert Hellinger en constelaciones familiares.
Formador y terapeuta en constelaciones familiares.

Lucía Ema Directora y fundadora del centro de Psicología y Psicoterapia Anjana. Licenciada en Psicología por la UAM y diplomada en educación especial por la UCM. Especialización en atención temprana (ICSE) y Psicoterapia Infantil (UmayQuipa). Trainer in Training por The Focusing of New York. Miembro del Instituto Español de Focusing.

lunes, 15 de abril de 2013

Seminario "El trabajo con los niños y adolescentes a través de los cuentos", a celebrarse el 25 de mayo en Umayquipa



Seminario: El trabajo con niños y adolescentes a través de los cuentos
Organiza: Umayquipae
Imparte: María Barbero de Granda


Los cuentos con los que hemos crecido: La Bella Durmiente, La Cenicienta, El Patito Feo... simbolizan los temas y conflictos por los que pasamos en la infancia y adolescencia.

De esta manera trabajamos rasgos y procesos como  los roles, la pasividad, la indefensión, el perfeccionismo, la pareja, etcétera.


Quién soy yo como mujer u hombre, qué tengo para gustar al otro.


Las historias son una herramienta ideal cuando el paciente, se bloquea, no conecta, está a la defensiva…



Cómo lo haremos: Trabajaremos a nivel vivencial con los cuentos y aprendemos qué analizar, qué nos dice de nosotros y pautas a poner en práctica.




Día: Sábado, 25 de Mayo de 2013.
Hora: de 10,00 a.m a 18,00 p.m
Lugar: UmayQuipae
Información e inscripciones en: Alberto Aguilera 58 3º I  28015 - Madrid.
Clases en: Donoso Cortés, 88, 1º dcha.
E-mail: umayquipae@gmail.com
Teléfono: 91.5493878
Precio: 130€

Apego desorganizado y abuso sexual


El pasado verano tuve el gusto de conocer y escuchar a Sandra Baita, psicóloga y psicoterapeuta infantil que estudia y es experta en el tratamiento de la relación  existente entre apego desorganizado y trauma, especialmente cuando éste surge como consecuencia de una forma de maltrato particularmente dañina y devastadora como lo es el abuso sexual intrafamiliar.

En la 13ª Conferencia EMDR celebrada en Madrid el pasado verano, Sandra nos regalo una ponencia sobre como tratar la disociación (esa escisión que se puede producir en la personalidad de los niños y de los adultos para defenderse de las partes emocionales que contienen las experiencias traumáticas) en niños víctimas de abuso sexual, utilizando una metodología que combina el establecimiento de un sólido vínculo terapéutico con el niño, técnicas de terapia de juego e integración de las mismas con el abordaje EMDR. Esta excelente profesional argentina es una garantía por su alta cualificación y su compromiso con la infancia que sufre las consecuencias de cualquier forma de malos tratos.

Sandra Baita ha publicado un artículo disponible en internet titulado: "Trastornos disociativos, apego desorganizado y abuso sexual infantil. Implicaciones para las practicas de intervencion" En este magnífico texto Sandra argumenta que el apego desorganizado puede confundir a los profesionales y conducirles a tomar decisiones que pueden poner en riesgo de desprotección al menor de edad. Si un profesional no conoce y carece de formación en las características del apego desorganizado y la relación que éste tiene con las memorias traumáticas, puede tomar decisiones equivocadas sobre (1) revinculacion con progenitores abusadores; (2) recuperaciones de tutela por parte de familias que presentan incompetencias parentales y están en procesos de intervención familiar; o  (3) medidas de acogimiento (familiar o residencial) inadecuadas y que no cubran las necesidades del menor. Y  hemos de ser conscientes de que algunas decisiones desacertadas pueden retraumatizar a los niños y adolescentes.

Por eso, me ha parecido que este artículo merece ser difundido porque un buen número de profesionales pueden plantearse, a raíz de su lectura, la incorporación del punto de vista del apego  y el trauma en las valoraciones judiciales y administrativas. Especialmente trascendentes resultan los aportes de Sandra Baita en el ámbito judicial al dictar una sentencia de revinculación con un progenitor abusivo aludiendo, entre otros aspectos, al -aparentemente- apego positivo que el niño mantiene con aquél cuando el apego, en realidad, es desorganizado. Las consecuencias pueden ser nefastas y terribles para ese menor de edad.

