A menudo, a los profesores les cuesta comprender porqué un niño con trastorno del apego -como consecuencia del trauma de los malos tratos- no puede estudiar y relacionarse adecuadamente con los compañeros.
Recientemente he elaborado una GUÍA PARA EL APOYO EDUCATIVO EN EL ÁMBITO ESCOLAR PARA NIÑOS CON PROBLEMAS DE APRENDIZAJE Y CONDUCTUALES SEVEROS COMO CONSECUENCIA DE UN TRASTORNO DEL APEGO. En la misma expongo, en una primera parte, porqué los niños con apegos disfuncionales no desarrollan suficiente competencia social y cognitiva.
En la Guía afirmo que "una relación de apego segura entre bebé y cuidador es la base, el fundamento seguro, en palabras de Bowlby, para que un niño alcance un adecuado y armónico desarrollo a todos los niveles: emocional, cognitivo, del lenguaje, social…
La especie humana nace en unas condiciones de dependencia total de un adulto cuidador y protector. Necesitamos, en comparación con otras especies, años de acompañamiento, cuidados, consejos, apoyo… para poder desarrollarnos como seres independientes y responsables. Como dice Jorge Barudy, un niño necesita de la presencia continuada de los cuidadores (o al menos un cuidador) para llegar a ser alguien.
Cuando un bebé nace, presenta, diríamos metafóricamente, como un programa, genéticamente preestablecido, para apegarse a un cuidador. Emite conductas de apego (como llorar, fijar la mirada, sonreír…) para vincularse y garantizar su supervivencia. Si el cuidador responde a estas conductas de manera cariñosa, ordenada, predecible, y además sincroniza su comunicación con la del bebé, éste comenzará a organizarse psíquicamente. El ambiente de juegos, caricias, alimentación a tiempo, el sueño reparador, según un orden y unos tiempos, o lo que es lo mismo, un entorno caracterizado por unos cuidadores empáticos y sensibles a las necesidades del niño, que calmen sus angustias sin invadir, que templen las frustraciones del bebé… influyen en el desarrollo del cerebro ya que lo organizan. Los buenos tratos, en suma, inciden directamente sobre la morfología y la funcionalidad del cerebro. Autores como Siegel (2007) dan cuenta recientemente de esta realidad: las experiencias de buenos tratos actúan sobre el cerebro y dan lugar a estados de la mente integrados.
Así pues, un bebé, en un periodo de la vida tan sensible como es el que transcurre entre los 0 y los 3 años (es una etapa crucial porque se está formando el cerebro y tiene lugar un espectacular neurodesarrollo), creciendo en un ambiente de buenos tratos, desarrollará con alta probabilidad un cerebro (y en consecuencia una mente) cuyas conexiones neuronales se fortalecen. El resultado, ya lo hemos apuntado: un cerebro organizado, y por ende, un niño organizado. Y, por lo tanto, adquirirá las competencias cognitivas necesarias para el aprendizaje, desarrollará un lenguaje auto-regulador de sus emociones, se sentirá seguro para explorar el entorno y aprender, percibirá a sus padres de manera coherente y estará en mejor disposición para interiorizar las normas que rigen la convivencia en el mutuo respeto, atribuirá intenciones positivas a los comportamientos de los demás, vivirá la satisfacción interior de sentirse amado y valorado, podrá conectar con que los demás tienen sentimientos, sabrá relacionarse positivamente con los iguales, podrá centrar su atención, tolerará mejor la frustración, será más autónomo y estará más preparado para empezar la escolaridad… En suma, en palabras de Jorge Barudy, llegará a ser.
En cambio, cuando un bebé vive en un ambiente de malos tratos o de abandono (tanto como si el niño es testigo de violencia física y psicológica como si la sufre en sus carnes; o como si sufre la negligencia, el desinterés, la dejación por parte de sus cuidadores que conduce a la falta de estimulación, tan dañino como golpear, insultar o humillar al niño) el cerebro no se organiza. Más bien podríamos decir que se desorganiza como una forma de adaptación a unas pautas mal tratantes. Pero, fuera de ese contexto, esas estrategias resultan claramente desadaptativas para el niño. Si estas experiencias de mal trato las sufre el bebé a edades tempranas, en general se puede decir que afectan al desarrollo global del futuro niño. Si suceden en edades posteriores, el impacto será menor porque el cerebro del niño ha podido constituirse coherentemente. De todos modos, ¡siempre hay niños que nos sorprenden con una inusitada resiliencia o capacidad para mantenerse suficientemente equilibrados pese a los impactos traumáticos!
