lunes, 24 de septiembre de 2012

Psicoeducación para familias adoptivas y acogedoras: cómo gestionar nuestras emociones como cuidadores (II y final)


Continuamos con el tema de la pasada semana, y esta vez nos centramos en las habilidades de gestión de las emociones que el cuidador puede y debe de desarrollar. Este aspecto es muy importante, tanto como que el niño aprenda a manejar las suyas propias. Si no somos cuidadores conscientes de nuestras emociones y de cómo éstas interfieren en nuestras labores de crianza, no podemos ofrecer modelos adecuados de identificación ni exigir calma y tranquilidad al niño cuando nosotros no sabemos ofrecerla.

Este punto debe de trabajarlo el cuidador desde el principio de la relación con su niño adoptado o acogido. En particular, debe examinar las emociones de miedo, angustia o ira que siente ante determinadas formas de ser del niño o ante conductas concretas problemáticas. Además, el cuidador debe de conocerse en profundidad, saber cuáles son sus rasgos de personalidad y cómo éstos interfieren en la relación con el niño (en particular aquellos rasgos que pueden tensionarle: no ser capaz de empatizar, ser demasiado normativo, exigirle lo que no puede hacer, ofrecerle unas metas que son frustrantes para él porque no es capaz de alcanzarlas…) También el cuidador debe analizar su propia vida: grado de satisfacción con el trabajo, cómo son sus relaciones de amistad y de pareja, posibles focos de tensión que le estresen, necesidad de tomarse más respiros o descansos…

Es crucial tomarse esto muy en serio, habida cuenta de que constituirse en un cuidador que tensiona al niño permanentemente es un predictor negativo a futuro para unas relaciones familiares satisfactorias. El niño debe de aprender sus propias estrategias de manejo de emociones, sí;  pero el adulto también. Muchas veces el problema lo tiene más el adulto que el niño.

Dicho esto, os ofrezco las estrategias de manejo de las emociones que Blaustein y Kinniburgh proponen en su excelente libro “Treating traumatic stress in children and adolescents” El primer capítulo del libro está dedicado a este tema, así que nos hacemos una idea de la enorme trascendencia que las autoras conceden a que el cuidador sea capaz de mostrarse firme pero afectivo a la vez, con habilidades para gestionar sus propias emociones.

3º Construir estrategias de manejo de las emociones

Técnicas útiles para el manejo de las emociones del cuidador:


Respirar profundamente

Aprender a hacer técnicas de respiración diafragmáticas.

Es recomendable (para las personas que más dificultades tienen en el manejo de sus emociones) la práctica de la meditación pues ésta es un camino para alcanzar una mente más plena. Observar nuestros estados internos con aceptación y sin juzgar, favorece que desarrollemos un mayor conocimiento de nosotros mismos y que aprendamos a ser responsivos y no reactivos.

Relajación muscular

Aprender a hacer técnicas de relajación muscular progresiva. Los músculos del cuerpo suelen ponerse en tensión cuando experimentamos emociones intensas en situaciones potencialmente estresantes. Aprender a tensar y destensar los músculos a voluntad es una manera de poder luego aplicarlo en la vida cotidiana. Una relajación muscular permite un mejor manejo emocional.

Distracción

Los cuidadores han de aprender a identificar cuando están “atascados” (por ejemplo, atrapados en un círculo de pensamientos rígidos, obsesivos o preocupantes sobre sus hijos) Es necesario entrenarse en poner el foco de la atención en otros pensamientos.

Auto-tranquilización

Identificar qué cosas son agradables o calmantes para nosotros (una determinada imagen mental, por ejemplo, mientras nos repetimos una palabra interna como “calma”, a modo de mantra)

Desarrollar actividades que promuevan el autocuidado (pasear, hacer ejercicio, tomar un baño caliente…)

Tiempo fuera

En situaciones donde se experimenten emociones muy intensas o ante conflictos, es necesario “darse un respiro”

En vez de sacar al niño o llevarlo fuera, es el cuidador el que se va. Le comunica al niño su necesidad de tomarse unos minutos para calmarse. O le dice que va a su habitación porque necesita un poco de tranquilidad y que a la vuelta continuarán hablando. Así se calman los dos. Le deja claro que no le rechaza ni le abandona, que sólo es para calmarse.

