Llegamos al último capítulo
dedicado a la sintonización emocional. Nos vamos a centrar en exponer, primero,
la importancia y las dificultades en la comunicación sintonizada con el niño. A
continuación, detallaremos unas consideraciones sobre desarrollo del niño y
sintonización afectiva. Finalmente, ofreceremos unas claves para apoyar la
modulación emocional.
Siegel nos dice en su ya clásico
y magistral libro: “La mente en desarrollo. Cómo interactúan las relaciones yel cerebro para modelar nuestro ser” (2007) Editorial Desclée de Bouwer, lo
siguiente: “Si un niño ha tenido escasa
resonancia de la actividad de su hemisferio derecho con el de sus cuidadores
durante los tres primeros años de vida, de ello se podría derivar un
infradesarrollo en el funcionamiento del hemisferio. La comunicación no verbal,
las expresiones faciales, las sutilezas en el tono de voz y las sintonizaciones
emocionales serían mínimas en la ´maduración dependiente de la experiencia´ del
hemisferio derecho del niño” (pág. 270)
Y añade más adelante: “…el hemisferio derecho del cerebro requiere
también estimulación emocional del contexto para desarrollarse apropiadamente.
La investigación del apego ha demostrado que la comunicación entre el cuidador
y el bebé modela las vías mediante las cuales la mente en desarrollo del bebé aprende
a procesar información (…) De este modo la comunicación emocional y la
sintonización afectiva se convierten en el medio a través del cual se
desarrollan las capacidades cognitivas del niño” (…) “Por ello, si quieres que crezca su mente, alimenta el corazón del
bebé” (pág. 271)
Lo que nos ocurre a profesionales
y familias adoptivas y de acogida es que el periodo tan crucial de la vida del
niño que va entre los 0 y los 3 años, éste sufrió carencias afectivas (y a
veces maltrato) prolongado. Nos referimos a niños que padecieron traumatización
crónica. Nadie alimentó el corazón del niño. Aunque sólo sean 8, 6 ó 18 meses los que sufrió esta “ausencia de
estimulación emocional del contexto” (usando las palabras de Siegel), este
tiempo es una eternidad en la vida de un niño; y lo que es aún más importante,
sucede en un periodo clave para la formación del neurodesarrollo como son los
primeros años.
Es por ello por lo que
posteriormente, cuando el niño es más mayor, esta tarea que os estoy
proponiendo estas semanas, se hace difícil, complicada y no está exenta de
pocas resistencias por parte del niño. A veces sus defensas y sus mecanismos
adaptativos están demasiado instalados. Una madre me contaba que se sentía
desesperada porque ya no tiene estrategias y su hija se niega a hablar con
ella, se cierra. Aunque con las palabras no le habla, sí lo hace con su
lenguaje no verbal: se encierra en su cuarto y le dice que “le deje en paz”
(sic) Pues incluso en estos momentos tan difíciles en los que los niños parecen
no querer saber nada de nosotros y nos desesperamos porque sentimos que no se
dejan sentir y además, se resisten a cumplir las normas y a funcionar con unos
mínimos, incluso en estas situaciones tan delicadas, como digo, no dejéis de
mostrar vuestra incondicionalidad y vuestro acompañamiento. No dejéis de
transmitirlo (sin invadir, claro está) Se cierra en su cuarto y no quiere
hablar, sí, pero podemos validar el sentimiento que está detrás de la conducta
de encerrarse: “Siento que necesitas estar sola, lo comprendo. Yo estoy aquí y
estoy dispuesta a escucharte cuando estés preparada” Esta disponibilidad del
educador o del padre o la madre es lo que a larga hará que se sientan
comprendidos y se abran a la palabra. Recuerdo siempre lo que me dijo, no hace
mucho, una chica adoptada de 26 años que viene conmigo a terapia: “Había días que sólo quería encerrarme en mi
cuarto y no quería saber nada de nadie. Odiaba a mi madre adoptiva. Pero a
pesar de que le decía de todo, saber que ella respondía con calma diciéndome
que lo sentía y que estaría conmigo pasara lo que pasara, no sé, me daban
seguridad. Los adoptados pasamos por momentos muy malos en la vida en relación
a asumir nuestra historia, y eso se refleja en la conducta. Yo a los padres o
familias adoptivas les diría que jamás le digan al niño al joven que tiran la
toalla” Creo que nos da unas claves importantes.
Por eso, pese a todo, nosotros
hemos de seguir con nuestra labor de reconstruir en el niño esa comunicación
emocional y esa sintonización afectiva de la que carecieron. Aunque sea
difícil. Y a los padres y madres que vais a ser familia por adopción, os aconsejaría
que a este trabajo de relación con el niño le dediquéis atención prioritaria
desde el primer momento que llegan a la familia. Recordad que hemos de
alimentar su corazón si queremos que crezca su mente.
