Me preguntan algunas personas
cómo hacer el acompañamiento educativo de los niños con problemas de apego en
lo que al déficit auto-regulatorio se refiere, una carencia que presentan los
niños que tienen apegos inseguros (no totalmente inseguros pero sí en una
parte; los niños adoptados o acogidos van ganando seguridad, si los padres o
familiares hacen bien este trabajo)
La auto-regulación es una
consecuencia de haber vivido una historia de apego seguro con un cuidador
estable durante un tiempo prolongado, especialmente durante los 4 primeros años
de vida. El cuidador (la madre o el padre) utilizando la función reflexiva
(sintiendo y resonando las emociones del bebé, calmándolas y templándolas
cuando lo necesita pues siente incomodidad, ansiedad, miedo u otras emociones
invasivas, especialmente cuando hay fuentes de estrés) consigue que el niño
desarrolle la capacidad de ir regulando sus estados internos de tal manera que
hacia el cuarto año éste ya es capaz de estabilizar funciones de permanencia
por sí mismo. Se puede comprobar con los niños que han tenido una experiencia
de apego seguro: son más capaces de tolerar la frustración (de hecho, las
rabietas es un fenómeno que a partir del tercer-cuarto año decrece en
frecuencia e intensidad si los padres o cuidadores han hecho bien esta tarea),
de regular el apetito, de auto-calmarse cuando sienten miedo… Recuerdo a mi
ahijada (con apego seguro) en esta etapa y la comparaba con los niños que yo
tenía en aquel entonces en consulta (con apego inseguro) Aún todavía
necesitando el apoyo y sostén de sus padres para la regulación, por sí misma ya
era capaz de estabilizar funciones como saber tranquilizarse, inhibir los
movimientos, demorar la gratificación, expresar la ira, la tristeza y aunar
pensamiento, acción y emoción para resolver problemas. Sobre este particular,
os recomiendo que releáis el libro de Rygaard “El niño abandonado” en el cual
habla de cómo los niños con trastorno de apego reactivo se han podido quedar en
las fases sensoriales o sensorio-motrices.
Los niños que han carecido de
esta permanencia que dan las figuras parentales y que son adoptados, por
ejemplo, a los 4, 5 ó 6 años y tienen una historia de institucionalización
entre los tres primeros, donde es posible que haya habido cambios de cuidadores
y una atención no tan rápida e inmediata a la satisfacción de sus necesidades o
a veces, un abandono con ausencia de estimulación (pasan mucho tiempo en la
cuna, mirando el techo) suelen presentar este problema. No sólo los niños con
apego desorganizado y con trastorno de apego reactivo sino también los niños
con otros subtipos menos graves de apego tienen dificultades con la
auto-regulación. Una de las consecuencias más visibles y constatables de los
problemas o trastornos del apego es ésta del déficit auto-regulatorio. Lo que
ocurre es que en los niños con apego desorganizado (y los de apego reactivo) es
más grave porque han podido experimentar el terror de una parentalidad o unos
cuidados extremadamente insensibles habiendo vivido el horror de ser dañados,
además.
Es por ello frecuente que los
padres mencionen en las entrevistas iniciales, cuando vienen a terapia, que sus hijos presentan un manejo inadecuado de la ira (por ejemplo, cansarse
ante un exceso de deberes escolares: se desata su rabia y pueden tirar objetos, gritar, amenazar… )
También suelen manifestar estados de ansiedad que se relacionan con un déficit
en los cuidados calmantes. En el cerebro quedan grabadas las
emociones ansiosas en la memoria implícita. Afrontar su historia y saber que
han sido abandonados y luego adoptados y/o acogidos supone ya de por sí una
carga emocional que hay que ayudarles a elaborar para resiliar.
Normalmente, los padres adoptivos
o cuidadores, cuando desconocen que las causas están en los déficits
auto-regulatorios tratan de resolver estas situaciones de descompensación
emocional con advertencias, amenazas de castigo (quitarles cosas), discusiones
y entrada en escalada (si el niño grita más, el adulto trata de imponerse a su
vez, a gritos, para demostrar quién manda) Los niños con problemas de apego y
no trastorno son más fáciles de reconducir. Lo que hemos de tratar es de
estructurar (hacer predecibles las situaciones, poniendo unos límites
normativos claros y bien definidos y exigirles razonablemente) y sobre todo
calmar y contener. Hablarles suave, empatizar (“algo debe ocurrirte para tirar
todo por el suelo” ; “vamos a calmarnos los dos”) y valorar si el niño es capaz
de poder responder a lo que le pedimos. ¡Muchas veces exigimos pensando en la
edad cronológica y no en la madurativa!
