Vuelve el tema de la psicoeducación para familias adoptivas o acogedoras, tema que teníamos temporalmente aparcado porque nos hemos dedicado a otros asuntos. Iniciamos el segundo bloque. Está dedicado a LA AUTO-REGULACION. Dentro de éste, trataremos tres aspectos importantes: Identificación de emociones; modulación emocional y expresión emocional.
Se trata de una función clave en la vida del niño. Los niños que han vivido experiencias de apego subóptimas no han tenido la oportunidad -durante tiempo suficiente- de vivir una relación con las figuras primarias que se constituya en contenedora y reflexiva de sus estados internos. El apego va más allá de garantizar la supervivencia biológica de los individuos; el apego tiene un aspecto emocional fundamental para el ser humano: favorece la auto-regulación de todo el sistema bio-conductual.
El déficit en la auto-regulación no sólo es característico de los niños que han vivido trauma de apego sino también es común en algunas patologías como los trastornos de la personalidad (por ejemplo el trastorno límite) y en los déficit de atención con hiperactividad. Este último diagnóstico es muy frecuente en niños traumatizados por la violencia y los malos tratos, o en los que han sufrido abandono. Los niños víctimas de malos tratos o de abandono sufren un estrés crónico y permanente que afecta a un cerebro en desarrollo altamente vulnerable a los estímulos ambientales negativos. El niño es completamente dependiente de la experiencia. Necesita de un adulto capaz de hacer de “abrigo emocional estabilizador” (expresión que hemos usado aquí muchas veces) Su cerebro entonces se estructurará morfológica y funcionalmente de tal manera que maduren las áreas del mismo implicadas en la inhibición o control de los impulsos y emociones, en la planificación de los actos y en la capacidad de seleccionar y mantener la atención en los estímulos relevantes. Mucho se ha hablado de la hipótesis genética en los problemas de hiperactividad y de conducta que los niños presentan, papel que no negaremos. Pero no se pueden soslayar los factores ambientales, y entre éstos, el trauma que el abandono y el maltrato pueden generar. Muchos niños (adoptados o acogidos) que son diagnosticados de déficit de atención y/o hiperactividad presentan historias duras de abandono y malos tratos. Y el abandono es traumático. Y los niños traumatizados tienen dificultades en la regulación emocional. Cualquier visión de la hiperactividad en este tipo de niños (desde el diagnóstico hasta el tratamiento) no puede obviar la contribución que el trauma tiene en la aparición de síntomas de hiperactividad, problemas de atención, control de impulsos… No es negar un diagnóstico sino subrayar la importancia de las experiencias de vida traumáticas (como abandono y malos tratos) en la aparición del mismo. En investigaciones con ratas, las crías que eran prematuramente separadas de sus madres registraban a posteriori un mayor número de comportamientos hiperactivos que las que permanecieron más tiempo. Del mismo modo, para los seres humanos el abandono es altamente desestructurante, pues el niño carece de las figuras adultas que necesita para un adecuado desarrollo global. El niño abandonado queda en el vacío, sin la experiencia de un otro significativo que te refleja y contiene. Los niños abandonados crecen con un cerebro que no olvida esto. Tengámoslo en cuenta. El cerebro es el mismo órgano toda la vida. Y necesita de un adulto para madurar, sobre todo las áreas frontales que son básicas para desarrollar la autoregulación. El adulto nos presta sus lóbulos frontales y favorece que los nuestros se desarrollen para que podamos emplearlos por nosotros mismos en el futuro (auto-regulación) Por eso los niños abandonados parecen conducirse como una orquesta (que puede tener unos componentes excelentes pero sin coordinación) sin director, cayendo en el caos o en la rigidez. Y por eso necesitan, entonces, durante mucho más tiempo, de adultos significativos que trabajen en red para ayudarles en su caminar y poder construir esa autoregulacion.
La regulación es un desafío para terapeutas, padres, familias, profesores… Cuesta mucho tiempo, trabajo y esfuerzo lograr que un niño se estabilice a nivel cognitivo, emocional y conductual. A veces incluso en estados hipoactivos, no necesariamente hiperactivos. No es una cuestión de que el niño se mueva mucho. A veces podría hiperconcentrarse en determinadas tareas (de manera inadecuada también) Es una cuestión de que el organismo responda amoldándose y sintonizándose con el ambiente, adaptándose a los requerimientos que las distintas situaciones demandan. De hecho la semana que viene, cuando veamos tres ejemplos distintos de tipos de niños, veremos que existe, dentro de los desregulados, un niño que no es excesivamente movido.
En cualquier caso, como adultos responsables de niños adoptados y acogidos con problemas regulatorios, hemos de trabajar con constancia y paciencia para poder ir haciendo esta función moduladora que los primeros cuidadores no hicieron con los infantes. Los terapeutas del apego y de la trauma terapia incluimos entre nuestros objetivos terapéuticos -desde el principio y a lo largo de todo el tratamiento- el aprendizaje de recursos de estabilización: la relajación, la meditación, la música, la instalación de recursos positivos en EMDR y la propia relación terapéutica. Y mentalizamos a las familias para que comprendan (y aprendan) a regular a sus hijos como prioridad absoluta.
¿Qué quiere decir “regular”?
La auto-regulación implica la capacidad para gestionar la experiencia en diferentes niveles: cognitivo, emocional, fisiológico y conductual.
Una regulación exitosa de la experiencia puede implicar diferentes tipos de cosas como:
- Tener un grado mínimo de conciencia de los estados internos.
- La habilidad para tolerar un rango de activación y emoción.
- La habilidad para implicarse en una acción o cognición que module la activación o los estados internos.
- Una comprensión de las interconexiones entre los distintos aspectos de las experiencias internas (por ejemplo, sensación, sentimiento, pensamiento, conducta)
- Una comprensión de los factores que influencian la experiencia interna.
- La capacidad para comunicar las experiencias eficazmente con los demás.
Cambios en el desarrollo en regulación
La primera auto-regulación implica la organización fisiológica básica: patrones de sueño, comida…
Primero somos estructurados externamente gracias a la labor del cuidador o cuidadores para posteriormente ser capaces de regularnos internamente. Aunque continuamos recurriendo a nuestros semejantes significativos (padres, amigos, pareja…) como recursos de modulación a lo largo de nuestras vidas.
Todas las habilidades implicadas en la regulación se desarrollan desde un nivel muy básico para llegar a otro más sofisticado. Por ejemplo, la conciencia de un estado interno para un niño pequeño puede ser tan simple como “me siento mal”, mientras que un adolescente puede ser capaz de captar estados tan complejos como “me siento decepcionado y preocupado”
La semana próxima seguimos con este apasionante tema.
Cuidaos / Zaindu.
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