Os vengo hablando del libro “El amor maternal”, de la autora Sue Gerhardt -el cual continúo leyendo-, cuya finalidad es la de transmitirnos los descubrimientos que la neurociencia pone en nuestras manos para hacernos conscientes de la trascendencia que las primeras experiencias de vida tienen en la construcción del cerebro/mente. Tiene la gran cualidad de ser un libro didáctico: sabe explicar conceptos difíciles y ofrecerlos de una manera clara y sencilla pero sin perder un ápice de rigor, y así poder llegar tanto al neófito como al especialista.
La pasada semana os anuncié que en base a este libro se pueden deducir una serie de pautas de trabajo para quienes educan, crían y disfrutan de la experiencia de aprendizaje que supone ayudar a los niños y niñas que soportan la pesada carga del maltrato. Estas pautas están especialmente dirigidas a las personas que trabajan con niños cuyas experiencias subóptimas de apego las han vivido entre los 0 y los 3 años, bien por separaciones y rupturas de contacto o bien porque han padecido malos tratos y/o abandono.
La primera fotografía no verbal, las primeras impresiones que alteran el cerebro de estos niños -tan sensible, tan inmaduro y vulnerable a los agentes ambientales psicotóxicos-, serán de angustia, miedo, agresividad… y quedarán grabadas en la memoria procedimental, en lo que se presiente antes de que se puedan poner palabras a las experiencias. No han contado con la presencia de un adulto regulador y filtro estabilizador que ayude al niño a recuperar su estado emocional interno. Como decía la autora en el libro: “Un bebé experimenta sentimientos globales de desconsuelo o satisfacción, de molestia o bienestar, pero procesa estos sentimientos sin complejidades ni matices, ya que aún no posee la capacidad mental para procesar informaciones complejas. Pero mientras se apoya en los adultos para manejar las situaciones que se le presentan en un intento de disminuir las molestias y aumentar el bienestar, va entrando, poco a poco, en el mundo que le rodea" (págs. 30-31)
El bebé que no se ha podido apoyar lo suficiente en un adulto –o no se ha podido apoyar nada- para disminuir las molestias internas- es probable –insisto, sólo probable- que de niño (segunda infancia) tenga grandes dificultades para regular su actividad, emociones e impulsos… solo.
Y por ello, cuando el maestro o el padre/madre adoptivo/a o acogedor/a convive con el niño que de bebé no contó con este “abrigo emocional estabilizador” - el adulto que es competente cuidando (capaz de proteger y regular al niño)-, observará que tiene dificultades para realizar muchas tareas cotidianas solo, que tiene dificultades para controlar sus emociones e impulsos, que le cuesta tolerar la frustración, que está permanentemente activado, como con un motor, o a la inversa, hipoactivado. Es muy fácil que se despisten, se olviden de sus obligaciones, se salten las normas, incurran en conflictos… y que cuando se les cuestiona: “¿por qué te pasa eso?” no sean capaces de poder explicarlo. No hay que interpretar que “nos toman el pelo” sino que no saben explicarse lo que les ocurre. En otra ocasión ya hablé de la importancia de no etiquetar al niño negativamente cuando su problema es que no puede. Irá construyendo una identidad de “niño malo”
Normalmente, los padres y educadores tiran de freno, de límite: castigos, privaciones, sanciones, reconvenciones… Ya sabéis lo que en general opino de esto, sobre todo desde que hice formación especializada en el trabajo con estos niños: no me parece que son pautas adecuadas (algunas veces se puede decir, incluso, que son retraumatizantes) para quienes han sufrido experiencias de abandono y malos tratos. Los niños que provienen de contextos en los que han faltado las figuras adultas en demasía, no se benefician de pautas normativas tradicionales. Las pautas normativas tradicionales funcionan –y no siempre- con niños cuyos cimientos –el apego- están sólidamente construidos. Y digo no siempre porque el afecto es insustituible. Familia en la que sólo importa la norma, familia en la que los niños crecerán con un estilo de ser carenciado en muchos aspectos de su vida.