Los estudios científicos y las opiniones de reputados expertos en trauma crónico y desarrollo (Rygaard, 2008; Siegel, 2007; Barudy y Dantagnan, 2005; Ziegler, 2002) apuntan a que las relaciones de apego seguras (el vínculo positivo que se establece en el niño como consecuencia de los buenos tratos de los cuidadores o cuidador y que se constituye en una experiencia interior de sentirse integrado y querido, permitiéndole esa vivencia anticipar que los demás se comportarán así con uno mismo, de enorme trascendencia para llegar a tener una identidad integrada y una buena salud mental) programan el cerebro adecuadamente, sobre todo el cerebro emocional, esa central de procesamiento de las personas y el mundo que nos rodea, responsable de valorar lo que acontece y darle un significado, así como de regular las propias emociones y comprender las emociones e intenciones sociales de los otros"
La especie humana nace en unas condiciones de dependencia total de un adulto cuidador y protector. Necesitamos, en comparación con otras especies, años de acompañamiento, cuidados, consejos, apoyo… para poder desarrollarnos como seres independientes y responsables. Como dice Jorge Barudy, un niño necesita de la presencia continuada de los cuidadores (o al menos un cuidador) para llegar a ser alguien.
Cuando un bebé nace, presenta, diríamos metafóricamente, como un programa, genéticamente preestablecido, para apegarse a un cuidador. Emite conductas de apego (como llorar, fijar la mirada, sonreír…) para vincularse y garantizar su supervivencia. Si el cuidador responde a estas conductas de manera cariñosa, ordenada, predecible, y además sincroniza su comunicación con la del bebé, éste comenzará a organizarse psíquicamente. El ambiente de juegos, caricias, alimentación a tiempo, el sueño reparador, según un orden y unos tiempos, o lo que es lo mismo, un entorno caracterizado por unos cuidadores empáticos y sensibles a las necesidades del niño, que calmen sus angustias sin invadir, que templen las frustraciones del bebé… influyen en el desarrollo del cerebro ya que lo organizan. Los buenos tratos, en suma, inciden directamente sobre la morfología y la funcionalidad del cerebro. Autores como Siegel (2007) dan cuenta recientemente de esta realidad: las experiencias de buenos tratos actúan sobre el cerebro y dan lugar a estados de la mente integrados.
Así pues, un bebé, en un periodo de la vida tan sensible como es el que transcurre entre los 0 y los 3 años (es una etapa crucial porque se está formando el cerebro y tiene lugar un espectacular neurodesarrollo), creciendo en un ambiente de buenos tratos, desarrollará con alta probabilidad un cerebro (y en consecuencia una mente) cuyas conexiones neuronales se fortalecen. El resultado, ya lo hemos apuntado: un cerebro organizado, y por ende, un niño organizado. Y, por lo tanto, adquirirá las competencias cognitivas necesarias para el aprendizaje, desarrollará un lenguaje auto-regulador de sus emociones, se sentirá seguro para explorar el entorno y aprender, percibirá a sus padres de manera coherente y estará en mejor disposición para interiorizar las normas que rigen la convivencia en el mutuo respeto, atribuirá intenciones positivas a los comportamientos de los demás, vivirá la satisfacción interior de sentirse amado y valorado, podrá conectar con que los demás tienen sentimientos, sabrá relacionarse positivamente con los iguales, podrá centrar su atención, tolerará mejor la frustración, será más autónomo y estará más preparado para empezar la escolaridad… En suma, en palabras de Jorge Barudy, llegará a ser.
En cambio, cuando un bebé vive en un ambiente de malos tratos o de abandono (tanto como si el niño es testigo de violencia física y psicológica como si la sufre en sus carnes; o como si sufre la negligencia, el desinterés, la dejación por parte de sus cuidadores que conduce a la falta de estimulación, tan dañino como golpear, insultar o humillar al niño) el cerebro no se organiza. Más bien podríamos decir que se desorganiza como una forma de adaptación a unas pautas mal tratantes. Pero, fuera de ese contexto, esas estrategias resultan claramente desadaptativas para el niño. Si estas experiencias de mal trato las sufre el bebé a edades tempranas, en general se puede decir que afectan al desarrollo global del futuro niño. Si suceden en edades posteriores, el impacto será menor porque el cerebro del niño ha podido constituirse coherentemente. De todos modos, ¡siempre hay niños que nos sorprenden con una inusitada resiliencia o capacidad para mantenerse suficientemente equilibrados pese a los impactos traumáticos!