Como sabéis por otras entradas, el apego desorganizado es un tipo de vínculo de apego típico de la población de niños que han sufrido malos tratos y abusos sexuales. El apego desorganizado supone que existe un vínculo con el progenitor, sí, pero ese vínculo no esta organizado de una manera coherente en la mente del niño, pudiendo contener representaciones seguras, evitativas y ansioso-ambivalentes. Al tener las representaciones mentales (fruto de múltiples experiencias relacionales con el progenitor maltratante o abusivo que ora puede mostrarse cariñoso ora puede ser violento) no integradas en su mente, las conductas de apego que puede exhibir en la relación contendrán manifestaciones evitativas, ambivalentes y... también seguras. Esto último es lo que puede llevar al profesional no formado ni con experiencia en el marco del apego a valorar una relación entre el menor de edad y el progenitor abusador como segura o positiva cuando no la es. El apego desorganizado es el tipo de apego más grave que existe y el más relacionado con los trastornos mentales.

Transcribo a continuación parte del artículo de Sandra Baita donde explica por que la mente de un niño apegado de manera desorganizada puede pasar por segura, basándose en su experiencia y en estudios científicos. Sandra Baita tiene la virtud de escribir en un lenguaje comprensible para los no profesionales, así que las familias lo vais a entender muy bien. No tiene desperdicio, y sus implicaciones deben de tenerse muy en cuenta en las revinculaciones con progenitores abusivos, en los acogimientos familiares o residenciales (es muy importante detectar a un menor de apego desorganizado para, por ejemplo, orientarle a un acogimiento profesionalizado o a uno ordinario pero intensificando los servicios de apoyo al niño y a la familia) y en los programas de intervención familiar (para no fundamentar recuperaciones de tutela en base a vínculos aparentemente seguros cuando en realidad lo son sumamente inseguros-desorganizados y desarrollados como consecuencia de una traumatizacion crónica con unos cuidadores incompetentes parentalmente a nivel severo; los mismos cuidadores tienen un apego desorganizado o no resuelto, como se le denomina en la etapa de la adultez a este tipo de apego desorganizado que precisamente se ha desarrollado desde la infancia sin resolverse):

"A continuación, se detallarán brevemente las características del apego desorganizado, para pasar luego a explicar su relación con la conducta sexualmente abusiva y el desarrollo de trastornos disociativos.

El apego desorganizado/desorientado (o apego tipo D) fue la última categoría descripta luego de las categorías de apego seguro, inseguro evitativo e inseguro ambivalente. Una de las funciones más importantes que cumple el sistema de apego está relacionada con la respuesta a situaciones de stress, tensión o peligro. Ante una situación en que la tensión se eleva, el niño busca a su figura primaria de cuidado con el objetivo de volver a sentirse seguro. Cuando la respuesta del adulto es de cuidado, confort y consuelo, se produce una reducción en la tensión aumentada, y el niño puede entonces volver a separarse del adulto para continuar con su juego. Esta es una descripción sencilla del apego seguro. La respuesta del adulto moldea, en la interacción con el niño, el patrón de apego que ese niño desarrollará. Es esperable que un patrón de apego seguro facilite la integración de las distintas experiencias que el niño vaya adquiriendo a medida que va creciendo, garantizando un sentido de sí mismo cohesionado y sentando las bases para una adecuada regulación emocional y un estilo de afrontamiento ajustado.

En el apego tipo D, se observó que los niños despliegan conductas contradictorias de acercamiento a sus madres. Estas conductas están caracterizadas por respuestas de congelamiento ante la presencia de la madre, despliegue simultáneo o secuencial de conductas contradictorias tales como búsqueda intensa de contacto junto con o seguidas de evitación del mismo, señales importantes de tensión y ansiedad en presencia de la figura de apego, entre otras. En contrapartida los investigadores encontraron una respuesta atemorizada o atemorizante por parte de la figura de apego (Main & Hesse, 1990). Entre las conductas parentales identificadas en el desarrollo del apego tipo D – y relacionadas concretamente con patrones maltratantes y abusivos en la relación parento-filial- se encontraron: falta de respuesta ante la tensión infantil (como se da en la negligencia emocional), conductas verbales negativas e intrusivas (como se da en el maltrato emocional), conductas físicas intrusivas (como se da en el maltrato físico), y sexualización (como se da en el abuso sexual) (Lyons-Ruth, Dutra, Schuder & Bianchi, 2006).