Con todo, estas técnicas requieren de paciencia y constancia, hay que practicarlas para poder dominarlas. Si el cuidador tiene marcadas dificultades para el autocontrol u otros problemas de personalidad, es necesario realizar una psicoterapia para analizar el por qué de estos problemas, sobre todo cuando interfieren en la educación y perturban el desarrollo y la evolución del niño. Estar cerrados al análisis y la reflexión personal no es algo para nada positivo.

Hasta la semana que viene, espero que lo que hemos tratado hoy os sea útil y provechoso.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Psicoeducación para familias adoptivas y acogedoras: cómo gestionar nuestras emociones como cuidadores (I)


Iniciamos una serie de posts que, simultaneándolos con otros temas, vamos a seguir durante una buena parte de este curso 2012-13 aquí, en el blog de Buenos tratos.

La serie de posts se centran en la psicoeducación para padres y familias adoptivas y acogedoras con el fin de que conozcan mejor a sus hijos o niños (normalmente sabemos que han sufrido en mayor o menor medida maltrato y abandono), reflexionen y adquieran herramientas para poder comprender y actuar con eficacia.

Tres van a ser los bloques que vamos a desarrollar: APEGO, AUTO-REGULACIÓN Y COMPETENCIA.

Dentro del bloque dedicado al APEGO, tocaremos estos aspectos: Gestión de las emociones del cuidador; Sintonización afectiva con el niño; Consistencia en las actuaciones del cuidador; Hábitos y rutinas.

Dentro del bloque dedicado a la AUTO-REGULACIÓN, abordaremos estos puntos: Identificar emociones; Modular las emociones; Expresar el afecto.

Dentro del bloque dedicado a la COMPETENCIA, nos centraremos en mejorar las Funciones ejecutivas del niño y en el Desarrollo de la identidad y del sí mismo.

Lo que os voy a ir ofreciendo no son recetas, ni mucho menos. Tampoco voy a dar las soluciones. Cada niño es único. Muchas veces formularemos preguntas que os ayudarán a daros cuenta qué necesitáis hacer como cuidadores y qué es preciso cambiar, o qué aspectos tenéis que trabajar con vuestros hijos o niños. Por eso, más que soluciones, proponemos caminos de reflexión y actuación. Cada niño necesita su propio camino y un adulto que le acompañe en su caminar.

El material está basado en el libro “Treating Traumatic Stress in Children and Adolescents”, de las autoras Blaustein y Kinninburgh. Una joya de libro que me ha sugerido mi amiga y colega Maryorie Dantagnan.

Comenzamos con el primer bloque (apego) y el primer tema a tratar: gestionar las emociones del cuidador.

GESTIÓN DE LAS EMOCIONES DEL CUIDADOR

Este un aspecto a menudo bastante ignorado por los padres y familias adoptivas y acogedoras. Los niños son los destinatarios de los tratamientos psicológicos y las medidas educativas, en las que también deben de participar y colaborar los padres, ya que sin ellos -como equipo que ayuda al niño- no hay terapia que valga. Normalmente, los profesionales intentamos pautar y orientar a los padres en la crianza de sus hijos. Pero no hay pautas que funcionen si no partimos de una condición sine qua non: en las relaciones humanas, la influencia del otro es notoria. Nos construimos y desarrollamos en la relación con el otro significativo. En el caso de los niños con problemas de regulación emocional como consecuencia del trauma (podéis leer en el blog los post sobre este tema haciendo click en la etiqueta “trauma”), es vital contar con un adulto que se constituya en referente estable emocionalmente y equilibrado en la gestión de sus propias emociones. Si no, será un adulto que ya tensione al niño con su sola presencia, pues contagiará dichos estados al menor. Los cerebros se conectan entre sí, nos ha enseñado Siegel. Hemisferio derecho con hemisferio derecho, la sede de las emociones. Si el hemisferio derecho de los cuidadores inunda al cerebro de éstos de ira ante lo que el niño hace y no gestionamos la misma, el menor la percibirá y responderá con los mecanismos de defensa que aprendió en el entorno maltratante en el que sobrevivió.

