Ya os he hablado de este sensacional libro que me recomendó hace tiempo mi amiga y colega Maryorie Dantagnan, que siempre está muy al tanto de la literatura en torno a este tema.
Como os comenté, quiero ofreceros un breve resumen de cómo esta autora propone organizar las relaciones del profesor/a con los niños/as en función del tipo de apego que predomine en ellos. No voy a ser exhaustivo, es una breve reseña para animaros a todos, en especial a los docentes, a que estudiéis el libro. Os dais cuenta de que en este blog hablamos mucho de libros. Y es que me parece fundamental leer, estudiar y después contrastar con la praxis profesional, cotejar los conocimientos con nuestras experiencias.
Apego evitativo
Como ya sabéis, el niño/a que desarrolla un apego evitativo presenta un conflicto de acercamiento-evitación. Necesita activar su sistema de apego cuando surgen los sentimientos de miedo o de incertidumbre (por ejemplo, abrazarse a la madre) Pero también ha aprendido a evitar ese contacto por el rechazo o malos tratos que ha podido experimentar. Esto marca un patrón característico después, en la infancia: suelen ser niños/as desconectados de sus emociones, normalmente se creen autosuficientes, tienden al aislamiento y pueden mostrar hostilidad. Huyen de cualquiera que entre en su mundo interior y rechazan las relaciones que pueden tornarse íntimas. Lo que le ha ocurrido a este tipo de niño/a es que teme la dependencia y la necesidad de otras personas y adopta la independencia y la autosuficiencia como defensas.
Para Geddes, la tarea de clase se convierte en el eje fundamental de la intervención de los profesores con estos niños/as. En el triángulo del aprendizaje, como ella lo denomina, el alumno/a evita la relación con el profesor (como así lo suelen manifestar los maestros cuando hablan de estos niños/as) o profesora y dirige su atención hacia la tarea.
Esto puede ser una trampa, y puede llevar a construirse esta respuesta como una forma de independencia que se agradece en un aula grande y exigente. Además, el niño/a niega la necesidad de ayuda (aunque la tenga) y la insistencia del profesor se traduce en más rechazo por parte del alumno/a (la oferta del profesor/a es rechazada) El menor puede llegar a enfadarse, expresa la autora en su libro.
Por lo tanto, para Geddes, el profesor no debe de pasar ni ver en esto una forma de independencia y autosuficiencia deseables. La tarea, que será el eje, sí, no va a ser la trampa para hacer que el niño se aleje más, sino que debe de tratar de favorecer que la relación sea segura, gracias a ella o a encuentros estructurados profesor/a-alumno/a. Esto permite proximidad sin que se desencadene un conflicto.
A los niños/as con apego evitativo les ayudará una clase bien impartida, con tareas bien definidas que no precisen de demasiada intervención del profesorado, con materiales para manipular (a los niños/as evitativos les encantan los juegos manipulativos, yo lo he comprobado en terapia) Esto, como dice Geddes, disminuye la amenaza de no saber algo y sentirse sin apoyo.
Es posible que la expresión oral esté inhibida. La estructura puede facilitar la escritura y ayudar a mediar en la intensidad de las respuestas escritas. Rellenar casillas, completar frases y escribir frases cortas en espacios definidos puede ayudar a calmar el miedo a desbordarse que puede generar la página en blanco, propone esta especialista.
Ayudar a estos niños/as a alfabetizarse emocionalmente, a acercarse al mundo emocional sin temerlo, puede hacerse, según propone Geddes, de una manera indirecta: intentar descubrir las experiencias de los personajes de los cuentos, de las películas, los vídeos e incluso las comedias de televisión. Como ya dijimos en otro post, las metáforas (Geddes también propone usarlas) son medios indirectos para ayudar a los menores con lo que temen.
Heather Geddes nos dice que los juegos estructurados con reglas, las matemáticas con operaciones definidas y respuestas claramente correctas o incorrectas, las preguntas precisas sobre datos, la ordenación de objetos y la construcción de estructuras pueden ofrecer un contexto en el que participar con seguridad. En suma, vemos, una vez más, que trabajar por ellos y tratar de adecuar el contexto y la situación educativa es fundamental, si queremos ayudarles.
¿Por qué funciona esto? Heddes nos dice, dando muestras de un gran conocimiento neurocientífico, que las tareas concretas son esencialmente funciones del hemisferio cerebral izquierdo que ayudan a mantener los sentimientos bajo control y evitan inundar el cerebro con emociones intolerables capaces de generar conductas reactivas, emociones que estos niños/as no saben cómo gestionar. La sensibilidad del profesor/a al significado de esta separación de funciones puede ayudar a integrar la función cognitiva y emocional y facilitar así el aprendizaje en lugar de mantenerlas separados en detrimento del aprendizaje, concluye Heddes.
¿Y con los compañeros/as? ¿Cómo ayudarles? La autora plantea que la presencia de otro niño/a es capaz de moderar la intensidad de la proximidad del profesor (en esta proximidad está el conflicto)
Para la semana próxima, las sugerencias y pautas para el niño/a con perfil ansioso-ambivalente.
