Quiero esta semana llamar la atención sobre los resultados de un estudio sobre pautas de crianza dados a conocer en el último número de la revista Infocop, editada por el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España. En dicho estudio, publicado en Psicothema (vol. 22 -4-) “….se analizaron las pautas de crianza empleadas por los padres de una muestra de 1.071 estudiantes universitarios españoles. A través de preguntas del tipo: “¿Con qué frecuencia tu padre/madre te abofeteaban?”, “¿Cuántas veces te han dicho que eras torpe, vago?”, “¿Con qué frecuencia te han gritado?”, etc., los investigadores hallaron que el uso del castigo físico es altamente prevalente en España y que suele ir acompañado de agresión psicológica. En concreto, los datos revelaron que el 63% de los universitarios entrevistados afirmó haber sufrido algún castigo corporal a los diez años, y el 81% señaló haber recibido agresión psicológica. Del estudio se desprende que la mayor parte de los padres emplea el “azote”, la “bofetada” o el “cachete” una media más de diez veces al año, lo que pone en evidencia que los padres españoles desconocen que existen otras medidas para corregir el mal comportamiento de los hijos, que son más eficaces y que no producen efectos psicológicos adversos”
Pienso que los datos nos deben hacer reflexionar. Creo que son fiel reflejo de una ideología adultista aún imperante que se basa en creencias, fuertemente arraigadas, tipo “más vale un azote a tiempo” En algunas formaciones que imparto me he encontrado con personas (incluso profesionales) que sostienen y apoyan esta creencia como medida educativa adecuada para cambiar el comportamiento negativo de los niños.
El castigo físico y verbal muestra la impotencia y la frustración de un adulto que se siente incapaz de ejercer una autoridad fundada en el respeto a la persona del niño. Nos habla más de su incapacidad para controlar sus emociones. Es más un acto de descarga que una medida para corregir la conducta del niño. El castigo puede poner fin a un comportamiento inadecuado del menor pero nada le enseña a éste sobre lo que es moralmente aceptado y lo que no, lo que puede y no puede hacer. Es un abuso de poder porque el adulto ejerce desde una posición asimétrica su fuerza sobre un ser en desarrollo más débil que no puede hacer nada por defenderse, sólo sufrir las consecuencias (rabia hacia el adulto, sentimiento de impotencia, más deseos de rebelarse…) En mi opinión el hombre o la mujer que castigan al niño (le pegan o le transmiten mensajes que devalúan a su persona) están motivados por un ejercicio perverso de la autoridad. Una vez que sucede la primera bofetada o la primera palabra vejatoria, hemos sentado las bases para que pueda volver a producirse. Y el castigo tiene propiedades adictivas porque el adulto “resuelve” por la fuerza una situación que le está crispando. Pero la persona no se pregunta por qué el menor se comporta así. Se pasa al acto y se castiga irreflexiva e impulsivamente al niño demostrando nula inteligencia emocional.
Educar es hacer crecer a la persona mediante la reflexión. A través del diálogo educativo inculcamos valores y límites que se administran (los límites normativos son interiorizados por el niño cuando éstos son aplicados desde el más absoluto respeto a su persona, y pegarle o descalificarle no es respetarle sino agredirle) razonados y usados para que el niño aprenda desde nuestro modelo de personas y de adultos sensatos y coherentes. De este modo incorporará la conciencia moral progresivamente y se identificará con un adulto que le quiere y que sabe hacerse respetar y respeta. No podemos ver en el castigo físico y verbal más que una forma de maltrato que, según el estudio, todavía está vigente en una muy alta proporción. Son pseudopostulados que aún imperan en una cultura educativa trasnochada y dañina pero que aún es defendida por bastantes personas como útil y necesaria en un momento dado. Cuando ponemos un límite al niño y aplicamos una medida para hacerlo cumplir, el amor por esta persona debe de quedar siempre preservado. El límite es hacia la conducta que no podemos tolerar, no hacia la persona que es siempre respetada y aceptada. Castigarle no es aceptar su persona, desde luego.
Cuando hablamos de niños víctimas de malos tratos o con historias de vida traumáticas por múltiples causas, todavía razón de más para eliminar el castigo o cualquier amenaza para el niño que no suele presentar un apego seguro además. El castigo le es muy familiar a este tipo de niños y dispara su cólera. Le embravecerá aún más y confirmará su esquema mental de que el adulto es maltratador. Le retraumatizará y sólo conseguirá que el niño acentúe sus conductas negativas aprendidas en su contexto de vida temprano como forma de supervivencia.
La reparación moral es la mejor manera de poder educar a los niños. Cuando éstos cometan un acto negativo que perjudica a otros, se trabaja con ellos para que puedan ponerse en su lugar, mediante la reflexión, y se les acompaña para que pidan disculpas y hagan algo bueno por esa persona durante unos días con el fin de reparar el daño, el dolor o la molestia causada. Tan mal está afectar o dañar al otro como tan bien y tan grande es enseñar a reconocerlo y propiciar una oportunidad para poder arreglarlo, para empezar de nuevo.