Lo que la conducta de apego desorganizado pone en evidencia es el dilema que el niño enfrenta en las situaciones de estrés intenso cuando la figura de apego es simultáneamente la fuente de origen de ese estrés intenso y a la vez una figura de protección y cuidado (Harari, Bakermans-Kranenburg & Van Ijzendoorn, 2007).

En los casos de abuso sexual infantil, a lo largo del desarrollo de la conducta abusiva, el niño se encuentra completamente solo y aislado en tal dinámica a partir de la coerción misma del progenitor abusivo y la presión por mantener en secreto la conducta, bajo la amenaza de terribles consecuencias para el niño si decidiera hablar, consecuencias mayormente emocionales tales como “no te van a creer”, “mamá se va a enojar”, “yo me voy a morir de tristeza”, y a veces físicas, tales como el uso concreto de la violencia física o la amenaza de uso de la misma e incluso la amenaza de muerte para el niño, u otro ser querido. De esta manera el niño no solo queda sometido a la relación sexualmente abusiva con una figura de cuidado, sino que muchas veces queda aislado de la posibilidad de acceder a una figura de cuidado alternativa, como puede ser la madre. Otras veces, lamentablemente, la figura de cuidado alternativa es tan desorganizadora en su conducta de apego para con el niño como lo es el progenitor abusivo (por ejemplo, porque también ejerce alguna forma de maltrato).

Paradojalmente, la relación del niño con el progenitor abusivo también suele incluir experiencias positivas, y de cuidado, que se dan por fuera de la interacción sexualmente abusiva. En consecuencia, al observar la relación global entre el progenitor sexualmente abusivo y su hijo, las experiencias que el niño incorpora de dicha relación son múltiples y contradictorias entre sí (Liotti, 1999): el niño se relaciona con un padre que abusa, lastima, presiona, ruega, juega, enseña, y que puede pasar de un rol a otro sin transición alguna, de manera completamente abrupta, como si se tratara de diferentes padres en la misma persona física. Según Liotti (1999) el niño con apego tipo D puede construir e incorporar internamente y de manera simultánea estructuras de significado que se corresponden con las diversas experiencias –múltiples y contradictorias- vividas en esa relación de apego: soy malo y responsable por lo que me está pasando - soy bueno y querido – mi papá es malo y tengo que cuidarme de él – si hablo soy malo, tengo que cuidar (a mi papá para que no vaya a la cárcel, a mi mamá para que no se ponga triste). Estas múltiples representaciones internas, según el autor, no pueden ser integradas en una única memoria y estructura de significado cohesiva, por lo cual, permanecen disociadas. En consecuencia, plantea, frente a experiencias de estas características pareciera ser que grados extremos de disociación son un resultado esperable de semejante interacción, no por razones defensivas, sino porque es imposible organizar información tan contradictoria en una estructura cohesiva, coherente e integrada de significado.

Cada una de estas representaciones disociadas que el niño tiene de sí mismo, tendrá patrones de apego diferentes a las representaciones abusivas y no abusivas del padre (Blizard, 1997).

Una de las más terribles paradojas que ofrecen estas situaciones –y que muchas veces se torna intolerable para los operadores que intervienen en estos casos- está dada precisamente cuando el niño manifiesta una fuerte adherencia a su cuidador abusivo (Blizard, op.cit). Esta adherencia es una de las manifestaciones de los patrones de apego desorganizado descriptos anteriormente, y sirve a los propósitos de poder conservar una relación de apego que se sigue percibiendo como necesaria, como toda relación de apego; de ahí entonces lo que anteriormente se planteaba en términos de dilema.

En términos de intervenciones, ya sea terapéuticas, ya sea de protección, es fundamental comprender que la relación positiva que el niño puede declamar hacia su padre no implica que el niño no fue dañado por el abuso, no invalida su ocurrencia ni garantiza que el abuso no se pueda volver a repetir en el futuro.

