Hace unos años podíamos
excusarnos en el “no sabíamos qué hacer”; “hicimos como mejor supimos” ; “nadie
nos enseñó” ; “eran otros tiempos” ; “no se sabía tanto como se sabe ahora” Pero
hoy en día no podemos refugiarnos en este tipo de frases para justificar que
como padres desconocíamos maneras apropiadas de educar a nuestros hijos. Actualmente
existe cada vez un mayor cuerpo de conocimientos psicológico y pedagógico que
nos enseñan los métodos más apropiados para criar a los niños para que en el
futuro sean felices y responsables (dos de las palabras más oídas a los padres
y a las familias cuando se les pregunta qué desearían para sus hijos en el
mañana) Pero además, asistimos a una eclosión de conocimientos neurocientíficos
sobre cómo es la estructura y función del cerebro. Y también sabemos que el
cerebro no se crea sólo o aisladamente (o lo que es lo mismo: el ser humano no
puede desarrollarse si no es bajo la influencia de otros); necesita de la
relación interpersonal para conformarse y constituirse armónica y
equilibradamente. Esto es lo que nos aporta la neurobiología interpersonal:
cerebro-mente-relaciones interpersonales. Y uno de los máximos exponentes es un
autor que a mí me encanta y que ha salido en este blog innumerables veces:
el gran Daniel Siegel.
En esta ocasión, os presento uno
de sus últimos libros. No sé si será el último porque es un autor muy
prolífico. Tiene libros científicos para profesionales y libros divulgativos.
Entre estos últimos, está el que hoy os presento: "El cerebro del niño"
Partiendo de cómo está conformado
y cómo funciona el cerebro del niño (porque hoy en día sabemos mucho de este
órgano, aunque todavía haya todo un mundo por descifrar), Siegel se propone ofrecer a
los padres unas pautas educativas que tengan en cuenta este saber. Realmente,
como padres y familias, son más quienes están en el camino acertado en cuanto a
la educación de sus hijos que los que no, afortunadamente. Lo único que observo
–puedo estar equivocado- es que a veces nos falla el timing (qué hay que hacer
en cada momento); la gestión de nuestras propias emociones (perdemos la calma
demasiado pronto) y el obsesionarnos con la modificación de las conductas
negativas de los niños descuidando otro tipo de pautas, como las que ayudan a
la conexión emocional con el niño. Estas últimas son fundamentales y allanan el
camino para poder enseñar normas a los menores. Siegel nos ofrece esto, además
de otras muchas cosas.
Las pautas que Siegel ofrece
pueden aplicarse en el día a día cotidiano. No hace falta dedicar un tiempo
específico para hacer lo que nos recomienda, sino que desde los problemas que
nos aparecen en la cotidianeidad con los niños podemos actuar. Pero además, el
autor nos proporciona algo más ambicioso: la posibilidad de que nuestros hijos
progresen. Porque a la larga –dice Siegel- conforme el cerebro de los niños se
desarrolla refleja el de sus padres. Esto nos tiene que dar mucho que pensar.
Si hablamos de los niños adoptados y acogidos con experiencias familiares
adversas, cuando llegan a la nueva familia y muestran los problemas emocionales y de
conducta que a menudo suelen presentar, probablemente estarán reflejando el cerebro de las
personas con quienes se relacionaron. Y si estas personas (padres o educadores de
instituciones) han sido maltratadores o han abandonado emocionalmente a los
menores, nuestra tarea será que su cerebro (tan caótico o rígido, según el
patrón de apego del niño) llegue a parecerse al de su nueva familia (que debe ser equilibrado)
El libro comienza con un primer
capítulo en el que el autor da a conocer el concepto de la paternidad basado en
la estructura del cerebro y presenta la idea sencilla y poderosa de la que
parte el enfoque del cerebro pleno: la integración. Esto nos resulta bien
interesante para los niños con historia de trauma de apego: el cerebro de estos
niños no está integrado. En un segundo capítulo, Siegel se centra en ayudar al
hemisferio izquierdo y al hemisferio derecho a trabajar conjuntamente para que
el niño pueda estar conectado con su faceta lógica y su faceta emocional. En el
siguiente apartado, se resalta la importancia de conectar el “cerebro inferior”
instintivo, con el “cerebro superior” Esto reviste de gran trascendencia para
todos los que trabajamos con niños víctimas de malos tratos: su cerebro
instintivo está superdesarrollado porque las estrategias que el niño tuvo que
poner en marcha estuvieron dirigidas a la supervivencia. La tarea, en la
actualidad, cuando el niño está protegido, es ir haciendo que cerebro superior
e inferior se conecten. Siegel nos dice cómo. El capítulo cuarto explica cómo
puedes ayudar a tu hijo a hacer frente a los momentos dolorosos del pasado
iluminándolos con la luz de la comprensión, para poder abordarlos de una manera
intencionada, consciente y delicada. Otro capítulo de gran interés para todos
los que trabajamos -o tienen niños a su cargo- que presentan pasados muy dolorosos,
como es el caso de muchos niños que son adoptados o acogidos. El capítulo
quinto ayuda a enseñar a los menores que pueden pararse a reflexionar sobre su
estado de ánimo. Y el último capítulo pone de relieve las maneras en que puedes
enseñar a los niños la felicidad y la satisfacción que se derivan de estar
conectados con los demás al tiempo que mantienen una identidad única.