Suelo contar siempre esta anécdota: un día,
en consulta, mandé a una niña de 12 años que apuntara en un registro lo que le
pasaba cuando se enfadaba. Ella no quería. Yo insistí pensando en que era lo
más normal del mundo para una jovencita. Insistí mucho y ella empezó a
enfadarse y a gritar y después, rompió a llorar. Posteriormente, aprendí que
esta tarea era demasiado para ella y que mi insistencia le hacía regresar a la
edad de los dos años: descargar la ira con rabieta y llorar. Ella no podía
hacer una adaptación interna sino que pretendía cambiar el exterior (mi tarea)
Cuando amoldé la tarea y comenzamos con algo más fácil (contarle cuentos donde
apareciese la emoción de la ira para identificarla primero), fue capaz de ello.
Después, más tarde, cuando fue aprendiendo, pudo hacer el registro que yo le
había mandado inicialmente. Así pues, todo padre o madre
adoptivo-a/acogedor-a deben de preguntarse siempre: “¿Estoy exigiendo
razonablemente al niño? Hay padres que son obsesivos y perfeccionistas y que
tensionan al niño constantemente. Esto
no es nada bueno y es más problema de los padres que del menor.
Hay que esperar a que pase la
tormenta para luego poder hablar de lo ocurrido. Qué fue lo que le enfadó, si
está agobiado… Estos niños no son muy capaces de leer sus estados internos por
lo que hay que echar mano de cuentos y de historias en las que a otro niño le
suceda lo mismo que a él. También hay que jugar a las hipótesis (“¿Te puede
pasar esto o lo otro?”)
Cuando pasa la tormenta, también
hay que ser firmes diciéndoles que esa conducta no se puede tolerar (algunos
tiran cosas, otros insultan, otros gritan…) Aceptamos que se puedan sentir
enfadados, tristes (ponemos la palabra que refleje la emoción que hayan podido
sentir) pero esos comportamientos no se aceptan. Ese mensaje es claro pero debe
de mantenerse la aceptación de la persona del niño en todo momento. Esto es
clave para el futuro desarrollo de una buena autoestima y un óptimo sentimiento
de pertenencia y una identidad positiva. Los padres y cuidadores deben de
trabajar su propio autocontrol. Son tutores de resiliencia de sus hijos y como
tales deben de comprender que el niño funciona así por lo que ha vivido y no
por maldad.
Los niños con apego desorganizado
tienen aún mayores dificultades con la auto-regulación y los padres o
cuidadores deben de tomárselo con mucha calma y paciencia. Como ya vimos, estos
niños suelen manifestar problemas además con el autocontrol de la conducta
agresiva y presentan trastornos disociativos. En estos casos, el niño puede necesitar
para calmarse un precursor físico (sujetarle sin hacerle daño hasta que
exteriorice toda la rabia, sin soltarle antes) porque la palabra no ejerce aún
esa función. Con el tiempo y la paciencia, su cerebro madura y pueden ir
desarrollándose hacia un apego inseguro-ambivalente, que es menos grave.
No resulta nada agradable hacer
este papel de contención, pero a veces es lo que necesitan. Recuerdo el caso de
un niño que tuve en consulta con apego desorganizado que se frustraba fácilmente
y sobre todo, en su faceta de control punitivo, no sabía estar en la relación
si no era imponiéndose. Un día se frustró de tal forma que llegó a amenazarme y
me agredió. Acto seguido, le sujeté -con cariño pero con firmeza- a la par que
le hablaba con palabras suaves para calmarle. Soltó unas cuantas patadas pero
al final rompió a llorar y luego fue más capaz de contenerse. Es importante que
el niño sepa que se hace eso para tranquilizarle y nunca para hacerle daño. Los
niños lo suelen entender y aunque se enfaden, lo agradecen. En el libro de José
Ángel Giménez Alvira (“Indómito y entrañable. El hijo que vino de fuera”) su
hijo Toni escribe al final una emotiva carta en la que el propio Toni, ya
mayor, habla agradeciendo a su padre la contención física que hacía con él y
lo mucho que la necesitaba. Le daba la seguridad de que alguien fuerte pero no
dañino podía con la tormenta agresiva que se le desataba como consecuencia del
daño emocional por los malos tratos. Con los adolescentes, obviamente, puede
ser más complicado y es mejor trabajar esto desde niños para evitarlo. Nos referimos,
claro está, a los casos más graves en cuanto a autocontrol.
