He quedado muy satisfecho con Ane Urdangarin por su
excelente trabajo periodístico. Ha recogido muy bien lo que he pretendido
transmitir. Os confieso que raras veces quedo contento con este tipo de
entrevistas, pues al final dependes del trabajo de elaboración que el
profesional haga. A veces no me gusta nada el titular o el subtitular que
destacan. Otras veces descontextualizan la información que expones. Pero en, esta ocasión, sólo tengo palabras de agradecimiento y
felicitación. Y son para Ane Urdangarin.
Como la entrevista no se publicó en edición electrónica y sólo se podía leer comprando el periódico (muchos vivís fuera de Gipuzkoa y Euskadi), esta
semana me ha parecido interesante dedicar el post a que podáis leer lo que expongo en la misma porque creo que os puede resultar orientativo y práctico. Para todos/as los padres y las madres, y también para los profesionales, he transcrito la entrevista que dice, literalmente, así:
Titular: “No poner límites a los niños es tan negativo como
no darles afecto”
Subtítulo: “El apoyo de los padres y del entorno social
ayuda a los niños a rehacerse ante la
adversidad”
ANE URDANGARIN. SAN SEBASTIÁN. Los niños cuentan con
recursos para hacer frente a las adversidades, pero para desarrollarlos
necesitan del acompañamiento de adultos que les brinden apoyo y afecto. El
psicólogo donostiarra José Luis Gonzalo Marrodán ha dedicado buena parte de su
vida profesional al tratamiento de niños víctimas de malos tratos para la
Diputación y también atiende a familias con niños adoptados. De cómo ayudar a
los chavales para que sepan rehacerse ante la adversidad habló recientemente en
una jornada organizada por Ume Alaia, la Asociación de Familias Adoptivas de
Gipuzkoa.
¿Cómo le enseñamos a un niño a enfrentarse a la adversidad?
Los niños lo que necesitan fundamentalmente es un adulto que
les acompañe y acepte de manera incondicional. Creo que es algo que nos cuesta
muchísimo a todos los adultos, porque tendemos a confundir la persona con la
conducta. Podemos estar en desacuerdo con muchas cosas que los niños hagan,
pero hay que darles ese mensaje de aceptación incondicional, decir: “yo te
reconozco en tu valía, preservo tu autoestima, pero al mismo tiempo soy capaz de
decirte que las conductas que haces no me gustan, no son positivas y te voy a
ayudar a cambiarlas” El hecho de que eduquemos a los niños quiere decir que les
vamos a ayudar a superar las dificultades y las conductas problemáticas, pero
tenemos que preservar la aceptación incondicional de la persona, porque los
niños que resultan más resilientes, aquellos que son capaces de funcionar bien
en contextos de adversidad, son los que han tenido una persona en su vida, o
dos, si los padres son pareja, que les han acompañado y les han aceptado de
modo incondicional.
¿Cuándo decimos adversidad, de qué estamos hablando?
Tenemos que incorporar la visión de la adversidad a la vida,
porque quizá podemos pensar que hablamos solo de cosas puntuales muy
impactantes, pero también hay pequeñas adversidades, incluso eventos que
corresponden al hecho de vivir y existir, como afrontar la muerte de seres
queridos, una repetición de curso… Cualquier acontecimiento vital que forma
parte de la existencia. En principio se pensaba que afrontar la adversidad era
una cualidad de personas con características un tanto especiales, y ahora lo
que se está viendo es que tanto los niños como los adultos pueden enfrentar
esas adversidades de la vida cotidiana siempre y cuando cuenten con contextos
de apoyo. Con los niños es fundamental proveerles de una red de apoyo:
profesores, padres, terapeutas… De hecho, la mayoría de la gente que se
recupera bien cuenta con una red social que le ayuda.
¿Cómo se puede disminuir el riesgo y potenciar la capacidad
de afrontar las dificultades?
Para mitigar los riesgos tenemos que intentar que los niños
tengan vínculos ricos, apego con los padres, una relación segura, confiable y
de empatía. Eso hace que desplieguen más sus capacidades. Es muy importante
también que cuando llegue a la edad de la socialización consigan integrarse en
grupos de amigos, logren disfrutar de las relaciones sociales, de las redes de
amigos… Las personas que mantienen vínculos sociales son más resilientes.
¿Más recomendaciones?
Es importante fijar los límites, que sean claros y firmes.
