La entrada de esta semana es una continuación de la de la anterior. Nos corresponde caracterizar al tercero de los tres tipos de maneras de presentarse que tienen los niños que han sido traumatizados. Nos referimos al niño lábil, inestable o cambiante.
EL NIÑO INESTABLE
La presentación del niño lábil es cambiante. Estos niños están fuertemente afectados o influenciados por los disparadores del ambiente (sucesos del día a día, en casa o en el colegio, pueden precipitar una respuesta emocional intensa), otras emociones y por estados internos. El asesoramiento a los padres o a las familias o responsables de este tipo de niños es a menudo complicado pues sus manifestaciones pueden variar de día en día e incluso de hora en hora. Sus reacciones emocionales son impredectibles y pueden ser desproporcionadas ante el estresor o suceso que las precipitó. Ellos pueden ir de 0 a 100 en un lapso corto de tiempo o, al contrario, rápidamente quedarse apagados. En la terapia también se observan estos cambios: algunos días acuden contentos y tranquilos y otros reaccionan ante cualquier pequeña frustración enfadándose, entristeciéndose o sintiéndose agobiados. Tienen dificultades en diferenciar el tipo de emoción que experimentan y el origen de la misma. Además, tienen problemas para evaluar el nivel de intensidad de la emoción –la irritabilidad es para ellos como la rabia; y la tristeza equivale a desesperación-
Suelen estar desconectados de los estados emocionales, y es difícil para estos niños acceder a la experiencia emocional y también estar en la experiencia emocional. Cuando están en medio de la experiencia emocional, ellos son incapaces de pensar. Viven como dirigidos por la emoción y tienen escasas habilidades cognitivas para comprenderla y para afrontarla de manera saludable.
Déficits principales de estos niños
Inhabilidad para modular la experiencia emocional (rápidamente entra en escalada, con dificultad para retornar a la línea base) Esto es herencia del trastorno del apego. Como sabemos, en el apego seguro, la madre o el padre acoge emocionalmente al niño tras la separación, y con sus palabras, sus abrazos y su voz suave le llevan en no demasiado tiempo a la línea base o calma previas al estrés de la separación.
Lectura incorrecta de las claves ambientales; umbral bajo de percepción de la amenaza. No es nada infrecuente que el niño inestable interprete incorrectamente los estímulos sociales y los perciba como amenazadores. Una discrepancia con un compañero en el colegio podría precipitar una respuesta de cólera con fuerte agresividad que requiere de la contención de los profesores. Frustrarse ante la tarea puede disparar la desrregulación emocional y el niño reaccionar corriendo y encerrándose en los baños del colegio, por poner unos ejemplos.
No puede integrar las experiencias en una narrativa cohesiva que dé sentido a su sí mismo.
Qué función cumple
Estos niños han desarrollado un sistema de alerta biológico para el afrontamiento de cualquier emoción incluyendo los estímulos externos e internos. Sus cuerpos les proveen de algo así como del combustible que ellos necesitarían para sobrevivir si estuviesen realmente en peligro. Esta intensa reactividad física deja a los niños a merced de sus emociones.
Orientaciones para las familias
Cuesta mucho estabilizar emocionalmente a estos niños. Además de que las presentaciones más graves puedan requerir de tratamiento farmacológico, es necesario que acudan a psicoterapia y trabajen con el profesional para ayudarles a desarrollar recursos regulatorios. En este sentido, la toma de conciencia de las emociones, la psicoeducación emocional al niño, la explicación de qué les pasa y por qué, son necesarias.
Cuando lo prioritario en la vida ha sido sobrevivir (como les ha pasado a estos niños; es tremendo las cosas que cuentan y narran, cuando pueden hacerlo), esta respuesta de alarma es muy difícil que se apague. Lleva mucho tiempo que integren el entrenamiento emocional regulatorio. Por ello, la coordinación con el profesorado y los padres es fundamental para planificar cómo se hará la necesaria contención para calmar al niño. Éste debe saber que la contención es para pararle, tranquilizarle y evitar que dañe a los demás y a sí mismo. La contención no es para hacerle daño. Deben de sentir que la contención es sentir que alguien te sostiene. El entrenamiento emocional tiene como objetivo reducir la intensidad a un nivel tolerable y manejable para el niño; y enseñarle a que identifique cuándo aparece; que reconozcan la intensidad emocional en sus distintos grados y proveerles de estrategias concretas de manejo de la misma.
El niño inestable ha experimentado trauma interpersonal (apego desorganizado o trauma relacional, normalmente) durante un periodo largo de tiempo. Como resultado, su sentido del sí mismo y por lo tanto de su experiencia emocional, está fragmentado.
