Continuamos nuestra
psicoeducación. Vamos a centrarnos hoy en cómo dar respuestas consistentes,
como educadores, padres o madres de niños que tienen a sus espaldas una
historia traumática de vida. Seguimos a las autoras Blaustein y Kinniburgh en
su obra: El tratamiento del estrés postraumático en niños y adolescentes.
Las respuestas consistentes por parte de los cuidadores las vamos a centrar en los siguientes aspectos:
Guía para el uso de la alabanza y
el refuerzo positivo por parte del cuidador.
El trauma crea un distrés
significativo que impacta a los niños, sí, pero también a todos los sistemas de
cuidados en en los que el niño se desenvuelve (la familia, el colegio, las
actividades extraescolares, las relaciones con iguales…) No es inhabitual que
se instale un patrón en el que los adultos que rodean al niño se
identifiquen en exceso con sus dificultades, estresores y síntomas.
Esto puede traer como
consecuencia que apenas nos fijemos en los aspectos o conductas positivas y que
no usemos la alabanza o el refuerzo positivo. Al final, el niño puede terminar
identificado y etiquetado como raro o incluso “malo”. No se rescatan sus
comportamientos positivos, sus esfuerzos, su deseo de hacer las cosas bien.
Hasta, a veces incluso no se destacan porque se supone que es lo que debe
hacer.
El uso de la alabanza y del
refuerzo positivo contribuyen a:
Aumentar las interacciones
positivas entre el niño y el cuidador.
Aumentar las conductas positivas
que se desean.
Favorecer la sintonización
positiva entre el niño y el cuidador.
Aumentar el sentimiento de
seguridad.
Construir la autoestima y la
auto-eficacia para ambos, cuidador y niño.
Aumentar los sentimientos de que
el niño y el cuidador pueden dirigirse adecuadamente.
La alabanza y el refuerzo deben
ser una opción consciente. Sorprendentemente, es mucho más difícil darse cuenta
y hacer notar las cosas buenas que las negativas o las intensamente
desagradables que vivimos. Me sucede a menudo en consulta que pregunto a las
familias qué destacarían como positivo de sus hijos adoptados o acogidos y… ¡se
lo tienen que pensar un rato! Tan centrados están en las conductas
desadaptadas... Hay que tener en cuenta que los comportamientos positivos de los
niños requieren de nosotros una selección y unos blancos a elegir para reforzar.
Seleccionando conductas positivas
No alabes cualquier conducta (lo
que sea) Si se alaba cualquier aspecto del niño, puede resultar falso tanto
para el menor como para el padre o la madre. Selecciona cosas que sean
tangibles, que son importantes, que son objetivos de trabajo con el niño… Y
focalízate en ellas.
Por ejemplo: “¡He hablado con tu maestra y me ha dicho que
llevas una semana muy atento en clase, enhorabuena, lo estás consiguiendo!”
Elegir conductas que son
importantes y deseadas. Específicamente, seleccionar conductas o dianas basadas
en aquello que estamos tratando de construir. Por ejemplo, si tolerar la
frustración sin que el niño monte una rabieta es un objetivo importante,
entonces cualquier signo que el niño esté haciendo debería hacerse notar y ser
destacado. Por ejemplo, si el menor fue capaz de esperar unos minutos fuera
mientras hacíamos una gestión y le decimos “¡buen trabajo!” estamos siendo
muy inespecíficos. Es mucho mejor ser concretos, empáticos y reforzantes: “¡Oh!,
estoy orgulloso de ti. Te dije que tenías que esperar unos minutos y tú dijiste
“bien”. Yo sé que ha sido difícil pero estoy orgulloso de cómo lo has manejado”
Redefinir el “éxito”. Hay que
partir de que vamos gradualmente enseñando y reforzando al niño. Es un proceso con
idas y venidas (donde la gestión de nuestras emociones es fundamental) Si el
último objetivo es que el niño no rompa objetos cuando se enfada, por ejemplo,
entonces hay que reforzar la primera vez que el niño grita pero no golpea o
rompe.
Más allá de “ser bueno”. La
alabanza no siempre debe estar ligada a acciones. El niño siempre es aceptado y siempre es
bueno; otra cosa es que sus conductas sean desadaptadas. La alabanza no es sólo
que modelemos comportamientos positivos en el niño sino la construcción de un sentido
del sí mismo.
Ejemplos de frases de alabanza:
Relativas a la conducta: “Realmente
has estudiado muy bien y has terminado tus deberes” “Me gusta lo bien que tú y
tu hermana habéis compartido la merienda” “Me siento muy contento cuando me
dices de manera clara lo que tú estás sintiendo”
Referidas a esfuerzo: “Me he dado
cuenta lo bien que has trabajado en eso” “Gracias por intentarlo, incluso
aunque resulte difícil para ti ahora. Si sigues así, lo conseguirás”
Referidas a cualidades de los
niños: “Estoy orgulloso de lo amable que eres” “Tienes un gran sentido del
humor” “¡Qué bien sabes dibujar, me encanta!” “De portero, en fútbol, eres muy
bueno; me siento orgulloso de ti”
Referidas a la relación: “Tú eres
un gran niño, me siento súper bien estando contigo” “Me encanta que juguemos
juntos y nos riamos, nos sintamos contentos, estemos a gusto” “Me encanta ver
tu sonrisa cuando te levantas”
Sobre los reforzadores
Reforzador en psicología es un
estímulo positivo que sigue a una conducta que deseamos fortalecer, esto es,
aumentar su frecuencia de aparición.
No soy partidario de acordar con
los niños cosas tales como “si haces esto, te ganas esto” Los reforzadores
deben ser consecuencias naturales no artificialmente creadas. Si el niño hace algo positivo de manera
natural y espontánea, una consecuencia que la vida nos enseña es que eso va a
ser destacado y aprobado.
La alabanza, los comentarios
positivos, la atención que prestamos a los niños, el jugar con ellos, el
celebrar juntos con una cena especial lo bien que trabajó los deberes, el poder
tener un tiempo extra con los amigos… Son ejemplos de cómo la consecuencia que
los padres ponemos de manera natural enseña a los niños.
Hay aspectos que nunca nunca
deben ser puestos en cuestión: la pertenencia y la aceptación. Maneras
de pretender cambiar al niño tales como ignorar su persona; negarle el cariño
(los besos, los abrazos); no aceptar su persona (tus conductas negativas no las
tolero –“no debes insultarme cuando te enfadas; yo te voy a enseñar a calmarte
y tú aprenderás a hacerlo; pero a ti te quiero y te querré siempre pase lo que pase”-. Mensaje importantísimo para todos los niños pero en especial
para los adoptados y acogidos que han sido abandonados anteriormente)
Realmente, observo poco en los
padres y familias el trabajo de enseñar a los niños el manejo de sus emociones.
Les decimos “¡pórtate bien!" pero no les enseñamos cómo. Y también no veo que
los padres alaben y feliciten a sus hijos por cómo son ellos y por sus logros a
la hora de ir superando sus problemas. Esto se hace poco. Lo más habitual es
que escuchemos una retahíla de frases que remarcan sus problemas, dificultades,
síntomas… Esto nos debe dar que pensar y el artículo de hoy va en esta línea,
en que reflexionemos sobre ello.
Cuidaos / Zaindu