Esta semana he estado en la Ikastola Intxaurrondo impartiendo un seminario a profesores de un ciclo de Primaria que tienen alumnos que presentan alteraciones emocionales y conductuales severas como consecuencia de experiencias traumáticas de vida.
En el seminario hemos tratado de construir un entorno predecible y una estructura afectiva y contenedora para esos niños afectados, tratando de que el contexto educativo contribuya a que reparen parte del dolor que sienten por sus duras experiencias de vida.
Lo que hemos observado es que cuanto más orden y previsión de consecuencias exista para estos niños, junto con un trabajo individualizado de pedagogía terapéutica donde se aborden sus necesidades de atención educativa especializada, mejor es la respuesta de los mismos. El aula de pedagogía terapéutica se convierte en un espacio educativo y no sólo en un lugar donde se trabajan las asignaturas escolares.
Un acierto del que nos hemos hecho conscientes en el seminario es la necesidad de adoptar unas pautas conductuales y, todo el profesorado, a una y coordinadamente, mantenerlas en el tiempo, aunque al principio no den resultado. El afecto, la palabra, la consistencia normativa y el acompañamiento individualizado son claves.
Todo esto lo implementan en la Ikastola Intxaurrondo bajo mi asesoramiento. Felicito a los profesionales de esta Ikastola por su sensibilidad, solidaridad con los alumnos de educación especial, su interés y motivación, dedicación, y por reflexionar y adecuar las situaciones educativas a los niños y no a la inversa.
En el seminario hemos tratado de construir un entorno predecible y una estructura afectiva y contenedora para esos niños afectados, tratando de que el contexto educativo contribuya a que reparen parte del dolor que sienten por sus duras experiencias de vida.
Lo que hemos observado es que cuanto más orden y previsión de consecuencias exista para estos niños, junto con un trabajo individualizado de pedagogía terapéutica donde se aborden sus necesidades de atención educativa especializada, mejor es la respuesta de los mismos. El aula de pedagogía terapéutica se convierte en un espacio educativo y no sólo en un lugar donde se trabajan las asignaturas escolares.
Un acierto del que nos hemos hecho conscientes en el seminario es la necesidad de adoptar unas pautas conductuales y, todo el profesorado, a una y coordinadamente, mantenerlas en el tiempo, aunque al principio no den resultado. El afecto, la palabra, la consistencia normativa y el acompañamiento individualizado son claves.
Todo esto lo implementan en la Ikastola Intxaurrondo bajo mi asesoramiento. Felicito a los profesionales de esta Ikastola por su sensibilidad, solidaridad con los alumnos de educación especial, su interés y motivación, dedicación, y por reflexionar y adecuar las situaciones educativas a los niños y no a la inversa.
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