Muchas veces los padres tienen problemas para fijarlos, y eso es tan negativo
como no ofrecerles afectividad. Hay que equilibrar tanto el control y los
límites normativos como el afecto que damos a los niños. No hay afecto sin
límite ni límite sin afecto. Y cuando ponemos un límite se lo tenemos que decir
de una forma clara, sin perder el control. Muchas veces pensamos que con un
castigo o un grito vamos a conseguir un efecto mayor y quizás lo que
conseguimos es agravar el problema, porque los niños nos ven como personas que
nos descontrolamos, no ofrecemos un buen modelo. Además, no solo hay que tirar
del castigo, sino que muchas veces calmándonos nosotros y calmando al niño, hablando
y ayudándoles a reflexionar, se consigue también que vayan interiorizando
límites. Se trata de explicarle lo que puede y no puede hacer, y si ve que al
mismo tiempo se le acepta incondicionalmente, a pesar de sus comportamientos
negativos, hace que vaya interiorizando las cosas de forma más natural.
Parece de sentido común…
Creo que tenemos que tratar de dedicarles tiempo para
enseñarles a funcionar en la vida. Quizás estamos demasiado preocupados en que
se hagan muy competentes, tengan muchas actividades extraescolares, y no
fomentamos la autonomía y que aprendan habilidades más cotidianas, de la vida
diaria, que sean chavales que sepan solucionar problemas, que sepan gestionar
el dinero, hacer encargos, que aprendan a responder ante una dificultad con un
niño ante un conflicto… También destacaría la importancia de que los niños
encuentren su lugar, que se les pueda dar un contexto de participación significativa
en el que desplieguen su talento y se sientan a gusto, como puede ser el deporte,
la música…
¿Los niños adoptados necesitan un apoyo extra?
Los niños que no han sido adoptados también pueden llegar a
necesitar un apoyo extra, pero digamos que los adoptados tienen especificidades
propias. Algunos, no todos, pueden provenir de situaciones de abandono con
carencias prolongadas, malos tratos… Tenemos que ser conscientes de que
normalmente esos niños necesitan un recorrido más largo que los niños sin esas
vivencias, porque pueden tener incluso problemas traumáticos, más dificultades
para regular sus emociones, de comportamiento, son más inseguros. Todo esto
está muy relacionado con los primeros años de vida, un periodo muy importante
en la configuración del desarrollo neuronal, y si ahí no se vive una
experiencia de apego seguro, ese lazo que nos une a un cuidador que nos cubre
nuestras necesidades, que empatice y nos dé seguridad, ese niño puede crecer
con mayores dificultades. De ahí la importancia de que los padres adoptivos se
formen y se preparen para saber actuar adecuadamente.
Junto a Óscar Pérez-Muga ha escrito “¿Todo niño viene con un
pan bajo el brazo?”, una guía didáctica para padres adoptivos con hijos con trastornos de
apego.
Explicamos que el niño se adapta a lo que el cuidador le ha
ofrecido. El niño tiene varias opciones, como trajecitos que se pone: si ha
tenido un cuidador rechazante, la estrategia del niño será ser evitativo; si el
cuidador es más absorbente, el niño se vuelve más ambivalente; y los que han
vivido situaciones de mucho terror, son de apegos desorganizados, que a veces
se aproximan y a veces se alejan, y pueden ser controladores o excesivamente
complacientes. Por eso sus padres adoptivos tienen que aprender a identificar
el perfil de apego, que les dará pistas para saber cómo trabajar.
En los casos de infancias muy duras, ¿se consigue revertir
la situación?
A esos padres el mensaje que les transmitiría es que si son
capaces de hacer el trabajo de acompañamiento y de contención, de aceptación
incondicional de ese niño, según la experiencia que tenemos en terapia con
menores muy traumatizados y con muchos problemas de vinculación, a la larga
esos niños van a salir adelante. Pero para eso es fundamental que los padres se
conviertan en tutores de resiliencia, que valoren que el niño es un héroe, que
ha sido capaz de afrontar situaciones de vida muy duras que los adultos no
sabemos si seríamos capaces de sobrevivir, y trabajar con ellos día a día. El
tutor debe ser capaz de permanecer, de seguir y de no rendirse.
No parece un trabajo sencillo…
Por eso hay que tener las mejores evaluaciones de la
capacitación parental para hacerse cargo de los niños desprotegidos, porque los
padres han de ser conscientes de que la adopción es una medida para toda la
vida, que no vale la marcha atrás. Es tu hijo para siempre y hay que concienciar
a los padres de los daños que pueden traer esos niños. Y ofrecerles un apoyo
postadoptivo más intenso. Es cierto que hay adolescentes difíciles de manejar,
pero puede ser muy gratificante, porque además estos niños tienen unas
cualidades humanas que muchas veces te dejan sorprendido: lo mucho que
agradecen cualquier gesto, lo incondicionales que pueden ser, lo dispuestos que
están a colaborar…
El Diario Vasco, lunes 28 de mayo de 2012. Sección Al Día –
Educación. Página 4
La semana que viene regreso con una entrada dedicada a los profesores, pues he descubierto un material muy útil y práctico.
La semana que viene regreso con una entrada dedicada a los profesores, pues he descubierto un material muy útil y práctico.
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