Este concepto vivencial lo aprendo de Violet Oaklander, cuyo último libro me está atrapando por las inmensas posibilidades terapéuticas que abre para el tratamiento de niños que han padecido trauma, alteración en el vínculo de apego, experiencias sobrecargantes para la mente… Pero sobre todo por cómo concibe las relaciones humanas.
Lo que más me gusta –y que creo que proviene de la escuela de psicoterapia guestalt- es el requisito que ella establece para hacer una buena psicoterapia con cualquier niño o adolescente: estar plenamente presentes en la sesión. Poner todos los sentidos, sentimientos, atención, cuerpo, mente… centrados en el niño. Esto, que a mí me parece similar al concepto de presentificación de Van der Hart, es clave cuando tratamos niños traumatizados. Va a permitir que puedan desarrollar un sentido pleno de sí mismos y la noción de permanencia. No olvidemos que muchos de ellos tienen un problema enorme con ser capaces de estabilizar sus deseos, intenciones o conductas; si el adulto desaparece, el sentido de uno mismo se desvanece y sobreviene la desregulación. El niño depende de la referencia externa del adulto.
Creo que ese estar plenamente presentes en las sesiones de terapia y que el niño lo perciba y sienta así, junto con otras técnicas, favorece, a largo plazo, el desarrollo de la permanencia a la que me acabo de referir.
Del mismo modo, estar plenamente presentes, nos permitirá establecer un buen contacto con el niño y mantenerlo; este es otro concepto de Oaklander que me parece excepcional: ayudar a los niños, durante el proceso terapéutico, a través de la relación con el terapeuta, a establecer un buen contacto. El contacto implica todos los sentidos, sentimientos, conductas… del niño y del terapeuta en su interacción. El terapeuta es el que "enseña" a contactar al niño durante las sesiones. Lo entrecomillo porque no es una enseñanza al uso, es una vivencia terapéutica.
Pienso finalmente, que estos conceptos nacidos en el contexto psicoterapéutico pueden y deben extrapolarse al ámbito cotidiano: ¿Cómo contactamos con los demás? ¿Estamos plenamente presentes cuando alguien nos habla, nos llama, cuando nuestros hijos nos piden jugar...? Muchos problemas de los niños traumatizados, emocionalmente perturbados, de los etiquetados como hiperactivos... radican en este problema con el contacto.
Pienso finalmente, que estos conceptos nacidos en el contexto psicoterapéutico pueden y deben extrapolarse al ámbito cotidiano: ¿Cómo contactamos con los demás? ¿Estamos plenamente presentes cuando alguien nos habla, nos llama, cuando nuestros hijos nos piden jugar...? Muchos problemas de los niños traumatizados, emocionalmente perturbados, de los etiquetados como hiperactivos... radican en este problema con el contacto.
Hagamos un sencillo ejercicio: imaginad (con todos vuestros sentidos implicados) por un momento lo bien que os sentistéis cuando sentistéis (valga la redundancia) que una persona que queréis estaba plenamente presente y conectada con vosotros (PAUSA) Ahora, ser conscientes de la emoción que se ha generado en vuestro cuerpo al recordarlo ¿A que es gratificante? Eso es lo que el niño siente de su terapeuta y es lo que le ayuda a sanar de sus dolorosas heridas traumáticas.
Me ha gustado mucho la idea de estar plenamente presentes. Probablemente sea un tema que trataré también en mi blog pero desde la perspectiva cotidiana.
ResponderEliminarEn la terapia con los niños, sobre todo, es esencial estar presentes con todos los sentidos centrados. Además, le brinda una sensación muy gratificante también al terapeuta.
Recuerdo que una de las sesiones más gratificantes para mi fue con un niño autista, precisamente porque debido a los consabidos déficits que presentaba, tuve la necesidad de volcarme al 100% en su tratamiento. Una experiencia que creo jamás olvidaré.
Tu blog ha sido un bello descubrimiento para mi.
