Los posts, estos días festivos, van de recomendaciones. No hay nada como recoger lo bueno que te dan y ofrecérselo a los demás. En esta ocasión, un amigo me ha sugerido que escuche la Banda Sonora Original de la película sobre Edith Piaf. La película, estrenada hace ya un par de años, se titula La vida en rosa Y de esta película se editó, claro está, un disco que contiene las canciones clásicas de la cantante francesa. El film es una maravilla y la actriz Marion Cotillard borda el papel de Edith Piaf.
Casualmente, de Edith Piaf ya hablamos en este blog y, si no me equivoco, fue de las primeras entradas, allá por el año 2008.
En aquel post dedicado a la genial Edith descubrimos su dura y traumática biografía (que la película va narrando en flashback) Marcada por el abandono y las duras condiciones de vida en la infancia hasta que, un día, cantando en la calle, la descubre un empresario que quedó cautivado por su insigne voz. De aquí comienza su meteórica carrera triunfal. Fue la manera en que se ganó la vida pero también una fuente de preservación resiliente.
Edith Piaf es un ejemplo de cómo se puede desarrollar la resiliencia en el sentido de mantenerse lo suficientemente bien a pesar de la dureza de la vida. Ella encontró el recurso en la música y en la canción para estar psicológicamente lo mejor posible a pesar del drama de su vida: aparte de la herida por el abandono en su infancia, padeció una enfermedad a los huesos, muy dolorosa, y, además, su verdadero amor, Marcel, un boxeador, falleció en un accidente de avioneta suponiendo para ella un impacto traumático tremendo. Demasiado para la valiente Edith que, una vez más a pesar de todo, siguió apoyándose en la música para encontrar ese sostén resiliente que le ayudó a que no se viniera abajo del todo y pudiera avanzar, seguir adelante, como dicen muchas víctimas de sucesos traumáticos.
Esta canción (que ha sido la que mi amigo me enseñó) la cantó Edith Piaf como auto-terapia por la muerte de su amante. La mayoría conocemos sus otras piezas como Rien de rien, La vie en rose, etcétera. Pero esta canción titulada Mon Dieu es bellísima. Ella pide a Dios que su amante pueda regresar, que no se vaya todavía, que se quede un día más, dos… Es de una gran emotividad, y a la vez nos enseña cómo se puede expresar el dolor de la pérdida (que para ella significó mucho pues reabría la herida del abandono) a través de crear belleza. Una especie de arteterapia, diríamos.
En este vídeo tenéis la canción (en francés y en inglés) completa junto con imágenes de la película.
Casualmente, de Edith Piaf ya hablamos en este blog y, si no me equivoco, fue de las primeras entradas, allá por el año 2008.
En aquel post dedicado a la genial Edith descubrimos su dura y traumática biografía (que la película va narrando en flashback) Marcada por el abandono y las duras condiciones de vida en la infancia hasta que, un día, cantando en la calle, la descubre un empresario que quedó cautivado por su insigne voz. De aquí comienza su meteórica carrera triunfal. Fue la manera en que se ganó la vida pero también una fuente de preservación resiliente.
Edith Piaf es un ejemplo de cómo se puede desarrollar la resiliencia en el sentido de mantenerse lo suficientemente bien a pesar de la dureza de la vida. Ella encontró el recurso en la música y en la canción para estar psicológicamente lo mejor posible a pesar del drama de su vida: aparte de la herida por el abandono en su infancia, padeció una enfermedad a los huesos, muy dolorosa, y, además, su verdadero amor, Marcel, un boxeador, falleció en un accidente de avioneta suponiendo para ella un impacto traumático tremendo. Demasiado para la valiente Edith que, una vez más a pesar de todo, siguió apoyándose en la música para encontrar ese sostén resiliente que le ayudó a que no se viniera abajo del todo y pudiera avanzar, seguir adelante, como dicen muchas víctimas de sucesos traumáticos.
Esta canción (que ha sido la que mi amigo me enseñó) la cantó Edith Piaf como auto-terapia por la muerte de su amante. La mayoría conocemos sus otras piezas como Rien de rien, La vie en rose, etcétera. Pero esta canción titulada Mon Dieu es bellísima. Ella pide a Dios que su amante pueda regresar, que no se vaya todavía, que se quede un día más, dos… Es de una gran emotividad, y a la vez nos enseña cómo se puede expresar el dolor de la pérdida (que para ella significó mucho pues reabría la herida del abandono) a través de crear belleza. Una especie de arteterapia, diríamos.
En este vídeo tenéis la canción (en francés y en inglés) completa junto con imágenes de la película.
Yo he nacido en Francia, en París y me he criado allí con el mito de Edith Piaf que perdura siempre entre los franceses.
ResponderEliminarFue un ejemplo de vida, con sus tragedias pero también con esas fuerzas y ganas de vivir de esta mujer tan frágil físicamente pero que enamoró una época y que sigue hoy en día más que nunca presente.
Me encanta que hayas puesto esta referencia a ella en tu blog. He encontrado un vídeo (no se si lo has visto) en este enlace (http://www.dailymotion.com/video/xrqn0_mon-dieu-edith-piaf_music) de la canción "Mon Dieu" que emociona en cada palabra que pronuncia.
Un abrazo.
http://adoptaextremadura.blogspot.com/
Hola, Alexia: Encantado de que te pases por aquí. Me alegra que te haya gustado el post sobre Edith Piaf. A mí siempre me ha admirado esta mujer, por eso me pareció una biografía bien atractiva sobre cómo se puede construir la resiliencia a través de la música, gracias a un don natural, sí, pero también a su capacidad para aprovecharlo y conseguir, con su tesón, llegar a donde llegó pues nadie le regaló nada.
ResponderEliminarNo conozco ese enlace y voy a verlo gustosamente. Gracias por tu aportación y... ¡no sabía que eras natural de Paris! ¡Mi ciudad favorita!
Un abrazo,
José Luis
Pues yo quisiera recomendar otra historia de resiliencia:
ResponderEliminarla historia de Christopher Gardner (película "Bucando la felicidad")que hoy es un exitoso millonario y gran orador motivacional pero cuando su hijo contaba solamente con 14 meses se vió obligado a dormir en la calle durante cerca de un año entero en San Fransciso mientras realizaba su pasantía para agente de bolsa en Dean Witter, una importante casa de bolsa de la ciudad. Muchas noches se encontraban con la decisión sobre pagar una habitación de motel o comer.
Aquí podeis leer sobre la verdadera historia.
http://blog.elatletacorporativo.com/2008/02/18/chris-gardner-en-busca-de-la-felicidad/
La película es muy emotiva pero la realidad siempre supera la ficción.
Un saludo,
Yolanda Ávila.
Hola Yolanda: Es una historia de resiliencia muy bonita, yo he visto la película y en efecto, estoy de acuerdo en que es muy emotiva. Una aportación que nos ofrece una historia de resiliencia más, así vamos enriqueciendo el blog.José Luis
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