Sé que no es nada fácil, que los niños pueden llegar a agotar y hacernos perder la paciencia. Por muchas terapias y pautas y medidas educativas, vivimos en el mundo real. Somos humanos y en un momento dado nos podemos llegar a sobrepasar. Pero no podemos llegar a sobrepasarnos continuamente. Si nos concienciamos que nosotros como cuidadores también tenemos que trabajar por autocontrolar nuestras emociones (y no sólo el niño) estamos, primero, ofreciendo un modelo de auto-regulación (no podemos pedir calma y sensatez si nosotros no la modelamos); y, segundo, a largo plazo sentaremos las bases para que el niño nos sienta seguros, tranquilos y firmes cuando sea necesario, con lo cual contribuiremos que el menor aprenda a auto-regularse.

Construyendo habilidades para el auto-monitoreo de las emociones

1º Identificar situaciones difíciles

Es importante, lo primero, identificar qué situaciones son las que nos suponen más reto como cuidadores, pues el niño reacciona (no responde) de una manera más impulsiva o provocadora: en la comida, cuando molesta a su hermano; en el comedor escolar con más niños y esperando a comer; a la hora de hacer los deberes, pues se niega…

Haceos estas preguntas:

¿Son los comportamientos del niño particularmente difíciles o duros para ti, para manejarlos o afrontarlos o es que el niño ha aprendido o sabe lo que tiene que hacer para “pulsar el botón” que inicia tu descontrol?

¿Realmente encuentras difícil afrontar las emociones y conductas del niño, o responder ante las mismas, o es que se produce una respuesta excesivamente dura o alterada ante lo que el niño hace?

¿Qué tipo de expresiones emocionales o de conductas han sido las más duras o de riesgo en el pasado (por ejemplo, amenazas del niño de dañar a otros o a sí mismo)? ¿Te están afectando aún?

¿Hay situaciones que te resultan particularmente difíciles porque te recuerdan momentos duros o difíciles de tu vida pasada?

¿Hay algunas conductas, experiencias o sentimientos del niño que te resultan particularmente difíciles de comprender y aceptar?

¿Qué otro tipo de factores afectan tu habilidad como padre, madre o acogedor para permanecer centrado (por ejemplo, problemas en el trabajo, presiones externas, problemas en tus relaciones, problemas con tu pareja)?

2º Construir habilidades de auto-monitoreo 

Aprender a tomar conciencia de nuestras propias reacciones como cuidadores ante las conductas de los niños.

Fisiológicamente: ¿Qué experimentas en tu cuerpo? Pon atención a la tasa cardíaca, la respiración, tensión muscular, aturdimiento… ¿Qué señales internas, de tu propio cuerpo, preceden a tu pérdida de control como cuidador?

Cognitivamente (pensamientos e imágenes): ¿Qué es lo que piensas como cuidador en el afrontamiento de las situaciones difíciles? Considera los pensamientos automáticos como: “No puedo hacer nada para ayudarle”; “Hace esto a propósito”, etc.

Emocionalmente: ¿Qué es lo que sientes como cuidador en respuesta a cada situación difícil identificada?

Conductualmente: ¿Qué es lo que haces como cuidador para afrontar las emociones difíciles o negativas? ¿Llegas a responder punitivamente? ¿Te retiras? ¿Te quedas como parado?

La semana próxima continuaremos y nos centraremos en qué estrategias podemos utilizar para gestionar nuestras emociones ante las conductas difíciles de nuestros niños. 

lunes, 10 de septiembre de 2012

Buenos tratos levanta la persiana. Este curso, ayudando a resiliar a nuestros niños y jóvenes


Buenos tratos levanta la persiana tras el descanso veraniego. Estoy encantado de estar con todos/as vosotros/as nuevamente, y os saludo cordialmente esperando que hayáis gozado de un verano tranquilo y reparador. Por mi parte regreso al blog con más ganas que nunca y muy contento de retomar los temas que a todos/as nos concitan aquí referidos al apego, al trauma y la resiliencia.

Durante este trimestre vamos a centrarnos en nuevos temas y vamos a volver a referirnos a otros ya abordados pero haciéndolo desde una nueva perspectiva.