La relación entre abuso sexual, apego desorganizado y disociación (Barach, P., 1991; Liotti, 1999; Lyons-Ruth, K., 2005) permite explicar muchos de los fenómenos que se observan en esas relaciones, y que son asiduamente utilizados para sustentar decisiones de revinculación o reunificación. Por ejemplo, si el niño pide ver al padre, o si en un encuentro con éste se muestra afectuoso o cariñoso, ésto puede ser tomado como una señal de que la relación es inocua, (en algunos casos, incluso, hasta de la inexistencia del abuso o de su escaso o nulo daño sobre el niño), privilegiando en consecuencia una relación de parentesco por sobre los efectos nocivos que el patrón de apego propio de esa particular relación de parentesco ha tenido sobre el niño. Así se opera una disociación del sistema (Waters, Potgieter Marks & Baita, 2005), que también elige colocar su foco atencional sobre una parte de la realidad, haciendo de cuenta que la otra parte, simplemente, no existe".

Esta semana participo como ponente en las jornadas formativas organizadas por Norbera con motivo de su 15º aniversario. Bajo el lema "El adolescente y su realidad (en) época de crisis", se celebran el jueves 18 de abril en el aula magna de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco en Donostia. La resiliencia es el tema estrella de estas jornadas. Agradezco a Norbera la distinción que me ha hecho al invitarme a participar en las mismas. 
Gracias a la excelente labor de esta institución se han podido beneficiar de sus programas psicoeducativos numerosos adolescentes y sus familias a lo largo de estos 15 años. ¡Felicidades! 

Cuidaos / Zaindu

lunes, 8 de abril de 2013

¿Hemos de referirnos a (todos) los niños adoptados como abandonados? Opiniones a propósito de un artículo publicado por Beatriz San Román.

 
Terminadas las vacaciones, regreso a mis tareas habituales entre las que está escribir, gustosamente, para todos/as vosotros/as, en este vuestro blog, Buenos tratos.

Recientemente, Beatriz San Román, de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha publicado un artículo en la revista Papeles del Psicólogo titulado: "De los hijos del corazón a los niños abandonados: construcción de los orígenes en la adopción en España"

Saludo y alabo iniciativas de este tipo porque promueven el debate y el intercambio de conocimientos y experiencias sobre la adopción y, sin duda, contribuyen a que todos reflexionemos sobre el tema. El artículo forma parte de un proyecto de investigación y está muy bien documentado.

Dicho artículo (muy interesante) podéis leerlo haciendo clic aquí. 

La entrada de hoy la dedico a dar mi personal opinión sobre el tema del concepto de abandono -en torno al cual, entre otros aspectos, gira el artículo-, y a la conveniencia o no del término y sus posibles efectos negativos etiquetadores en la población de personas adoptadas. Cabe preguntarse, de la mano de Beatriz San Román, si los niños adoptados son niños abandonados.
 
Este es mi punto de vista sobre algunos de los puntos que el artículo aborda:

1. El abandono es un sentimiento pero también una experiencia psicológica y física que han sufrido bastantes niños adoptados, sobre todo los de adopción transnacional, en distintos niveles de severidad. El abandono no solo es la separación de las figuras parentales que han vivido los niños a distintas edades y debida a causas diversas sino -lo que en mi opinión es más trascendente- el hecho de que, en una gran mayoría de los casos, el menor de edad queda en una situación de desamparo teniendo que ser tutelado por el estado y pasar así a residir en un centro de acogida o institución. En bastantes casos, los cuidados dispensados en estas casas de acogida (no en todas pero si en bastantes de ellas, al menos en mi experiencia) son de baja calidad (me refiero a los centros ubicados en otros países) Los niños no reciben ni la atención ni el afecto ni los cuidados ni la estimulación empática y sensible suficientes que necesitan para crecer y que su mente y cerebro, dependientes de la experiencia, maduren. Este tipo de negligencia y abandono emocional y en otros casos físico, se han estudiado y documentado suficientemente, comprobándose que deja unas secuelas psicológicas difíciles de superar, aunque no imposible, ni mucho menos. Por lo tanto el abandono es una experiencia, una desgraciada experiencia, que han sufrido bastantes niños adoptados y no sólo, a mi modo de ver, una palabra que alude a un sentimiento de pérdida por separación (que también) de las figuras de apego y de los orígenes. Es una tipología de maltrato recogida en los principales manuales que hablan sobre ello. Creo que la palabra abandono es perfectamente pertinente para designar esta experiencia. Comprendo la dureza del término pero a mí me parece que debemos llamar a las cosas por su nombre. Pienso que vivimos en una sociedad políticamente correcta a la que le parece "feo" denominar a ciertos hechos o experiencias con un término que les corresponde. Yo me pregunto de qué otra manera podríamos llamar a la vivencia de estar viendo el techo de un orfanato durante horas, sin apenas ver la luz del día, comiendo y bebiendo muy poco (desarrollando desnutrición) sin apenas contacto humano ni estimulación (tan vital para el bebé como la alimentación) Un joven adoptado me dijo un día, en consulta, que eso "no se le hace ni a un perro" Ni a un humano ni a un perro, por supuesto.

Existen otros casos en los que los niños son adoptados nada más nacer, o los que han tenido la dicha de vivir en una institución o familia que les han proporcionado cuidados óptimos. Este tipo de niños adoptados no soporta la pesada carga del maltrato por abandono. Tiene la herida de la pérdida de sus figuras parentales y de su país, lugares y esencias de origen, y me alineo con la postura que mantiene que es un sentimiento y que es legítimo que el adoptado lo viva así, lo pueda sentir como abandono. Este tipo de niños, normalmente, no tienen las secuelas de los que han sufrido la tipología de maltrato denominada negligencia y/o abandono. Y dichas secuelas han sido muy bien descritas por Rygaard en su libro denominado, precisamente, "El niño abandonado" En mi opinión, creo es conveniente diferenciar ambos tipos de abandonos. Abandono, según la RAE, es, en una de sus acepciones: "Dejar, desamparar a alguien o a algo".

2. Hacer alusión al abandono no estigmatiza a las familias o padres. A mi modo de ver es un non sequitur, esto es, de esa premisa no se sigue necesariamente que haya que estigmatizar a las familias que, en efecto, para bastantes adoptados -al menos en mi experiencia-, abandonan, sobre todo cuando éstos se hacen conscientes de su historia. El que lo hayan hecho no les demoniza. Nadie puede ni debe juzgarles porque presentaban incompetencias parentales y/o fueron las víctimas de un sistema social mundial injusto que se ceba con los más débiles (habría una co-responsabilidad social, en mi opinión) Nadie les ayudó, probablemente. Una decisión sin duda dura y difícil, tomada para poder proporcionar a su hijo una vida mejor que ellos no tuvieron ni que su vástago iba a poder tener. Una decisión que tomaron con dolor, a buen seguro. La única que probablemente pudieron tomar (menos en los casos de retirada de tutela por maltrato en los que la iniciativa de proteger al menor parte de las instituciones de cada país; hay casos de menores adoptados que han estado viviendo maltratados durante años hasta que se produjo una denuncia de, por ejemplo, los vecinos y las autoridades tras investigar, deciden la retirada de tutela y la adopción, para el menor de edad, como medida de protección. De todos modos, la adopción es siempre una medida de protección incluso cuando parte de los padres o familias que no pueden cuidar) En todos los foros de adoptados a los que he asistido se trata con sumo cariño y comprensión a todas las familias que no supieron o pudieron cuidar de sus hijos. Y así tratamos de que los adoptados lo elaboren.

Pero el niño se culpa del abandono sufrido; por ello, un trabajo primordial está en ayudarle a elaborar su historia para que pueda desculparse a si mismo y a su familia, poniendo el peso de la responsabilidad en los adultos que no pudieron o supieron cuidar, sí, pero sin demonizarles. Permitir la adopción es una manera de ser conscientes de su incapacidad o imposibilidad y facilitar que otras personas puedan proporcionarle lo que el niño se merece y lo que es su derecho: tener otra familia o personas que le garanticen los cuidados óptimos para su bienestar y buen desarrollo. Cuando el niño va elaborando su historia, es cuando va resiliando del sentimiento de abandono y de la experiencia del maltrato por abandono, si la ha sufrido. Y es cuando libera toda la ira, tristeza, miedo... por lo vivido. Al aceptar, pues, puede ir reconciliandose con su pasado. Pero para poder hacerlo debe de sacar todo su dolor, hay que ratificar el mismo y validarlo, hacer una labor de acompañamiento y favorecer que desarrolle un proceso resiliente. Y aquí es donde quiero llegar.