Muchas gracias por esta entrada, José Luís. Me resulta muy útil.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha parecido una entrada fantástica, José Luis. ¡Qué importante saber ubicarnos en la edad madurativa y no en la cronológica! ¡Qué importante y, a menudo, qué difícil!
ResponderEliminarGracias por tus palabras. Un abrazo,
Beatriz
Me gustaría me orientaras en esta situación, si es posible.
ResponderEliminarMi hija (va a hacer 9 años) cuando está jugando y algún niño le empuja, o le quita algo ESTALLA. No sabe contenerse ni que hacer: se disgusta, llora, y es capaz de liarse a puñetazos con quien sea (aunque le saque la cabeza o sea un pequeñajo). Lo veo como un aspecto de lo que comentas. No sabe como resolverlo sin enfadarse hasta llegar a la ira. Y lo peor es que yo tampoco se qué hacer o que decirle para enseñarle a contenerse.(personalmente haría como ella les dría un buen coscorrón por meterse con mihija) Si estoy me la llevo pero esto no es solución.
un abrazo.
Itsaso
Gracias Beatriz y filla do mar, me alegra que la entrada os haya aportado aspectos positivos. Saludos
ResponderEliminarItsaso: Es difícil dar una respuesta a tu caso sin conocerlo, además tampoco creo que este es el espacio adecuado. No obstante, estos ninos, cuando se sienten amenazados o les atacan, responden con estrategias agresivas por el déficit de autorregulación y también porque no han desarrollado otras habilidades, lo suyo ha sido supervivencia y el aprender a responder como un
ResponderEliminarleon. Si tu no sabes como manejarlo, seria muy bueno que hiciera una psicoterapia. También seria necesario evaluar por que esta niña tiene esos estallidos tan intensos y que se le mueve interiormente. Gracias y un saludo.
Hola José Luis,
ResponderEliminarGracias por tratar el tema. ¡Muy interesante! Veo reflejadas muchas características de nuestra hija en tu texto, sobre todo cuando comentas el tema de los cuentos para identificar las emociones. En nuestro caso, a ella le encantaba jugar a papás y a mamás, siendo ella la madre y proponiéndonos (obligándonos!!) a portarnos mal para que fuera ella quien nos diera las pautas para mejorar.
Por otro lado, entiendo que las pautas que mencionas son, en su mayoría, también aplicables a niños sin trastorno de apego pero con problemas de autoncontrol. ¿Es así?
Un saludo y ¡gracias de nuevo!
Maravillosa entrada!! Estoy aprendiendo mucho al leerte. Gracias por compartir tanto...
ResponderEliminarSaludos
Hola Jaione: En efecto, veo que estas pautas pueden aplicarse a niños con problemas de autocontrol pero que no tienen trastorno del apego. Saludos cordiales, José luis
ResponderEliminarGracias a ti, Esther, me satisface mucho que te aporte este blog, con esa intención se hace y se agradece mucho el refuerzo. Saludos cordiales,
ResponderEliminarFelicitaciones Jose Luis excelente articulo, eres muy claro en plantear los conceptos y poner en simple distintas maneras de abordar el trastorno.
ResponderEliminarMe encanto leerte.
Saludos M. Loreto
Hola Loreto: Muchas gracias!! Saludos cordiales, José Luis
ResponderEliminarGracias Jose Luis, como reconozco a mi hijo y a mí en estas situaciones, pero noto clarísimamente que el rodearlo con mis brazos y hablarle con palabras suaves aunque el se resista, finalmente cede y notas como le ha hecho bien y sientes como indirectamente te lo agradece, todo y que a veces se mofa de mi tono de voz tranquilo delante de sus gritos y rabia.