Uno de los temas que considero tiene vital importancia es el de la psicoeducación a los padres, familias y profesionales de la adopción y el acogimiento sobre los efectos del trauma y las relaciones de apego subóptimas en los niños y adolescentes que han vivido historias de malos tratos y abandono. Ha llegado un material a mis manos, muy interesante, este verano (está en inglés), sobre este particular y mi intención es ir ofreciéndooslo para que os sea de utilidad en el trabajo con vuestros niños/as y adolescentes. Muchas de las alteraciones emocionales y conductuales de los menores tienen su origen en un trauma relacional temprano. El desconocimiento de los efectos que provoca en los niños y adolescentes conduce a un manejo inadecuado de los problemas emocionales y conductuales que éstos a menudo suelen presentar. Saber qué hacer y cómo actuar ante estos problemas es una necesidad de primer orden. Si ya de por sí resulta complejo para los profesionales, para los padres y las familias es un reto y un desafío en el que necesitan apoyo pero también conocimientos -explicados de una manera sencilla- y orientaciones claras de actuación. Los métodos clásicos, las referencias en las que hemos sido educados la mayoría de nosotros, no son útiles cuando lo que falla y están alteradas son las relaciones tempranas en las que -cuando hay cuidados y buen trato al bebé- se interiorizan la autoestima, la confianza y la seguridad en el otro. Esto es lo que debemos de reconstruir.

En esta reconstrucción observo a menudo impaciencia, agobio y desesperación en muchos padres. El hartazgo conduce a la pérdida del control emocional y a realizar interpretaciones de la conducta de los niños y adolescentes tales como “nos toma el pelo”; “esto es intolerable”; “le voy a demostrar quién manda aquí”; “es un caradura” y otras similares. Comprensible cuando uno está sometido a tensiones emocionales derivadas de una crianza muy exigente pero incorrectas porque en realidad el joven no puede, no sabe, está frustrado o inseguro y necesita de nuestra contención pero también de nuestro reconocimiento. Y permitidme que os lo diga con cariño, reconocemos muy poco los méritos y los esfuerzos de estos niños y en cambio, nos prodigamos en jucios de valor peyorativos con mucha frecuencia.  Y además, las interpretaciones culpabilizadoras de las conductas negativas de los niños o jóvenes nos conducen a métodos inadecuados como el castigo, las broncas, la retirada de premios o refuerzos que lo que suelen hacer es precipitar el recuerdo traumático de la violencia o la carencia que sufrieron. Tratamos de frenarles mediante el límite (sin duda necesario) pero descuidamos que el niño sienta que le sentimos (ponernos en su piel) Muchos padres me dicen que esto es una bonita teoría difícil de poner en práctica y yo les suelo responder que es un camino que no nos ofrece, probablemente, una eficacia a corto plazo pero sí una reparación, a largo plazo, de las relaciones de apego que están dañadas lo cual es de suma importancia para el futuro de los niños/as. Y que es posible hacerlo si uno se deja enseñar y orientar y está dispuesto a revisar sus propios referenciales educativos. Pero primero hemos de partir de la necesidad de aprender como adultos a controlar nuestras propias emociones. Es difícil poder educar si no somos modelos de contención emocional para los hijos.

Un niño con trauma relacional temprano tiene unas heridas abiertas en lo que a sus modelos internos de apego se refiere, a cómo se representa al otro en su mente y qué expectativas de conducta tiene respecto a ese otro. Este tipo de niños tiende a vivir experiencias disociativas (quedarse como congelado o presentar respuestas de gran agresividad ante estímulos que recuerdan el trauma del maltrato), tiene dificultades regulatorias a nivel comportamental, déficits en la mentalización (en reconocer que el otro tiene una mente propia) y utilizan estrategias relacionales muy controladoras. Todo esto requiere de una psicoterapia, sí, pero de unos adultos a su lado que entiendan lo que le ocurre y trabajen con ese niño para que pueda ir cerrando esas heridas. En eso consiste la resiliencia: en contar con un tutor (persona) que acompañe al niño en un proceso largo y difícil donde pueda aprender a crecer y rehacerse desde la adversidad. Resiliencia, en una de sus acepciones, es volver hacia atrás. Como cuando arrugamos una botella de plástico y luego la enderezamos. Ha vuelto hacia atrás, pero quedan arrugas. O como las heridas de las piernas de este ciclista que se prestó a que le hiciera esta fotografía. Fijaos: cicatrices cerradas. Heridas que han vuelto hacia atrás, se han restañado. Puede seguir funcionando. Pero la piel no queda igual. La mente humana tiene heridas emocionales que pueden volver hacia atrás, que pueden rehacerse. Pero queda marca, es imposible hacer como si nada hubiera pasado. Es imposible cambiar el cerebro, es el mismo para toda la vida. Pero como pasa en la pierna de este ciclista (un deporte de resilientes, sin duda) que se ha rehecho, nuestros niños pueden conseguirlo si les apoyamos incondicionalmente. Y no es teoría. La práctica clínica y el trabajo con niños y adultos demuestran que es posible. Pero sé que necesitáis apoyo y pautas y este año vamos a centrarnos en esto ampliamente.