3. La resiliencia es posible. El libro "El niño adoptado. Comprender la herida primaria", de Nancy Newton Verrier, siempre me ha parecido muy determinista. Prefiero mil veces más "Los patitos feos", de Cyrulnik. No hay que minimizar ni un ápice la experiencia de ser separado y el sentimiento de perdida de los lugares de origen y de la familia. Pero sí sostengo que esta herida primaria que parecería que el adoptado ha de arrostrar de por vida -casi como el mito de la persona que vive condenada a subir una cuesta con un peso a su espalda y, cuando está a punto de culminar la elevación, cae al punto de partida y, así, vuelta a empezar ad infinitum- se puede elaborar. Niños y jóvenes con historias durisimas de abandono a sus espaldas nos demuestran que es posible estar psicológicamente bien y, además, crecer desde esta adversidad. Yo mismo he tenido la dicha de vivir en la consulta y compartir con los niños y los jóvenes un proceso resiliente y celebrarlo juntos. Para ello, es necesario lo que apuntamos en este blog muchas veces: tutores de resiliencia que te acompañen incondicionalmente; la implicación de todos los agentes sociales como la tribu o la manada que ayuda a resiliar al menor de edad; y apoyos especializados médicos, pedagógicos y psicoterapéuticos... En particular, la psicoterapia puede contribuir a que la persona construya su historia. Entonces, esta historia ya no le acontece, el paciente se apropia y empodera de la misma. La psicoterapia debe de incluir, por ello, el trabajo del relato de su historia y -aquí coincido con Beatriz San Román- ayudarle a interiorizar un discurso en el que el abandono sea elaborado psicológicamente. Algo que no siempre es posible de elaborar por completo pero que merece la pena hacer en todos los casos porque se contribuye a que el niño integre la experiencia en su vida de manera resiliente. Entonces, se puede nombrar el abandono sin tanto dolor y vergüenza, incluso con el orgullo de haber sido un héroe o heroina de una historia que ha trabajado para retomar un buen desarrollo y resiliar. No será como si nada hubiera pasado, pero sí es como la botella de plástico que se arrugó pero adopta de nuevo su forma original (con arrugas, claro, pero su forma original) Es cuando el abandono se elabora y se puede aceptar por la persona de una manera más cercana a otra acepción del término según la  RAE: "Entregar, confiar algo a una persona o cosa"

4. Víctimas, si. Victimismo, no. Algunos niños adoptados han sido víctimas muchas veces de experiencias de ruptura, pérdidas y, en ocasiones, (mucho más de lo que se cree, estimo desde mi experiencia) de malos tratos físicos, psicológicos y abuso sexual. Experiencias por las que ningún ser humano debería de pasar y que nos dan la idea de que este mundo, por muchas revoluciones y cambios que ha vivido, nunca ha empezado por lo fundamental: el cambio individual profundo. La experiencia del abandono sólo sabe qué es quien la vive en su piel. Debe ser muy doloroso y duro, sin duda. Por ello, creo, otorgarle la condición de víctima a quienes la sufren, es justo y reparador porque te exime del cuchillo de la culpa. Ya hemos dicho que los niños se culpan del abandono y hasta creen merecerlo. Uno de los trabajos a hacer es ayudar al menor de edad a tomar conciencia de que sus problemas emocionales se asocian a esta experiencia, pues muchos de ellos viven en la inconsciencia. Y que muchas de las manifestaciones que experimentan en forma de sensaciones o emociones de malestar se vinculan con la memoria implícita, la memoria no episódica o verbal (cuando el abandono sucede en la etapa preverbal), de la cual no se tiene recuerdo consciente.