ResponderEliminarSaludos.
Mónica.
Hola Mónica: Creo que tu comentario es una experiencia que refleja adecuadamente lo que he pretendido transmitir en la elaboración de esta entrada en cuanto a cómo debemos hacer la contención cuando los niños la necesitan. Gracias por la aportación, un abrazo, José Luis
ResponderEliminarHola Jose Luis: muy buena esta entrada, como tantas otras.
ResponderEliminarA mi me gustaria que algún dia abordaras el tema del apego, resiliencia... en aquellos niños que son diagnosticados de "autistas" sin conocer su historia social y que luego al tener una familia estable vemos que no lo son, cómo abordamos las emociones en estos niños, las rabietas, los temores....Un saludo
Hola Marina: Gracias. Tomo nota de ello y se intentará. Tengo muchos temas que tocar pero este es uno de ellos, y bien interesante, y antes o después trataré de dar mi visión. Saludos cordiales.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, muy útil para reflexionar sobre el trato con pacientes y con mi propia hija, un saludo!
ResponderEliminarContener y permitir, creo que esa es la clave de una educación para que nuestros hijos sean felices y se conviertan en adultos maduros. No olvidar que somos el ejemplo para nuestros niños.
ResponderEliminarY respetar, como dices, su edad madurativa, no guiándonos por las etapas prefijadas por la mayoría de libros sobre la infancia.
Recomiendo el libro de la psicoterapeuta brasileña Evania Reichter, "Infancia, la edad sagrada".
Saludos,
Pura Serena
http://gestaltcoaching.wordpress.com
Siempre me resultan absolutamente utiles las entradas, gracias. Creo que haciendo un resumen muy resumido que el trabajrles, trabajarnos y desarrollar empatía es clave. "ponerse en su ligar y sentir como sienten" conectar con su nudo emocional y hacerles ver-sentir que estamos siempre sisponibles. Estoy terminando tu libro, y me surgen muchas dudas en lo personal con mi hija, como puedo entrever muchas cosas del libro (de los caracteres de tipos de apego)en ella. No digo que este situada en algun tipo de estos apegos, pero veo cosas que me resuenan a alguno de ellos. Con solo dos años bajo el grito "o lola"(yo sola) pasa ratos frustrandose y haciendo o intentando hjacer cosas sola que no le corresponden por edad y llora amargamente (no lo siento rebeldia o rabieta sino frustracion) si no le sale. Como antecedente, la adoptamos en torno a 6-7 meses de edad y comia (bebia su biberon ) sola, dormia sola, se entretenia sola y era desaconsejablemente buenisima. A los muy pocos dias, dormia en brazos y pegada piel con piel a sus papas, nunca más tomo su biberon sola y le dedicamos todo nuestro tiempo y amor. Pero siempre se muestra madura, autosuficiente y le gusta sentirse alabada por los demas, vemos que genera autoestima asi. Actualmente simplemente le decimos que es una campeona haga o no las cosas sola, que la queremos haga o no las cosas sola y que mama y papa SIEMPRE la van a querer y ayudar y es mas no necesita pedir ayuda, porque no tiene que preocuparse porque las cosas las hacemos papa y mama encantados por ella y con ella. Estos dias de frustracion suele tener leves pesadillas (ceden muy pronto) y necesitar o pedir mucha mamá. A veces me dicen que miro demasiado con lupa, no se si "de formacion" profesional, pero leyendo el libro, simplemente me suenan cosas. ¿que opinas?
ResponderEliminarmil gracias
laura
Hola Rosario: Es estupendo que te haya resultado útil, me anima y estimula a seguir escribiendo, un cordial saludo, José Luis
ResponderEliminarHola, Pura: Coincido contigo en la orientación que nos expones; no conozco el libro que mencionas pero tomo nota para apuntarlo en mi lista de deseados para adquirirlo y leerlo. Gracias por la aportación y la picada, un saludo cordial, José Luis
ResponderEliminarHola Laura: Me alegro de que la entrada te resulte útil y te ayude en la educación de tu hija. Cuando me planteáis casos particulares, me resulta difícil poder dar mi opinión porque no los puedo llegar a conocer bien con la información que me dais y sin conocer a los niños y a las familias. Es posible que tu hija tenga como impronta, como tendencia, el hacerlo todo sola. Pero esto puede ir cambiando. Lo que sí me parece acertadísimos son los mensajes empáticos y de disponibilidad que le transmitís, ella sabe que os tiene si os necesita, además de que la aceptáis incondicionalmente. Esto que hacéis sí que me parece positivo y muy adecuado.