Déficits principales de estos niños
Inhabilidad para modular la experiencia emocional (rápidamente entra en escalada, con dificultad para retornar a la línea base) Esto es herencia del trastorno del apego. Como sabemos, en el apego seguro, la madre o el padre acoge emocionalmente al niño tras la separación, y con sus palabras, sus abrazos y su voz suave le llevan en no demasiado tiempo a la línea base o calma previas al estrés de la separación.
Lectura incorrecta de las claves ambientales; umbral bajo de percepción de la amenaza. No es nada infrecuente que el niño inestable interprete incorrectamente los estímulos sociales y los perciba como amenazadores. Una discrepancia con un compañero en el colegio podría precipitar una respuesta de cólera con fuerte agresividad que requiere de la contención de los profesores. Frustrarse ante la tarea puede disparar la desrregulación emocional y el niño reaccionar corriendo y encerrándose en los baños del colegio, por poner unos ejemplos.
No puede integrar las experiencias en una narrativa cohesiva que dé sentido a su sí mismo.
Qué función cumple
Estos niños han desarrollado un sistema de alerta biológico para el afrontamiento de cualquier emoción incluyendo los estímulos externos e internos. Sus cuerpos les proveen de algo así como del combustible que ellos necesitarían para sobrevivir si estuviesen realmente en peligro. Esta intensa reactividad física deja a los niños a merced de sus emociones.
Orientaciones para las familias
Cuesta mucho estabilizar emocionalmente a estos niños. Además de que las presentaciones más graves puedan requerir de tratamiento farmacológico, es necesario que acudan a psicoterapia y trabajen con el profesional para ayudarles a desarrollar recursos regulatorios. En este sentido, la toma de conciencia de las emociones, la psicoeducación emocional al niño, la explicación de qué les pasa y por qué, son necesarias.
La terapia EMDR contribuye poderosamente con sus técnicas de instalación de recursos positivos como el lugar seguro y otros, a ayudar a que el cerebro de estos niños vaya regulándose. El trabajo de integración de los recuerdos asociados a las experiencias traumáticas es el último paso en su tratamiento.
Cuando lo prioritario en la vida ha sido sobrevivir (como les ha pasado a estos niños; es tremendo las cosas que cuentan y narran, cuando pueden hacerlo), esta respuesta de alarma es muy difícil que se apague. Lleva mucho tiempo que integren el entrenamiento emocional regulatorio. Por ello, la coordinación con el profesorado y los padres es fundamental para planificar cómo se hará la necesaria contención para calmar al niño. Éste debe saber que la contención es para pararle, tranquilizarle y evitar que dañe a los demás y a sí mismo. La contención no es para hacerle daño. Deben de sentir que la contención es sentir que alguien te sostiene. El entrenamiento emocional tiene como objetivo reducir la intensidad a un nivel tolerable y manejable para el niño; y enseñarle a que identifique cuándo aparece; que reconozcan la intensidad emocional en sus distintos grados y proveerles de estrategias concretas de manejo de la misma.
Hay que trabajar con el niño con paciencia, perseverancia. Aunque es muy difícil la estabilización, no es imposible conseguirla.
En los siguientes capítulos referidos a la regulación emocional -dentro de esta psicoeducación que estamos desarrollando- veremos cómo enseñarles estas estrategias.
Pero antes, en las próximas semanas, nos centraremos en hablar del último libro que he escrito, titulado: "Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)" Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao, 2013.
Mañana publico otro post y os presento el contenido del libro "Construyendo puentes", cuya aparición y presencia en librerías será en unas dos semanas.
Estoy feliz por este nuevo libro porque en él cuento cómo los niños adoptados y acogidos con duras historias a sus espaldas han podido encontrar en esta técnica un instrumento terapéutico para poder narrar y reconstruir sus duras historias de vida. En el libro expongo cómo usar esta técnica y qué se necesita para ello. Espero que os guste y os sea útil.
Como ya sabéis, presento el libro el 15 de marzo, a las 19,00h, en la sala FORUM de la FNAC. El acto de presentación de "Construyendo puentes" se enmarca dentro de una jornada formativa titulada: "I Conversaciones sobre Apego y Resiliencia Infantil", que está teniendo una fenomenal acogida. Os recuerdo que podéis apuntaros hasta el 4 de marzo y que las plazas son limitadas (quedan ya pocas) Es una oportunidad para poder aprender todos juntos sobre apego y resiliencia en compañía de profesionales con amplios conocimientos y experiencia en el trabajo terapéutico y educativo con niños acogidos y adoptados.
Cuidaos / Zaindu.
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