Pero no podemos quedarnos aquí ni estimular esta condición -aquí también coincido con Beatriz San Román-. Esto explica sus problemas pero no los justifica ni le exime de responsabilidad. El niño o joven no es responsable de que le abandonaran o maltrataran pero sí es responsable de trabajar para promover su propio bienestar y recuperacion, y hay que alentar y apoyar esa responsabilidad.

Por ello, en psicoterapia hemos de trabajar con el paciente para que en la medida que se vaya avanzando (en un proceso duro, difícil y no exento de complicaciones) camine hacia el proceso de reconstrucción que señalan Barudy y Dantagnan: de culpable a víctima; de víctima a superviviente; y de superviviente a viviente (felicidad y resiliencia de vivir pese a lo ocurrido)

5. Cerebro centrismo no, aportaciones de la neurobiologia, sí. Aquí disiento de Beatriz San Román porque no podemos ni debemos minimizar el impacto que la separación o la pérdida de las figuras de apego tiene sobre el cerebro. Y no digamos el maltrato o el abandono. Yo mismo he podido constatarlo en mi practica clinica. Cada vez se recoge más evidencia al respecto. Esto no es cerebro centrismo sino, a mi modo de ver, enriquecimiento del corpus de la psicología. Los psicólogos no podemos trabajar con nuestros pacientes como si el cerebro no tuviera nada que ver con la conducta, las emociones y las cogniciones (como dice mi amigo y colega psiquiatra Rafael Benito) Lo mismo que la psicología se nutre de muchas otras ciencias, puede y debe nutrirse de las neurociencias. Autores como Damasio, Siegel, Schore o Cozolino -por citar tan sólo a unos pocos- son auténticos genios que nos han enseñado muchísimo y nos han aportado otra forma de hacer psicoterapia.
6. El término separación, sí;  la palabra abandono, no. Afirma Beatriz San Román, al final del artículo, lo siguiente: "Si en lugar de definir a las personas adoptadas como “víctimas” y de hablar de su experiencia como “abandono”, se hablara de “separación” (de sus primeras familias), tal vez se podría facilitar la reconciliación con “los orígenes”, no solo por parte de las personas adoptadas, sino también de (y con) las madres –y padres– de nacimiento, a cuyo silenciamiento y estigmatización sigue contribuyendo el “nuevo” discurso de la adopción en España. “Separación”, en tanto término neutro que describe un hecho –también– neutro, permitiría a las personas adoptadas incorporarlo como tal, es decir, como un hecho, en su relato autobiográfico y gestionar los posibles malestares derivados del mismo sin el dolor del rechazo" En mi opinión, no existen en psicología hechos neutros y en caso de existir, no creo que ni el abandono ni la separación puedan considerarse como tales. Quizá la palabra separación tenga menos carga emocional que la palabra abandono, pero, ¿neutro? No lo veo, por muchas vueltas que le doy.
 
Y ahora espero gustosamente vuestros comentarios, opiniones, críticas a favor, en contra, otras visiones del tema...

Finalizo esta entrada con dos excelentes noticias:

Mi colega Conchi Martínez Vázquez ha creado su propio blog titulado: "Resiliencia infantil. Apego, parentalidad y buen trato" Ha visto la luz a finales de marzo. Es una gran satisfacción para mí comprobar cómo cada vez se suman más personas a esta gran red de personas y profesionales motivados por el apego y el buen trato. Conchi atesora grandes conocimientos y experiencia, por lo que vaticino que su blog va a ser un éxito. ¡Felicidades, Conchi! Su dirección es la siguiente: http://resilienciainfantil.blogspot.com.es/ ¡Seguidle la pista a Conchi!

También quiero agradecer a mi amigo Alberto Barbero Tejedor el que se haya hecho eco del último libro que he publicado -"Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)"- en su magnífico blog titulado: "Personas y equipos productivos"; realizando una reseña del mismo y, con gran creatividad, proponga cómo ve él su uso en una sesión de coaching personal o de equipo y centrándolo, sobre todo, en el objetivo de entender más a fondo una situación o problema para poder buscar más adelante formas de gestionarla. Os recomiendo su excelente blog. ¡Gracias, Alberto!
 
Cuidaos / Zaindu, y hasta la semana próxima.