Nos dice Siegel: “...teniendo en
cuenta que uno de nuestros objetivos principales ha sido que este libro sea lo
más útil posible, proporcionamos las herramientas concretas para que tu papel
como padre o madre sea más fácil y la relación con los hijos más plena. Por eso
casi la mitad de cada capítulo está dedicada a la sección ‘Lo que puedes hacer’,
donde damos recomendaciones y ejemplos prácticos de cómo se pueden aplicar los
conocimientos científicos del capítulo. Otra sección final de cada capítulo se
llama ‘Integrarnos nosotros mismos’, dedicada a aplicar los conceptos de cada
capítulo a tu propia vida y tus relaciones personales. A medida que los padres
adquieren mayor conciencia y son cada vez más sanos emocionalmente, sus hijos
cosechan los frutos y también ellos avanzan hacia la salud. Eso significa que
integrar y cultivar tu propio cerebro es uno de los regalos más afectuosos y
generosos que puedes ofrecer a tus hijos” Por ello nosotros en este blog
estamos también dedicando un monográfico a la psicoeducación para familias
adoptivas y acogedoras, pues si nosotros nos volvemos más conscientes y
competentes ayudaremos a que nuestros niños progresen mucho más.
El libro tiene al final un
resumen con los conocimientos más importantes de cada capítulo y las pautas y
recomendaciones que se proponen. Le llaman “hoja para la nevera”, con el fin de
que la peguemos ahí y la tengamos presente. La obra ofrece muchos dibujos para poder enseñar al niño cómo funciona su cerebro.
En resumen, un libro
extraordinario, de los que no podemos dejar pasar la oportunidad de adquirir,
leer y empezar a aplicar. Escrito por uno de los mayores expertos, junto con
una psicoterapeuta. La referencia completa del libro es: Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson. El cerebro del niño. 12 estrategias revolucionarias para cultivar la mente en desarrollo de tu hijo. Editorial Alba. Barcelona, 2012. Lo
tenía pendiente de leer, lo acabo de terminar y me ha entusiasmado por su rigor
pero a la vez su sencillez.
Para terminar, las familias o
profesionales que criamos o trabajamos con niños que han sido víctimas de malos
tratos y pueden presentar apegos disfuncionales o trauma, hemos de ser
conscientes –en mi opinión- de que estas pautas y recomendaciones funcionarán.
Sin duda. Pero no probablemente de una manera tan rápida como los padres o
profesionales que tratan con niños que se apegaron seguramente. Los caminos en
el cerebro de los niños con un pasado muy doloroso están muy trillados y volver a construir otros es una
tarea ardua, que requiere paciencia, calma y tiempo. Pero a la vez es muy gratificante.
Esto es para que tengamos en cuenta que no existen remedios mágicos sino
trabajo. Pero cada día es un avance si nos proponemos hacer equipo para el niño.
La semana que viene os comento
una tesis doctoral sobre el apego en niños adoptados que me ha enviado Pilar
Surjo. Como siempre, generosa y amable compartiendo lo que investiga en
internet, librerías, cursos… Es muy interesante esta tesis, aparte de estar
magistralmente elaborada. Nos interesa acudir a lo que la investigación
científica descubre.
Cuidarse / Zaindu
Hola José Luis, me encanta lo que dices en esta entrada y tienes mucha razón! ya no hay pretextos, hoy en día los padres cuentan con muchos recursos, como es toda la información que pueden encontrar en internet, y profesionales especialmente preparados para temas como la adopción : )
ResponderEliminarGracias por tus escritos que son siempre de gran orientación : )
Te invito que pases a mi blog
www.proadopcionmx.blogspot.com
Agregue tu blog a mi lista de blogs favoritos : )
Desde México un abrazo
Mónica Castañeda Urrutia
Gracias mónica, miraré tu blog con gusto, un cordial saludo, José Luis
ResponderEliminarJosé Luis,
ResponderEliminarSigo este estupendo y útil blog desde hace tiempo. No deja de asombrarme ninguna entrada.
