Hacemos una parada en el camino
(dejando por una semana el tema que nos viene ocupando, el de la psicoeducación
para familias adoptivas y acogedoras) para detenernos a hablar sobre el último
libro escrito por Loretta Cornejo Parolini. Se titula: “El espacio común. Nuevas aportaciones a la Terapia Gestáltica aplicada a la infancia y a laadolescencia” Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao, 2012.
Acabo de terminar su lectura y la
sensación que me queda es una que ya he tenido otras veces leyendo obras de
Loretta (este es su cuarto libro): me parecería estar en mi sala de lectura con
(y sentir a) la propia Loretta en persona, hablándome, comentándome,
transmitiéndome toda su sabiduría y experiencia de psicoterapeuta acumulada a
lo largo de los años. El estilo sentido, tierno y emocional de Loretta te
envuelve cálidamente y durante el tiempo de lectura sientes a la autora presente
contigo; con esa manera única, original e irrepetible que ella tiene de
escribir: “desde la piel pero también desde el cerebro” (Loretta dixit) No hay
ningún autor que sepa equilibrar tan bien en un libro reflexión y emoción. Por
eso sus obras son siempre tan esperadas. Y por eso también éstas son
siempre grandes éxitos. La literatura psicológica está plagada de obras
científicas, con referencias a artículos de investigación, trabajos muy sesudos
pero que adolecen de lo fundamental: la experiencia profesional directa con el
paciente. Loretta nos abre las puertas de su centro de psicoterapia (Umayquipa,
que significa “soplando el amor”, en lengua quechua), como hace un afamado
cocinero cuando enseña su saber hacer. Nos muestra qué dicen sus pacientes, qué
dibujan, qué sienten, qué comunican, cómo trabajan ella y su fenomenal equipo…
Con rigor pero con corazón. Si queremos que crezca la mente de los niños,
debemos alimentar su corazón. Y de esto sabe mucho, vaya que sí, Loretta
Cornejo.
Loretta Cornejo nos enseña, como
digo, su manera de trabajar y su forma de entender la psicoterapia. En esta
ocasión ha vertebrado todo su libro (en el que han participado los pacientes
con sus historias y sus obras psicoterapéuticas, y también psicoterapeutas de
su equipo, justo es decirlo) en torno a una idea que ella considera capital en
esta época que nos está tocando vivir (tan cambiante social y tecnológicamente,
y tan convulsa con la crisis que nos aqueja): el espacio común. Su idea entronca a las mil maravillas con la
neurociencia más actual que recoge la vital importancia que tiene para un
desarrollo armónico y equilibrado de la persona la estimulación de las neuronas
espejo. ¿Qué son las neuronas espejo? En 1996 el equipo de Giacomo Rizzolatti,
de la Universidad de Parma (Italia), estaba estudiando el cerebro de monos
cuando descubrió un curioso grupo de neuronas. Las células cerebrales no sólo
se encendían cuando el animal
ejecutaba ciertos movimientos sino que, simplemente con contemplar a otros
hacerlo, también se activaban. Se les llamó neuronas espejo o especulares. En
un principio se pensó que simplemente se trataba de un sistema de imitación. Sin embargo, los
múltiples trabajos que se han hecho desde su descubrimiento indican que las
implicaciones trascienden, y mucho, el campo de la neurofisiología pura. El
sistema de espejo permite hacer propias
las acciones, sensaciones y emociones de los demás. En suma, nos permite
sintonizar y conectar emocionalmente con los otros, llegar a empatizar.