También -en esta presentación que es el post de hoy- os anuncio que hablaré de dos libros imprescindibles: uno de la psicóloga y psicoterapeuta Loretta Cornejo que ha sido publicado la semana pasada. Se titula: "El espacio común: Nuevas aportaciones a la terapia gestáltica aplicada a los niños y adolesentes" Editorial Desclée de Brouwer. Colección AMAE. En palabras de la propia Loretta: "Se trata de un libro donde se plantea que todos debemos trabajar para hacer un espacio común en y con el mundo y, para empezar, en la situación terapéutica donde el profesional trabaja en colaboración estrecha con el niño, el joven, los padres, la familia, los abuelos... Es un libro escrito por Loretta Cornejo Parolini pero hecho en conjunto con la colaboración de muchas personas, para justamente crear desde el propio libro ese ESPACIO COMÚN.  Los jóvenes y niños con sus dibujos, los padres y los abuelos con sus palabras y comentarios, los profesionales del equipo con técnicas creadas por ellos, los alumnos en formación con sus trabajos a modo de ejercicios... Todos han conformado y creado esta obra contribuyendo a construir este espacio común" Un planteamiento innovador y necesario porque todavía hoy muchos profesionales "cierran" el espacio de la psicoterapia a la red social de los niños y adolescentes. Loretta lo abre sabedora de que las experiencias interpersonales conforman el ser y crean un espacio común que es, entre otras muchas cosas, conexión emocional.

Viniendo de Loretta Cornejo, prestigiosa profesional con valores humanos poco corrientes en nuestra sociedad, con amplia experiencia en psicoterapia, conocedora del corazón humano como pocos, con una lupa prodigiosa para leer y comprender los sentimientos, el libro va a resultar una herramienta de trabajo útil e imprescindible. Lo voy a comprar y a comenzar prontamente su lectura. Os hablaré de él con detalle. Enhorabuena, Loretta, por esta nueva aportación que nos haces que nos enriquecerá como personas y psicoterapeutas.

Otro libro del que hablaré y que me ha parecido magnífico es “El cerebro del niño”, del gran Siegel. Este autor nos explica de una manera sencilla pero rigurosa cómo funciona el cerebro en desarrollo de los niños y nos ayuda a aprender a estimular su maduración partiendo de situaciones de la vida cotidiana. Nos ofrece una serie de estrategias para utilizar con los niños en esos momentos de la vida en los que el niño se niega a hacer algo, se enrabieta, se opone o le entra un miedo inexplicable a afrontar una actividad que antes hacía sin problema. Pautas basadas en el conocimiento del cerebro del niño, en cómo funciona. Nos dedicaremos a ello también.

Y, como ya os dije cuando me despedí en julio, hay otros temas que han aparecido en este blog que han interesado mucho como lo son el del bullying y las consecuencias de la violencia familiar en los niños, que volveremos a abordar.

Así pues, un menú variado y rico, pero más estimulante si lo comparto con vosotros/as y lo enriquecéis como siempre con vuestras opiniones, comentarios, sugerencias, críticas…

Aquí os espero, bienvenidos/as a todos/as, espero que os embarquéis conmigo un año más en este apasionante caminar que es la creación y mantenimiento de un blog.

Ongi etorri guztioi. Hemen nago berriro zuekin. Oso pozik nago eta ikasurte honetan gai ezberdiñari buruz hitz egingo ditugu blog honetan. Zure eritziak espero ditut.