Gracias por aportarnos tus reflexiones.
mis saludos, Jennifer
Desde pequeño mi hijo ha necesitado de la mirada de otra persona para sentir que existía. Cuando era pequeño acostumbraba a decir: "Yo juego y tú me miras", algo que nosotros no comprendíamos pero que con el tiempo y con el desarrollo de su trastorno he ido entendiendo. Su abuelo, que tenía tiempo y también mucha paciencia, se prestaba a mirarle mientras jugaba a la consola y así aunque no participara en el juego en absoluto, J. se sentía tranquilo.
ResponderEliminarHola, Jennifer: Gracias por tus palabras y comparto contigo que para el terapeuta estar plenamente presente es también muy gratificante. Y el caso que comentas es un ejemplo bien clarificador de ello. Me alegra de que el blog te guste. Un cordial saludo, José Luis
ResponderEliminarHola, Gemma: Gracias por pasarte, te echaba de menos por aquí. El ejemplo que comentas de tu hijo es también muy clarificador de cómo la noción de permanencia se establece desde la presencia plena del otro. Me ha gustado tu comentario, hasta cuando quieras, un cordial saludo, José Luis
ResponderEliminarToda la sabiduría oriental que navega subterráneamente por debajo de los modernos modelos y teorías psicológicas insiste en que la concentración es la única vía para el crecimiento, para la consecución de logros y para la felicidad.
ResponderEliminarHoy, sin embargo, la experiencia contidiana de cualquier conversación nos recuerda que continuamente desconectamos casi sin quererlo y de que cada vez más somos capaces de estar presentes solo de cuerpo pero no de mente.
Y no es que se trate simplemente de una irresponsabilidad: algo tendrá que ver con esto la sobreestimulación perceptiva a la que estamos sometidos.
Ayer asistí a una explicación relativa a cómo hace 300 años funcionaban las ferrerías y cómo se vivía del hierro... y la actividad respondía a unos parámetros temporales y de actividad muy lentos y sencillos.
Hoy estar presente es mucho más difícil y tiene más mérito, pero para llegar a ello es necesario filtrar y seleccionar cuáles son las cosas más importantes a las que vamos a atender plenamente.
Hola, Alberto: Gracias por traer a colación la sabiduría oriental, pues sin duda alguna de ella se aprende a estar plenamente presentes. Tú de esto sabes mucho.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que vivimos una sobreestimulación perceptiva y que ese filtraje permitirá que nos regulemos para atender a lo realmente importante.
Muy acertado tu comentario, pues ha enriquecido la entrada haciéndonos conscientes de que para estar presentes primero hemos de revisar si vivimos sobrecargados...
Un cordial saludo,
José Luis Gonzalo
Hola:
ResponderEliminarMe ha interesado mucho la idea de la sobre estimulación perceptiva. Particularmente uno de los conceptos que he aprendido recientemente es el de: "fragilidad perceptual". Los niños que están continuamente sometidos a los video juegos con esa cantidad de estímulos terminan por aumentar su umbral perceptual por eso presentan tantas dificultades en la escuela. Aunque claro, eso no quiere decir que todos los video juegos son negativos.
La tecnología nos hace estar cada vez más distantes porque nos acomodamos a las funcionalidades que ésta nos brinda, el estar plenamente presentes es un concepto que cada vez puede irse reduciendo más, por desgracia.
Tengo muchos amigos por el mundo pero para mi nada puede suplantar un abrazo de cuerpo presente. El chat o el correo para mi son solo paliativos.
Mis saludos nuevamente, Jennifer
Hola, Jennifer: muy interesante y gráfico el concepto de umbral perceptual y la explicación que nos aporta me parece coherente y lógica. Desde luego que debemos considerarlo un factor del bajo rendimiento escolar de los niños de hoy en día.
ResponderEliminarYo tampoco cambio nada por un abrazo o la magia del contacto real, físicamente presentes, afectivamente sintonizados. Y creo que los niños tampoco, lo que pasa es que por múltiples factores se recurre a exponerles demasiado a la relación con lo tecnológico.
Mis saludos igualmente,
José Luis