Loretta Cornejo propone y pauta
cómo hacer posible esta maravilla de la conexión emocional y la comunicación
sintonizada entre personas gracias a que tenemos estas neuronas espejo. Loretta
(con su saber y sus técnicas) las despierta
y anima para que funcionen y no se
atrofien. Y para ello comienza su libro definiendo cómo es el espacio de cada
uno (el de cada niño, el de los padres, el de los jóvenes, el de los abuelos,
el de los hermanos y el del mundo en que vivimos) desde el cual todos y cada
uno de nosotros estamos llamados a que nuestras neuronas espejo sintonicen y
conecten con los demás. Y para que se dé la magia de este encuentro que transfigura
las realidades y pueda convertir el mundo en más justo y más humano, Loretta
Cornejo nos dice: “El espacio común son una serie de espacios que se sobreponen
uno junto al otro creando un hermoso espacio común propio de cada uno” (cada
uno en sintonía y conexión con el otro) El papel del psicoterapeuta (o del
profesor, médico, educador, monitor…) está “…en dejar nuestra propia huella que
imprima un modelo de referencia”
Para ello, la autora no sólo nos
dice el qué (ese espacio donde el espacio de cada uno se superpone para crear
uno común es necesario en una sociedad que necesita ofrecer sobre todo a los
jóvenes, ámbitos para expresarse con el otro, previniendo que nuestros
adolescentes caigan en la pasividad del aburrimiento o en la indiferencia o la
evasión dañina como pueden ser las drogas u otro tipo de adicciones) sino que
para poder lograr todo esto nos cuenta el cómo se puede hacer: el libro aporta
muchas técnicas gestálticas que ponen a la persona en contacto con sus
emociones y con las emociones de los demás. E intercala a lo largo del libro “las
frases de los niños y jóvenes, las de los padres, las de los abuelos” El propio
terapeuta, facilitador de todo este proceso, encuentra en esta obra “medidas
para el propio cuidado, aprendizaje y toma de contacto consigo mismo y con su
vocación de ayuda”. El espacio que Loretta brinda “es compartido, común”, como
ella dice. Los animales forman parte de este espacio también, y en concreto se
muestra cómo un perro (un animal tierno y juguetón llamado Horatio que es
miembro del equipo de profesionales de Umayquipa) puede obrar maravillas
ayudando a los niños y adultos a desarrollar el potencial emocional de sentir sentido al
otro. Loretta Cornejo ha innovado en este campo de la
terapia con animales pues desde hace muchos años incorpora a las sesiones un
perro coterapeuta (en sus libros anteriores ya nos cuenta cómo lo hace) No es un perro cualquiera. Tiene cualidades especiales. Y
además, arrastra una historia de abandono que ha ayudado a muchos niños que la
han vivido a su vez a calmar su angustia interna. Porque como dice Loretta: “Si
Horatio es bueno, cariñoso y obediente, ¿por qué le abandonaron? Porque el
abandono no es el malo, mi querido niño, sino que son los que abandonan los que
están mal (y el niño me dijo un ¡ah! muy
grande con sus ojos y su boca, y por fin entendió su propia historia)”
Frente a una psicoterapia que
tradicionalmente ha considerado que el espacio terapéutico es sólo del niño y
del terapeuta y que “violar” el mismo con la entrada de otras personas o
animales es contraproducente (una visión que todavía mantienen algunos
profesionales), Loretta Cornejo (y estoy totalmente de acuerdo con ella) opina
que cuanta mayor sea la red implicada en el trabajo psicoterapéutico con el
niño y que pueda participar en el mismo (dentro de un encuadre, unos objetivos y una
metodología, por supuesto) mayor será su capacidad de enriquecerse como persona
y superar las adversidades que le traen a terapia. Una psicoterapia
ecosistémica que no concibe que la misma se acabe dentro de las cuatro paredes
del salón de terapia. La terapia se da en el mundo y dentro del mundo. Tiene su
espacio propio pero forma parte del espacio común. Hay espacio para el niño y para el
psicoterapeuta con su vínculo y su trabajo; pero también es necesario que lo
haya para el resto de personas que forman su red social. El psicoterapeuta no
es una pantalla en blanco sino que debe ser caja de resonancia de lo que los
niños traen y comunican. Sus neuronas espejo deben de desarrollarse y crecer
como lo hacen el resto de neuronas del cerebro responsables de otras
habilidades y capacidades.
Y para terminar esta reseña, me
quedo con esta frase de Loretta (podría elegir muchas otras más, pero os invito
a que compréis el libro y las descubráis vosotros. Es un libro que pueden
disfrutar y aprovechar psicólogos, psicoterapeutas, médicos, profesores,
monitores, orientadores, abogados, enfermeros… y sus técnicas son aplicables a muchos ámbitos porque el espacio es
común, no lo olvidemos) que creo que es una gran verdad a menudo olvidada por
los profesionales: “Muchas veces creemos que lo que le hablamos al niño es lo
que le llega, pero no es así, generalmente al niño le llega más de lo que le
transmitimos con nuestra conducta, con nuestros gestos o incluso con lo que
sentimos por dentro ante determinada situación, o la técnica que utilicemos,
que todas las palabras que acompañemos para convencerlo de algo”
Felicidades, Loretta, y que
vengan muchos libros más.
La semana que viene volvemos con
el tema de la psicoeducación para familias adoptivas y acogedoras.
Cuidarse /Zaindu
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