¿Qué propongo, pues? ¿No ponerle normas, dejar que campe a sus anchas? No por cierto. Si leemos despacio la frase del libro de Sue Gerhardt, nos damos cuenta de cuál debe ser el componente fundamental que el niño necesita para ir reparando su cerebro social alterado por las primeras experiencias sobrecargantes, cuando era bebé. Leedlo despacio, por favor: “Pero mientras se apoya en los adultos para manejar las situaciones que se le presentan en un intento de disminuir las molestias y aumentar el bienestar, va entrando, poco a poco, en el mundo que le rodea"
Para entrar en el mundo que le rodea (que es un mundo social, y entender los hábitos y las normas y el funcionamiento adulto) ha de apoyarse en los adultos. Si no se pudo apoyar de bebé, se tiene que apoyar ahora para que hagamos, de más mayor, lo que no se hizo -o se hizo mal-cuando era bebé.
Y para ello, hay que construir una relación de apego. Sólo así el niño confiará, se regulará y estará más preparado para lo normativo. Pero si empezamos por lo normativo y pretendemos que funcione solo y nos obsesionamos con los hábitos, los estudios, los deberes… estamos empezando la casa por el tejado.
Y para construir una relación de apego debemos primar dos aspectos: (1) La estructura y predectibilidad: ordenar el día anunciando verbalmente cómo está organizado el mismo, anticipando verbalmente lo que se va a ir encontrando, estando con el niño y acompañándole en lo que no pueda hacer solo. Organización y orden es lo que necesitan. Pero un orden organizado-flexible. Y, sobre todo: (2) Un adulto regulador, que sepa calmar al niño, que le tranquilice, que le frene sin tener que usar estrategias coercitivas y que comprenda que, si no responde adecuadamente a los desafíos del día a día, es por falta de capacidad de contención. En suma, un adulto en el cual el niño, poco a poco, vaya apoyándose y adquiriendo las herramientas de autorregulación en la medida en que las vaya aprendiendo y experimentando con aquél. Hacer con el niño mayor lo que no se hizo cuando era bebé o reparar lo que se hizo mal y le desreguló. Esto supone, en la práctica, actuar con calma –pero con seguridad- ante miles de situaciones de la vida cotidiana en las que los niños se descontrolan por falta de habilidades. Y –no me quiero olvidar- ayudar también al menor con la reparación: si algo malo generó o provocó su acción, el adulto le alienta, le anima, le explica y le enseña a reparar porque es lo que desarrolla la empatía. Esta es la mejor manera de interiorizar las normas.
Termino con este vídeo que mi amiga y maestra en psicoterapia, Maryorie Dantagnan, me enseñó para ilustrarme la importancia de la relación cuidador-a/niño. Vale más que mil palabras. La enorme importancia de la comunicación sintonizada bebé/adulto para desarrollar un apego seguro que son los cimientos de todo, incluida la capacidad sana de socializarse. Imaginaos si esto que le sucede a este bebé es continuado, más dañino aún (pues supone agresión física o verbal) y sobre todo nadie lo repara. Porque esta madre lo repara y el bebé se recupera bien. El vídeo podéis verlo en este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=apzXGEbZht0 A mí me impresiona.
La semana que viene os cuento cómo fue la formación en el diplomado del IFIV de Barcelona.
Me parece fantastico lo que escribes, es la demostración de que los niños lo que mas necesitan es amor, sentido comun, amor y poco mas.
ResponderEliminarA mi me recuerda a lo que Laura Gutman propone para niños pequeños con por ejemplo hiperactividad, tratarlos, en el mejor sentido, como a bebés: mucho contacto, colecho, besos, abrazos, atención... como bien dices empezar la casa por los cimientos
Espero que poco a poco esta tendencia se instale mas en la sociedad
Hala chupate esa, supernanny!
Bravo José Luis!
ResponderEliminarHola José Luis.
ResponderEliminarRecuerdo que mi hija, recien llegada, cuando se quitaba las gomas de las coletas se daba tales tirones que se arrancaba mechones enteros y no le dolía.Se daba golpes tremendos y ni una lágrima. Su umbral del dolor era altísimo. Poco a poco a medida que se dejaba cuidar,tocar, coger aupas, acariciar, querer... fue recobrando la sensibilidad.
Parece que esto no venga a cuento, pero para mi ver esa dureza fisica me hablaba de su estado emocional de cómo sería su duro y frio mundo interior.
Una entrada esperanzadora.
un abrazo
Itsaso
Hola José Luis.
ResponderEliminarRecuerdo que mi hija, recien llegada, cuando se quitaba las gomas de las coletas se daba tales tirones que se arrancaba mechones enteros y no le dolía.Se daba golpes tremendos y ni una lágrima. Su umbral del dolor era altísimo. Poco a poco a medida que se dejaba cuidar,tocar, coger aupas, acariciar, querer... fue recobrando la sensibilidad.
