Marcelino Fernández Arnaiz, de 54 años, más conocido como 'el pederasta de Astillero' por su largo historial de abusos a menores, se encuentra de nuevo en prisión preventiva acusado de haber vuelto a reincidir en el delito por el que lleva dos décadas entrando y saliendo de las cárceles y psiquiátricos penitenciarios españoles.
(…) Durante su último juicio, los forenses de los Juzgados de Santander explicaron al tribunal que Fernández Arnaiz padece un trastorno de tipo parafílico que lo convierte en un pederasta, no controla sus impulsos, no ha asumido las reglas sociales y morales y tiene un coeficiente intelectual bajo (…) La Audiencia de Cantabria reconoció entonces que esas circunstancias reducen su responsabilidad sobre sus actos, pero no le eximen por completo de ella, como trató de plantear la defensa”
¿Cuál es vuestra opinión? La mía es que el menor debe de ser protegido, por encima del derecho de cualquier otra persona, y la sociedad debe de poner los recursos necesarios para que los individuos perturbados que delinquen (y que pueden hacer mucho daño a los niños y sus familias) y ya han cumplido pena, no sean puestos en libertad hasta que no se hayan rehabilitado. En el caso de una rehabilitación imposible, como es el caso que nos ocupa, deberían crearse instituciones (hospitales penitenciarios adecuados) donde estas personas pudieran permanecer de por vida. Quizá se me acuse de radical, pero creo que el derecho a la integridad física y psicológica del niño es superior al derecho a la libertad de una persona que, nada más cumplir su condena, desgraciadamente, determinado por los informes periciales, tiene un 99,9% de probabilidades de reincidir. Para ello, supongo, hay que revisar el código penal.
Escribo esta noticia que hoy (11-9-2008) leo en la prensa: "El Gobierno propondrá este otoño al Parlamento una reforma del Código Penal que incluye la imposición de 20 años de libertad vigilada a los terroristas, pederastas y delincuentes sexuales reincidentes que, aunque hayan cumplido sus penas, presenten a los ojos de la Administración riesgo de reanudar sus crímenes tras su salida de prisión. Las anunciadas medidas de control post-condena, que quedarán definidas cuando el Legislativo aborde la reforma, podrán consistir, según el plan inicial del Ejecutivo, en vigilancias por parte de las fuerzas de Seguridad, personaciones en el juzgado, tratamientos médicos y psiquiátricos, la obligación de portar pulseras telemáticas o de asistir a programas formativos"
Saludamos, pues, esta iniciativa, ya que es lo que, en el párrafo anterior pedíamos: arbitrar medidas judiciales para que los pederastas no rehabilitados no campen a sus anchas pudiendo causar daño a los niños. Esperemos que llegue a buen puerto, y que pongan los recursos necesarios para que las medidas sean cumplidas.
Dejad vuestros comentarios y opiniones.
1 comentario:
¡Ay José Luis! Tocas un tema doloroso muy doloroso. Me cuesta tanto aceptar que alguien pueda dañar a una criatura inocente e indefensa...
Los niños son sagrados, son sagrados!
Dices bien José Luis, el menor DEBE SER PROTEGIDO POR ENCIMA DE CUALQUIER DERECHO DE OTRA PERSONA, ¡SIEMPRE!
Yo no sé que hay que hacer, no soy experta, pero lo que tu apuntas no me parece radical en absoluto.
Aquí tendría cabida el título de tu otra entrada "El que manda no sabe y el que sabe no manda"
Me sangra el alma ante el sufrimiento sobre todo de los niños, me sangra.
Abrazos
Publicar un comentario