Los estudios científicos y las opiniones de reputados expertos en trauma crónico y desarrollo (Rygaard, 2008; Siegel, 2007; Barudy y Dantagnan, 2005; Ziegler, 2002) apuntan a que las relaciones de apego seguras (el vínculo positivo que se establece en el niño como consecuencia de los buenos tratos de los cuidadores o cuidador y que se constituye en una experiencia interior de sentirse integrado y querido, permitiéndole esa vivencia anticipar que los demás se comportarán así con uno mismo, de enorme trascendencia para llegar a tener una identidad integrada y una buena salud mental) programan el cerebro adecuadamente, sobre todo el cerebro emocional, esa central de procesamiento de las personas y el mundo que nos rodea, responsable de valorar lo que acontece y darle un significado, así como de regular las propias emociones y comprender las emociones e intenciones sociales de los otros"
Espero publicar la Guía pronto, la cual está dirigida al profesorado, y de vez en cuando os proporcionaré extractos interesantes de la misma.
Como siempre, son bienvenidas vuestras aportaciones.
Buenos días Jose Luis;
ResponderEliminarMi nombre es Nerea Cerviño, soy Psicoterapéuta familiar y en este momento estoy trabajando con una menor que presenta un trastorno de apego.
Me gustaría que me dijeras cómo acceder a la guía que has elaborado par ala intervención en el ámbito educativo.
Muchas gracias.
Ha sido un gusto encontrar este blog.
Eskerrik asko!
ncervino@guna.es
Estimada Nerea: gracias por la visita. En cuanto a la guía, estoy en trámites para publicarla. En cuanto lo esté, ya he tomado nota de tu correo electrónico, te escribo para que me digas a qué dirección puedo enviarte un ejemplar de la misma.
ResponderEliminarRecibe un cordial saludo,
José Luis Gonzalo
Qué interesante, José Luis! Qué bien les va a venir a muchos menores que los profesores puedan comprender su comportamiento. Que no lo achaquen a que son "malos", perezosos, maleducados o vagos. Muchas gracias y ánimo.
ResponderEliminarHola, Gemma: Gracias por tus comentarios, y eso es lo que espero: que a los profesores les sirva para comprender y saber cómo actuar con estos chicos. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola Jose Luis,
ResponderEliminarencontré este documento (en Enciclopedia para el desarrollo de la primera infancia) y pensé que igual podría interesarte.
http://www.enciclopedia-infantes.com/pages/PDF/resiliencia.pdf
Desarrollo
Resiliencia a edad temprana y su impacto en el desarrollo
Puesto en línea el 15 de marzo de 2010
Suniya S. Luthar
Resiliencia temprana y sus consecuencias en el desarrollo
Puesto en línea el 15 de marzo de 2010
Arnold Sameroff
Resiliencia en el desarrollo: La importancia de la primera infancia
Puesto en línea el 15 de marzo de 2010
Ann S. Masten & Abigail H. Gewirtz
Resiliencia a edad temprana y sus impactos en el desarrollo del niño: Comentarios sobre Luthar y Sameroff
Puesto en línea el 15 de marzo de 2010
Tuppett Marie F. Yates
Saludos,
Yolanda Ávila.
¡Por supuesto que me interesa y muy agradecido por las referencias y por el trabajo que te has tomado! Lo leeré y si me das permiso, lo citaré en un post más adelante, indicando la fuente, por supuesto. Gracias una vez más y hasta cuando quieras. Saludos cordiales, José Luis
ResponderEliminarTrabajo ninguno: si te he sido de utilidad, me alegro.
ResponderEliminarTambién estoy recomendando tu blog y tu trabajo en foros de educación.
Y lo hago porque me parece positivo y provechoso.
Saludos,
Es gratificante para mi saber que es positivo y provechoso, y que por ello lo expandes. Gracias y hasta pronto, Jose Luis
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