Parece que esto no venga a cuento, pero para mi ver esa dureza fisica me hablaba de su estado emocional de cómo sería su duro y frio mundo interior.
Una entrada esperanzadora.
un abrazo
Itsaso
Es muy ilustrativo lo que narras acerca de tu hija, y realmente sobrecoge ver la "coraza" que llevaba puesta. Uno de los indicadores de trastorno del apego es "la insensibilidad al dolor". El cambio que tu hija ha dado es muy positivo y dice mucho de su buen hacer. Se ha conectado con sus emociones en suma, con su cuerpo a través de la relación contigo. Un afectuoso saludo
ResponderEliminarGracias, Violeta, por tu animo!! Un abrazo, Jose Luis
ResponderEliminarSabes lo que nos falta a los padres adoptados con hijos que no han tenido a un adulto cerca en su etapa de bebé...herramientas...y el entorno no ayuda nada, porque nadie sabe de estas teorías...ni profes, ni profesionales...No se sabe nada del mundo adoptivo...Si tienes un ratito mira lo que me pasó el otro día con mi hijo...¿cómo lo controlas, cómo retienes su ira, sin que te miren de manera inquisitiva e intuyendo lo que piensan porque algunos te lo dicen...????
ResponderEliminarhttp://hongmihijo.blogspot.com/
Qué debería haber hecho? lo hice bien? lo estoy haciendo mal!...estas son frases que cada día te repites, como madre y padre...No sabemos cómo hacerlo...y nadie nos orienta porque de este asunto adoptivo no nos habla Nadie...
Hola Mei: Acabo de leer tu historia con tu hijo, en tu blog, y desde luego creo que la actividad a la que le llevaron no era adecuada para él. A pesar de las críticas, date cuenta de esta frase que escribes: "Le limpié, le abracé, lo besé...y subimos al bus...se cayó...y luego ya no hubo lloros ni vomiteras y fue andando todo el resto del camino..." Supiste ser filtro estabilizador para tu hijo y eso es lo que vale.Esto es un indicador muy positivo. Estas profesoras, probablemente, al no conocer el daño emocional y el retraso que estos niños suelen traer, atribuyen estas conductas a otros factores (niño caprichoso, consentido, etc.)Lo que no saben es que sus habilidades regulatorias no están aún desarrolladas y que es el adulto, procediendo como tú lo hiciste, el que tiene que ir enseñándoles a calmarse. No es fácil, no, pero creo vas por el buen camino. Animo y un abrazo, José Luis
ResponderEliminarGracias, Jose Luis...Estamos en malos tiempo con mi pequeño...muuuuchas rabietas por todo. El psico evalúa su edad en unos 22 meses, y tiene tres años...Un año, el que pasó institucionalizado, perdido...y que ahora tenemos que ir recuperando con muchos daños causados...
ResponderEliminar"No le cojas en brazos" "con lo que ya pesa, tiene que aprender a ir andando""vaya la que os ha caído con éste pequeñajo""tiene que ir durmiendo sólo en su habitación y nada de hamaca y mecidas""hay que controlar el pipí en las siestas""en cuanto pase el verano habrá que quitar el pañal para dormir"...son frases que me desayuno, como, meriendo y ceno cada día...y de las miradas qué te voy a decir...nos miran como bichos raros porque mi hijo es un bicho raro en esta sociedad que sólo admite la perfección y lo standar...
Estoy echa un lío...desde hace algunos días...consulto con una amiga psico y me dice cosas con las que no estoy de acuerdo...¿quién se equivoca, ella o yo?
Hola anónimo. No voy a entrar en si se equivoca ella o tú, pero más bien me parece que tú no lo haces.
ResponderEliminarMira, creo que incluso dentro del mundo de la psicología, quien no está acostumbrado a tratar con niños que han sufrido un abandono nada más nacer y que no han tenido una figura de apego y referencia desde el principio, aún siendo psicólogo, al menos a mí no me interesa para que me oriente en cómo educar a mi hijo. Por eso tenía claro cuando empecé a buscar ayuda que buscaría un psicólogo especializado en adopción. ´Porque si no, no hubiera tenido que buscar, ya tenía el psicólogo-orientador del colegio, pero no me valía ni me gustaba su manera de actuar, y es psicólogo...