ResponderEliminarGracias y un cordial saludo,
José Luis
Muchas gracias. Tenemos una niña de 6 años en acogida desde hace 3 meses y es tal cual lo describes. Consultaremos las fuentes que nombras, porque realmente se necesita ayuda. Un saludo y gracias
ResponderEliminarMe alegra saber que te ha sido de ayuda y que ves reflejadas en este post las conductas deficitarias de tu hija. Haces muy bien en acudir a las fuentes que cito porque en efecto es muy importante con estos menores a los que tenemos que acompañar informarse y formarse. Animo, un saludo cordial
ResponderEliminarEl articulo me ayuda mucho, podrias darme mas soluciones de como "reparar" la falta de apego seguro (ademas de tener un ambiente de apego seguro".
ResponderEliminarUtiliza el cuidador como una base segura para la exploración. Protesta contra la partida del cuidador y busca proximidad, y es consolado por la espalda, volviendo a la exploración. Puede ser consolado por extraños, pero muestra una clara preferencia por el cuidador.
Reacciona de forma apropiada, rápida y consistente a las necesidades. El cuidador formó, con éxito un vínculo paternal seguro con el niño.
Hola, en el blog tienes muchas más indicaciones y sugerencias sobre cómo trabajar con los niños para reparar el apego. Ve a la etiqueta "apego" y mira todo lo que hay escrito sobre el particular. Saludos.
ResponderEliminarGracias!! Este blog es la respuesta a muchas de mis pregutas, ya no sabía como manejar los ataques de ira de mi chiquita, mil gracias!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por compartir que te es útil, para mí es de gran utilidad y motivación saberlo para seguir con el blog. Saludos cordiales
ResponderEliminarBuenas tardes,
ResponderEliminarYo tengo dos hijos adoptados que responden a adopciones diferentes.
La primera adopción es un chico de 19 años y responde a una personalidad complicada, vulnerable con una muy baja autoestima.Ademas tiene baja tolerancia a la frustración.
En su etapa preadolescentes empezó a beber y TomámTomámos medidas preventivas para que no fuera a más, sin obtener resultados satisfactorios.
A fecha de hoy,sigue bebiendo, bebiendo bastante;su baja autoestima con sus iguales y consumiendo alcohol le produce ser una persona agresiva y problemática en la calle.
Nos gustaría que podríamos hacer con el.Tiene una buena base y cimientos pues lo hemos educado en valores.
Un saludo
Buenas tardes. Una posibilidad es que el alcoholismo y la baja autoestima (beber para sentirse mejor, más fuerte, más valorado; o para desconectarse de su poquedad) escondan una carencia afectiva temprana que trata de “llenar” mediante la bebida. El alcohol sería algo así como un objeto en el que encuentra un alivio, destructivo, eso sí, pero a corto plazo, un objeto al que recurrir. Creo que para ayudarle habría que intentar mostrar preocupación por esa deriva con el alcohol, por los problemas en los que le hace entrar (agresiva), tratar de empatizar diciéndole que puede responder a una manera de tapar un dolor. Desde la preocupación respetuosa, ofrecerle un espacio de psicoterapia con una persona de su confianza, en la que él pue diera confiar, especialista en apego y trauma, que le ayudara a procesar el dolor y la carencia afectiva de fondo. Quizá si la adicción es muy severa, un médico podría verle paralelamente, Pero es muy importante que él vea que es un problema y desarrolle un mínimo de motivación al cambio. Si no, es muy complicado, pues se tiende a negar, minimizar, relativizar. Dense un tiempo para tratar de generar motivación a la ayuda. Y que esta ayuda sea confiable para él. Saludos cordiales.
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