En el libro de José Luis Rubio y
Gema Puig titulado: “Manual de resiliencia aplicada” del cual os hablé la semana
pasada, hay muchísimos contenidos y propuestas teóricas y prácticas que nos
darían para un buen número de entradas en este blog.
De todo lo que nos ofrecen en el Manual –todo es interesante, nada sobra ni está de más-, personalmente me ha
parecido muy interesante para las familias adoptivas y de acogida el capítulo
de los modelos en resiliencia. Son, como dicen los autores, “modelos para la
práctica” Dentro de los distintos modelos que nos exponen en el libro, veo
particularmente útil y pragmático el de Henderson y Milstein (Resiliencia en la
Escuela) Aunque centrado en el ámbito escolar, pienso que es de utilidad en el
familiar también.
Practiquemos, pues, con el modelo, aplicándolo a los niños adoptados/acogidos (donde digo "niños", podemos poner también niñas y jóvenes):
La aplicación de este modelo (nos
dicen los autores José Luis Rubio y Gema Puig en su Manual) supone promocionar la resiliencia en
seis pasos.
Los tres primeros pasos están
encaminados a mitigar el riesgo:
Enriquecer los vínculos
prosociales.
Fijar límites claros y firmes.
Enseñar habilidades para la vida.
Los tres pasos siguientes se
describen como elementos claves presentes en los sujetos que se sobreponen a la
adversidad:
Brindar apoyo y afecto.
Establecer y transmitir
expectativas elevadas.
Brindar oportunidades de
participación significativa.
Tomando estos elementos para
construir resiliencia (ya sabéis que la resiliencia se entiende no como un
rasgo que el niño posee, sino como un PROCESO que tiene lugar a través de la interacción constante entre las características del niño y las variables del
ambiente), podemos los padres, las madres y las familias acogedoras o adoptivas
hacernos unas cuantas preguntas que nos ayuden a reflexionar si estamos
verdaderamente trabajando para ayudar al niño en ese proceso de hacerse
resiliente.
Nosotros hemos de constituirnos
en los tutores de resiliencia, en los acompañantes incondicionales de los niños ayudándoles a
tener un buen desarrollo pese a las circunstancias adversas que hayan vivido.
Pero para eso nos necesitan. Los niños tienen mucho más complicado crecer y
rehacerse desde la adversidad si no encuentran a esa persona que sea capaz, como
hemos dicho otras veces, de apoyarles para hacer el cambio, "el viraje de su
existencia", "a no resignarse a la fatalidad de la desgracia" (Cyrulnik)
Os lanzo algunas preguntas que me han surgido leyendo los factores que mitigan el riesgo:
Enriquecer los vínculos
prosociales: ¿Tiene el niño red de amigos o compañeros? ¿Tiene, al menos, un
compañero o compañera de juego? ¿Me he preocupado de buscarle algún entorno
favorecedor del desarrollo de una experiencia social-vincular positiva como un
club de tiempo libre, centro, asociación (deportiva, cultural…)? Es difícil encontrar
entornos favorecedores de los vínculos prosociales cuando los niños tienen
dificultad precisamente en esto pero sí existen alternativas, si buscamos.
Sabemos lo difícil que es para los niños más disruptivos que muchas veces
rompen las reglas y faltan al respeto, pero existen personas y lugares maravillosos y favorecedores.
Fijar límites claros y firmes:
¿Somos claros con los límites? ¿Qué normas hay en casa y cómo las hacemos
cumplir? ¿Son las normas adecuadas al nivel de desarrollo del niño? ¿Puede el
niño por si sólo cumplir esas normas, cuánta ayuda necesita? ¿Soy congruente en
la aplicación de las normas? ¿He explicado al niño que las normas nos ayudan a
entendernos y nos dan seguridad? ¿Están los dos progenitores de acuerdo con las
normas o se contradicen? ¿Felicito al niño cuando las cumple? ¿Es bueno
castigar a los niños víctimas de malos tratos si no las cumplen? ¿Tensionamos a
los niños con un ritmo frenético de hacer cosas, trabajar, deberes… no
dejándoles tiempo para jugar entre ellos y con nosotros? ¿Somos unos obsesivos
con las normas? ¿Queremos adultos en miniatura? ¿Dejamos a los niños ser niños?