Creo que nuestros hijos tienen que avanzar más despacio, irse impregnando bien de cada experiencia, de todo aquello que no han podido vivir cuando les tocaba. Si tu hijo cuando tenga tres años, necesita dormir con vosotros un tiempo pues bueno es, que necesita incluso que le deis de comer cuando antes comía solo pues bueno es también, que necesita que lo cojas en brazos como a un bebé pues también. No los estamos mal acostumbrando, estamos dándole aquello que les falta para afianzar su seguridad y llenar las lagunas que le faltan para su identidad primera. Pero claro, a vistas de los demás, es que los estamos malcriando. Pero todo es desconocimiento. Sigue tu intuición, conoces a tu hijo y sabrás lo que necesita y lo que le tienes que dar en todo momento, independientemente de la edad que tenga. Y busca una psicóloga o psicólogo especializado en adopción, en niños abandonados, es un consejo. Un abrazo.
Es lo que hago...lo que creo que debo hacer...lo que leo aquí, por ejemplo...y en otros textos aconsejados...De vez en cuando, tengo reuniones con el servicio de postadopción en donde te orientan algo...
ResponderEliminarTengo que dar una oportunidad a este pequeñajo...que este fin de semana me ha regalado...el dormir en la cama, juntitos, y tranquilos...a ver si se convierte en una nueva manera de afrontar el sueño...aunque no me importa nada acunarle en la mecedora...que él elija, como lo hizo su hermana...Gracias a todos y todas.
Gracias por los últimos comentarios. Creo que es dificil -para quien no conoce las consecuencias que el abandono y los malos tratos tienen sobre el apego y, en suma, sobre el desarrollo infantil- entender por qué, durante un tiempo, los niños necesitan que los adultos sean filtro estabilizador para ellos. Yo pienso que esto no significa limitar su autonomía y crecimiento sino adaptarnos a su edad mental y no mirar la cronológica. Adaptarnos durante un tiempo hasta que los niños estén preparados por ellos mismos para hacerlo solos. Encontrar el punto óptimo entre la función externa (el adulto guía, pauta, regula...) y la función interna (el niño es capaz de ESTABILIZAR -esa es la palabra clave-, sus pautas, conductas, hábitos, emociones... por sí solo) es complicado, sí. El conocimiento del niño es lo que nos ayudará a saber cuánto y cómo hemos de estar ahí (pero sin invadir, claro) y cuándo podemos hacer la función de transición, el periodo en el cuál vamos comprobando que el niño va pudiendo hacer las cosas con menos ayuda hasta que ya, ¡al fin!, asistimos con alegría a que puede solo. Cada niño es un mundo, con sus genes, su historia, su ambiente familiar, sus rasgos... todos en interacción. Un cordial saludo a todas, José Luis
ResponderEliminarOs recominedo leer el libro ¨The Boy Who was Raised As a Dog¨ escrito por Bruce D. Perry. Dr. Perry es un psichiatra de Estados Unidos y un este libro describe en un lenguaje muy facil de enternder como los primeros años de vida son criticos para el desarrollo del cerebro. Tambien ofrece sugerencias de tratamiento efectivos para niños que desgraciadamente son abusados o no cuidados por la gente mayor (neglected) consciente o inconsientemente en los primeros años de vida. Este libro me encanta y estoy segura que os gustara por los temas de los que estais comentanto.
ResponderEliminarJose Luis,
ResponderEliminarMe encantan todos los blogs que escribes aunque no he leido la mayoria porque descubri este blog ayer pero me baso con el titulo. Me gustaria saber (si es posible) de donde sacas tan buena informacion y recursos, como los libros que recomiendas.
Muchas gracias por este blog! Lo voy a utilizar mucho!
Hola Cristina: Encantado de saludarte y bienvenida. No existen secretos para saber de dónde saco los libros que recomiendo: visitando las webs de las editoriales que publican sobre estos temas (Desclee de Brouwer, Pirámide, Gedisa, Graó...) y hablando con colegas y amigos que me recomiendan o simplemente tecleando en los buscadores de internet o en las páginas de grandes distribuidoras, como amazon)
ResponderEliminarPor otro lado, conozco a Perry (hay una entrada en este blog en el que recojo sus recomendaciones sobre cómo relacionarse y tratar a niños traumatizados), pero este libro suyo en concreto, no. Así que tomo nota. De este modo ya te darás cuenta de cómo accedo a la información de los libros: personas como tú -o lo que yo descubro por mi cuenta- me los facilitan. Saludos cordiales, José Luis