Traigo aquí una reflexión que no deberíamos pasar por alto y que la realizó el profesor Gualberto Buela-Casal en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco, que como ya sabéis se celebraron la pasada semana en San Sebastián. Me refiero al curso –del que ya hablamos en una entrada anterior- titulado: La depresión: prevención, evaluación y tratamiento.
El profesor Gualberto, dentro de la mesa redonda titulada: La depresión: ¿es el precio que tenemos que pagar por la calidad de vida en el primer mundo o es algo que siempre se ha dado en la humanidad?, lanzó a los presentes los siguientes datos que dan que pensar:
España ocupa, dentro de los países de la Unión Europea, el tercer puesto, por la cola, en víctimas por violencia doméstica. Y tenemos una ley desarrollada para proteger a las personas que la padecen. Con respecto a las víctimas por ataques de perros de los denominados peligrosos, la estadística por muertes es bajísima. Y también existe una ley que regula los requisitos para la tenencia de estos supuestamente animales violentos -o entrenados para serlo-
Y todo eso está muy bien, refirió el profesor Gualberto. Pero, añadió, en España, después de las muertes en carretera -unas tres mil y pico personas al año, una barbaridad- le siguen las muertes por suicidio: 3.000 personas al año se quitan la vida. Y de esto no se habla en los medios de comunicación, siendo la cifra altísima, otra barbaridad. Y, continuó el profesor, por lo que él pueda conocer –se supone que mucho porque es catedrático de psicología por la Universidad de Granada- nadie está investigando acerca de por qué tantas personas deciden poner fin a sus vidas.
Añadió que, entre los afectados por cánceres terminales, se producen muchas muertes por suicidio. Y, en la única investigación que él conoce, se señalaron las creencias religiosas como el principal freno para no cometer un acto suicida.
¿Qué diríamos si los telediarios abrieran con entradillas dando el número de personas que se han suicidado cada día? Nos llevaríamos las manos a la cabeza ¿Por qué es algo de lo que no se habla?
Es necesario abordar este tema directamente con las personas depresivas porque se sabe que hablar con alguien de su deseo de poner fin no hace que se suicide, sino todo lo contrario: ponerlo en palabras baja el nivel de angustia asociado y se reduce la probabilidad de que se cometa el fatal acto de poner fin a una vida.
El profesor Gualberto, dentro de la mesa redonda titulada: La depresión: ¿es el precio que tenemos que pagar por la calidad de vida en el primer mundo o es algo que siempre se ha dado en la humanidad?, lanzó a los presentes los siguientes datos que dan que pensar:
España ocupa, dentro de los países de la Unión Europea, el tercer puesto, por la cola, en víctimas por violencia doméstica. Y tenemos una ley desarrollada para proteger a las personas que la padecen. Con respecto a las víctimas por ataques de perros de los denominados peligrosos, la estadística por muertes es bajísima. Y también existe una ley que regula los requisitos para la tenencia de estos supuestamente animales violentos -o entrenados para serlo-
Y todo eso está muy bien, refirió el profesor Gualberto. Pero, añadió, en España, después de las muertes en carretera -unas tres mil y pico personas al año, una barbaridad- le siguen las muertes por suicidio: 3.000 personas al año se quitan la vida. Y de esto no se habla en los medios de comunicación, siendo la cifra altísima, otra barbaridad. Y, continuó el profesor, por lo que él pueda conocer –se supone que mucho porque es catedrático de psicología por la Universidad de Granada- nadie está investigando acerca de por qué tantas personas deciden poner fin a sus vidas.
Añadió que, entre los afectados por cánceres terminales, se producen muchas muertes por suicidio. Y, en la única investigación que él conoce, se señalaron las creencias religiosas como el principal freno para no cometer un acto suicida.
¿Qué diríamos si los telediarios abrieran con entradillas dando el número de personas que se han suicidado cada día? Nos llevaríamos las manos a la cabeza ¿Por qué es algo de lo que no se habla?
Es necesario abordar este tema directamente con las personas depresivas porque se sabe que hablar con alguien de su deseo de poner fin no hace que se suicide, sino todo lo contrario: ponerlo en palabras baja el nivel de angustia asociado y se reduce la probabilidad de que se cometa el fatal acto de poner fin a una vida.