Sintonización afectiva con el niño según su nivel de desarrollo
Primera infancia
Los niños más pequeños van
aumentando su capacidad para usar el lenguaje como medio de comunicación. Sin
embargo, aunque ellos se van haciendo más eficientes en comunicar sus deseos y
necesidades mediante palabras (por ejemplo, “quiero ese juguete” ; “me gustan
las galletas”), los sentimientos continúan siendo comunicados de manera
principal mediante las conductas y los estados físicos (por ejemplo, molestias
de estómago como señal de que pueden sentir ansiedad)
En la medida en que los niños se
hacen más sofisticados en el uso del lenguaje, los adultos pueden sobreestimar
sus habilidades de razonamiento así como su capacidad para usar el lenguaje
para comunicar estados internos. Por lo tanto, es particularmente importante
para los cuidadores comprender donde se sitúa su niño a nivel de desarrollo y
tratar de usar las conductas de éste como claves para saber qué sienten (para
ello, ver el post de la pasada semana, la parte III de esta serie)
Mediana infancia
Los niños en esta etapa aumentan
la capacidad de estar en sintonía con las expresiones del cuidador y con sus
estados emocionales. Esto puede ser positivo para comenzar a construir la
empatía y la toma de perspectiva, pero los niños traumatizados encuentran
escollos en esta tarea por la hipervigilacia que la traumatización conlleva.
Así pues, hemos de tener paciencia.
El periodo de la escuela primaria
es una etapa en la que se llega a la cima en cuanto a la expresión de los
sentimientos mediante síntomas como dolores de cabeza y estómago. Es muy típico
en estas edades que el niño muestre su malestar emocional mediante dolores. Los
cuidadores deberían prestar atención a los signos que el cuerpo del niño pueda
estar comunicando en cuanto a su estado emocional.
Adolescencia
Aunque los cuidadores a menudo
quieren saber más acerca de los niños, éstos son adolescentes y durante este
periodo delicado quieren muchas veces comunicar menos. Algunas de las conductas
negativas, emociones e interacciones que emergen en este periodo pueden,
incluso, ser reconceptualizadas como esfuerzos del joven por su individuación y
separación.
Los adolescentes a menudo tienen
sentimientos ambivalentes acerca de sus necesidades para ser cuidados frente a
su deseo de independencia. Debido a esta ambivalencia, es importante que los
cuidadores provean al joven de oportunidades de conexión pero a la vez respeten
sus deseos de distancia y retraimiento.
Una parte importantísima de la
sintonización a esta edad es respetar la privacidad. Las familias y los adultos
suelen ser, a veces, invasivos invocando la necesidad de saber y proteger. Pero
no se puede ni se debe de violar esta necesidad y este derecho a la privacidad.
Si nos cargamos esto, la confianza con el joven se romperá y se cerrará aún
más.
Pasos para apoyar la modulación en el niño
Tal y como nos proponen las
autoras Blaustein y Kinniburgh:
Mantente sintonizado y… no te quites el “sombrero de detective de
emociones”: Sé consciente de los cambios en los sentimientos del niño. Si
no estás seguro de qué está sintiendo el niño, fíjate en su energía. ¿Es alta o
baja? ¿hipoactivada o hiperactivada? Recuerda las notas que ofrecimos en este
sentido en el post de la pasada semana.
Mantente centrado: Comprueba como cuidador dentro de ti mismo cómo
te sientes. Mira tu cuerpo. Usa las habilidades de gestión de las propias
emociones. Incluso si las cosas se ponen muy mal con el niño, por lo menos
podremos mantenernos nosotros mismos bajo control.
Preguntarse: ¿Cómo está la energía del niño? ¿Necesita bajar o
subir?
Ayúdale a usar la modulación: Cuando un niño está muy desregulado,
es vital para él usar las claves que le conducen a la modulación. Y el adulto
le puede ayudar si se fija en lo que está viendo, en lo que el niño hace
(energía) Por ejemplo: “Puedo ver que tu energía sube hacia arriba, veamos si
la podemos bajar un poco, así que lo mejor es que paremos ahora y hablemos un
poco más tarde” Otro ejemplo: “Estamos enfadándonos, vamos a ver qué pasa si
nos bajamos un poco (normalmente el adulto se “sube” con el niño) Vamos a hacer
la señal del baloncesto” (las manos en cruz, que indica “tiempo muerto” o
“tiempo para calmarse”, como yo le suelo llamar): “Cojamos una buena bocanada
de aire y ahora seguro que nos damos cuenta que algo ha cambiado” “¿Qué has
notado tú?”
Los adultos hemos de ser, ante
todo, modelos de autocontrol, esto es muy importante. Aprenden de lo que ven en
nosotros.
La semana próxima haremos una
parada en el camino de esta serie de post y nos centraremos en hablar de otro
libro que merece nuestra atención: “El cerebro del niño”, de Siegel.
Cuidarse / Zaindu