Como os comenté, quiero ofreceros un breve resumen de cómo esta autora propone organizar las relaciones del profesor/a con los niños/as en función del tipo de apego que predomine en ellos. No voy a ser exhaustivo, es una breve reseña para animaros a todos, en especial a los docentes, a que estudiéis el libro. Os dais cuenta de que en este blog hablamos mucho de libros. Y es que me parece fundamental leer, estudiar y después contrastar con la praxis profesional, cotejar los conocimientos con nuestras experiencias.
Apego evitativo
Como ya sabéis, el niño/a que desarrolla un apego evitativo presenta un conflicto de acercamiento-evitación. Necesita activar su sistema de apego cuando surgen los sentimientos de miedo o de incertidumbre (por ejemplo, abrazarse a la madre) Pero también ha aprendido a evitar ese contacto por el rechazo o malos tratos que ha podido experimentar. Esto marca un patrón característico después, en la infancia: suelen ser niños/as desconectados de sus emociones, normalmente se creen autosuficientes, tienden al aislamiento y pueden mostrar hostilidad. Huyen de cualquiera que entre en su mundo interior y rechazan las relaciones que pueden tornarse íntimas. Lo que le ha ocurrido a este tipo de niño/a es que teme la dependencia y la necesidad de otras personas y adopta la independencia y la autosuficiencia como defensas.
Para Geddes, la tarea de clase se convierte en el eje fundamental de la intervención de los profesores con estos niños/as. En el triángulo del aprendizaje, como ella lo denomina, el alumno/a evita la relación con el profesor (como así lo suelen manifestar los maestros cuando hablan de estos niños/as) o profesora y dirige su atención hacia la tarea.
Esto puede ser una trampa, y puede llevar a construirse esta respuesta como una forma de independencia que se agradece en un aula grande y exigente. Además, el niño/a niega la necesidad de ayuda (aunque la tenga) y la insistencia del profesor se traduce en más rechazo por parte del alumno/a (la oferta del profesor/a es rechazada) El menor puede llegar a enfadarse, expresa la autora en su libro.
Por lo tanto, para Geddes, el profesor no debe de pasar ni ver en esto una forma de independencia y autosuficiencia deseables. La tarea, que será el eje, sí, no va a ser la trampa para hacer que el niño se aleje más, sino que debe de tratar de favorecer que la relación sea segura, gracias a ella o a encuentros estructurados profesor/a-alumno/a. Esto permite proximidad sin que se desencadene un conflicto.
A los niños/as con apego evitativo les ayudará una clase bien impartida, con tareas bien definidas que no precisen de demasiada intervención del profesorado, con materiales para manipular (a los niños/as evitativos les encantan los juegos manipulativos, yo lo he comprobado en terapia) Esto, como dice Geddes, disminuye la amenaza de no saber algo y sentirse sin apoyo.
Es posible que la expresión oral esté inhibida. La estructura puede facilitar la escritura y ayudar a mediar en la intensidad de las respuestas escritas. Rellenar casillas, completar frases y escribir frases cortas en espacios definidos puede ayudar a calmar el miedo a desbordarse que puede generar la página en blanco, propone esta especialista.
Ayudar a estos niños/as a alfabetizarse emocionalmente, a acercarse al mundo emocional sin temerlo, puede hacerse, según propone Geddes, de una manera indirecta: intentar descubrir las experiencias de los personajes de los cuentos, de las películas, los vídeos e incluso las comedias de televisión. Como ya dijimos en otro post, las metáforas (Geddes también propone usarlas) son medios indirectos para ayudar a los menores con lo que temen.
Heather Geddes nos dice que los juegos estructurados con reglas, las matemáticas con operaciones definidas y respuestas claramente correctas o incorrectas, las preguntas precisas sobre datos, la ordenación de objetos y la construcción de estructuras pueden ofrecer un contexto en el que participar con seguridad. En suma, vemos, una vez más, que trabajar por ellos y tratar de adecuar el contexto y la situación educativa es fundamental, si queremos ayudarles.
¿Por qué funciona esto? Heddes nos dice, dando muestras de un gran conocimiento neurocientífico, que las tareas concretas son esencialmente funciones del hemisferio cerebral izquierdo que ayudan a mantener los sentimientos bajo control y evitan inundar el cerebro con emociones intolerables capaces de generar conductas reactivas, emociones que estos niños/as no saben cómo gestionar. La sensibilidad del profesor/a al significado de esta separación de funciones puede ayudar a integrar la función cognitiva y emocional y facilitar así el aprendizaje en lugar de mantenerlas separados en detrimento del aprendizaje, concluye Heddes.
¿Y con los compañeros/as? ¿Cómo ayudarles? La autora plantea que la presencia de otro niño/a es capaz de moderar la intensidad de la proximidad del profesor (en esta proximidad está el conflicto)
Para la semana próxima, las sugerencias y pautas para el niño/a con perfil ansioso-ambivalente.