Mi hija de 11 años, adoptada en Rúsia a los 9 meses, presenta muchos de los rasgos que se describen y me resulta reconfortante saber que existe algún camino, o varios, para poderla guiar en este desafío tan grande que es "crecer".
Necesito tener más paciéncia, mucha más.
Muchas grácias por tu gran ayuda.
Hola, Chedi: Muchas gracias, me satisface mucho saber que existen personas como tu ahí, siguiendo y valorando este blog. Es lo que me motiva a seguir escribiendo semana a semana. Un afectuoso saludo, y ánimo en tu tarea como madre.
ResponderEliminarHola de nuevo José Luis,
ResponderEliminarEspero recibir pronto este libro sobre el cerebro del niño. Intuyo que me puede dar razón de bastantes cosas. De todas formas, mi centro de interés está ahora bastante orientado a encontrar estratégias para mí. Necesito poder sobreponerme a los episodios de gritos, insultos o dureza en el trato, que me dejan una sensación de tristeza. Ella, una vez ha descargado por cualquier motivo, quiere recuperar el trato como si nada hubiera pasado y eso me cuesta mucho.
¿ Se te ocurre algúna sugeréncia?
Muchas grácias
Chedi Rodés
Hola Chedi: cada niño es un mundo propio, y sin conocerla bien es muy arriesgado orientar. No sé qué le puede ocurrir para perder el control así. Tampoco es objetivo de este blog responder a las consultas personales por lo que te comento de que no conozco bien a los niños de que me habláis. Se puede uno equivocar.
ResponderEliminarHablando en general, los niños, tras los episodios de descontrol, de los que pueden ser más o menos conscientes (pues pueden ser partes de sí mismos disociadas que surgen ante determinados disparadores), pueden querer retomar el trato por temor al abandono. A veces saben que han actuado mal pero no pueden dominar esa parte que les sale. El mensaje suele ser de aceptación de la persona del niño siempre, somos incondicionales pese a todo, aunque nos cueste. Y a la par decirles que esos comportamientos lo más seguro se deben a su malestar o que no controlan sus emociones y que les vamos a ayudar a que aprendan a calmarse. Es importante indagar en lo que les pasa en esos momentos. Si no podemos porque se cierran, los profesionales en la terapia pueden trabajar sobre eso.
Saludos cordiales,
José Luis
Genial, iré lo más pronto que pueda a conseguir el libro. Soy madre de dos niños y estos temas atraen mi atención.A través de tus palabras me transmites mucho entusiasmo y tranquilidad.
ResponderEliminarMe encanta leerte.
Un saludo.
Muy agradecido, Esther, recibe un cordial saludo, José Luis
ResponderEliminarGrácias por tu prudente y generosa
ResponderEliminarrespuesta,
Después de un intenso fín de semana,ayudándola a preparar una prueba sobre "Ecosistema marino", te puedes imaginar cómo me siento...
El dilema está en encontrar el punto justo entre el grado de exigéncia o de distáncia cuando tienen que enfrentarse a una dificultad, sea intelectual o de la vida cotidiana.
Mi hija reclama mi ayuda a gritos pero, al mismo tiempo, se revela frente al reto de pensar, leer atentamente, repetir, etc...
Mientras tanto, yo intento, de verdad, hacer una lectura "entre líneas" de su reacción contra mí.
Estoy inmersa en la lectura del libro. Seguro que hay mucho de verdad en él pero, cuando estás sola ante la situación, es difícil...
Muchas grácias por estar ahí.
Hola, buenos días, una crítica.
ResponderEliminarLo de "Hace unos años podíamos excusarnos..." lo llevo oyendo algo más de 30 años... y seguimos igual, dando bandazos de un lado a otro.
¿Será nuestro sino?
Hola Álvaro: Pues sí. Puede que lo que ocurra es que no nos tomemos en serio nuestra labor de padres y educadores. Hace treinta años no se sabía lo que ahora se sabe. Si todos pusiéramos un poco más de conciencia en nuestra labor, nos iría mejor. Gracias por tu comentario. Saludos.
ResponderEliminarHola! Soy orientadora y mama de un niño de 3 años. He leído este libro y me ha ayudado muchísimo con mi hijo y en mi trabajo para ayudar a otros padres a entender esta parte emocional de nuestros hijos que a veces no tenemos en cuenta y para ayudarles en muchas situaciones. Sigo tu blog y quería agradecerte también la labor que estas haciendo. Saludos!
ResponderEliminarHola, te agradezco mucho que hayas escrito un comentario en el cual valoras positivamente la labor que realizo desde el blog. Anima a seguir adelante. Un saludo cordial!
Eliminar