¿Somos conscientes de que los niños víctimas de abandono y malos tratos tienen
una inseguridad de base y se aferran más a no enfrentarse a las dificultades
porque no han vivido el bienestar de estar a gusto con unos cuidadores durante
las etapas clave en la formación de los vínculos?
Enseñar habilidades para la vida:
¿Les enseñamos las cosas o partimos de que ya saben hacerlas porque ya tiene tal o cual edad? ¿Nos preocupamos
de enseñarles las habilidades básicas para desenvolverse? ¿En qué situaciones
sabe mi hijo desenvolverse solo y en cuáles necesita ayuda? ¿Si no sabe
desenvolverse, es por dificultades para permanecer y regularse o es porque no
ha aprendido la habilidad en cuestión? ¿Qué habilidades de supervivencia tiene aprendidas? ¿Transmitimos
a los niños que esas habilidades tuvieron sentido en el contexto de vida que
les tocó vivir -aunque ahora no sean útiles- y les decimos que conseguirán
aprender otras válidas para el contexto actual con nuestra ayuda y la de los demás, o les comunicamos expectativas de fracaso y
negatividad?
Ya veis que esta semana formulo
preguntas (incluso cabría formularse más, si se os ocurren, bienvenidas sean, en
la sección de comentarios) para que las contestéis pensando en vuestro hijo o
hija o en el niño/niña o joven con el que trabajáis. Y para que hagáis cambios, si lo necesitáis. Para cada niño/a o joven habrá una
respuesta o un camino o una posibilidad a explorar e implementar. Nuestra tarea -como educadores que somos- también consiste en saber si estamos trabajando para mitigar los riesgos. La semana
que viene formularé preguntas para ver si estamos estimulando para que los
niños/as o jovenes aprendan a sobreponerse a la adversidad. La auto-reflexión es clave en educación y en la vida.
Son unas preguntas fantásticas que sería bueno que todos los padres nos plantearamos... aunque algunas cosas son mas especificas para el caso de la adopcion algunas, como las relativas al ritmo de vida o a si queremos 'adultos en miniatura' son una invitacion a detenernos y ver porqué camino vamos. Gracias.
ResponderEliminarTomo nota, muy buena idea tener en nuestro dia a dia todo esto. hacerlo presente cada dia, para que la monotonia y el estres del dia a dia no nos haga olvidr lo realmente importante.
ResponderEliminarsaludos
laura
La verdad es que me parece super útil para todos, en un contexto de adopción o de niños que viven bajo mucho estrés. En el caso específico de los vínculos prosociales, justamente puede ser maravilloso encontrar un lugar en el que se generen experiencias de aceptación y contención. Grupos en los que importa cada miembro por lo que es en si mismo. Mi opinión es que hay que buscar con mucho cuidado, pues ghay tipos de grupo que pueden ser comunes y muy fáciles de econtrar (equipos de fútbol, grupos de danza, etc)pero que pueden generar un nivel de competencia entre niños que no favorece el proceso sino que provoca lo contrario.
ResponderEliminarMe alegra que las preguntas os susciten la reflexión. Estas son instrumentos poderosos para evaluar y a partir de ahí establecer nuevos objetivos y darnos cuenta de cómo estamos llevando a cabo nuestra tarea educativa. Saludos cordiales para Ester, Laura y Rosario, un abrazo, José Luis
ResponderEliminarSencillamente, GENIAL. Gracias, José Luis.
ResponderEliminarGeniales !! Me las llevo para mi y en consulta, woow mi corazón danza de más ganas de aprender al leerte.
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