- En la aplicación de consecuencias, el
costo de respuesta fue aprobado por muchos. El
costo de respuesta es retirarle a un niño algún privilegio que le resulte gratificante (por ejemplo, no ver su programa de TV favorito) como consecuencia a una conducta negativa que haya emitido. Se explicaron cuáles son los requisitos para que un castigo (costo de respu

esta) resulte eficaz. Se insistió mucho en que no se puede castigar sin reforzar a un niño, esto es, hay que alabar, felicitar… cualquier comportamiento positivo que hagan. Siempre, pero en particular si están empezando a aprender a hacerlo. Seguida la alabanza a la conducta positiva que han emitido. Un niño que no es reforzado positivamente es un niño desmotivado y triste. Excesivamente criticado y devaluado, y quizá castigado. Esto tiene repercusiones importantes para su futura autoestima. Los niños necesitan sentir que hacen bien las cosas y que colman las expectativas de los adultos que los cuidan. Castigar sin reforzar positivamente es una sinrazón que no se debe hacer.
- Nadie se mostró a favor del castigo positivo, esto es, de aplicar un estímulo aversivo a una conducta negativa (un cachete, etc.)
- Fuimos varios (entre los que me incluyo) los que nos mostramos en contra del castigo en cualquiera de las dos modalidades que hemos explicado. Apostamos más por la reparación o corrección de conductas. Cuando un niño o menor realiza un comportamiento inadecuado, ha de reparar su acción pidiendo disculpas a quien ha ofendido y haciendo una conducta que, primero, corrija el daño o perturbación causada y, después, lo repare. Salió el ejemplo de un infante que roba a su profesora unas hojas; en presencia de su madre, se puso frente a ella, le pidió disculpas, le entregó un paquete nuevo de hojas y después hizo durante una semana algo positivo por ella (llevar los papeles diariamente a la fotocopiadora) Es una pauta que ayuda al menor a contactar con los sentimientos de los otros y ponerse en su lugar, al tiempo que le permite arreglar lo que hace mal.
- Una madre comentó que ella utiliza exitosamente, con sus hijos pequeños, el llevarles a un txoko o rincón de la casa aburrido, donde les sienta en una silla durante un

tiempo, si emiten un comportamiento negativo: por ejemplo, entre dos hermanos, quien inicie una pelea, va al txoko durante un tiempo. Esta técnica, muy útil con niños pequeños, se llama
tiempo fuera. Es necesario no hablarle al niño, ni discutir, durante el proceso (si previamente ya se le ha advertido que irá allí en el caso de persistir en su conducta inadecuada): Llevarle al
tiempo fuera y dejarle en la silla más o menos un minuto por año. Para que salga del
tiempo fuera ha de prometer (no se discute en el tiempo fuera, ni se le hace caso mientras esté en el tiempo fuera) que no seguirá con la conducta negativa. Si vuelve a repetirla, de nuevo al
tiempo fuera. Queda claro que se aprecia al niño y se insiste en que va al
tiempo fuera por la conducta negativa que ha hecho (hay que explicitarla operativamente: No es adecuado decir "porque te has portado mal", sino que hay que señalarle qué es lo que hizo o dijo. Por ejemplo, por pegar un manotazo en la cara a tu hermano. Esto siempre a la hora de hablar con los niños sobre lo que hacen bien y lo que hacen mal)
- Con niños que han vivido carencias, malos tratos, abandono... se recomendó no usar las técnicas de modificación de conducta. Se insistió más en la reparación y en diálogo para que la consecuencia enseñe. El castigo con estos niños, y el tiempo fuera, están contraindicados. Quien lo ha perdido todo en su vida, no le importa que le quiten más cosas. Quien ha sido duramente maltratado, el castigo le es familiar y gatilla su rabia. Le sale la estrategia depredadora. Con estos niños hay que llevar pautas diferenciales porque la vida no les ha tratado, desgraciadamente, de la misma manera que a niños que están con sus padres desde el principio y tienen un apego seguro. Esto hay que tenerlo muy en cuenta.
- Antes de modificar cualquier conducta: ¡preguntarse por qué el niño la realiza! Comprender sus sentimientos, pero no tolerar el comportamiento. Por ejemplo, un niño que siente celos de su hermano pequeño, puede pegarle. Decirle: "Mamá te quiere, pero no puede consentir que le pegues al hermano porque le haces daño" Hay que ser comprensivo, pero a la par limitar los comportamientos negativos. Los niños necesitan sentir que empatizamos con ellos. Y necesitan sentir que quien les pone la pauta de conducta lo hace para ayudarles a aprender. En este contexto, el niño acepta mejor la consecuencia que le pongamos.
- El diálogo y la comunicación, la aceptación de la persona del niño, en suma, buen trato, no están reñidos con las técnicas para cambiar conductas. Nos referimos siempre al comportamiento del niño. Eso es lo que hay que cambiar. El niño es bueno, sus conductas negativas son las que están mal y hay que modificar porque resultan perjudiciales para él y para los demás. Es muy importante trabajar los límites normativos, ser consistentes, constantes y firmes pero cariñosos con sus transgresiones normativas.
- Finalmente, se subrayó el papel de los padres como princip

ales modelos de referencia a los cuales los niños imitan. Es una contradicción, y casi un imposible, pretender cambiar las conductas agresivas de un niño cuyo padre o madre se muestran agresivos. Se aprende por imitación de modelos, como ya descubrió el psicólogo Albert Bandura. En el siguiente vídeo podéis ver uno de sus experimentos donde demostró cómo se aprende la conducta agresiva. Es un clásico de la psicología de la conducta.
Por este año termino en el Colegio de la Salle de Zarautz. Muchas gracias a toda la comunidad escolar, y en especial a este grupo de padres, por invitarme a reflexionar y aprender junto con ellos.