Hablamos de la importancia del apego en una sociedad que cada vez va más deprisa, que busca el “háztelo tú solo” y que quiere que los niños funcionen rápido y bien, como me apuntó acertadamente en una conversación la psicoterapeuta Loretta Cornejo. Parece una contradicción hablar de apego en la sociedad actual que parece ofrecer soluciones mágicas para todo y remedios sin esfuerzo. Porque el apego precisa todo lo contrario de lo que preconiza nuestra sociedad: se va consolidando a lo largo del tiempo, despacio, con calma y tranquilidad, con paciencia y perseverancia (mis dos palabras favoritas) y con interacciones comunicativas de calidad con los niños.
Hola
ResponderEliminarMuy interesantes los temas que tratas, recién acabo de adquirir tu guía sobre el apego aplicada al aula, solo alcancé a revisar el índice y se ve prometedor,
un abrazo desde Monterrey. N.L.
María
Jose Luís,
ResponderEliminarMe interesa mucho este tema.
Has dicho:
"El castigo físico y verbal muestra la impotencia y la frustración de un adulto que se siente incapaz de ejercer una autoridad fundada en el respeto a la persona del niño. Nos habla más de su incapacidad para controlar sus emociones."
Útimamente estoy pensando y leyendo mucho sobre el "Arte de Persuadir". Creo que mucha de esa frustración de los padres tiene sus raices en la falta de capacidades para persuadir a otra persona, de no saber razonar, motivar, escuchar, comunicar, enseñar etc.
De verdad, persuadir al otro es un arte y hay que dedicarse a ello para practicarlo. A los padres, nos viene más que bien estudiar, practicar e interiorizar técnicas de persuasión que nos pueden ayudar a enseñar a nuestros hijos, porque no es nada fácil convencer a un niño o un jóven de la necesidad de ponerse en el lugar de otro, de pedir perdón, de ser generoso, de ser fuerte ante la presión de los demás etc.
Los padres se ven impotentes y desbordados. Quieren lo mejor para sus hijos pero no tienen ni idea como conseguirlo. Se desesperan y ¡paf! pegan al niño.
Es una pena, pero siendo madre, conozco esa gran frustración que viene de la impotencia, de la falta de capacidad, de conocimientos etc. Miro atrás y veo que en 15 años mis hijas me han enseñado tanto, pero es porque hace mucho tiempo me dí cuenta de que las bofetadas que recibí yo durante mi niñez no iban a enseñar nada a nadie, que para conseguir hijos responsables, tendría que utilizar mi inteligencia, tendría que convencerles - porque si no ¿Que iban a hacer en cuanto estaban fuera del alcance de mi mano?
Ahora, puedo decir que todos los esfuerzos que he hecho para aprender como motivar, persuadir, convencer, enseñar etc. han valido la pena.
¡Gracias!
Brenda
www.adopcionpordentro.blogspot.com
Hola Brenda: Estoy completamente de acuerdo contigo, no es nada fácil enseñar a un niño y es crucial aprender a cómo hacerlo. En el mismo artículo de Infocop se habla de la necesidad de las escuelas para padres donde éstos aprendan a convencer, motivar, persuadir... y otras técnicas de disciplina basadas en el respeto. Yo aquí diferenciaría entre los padres que pierden el control una vez pero luego reparan con su hijo y se proponen que el acto de pegar o agredir verbalmente no pase más, reconociendo su fallo y pidiendo ayuda de quienes no reflexionan y justifican sus actos, siguiendo con sus pautas de crianza maltratantes como son las bofetadas o las agresiones verbales, con rigidez y manteniendo sus argumentos en nombre de las normas la necesidad de su cumplimiento, tildando al niño de rebelde, etc., sin pararse a pensar si ellos tienen algo que ver con sus conductas negativas. Gracias por tu aportación porque pone el acento en lo que hay que hacer y no sólo en lo que no hay que hacer (castigar) Un cordial saludo, José Luis
ResponderEliminarHola Jose Luis, tu blog me parece muy interesante y te doy las gracias por compartir tantas cosas y enseñarnos tanto a los padres adoptivos.
ResponderEliminarMe gustaria saber como puedo conseguir, en papel, la Guia para el Apoyo Educativo que has escrito.
Un saludo y gracias de nuevo.
Rosa
Hola Rosa: Estoy encantado de que el blog te resulte interesante y de ayuda para los padres adoptivos. El libro (guía) que he escrito no se vende en papel, sólo en edición digital. Has de dirigirte a esta dirección si estás interesada:
ResponderEliminarhttp://www.librosenred.com/libros/guiaparaelapoyoeducativodeninoscontrastornosdeapego.html
Un afectuoso saludo,
José Luis
a mi tambien me han educado a bofetones y he de decir que eso me ha echo SUPER INFELIZ y a echo que odie a mis padres por que merecia un mejor trato y por eso estoy totalmente en contra de educar de ese modo y quien lo aga asi esta muy equibocado y esta aciendolo fatal, ESO ES MALTRATAR, a no ser que se aga con un matratador (para que sepa que eso no da gusto)
ResponderEliminara mi tambien me han educado a bofetones y he de decir que eso me ha echo SUPER INFELIZ y a echo que odie a mis padres por que merecia un mejor trato y por eso estoy totalmente en contra de educar de ese modo y quien lo aga asi esta muy equibocado y esta aciendolo fatal, ESO ES MALTRATAR, a no ser que se aga con un matratador (para que sepa que eso no da gusto)
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